Ted se mira las manos. El olor a flores es tan intenso en el patio que se le nubla la cabeza.
-Has roto con esa chica. Es. ¿Estás bien?
-Ah, sí. Melissa.
-Melissa.
-Ha habido muchas Melissas, ¿no te parece? A eso me refiero.
Ted piensa en la ridícula fiesta y en la ridícula casa y en la vida ridícula que Barney ha llevado siempre, y en cómo se había imaginado que seguiría exactamente igual hasta el día de su muerte. De la misma manera que pensaba que toda su vida estaba dirigiéndole hasta los brazos de la madre de sus hijos, y que una vez alcanzada esa meta todo el trabajo estaría hecho. Se da cuenta de que, en su mente, los últimos cinco años no forman parte de su historia, como si sólo hubiesen sido la secuela de una película que se cancela en preproducción.
-Tío -suspira-. Qué coño nos ha pasado.
-Te diría algo profundo como “la vida” -dice Barney-, pero preferiría hablar mal de Lily y Marshall.
-Esos cabrones-asiente Ted.
-He oído que Marvin está cateando.
Ted sonríe hacia Barney, y se da cuenta de que Barney está haciendo lo mismo. Siente algo así como una tregua forjándose entre ellos, tenue, cimentada sobre la envidia hacia la felicidad de sus mejores amigos y un sentimiento compartido de fracaso vital. En ese momento Ted está seguro de que hay algo extraño en el aire. El corazón le salta en el pecho cuando se le ocurre que quizás Barney haya diseminado algún tipo de droga inhalable, porque todavía le dura la sonrisa cuando Barney hace lo impensable, y se inclina hacia él, y le besa.
Ted parpadea.
-Qué -Barney le besa de nuevo, y su cerebro sólo registra que tiene los labios húmedos. Por el whisky, seguramente-. Barney -dice, pero Barney vuelve a besarle. Ted intenta hablar un par de veces más: Barney y qué y pero y Barney y BarneyBarney. Barney le sujeta los bordes de la cara para poder presionarse contra su boca con más fuerza, arrancándole las palabras con la lengua antes de que pueda pronunciarlas.
Ted está seguro de que nunca le han besado así. Mejor, claro, un millón de veces, y peor. Pero nunca así, absurdo y delirante, a la sombra de una casa antropófaga, colocado por el whisky y ese polen mágico. Que sea Barney el que lo está haciendo, Barney, es casi lo de menos, aunque sea uno de sus mejores amigos-sólo-que-ya-no y, técnicamente, aun el marido de la mujer con la que lleva fantaseando toda su vida.
Barney le empuja sobre el banco de metal con su cuerpo y Ted cede, se deja hacer a pesar de que esta situación sólo le provoca risa. El banco es incómodo, apenas suficientemente grande para los dos, pero Barney le toca el cuello con insistencia, el estómago, el espacio entre las piernas. Ted no la tiene dura y siente que debería pedirle perdón, aunque a Barney parece no importarle y sólo frota con insistencia, arriba y abajo y arriba y abajo a través de los pantalones de traje que insistió en que se pusiese.
-Ted -dice Barney, repentinamente sorprendido, y Ted se da cuenta de que su cuerpo y su mente van a ritmos diferentes y que Barney le está sujetando la polla dura con la mano. Se queda parado. No hay luz en el patio y no tiene sentido que pueda ver los ojos de Barney tan bien, tan claros.
-Qué pasa -jadea Ted. Barney parpadea.
-Nada. Quítate los pantalones -ordena.
-Qué. Dón. Có. ¿Ahora?
-Podemos ir a dar una vuelta más alrededor de la casa, si quieres. Sí. Ahora. Quiero tocarte la polla.
Ted frunce el ceño pero se desabrocha los pantalones, sorprendido por la reacción que le provoca las palabras de Barney, su sangre concentrándose entre sus piernas con un rugido. Barney se los baja hasta las rodillas, impaciente. Sigue besándole y Ted puede sentir el calor de su cara irradiarle las mejillas. Cuando Barney le toca la polla, como prometió, Ted se siente joven e inexperto, una especie de cliché salido de una canción de Madonna, y está a nada de pedirle que pare. Pero luego Barney se baja sus propios pantalones y hay una fricción nueva, desconocida, resbaladiza por el sudor y la humedad de sus pollas que hace que a Ted se le licue en cincuenta por ciento del cuerpo y se le olviden todas las ganas de parar.
