Pairing: Kai/Ruki
Rating: R
Disclaimer: Not mine.
No quiero sentir más nada.
Comienzo por no ver. Recuerdo una línea de una historia que alguna vez leí y me gustó... ‘El vago rosa trémulo que se ve con los ojos cerrados'... Sí, es cierto. Nunca le había prestado atención a mi translúcida piel hasta que miré al sol con los párpados unidos.
Una piel tan fácil de rasgar...
La brisa me roza apenas, una caricia lánguida y perezosa, parecida al tacto de unas yemas tímidas sobre la nuca. Algunos cabellos se me erizan y sonrío instintivamente.
Solamente en esta instancia sentiré esta ternura, y por un momento un atisbo de realidad me ataca - pero lo ignoro y pasa. Me concentro en doblar los dedos, sonando levemente los nudillos. El relajamiento de las articulaciones es exquisito, y trato de imitarlo en otras partes; rodillas, cuello, espalda, dedos de los pies. Quiero que el sol me absorba, quiero formar parte de él y convertirme en fuego eterno.
No quiero sentir, quiero ser un elemento y transformarme...
Una sombra bloquea mi ensueño.
‘Ruki, levántate.'
No puedo hacer otra cosa. No es que realmente quiera levantarme, abandonar mi cómodo espacio sobre la grama suave, ni dejar atrás el templado refugio de la meditación. Es que esa voz es comandante para mis sentidos, automáticamente al oírla mi cuerpo se metamorfosea en un autómata que abre los ojos y pestañea algunas veces para aclararse.
Me encuentro con su figura imponente, tan grande y sólida que no sólo me bloquea el sol sino toda su luz. La temperatura desciende de una manera que me alarmaría si no fuera porque ya sé quien es él, y ya conozco las cosas que es capaz de hacer.
En parte, fue esa magnanimidad la que me atrajo hacia su ser con un fastuoso y terrible poder gravitatorio. Yo era un simple satélite vagabundeando por el infinito, hasta que la órbita de un fantasmagórico y soberbio planeta de dimensiones inconmensurables me engulló.
Observo a mi planeta con los mismos ojos maravillados.
‘Vamos, Ruki. Levántate.'
Extiende su brazo y mano hacia mí, nuevamente haciendo uso de esa fuerza irrefrenable. Está en su aura, como algo que no se contiene, sino que se canaliza.
Enredo mis dedos en los suyos y me incorporo con dificultad. Siento como si parte de mí aún siguiera recostada en el suelo, e inconscientemente me vuelvo a mirar el lugar donde segundos antes reposaba. No hay nada. Pero me entra vértigo.
‘Kai...'
‘¿Ruki?'
Estoy fuertemente sujeto de él, y ahora los largos brazos de mi planeta me envuelven, lo mismo que su fragancia a vida y sus pulsaciones.
Antes de perder la consciencia, vuelvo a sentirme como una roca fría flotando en el espacio.
Aunque el sol brille intensamente en el claro, a lo lejos ya pueden vislumbrarse los contornos de la tormenta: espesos nubarrones del color de las brasas apagadas, arrastrándose despacio por encima de la línea de árboles que indica el comienzo del bosque. El viento es más intenso, el aire más ligero. Sí, definitivamente lloverá y la energía del tifón puede respirarse desde ahora.
Mis brazos están cargados de madera para el hogar. Me pasé toda la tarde tronchando ramas, y puedo sentir el impacto que el trabajo físico ha tenido en mi cuello y hombros. Ya es hora de regresar, hay mucho trabajo que hacer antes de la cena y para prepararnos para el invierno. Echo otro vistazo a las nubes antes de emprender el regreso a la casona.
Todavía hay sol pero ya se está poniendo, y una luz débil y anaranjada inunda el salón. Acomodo algunos troncos en un montículo dentro del hogar y observo alrededor. Todo está limpio y ordenado. En el refrigerador hay pescado limpio, calabaza hervida y algo de fruta. Con eso me arreglaré. Solamente me falta darme una ducha y buscarlo a él.
Cabe la posibilidad de que se largue a llover antes de que termine, así que primero decido encontrarlo y meterlo a la casa. Probablemente él también necesite un baño.
Antes de salir, enciendo las luces - a veces es sorprendente lo rápido que el sol se pierde detrás de los pinos, pero ya estamos acostumbrados a tener días más cortos de este lado de las montañas.
Como siempre, él está echado en el césped, dormitando, pensando. Su cuerpo no puede hacer mucho, nunca lo encontraré trepado a un árbol o cortando madera en el claro, como yo. Tampoco puede correr, andar en bicicleta, ni excitarse demasiado.
Cubriendo lo poco de luz que queda, proyecto mi sombra sobre su figura echada. Si no lo viera respirar, lo tomaría por muerto cada vez, pero me he vuelto un experto en detectar el leve subir y bajar de su pecho.
‘Ruki, levántate.'
Lo primero que mueve son los párpados, como demostrándome que su cerebro procesa la orden. Espero pacientemente. Abre los ojos, extiende las manos, me observa. Sigue pensando en quién sabe qué con las pupilas posadas en mí, y su expresión de a poco cambia. No me sorprendo, porque siempre hace lo mismo: habla consigo mismo sin emitir sonido, da un par de vueltas al día en ochenta mundos...
‘Vamos, Ruki. Levántate.'
Me inclino sobre él, enlazamos las manos y se incorpora como un trapo que trata de mantenerse en una pieza. Distraídamente vuelve la cabeza hacia abajo, para luego mirarme con el ceño fruncido.
‘Kai...'
‘¿Ruki?'
Y se desmorona, completamente inconsciente sobre mí.
Siento cómo su piel suave y fina se raspa con mis dedos ásperos que han pasado la tarde cortando leños. Con cuidado, paso un brazo por sus hombros y me agacho, no demasiado, para levantar sus piernas del suelo. No pesa nada, es muy ligero y flexible como un títere de largos miembros de cartón.
A veces se queda sin aire, o su presión sanguínea baja por estar tanto tiempo echado en el suelo bajo el sol.
Lo aferro con cuidado contra mi cuerpo y, tal cual lo hago siempre, lo llevo al interior de la casa.