Costa Rica 0 - Argentina 0
Messi no jugó y todo el público en Costa Rica se llevó una gran decepción, pues verlo había sido el mayor anhelo de todo el país desde que se anunció el partido.
Así, entre la tristeza de los que nos quedamos sin verlo por tv y la rabia de los que pagaron su buen dineral por verle en el estadio, todos los ticos empezamos el partido con una sola plegaria en mente: por favor, no nos humillen demasiado.
Sin embargo, nadie esperaba que veríamos algo exquisito. Que Bolaños perseguiría la bola como si no hubiera mañana, que Bryan Ruiz probaría que la clase y la calidad no lo dejaron siquiera un poco tras tres semanas de lesión y que Costa Rica podía jugar bonito. Que hasta Saborío, bueno para perder oportunidades, no perdería una de acosar al portero argentino cada vez que tuviera la bola. Ni que Keylor Navas probaría que la portería tica no puede estar en mejores manos y que había sido tocado por los ángeles antes del partido.
Cuando acabaron los 45 minutos no lo podíamos creer. En casa todos nos mirábamos con estupefacción. ¡45 minutos y la gran Argentina no nos había metido ni un gol! ¡Estábamos haciendo un buen partido!
Los locutores se quejaban de la falta de estrellas en Argentina, pero en realidad todos lo sabíamos: el equipo suplente de Argentina es superior al primero de Costa Rica por definición. Bueno, a cualquiera de CONCACAF (fuera de México y últimamente Estados Unidos).
El segundo tiempo fue un padecer absoluto. Argentina volvió mejor, Bryan Ruiz empezaba a acusar el cansancio tras tres semanas de lesión, todavía con la pierna vendada. Empezaron los cambios y el entrenador sacó a todas las estrellas ticas, éramos el segundo de Costa Rica contra el segundo de Argentina...
Y no nos anotaron.
Keylor se superó a si mismo parando tiros imposibles una y otra vez, incluso uno que lo dejó sin aire por un par de minutos cuando chocó contra "sus partes nobles" como dijeron acongojados los locutores.
No diré que no acabamos pidiendo tiempo, porque así fue. Era una desesperación de "¡¡pite por favor, que no nos anotaron!!" Gritamos como locos los fallos de Saborío, el entusiasmo con la entrada de Ureña... Cuando terminó, a celebrarlo, ¡empate con la gran Argentina!
Sí, Messi no jugó, y nos dolió. Pero al final de la noche, lo que quedó fue la satisfacción.