-Ah, joder -gime, tira del pelo de Barney, le lame el interior de la boca. Puede sentir el recuerdo de ese momento cristalizándose en ese preciso instante, listo para ser revisitado una y otra y otra vez en el futuro. Ted embiste hacia arriba y nunca ha tenido tantas de ganas de correrse.
-Eso.
Siguen frotándose durante una cantidad de tiempo desconocida, besándose como si quisiesen hacerse daño, apartando prendas del camino sólo cuando les molestan. En algún momento se dan la vuelta, se empujan y Barney acaba debajo de Ted. Tiene la camisa levantada hasta la barbilla, y la perfección de sus abdominales hace que Ted le odie un poco, pensando en los michelines que no puede sacudirse de encima, no importa lo mucho que vaya al gimnasio. Luego se siente culpable, como si el pensamiento violase algún principio de su tregua tácita, y le besa encima del ombligo.
-Ted. Ah. Quiero que me folles.
Ted se atraganta, los labios todavía pegados a la piel de su estómago.
-¿C-cómo?
-Que me folles. Tengo condones, la vaselina está en el bolsillo de mi chaqueta -Barney no le deja pensárselo, y cuando Ted decide que sí, que vale, que valesí, ya lleva un rato con dos dedos dentro del culo de Barney. Barney insiste en que no es su primera vez y en que deje de perder el tiempo, pero Ted ya no sabe lo que es verdad o no, sobre lo que dice Barney y sobre nada, en general, así que se toma su tiempo, los dedos cubiertos de demasiado lubricante. Barney es impaciente, embiste contra su mano mientras se sujeta al banco y el calor de su cuerpo es tan intenso en el interior que Ted piensa que se quemará si alguna vez llega a follarle.
-¿No tienes calor, Barney? ¿No tienes calor? -pregunta Ted, algo estúpidamente, y Barney sólo gime en respuesta. Le espalda de Barney está rígida por la tensión, y Ted le levanta la chaqueta, la camisa, piensa que puede sentir el sudor evaporarse de su piel y tocarle los labios antes de que llegue a besarle un omóplato-. Yo tengo mucho calor.
Barney gime otra vez, sólo que más profundo, más largo, y los espasmos de su culo le indican que se está corriendo, aunque se ha tocado sólo un par de veces entre las piernas. Ted le sujeta entre sus brazos para evitar que se caiga, y hay algo vulnerable en la laxitud repentina de sus músculos. Ted le besa el lateral del cuello y Barney está gimiendo dentro del hueco de su codo cuando por fin le empieza a follar, despacio despacio rápido y vuelta a empezar hasta que empuja su orgasmo dentro del cuerpo de Barney, que se deja hacer, jadeando todo el rato, diciendo que sí y sí y sí, que sí.
Después de eso caen el uno sobre el otro, satisfechos y sorprendidos, mirándose como si ambos estuviesen experimentando la misma sensación de extrañeza cósmica. Se arrastran hacia la casa, casi sin hablar, las camisas mal metidas dentro de los pantalones. Ted puede sentir la resaca presionando desde detrás de los ojos, y por la manera en la que Barney se está frotando la sien supone que él está igual. Barney les guía por los pasillos de la casa, que parecen menos laberínticos que hace unas horas, y aparta un tacón rojo abandonado con el pie para abrir una puerta. La habitación tiene una cama enorme sobre la que desploman al unísono, sin quitarse la ropa, tocándose aquí y allí, y están dormidos en menos de un minuto.
Ted se despierta con la vibración de su móvil. Hay una luz azulada dentro de la habitación, y el reloj digital de la mesita le indica que son las 8:42. Parpadea para despejar el sueño de su retina y tiene que leer el mensaje tres veces antes de que las palabras sean del todo nítidas. Es Lily.
¡Ted! Anoche volvimos al hotel porque pensábamos que te habías ido, pero hoy nos han dicho que no has venido por aquí. Marshall está a punto de mandar una patrulla de rescate especializada en casas atropófagas
Y dos segundo después:
¿Estás bien?
-Qué haces -gruñe Barney, la cara escondida en la almohada. Ted carraspea.
-Ah, son Lily y Marshall. Están preocupados por los hábitos alimenticios de tu mansión.
Barney rueda sobre la cama hasta que le está mirando, y Ted sopesa si tocarle la parte de su pecho que queda al descubierto, la que está entre sus clavículas y parece más suave que las demás. Al final decide hacerlo y Barney sonríe. Parece que va a decir algo importante, pero en lugar de eso dice:
-Joder, qué hambre tengo, ¿quieres ir a desayunar?
Deciden ir a por hamburguesas, naturalmente, porque no hay mejor terapia para la resaca. Barney conduce y Ted lleva una camisa que huele a él. Declinó su ofrecimiento de darse una ducha, alegando algo acerca de su pelo y la Absoluta Necesidad de usar su gomina especial. La verdad es que le gusta llevar el olor de Barney encima, como esa camisa, aunque el pensamiento todavía le resulta extraño y hace que se le calienten las mejillas. El coche está llegando al portón negro de la casa cuando se da cuenta de que todavía no ha contestado a Lily.
¿Estás bien?
Ted relee el mensaje una y otra vez, y mira hacia atrás, hacia la figura omnipresente de la casa. Bajo la luz de la mañana parece más triste que amenazadora, una mansión sólo llena de habitaciones vacías. Parte de Barney siempre va a estar atrapada dentro, sospecha, y no cree que eso se pueda arreglar. El presente no es un recipiente en el que guardar los errores del pasado hasta que se corrijan, es sólo una sucesión de días que pueden rellenarse de nuevos errores, ignorarse completamente en favor de recordar, o vivir, sin más. Mira hacia Barney, que se da cuenta y aparta la mirada de la carretera para sonreírle, algo tentativo.
-¿Qué pasa?
Ted estudia la pantalla de su móvil. A Barney le dice “dime la verdad: tú te tiñes el pelo”, lo cual le ofende profundamente, como era de esperar. A Lily le contesta “he encontrado a Barney”, y siente como si estuviese desafiando al universo cuando escribe, sin dudar: “Estamos bien.”
WOW! Thank you so much for going to such effort and writing my beautiful beautiful OTP. I'm so sorry that I couldn't understand a lot of it... But I appreciate it so much. And I adored what I did understand, so thank you so much.
Do you have an AO3 account, by the way? Because if you don't, you should get one, and post this. I'm sure the fandom would love access to this.
Hahah, awww, thank you! I'm sorry I used your prompt like this, the idea just wouldn't leave alone once I saw it and, well, I'm sorry you couldn't even read it properly. Thank you for the inspiration, though, and the kind words :) I do have an AO3 account (under the same name) and I'll post it there later! <3
-Te diría algo profundo como “la vida” -dice Barney-, pero preferiría hablar mal de Lily y Marshall.
-Esos cabrones-asiente Ted.
-He oído que Marvin está cateando.
He leído este fragmento de diálogo unas cinco veces seguidas porque no podía ser más perfecto, de verdad. Estoy alucinada con que hayas cambiado tanto, tantísimo el tono con el que estoy habituada a vivir estos personajes y que hayas conseguido que sean ellos, los mismos exactamente que he visto hacer y decir tonterías durante más de un lustro. Y cuando digo alucinada quiero decir maravillada, en éxtasis, nada sorprendida, porque por supuesto tu mente prodigiosa era la única capaz de operar una hazaña así!
No he visto ni un sólo capítulo de la octava temporada pero ya sé que Barney y Robin han vuelto, y que Ted está a punto de conocer a la madre, etc, y Ted ha tenido novias fantásticas, y bueno, lo de Barney y Robin hubo ocasiones en que era para tirarse de los pelos, otp anyway y demás. Aún así, siempre pensaré que Barney nunca querrá más a nadie de lo que quiere a Ted, y viceversa, porque son los dos igual de petardos e igual de egoístas y escurridizos y nadie les aguantará mejor de lo que ellos se aguantan. No sé, NO SÉ, si tu intención con este fic era expresar eso porque nunca hemos hablado de esta pareja, pero omg, yo me lo voy a tomar así exactamente. No es que se estuvieran esperando, no es que negaran sus sentimientos, es que la vida les trajo otras cosas que también fueron buenas y malas, de agradecer todas. Pero cuando todo acabó, ellos seguían allí. Y tenían sentido <3
Gracias por esta historia, de verdad, m'has dejao muerta de amor por siempre jamás. Although with you, that's a given <3
Muchas gracias por leer :D Estaba súper convencida de que nadie iba a estar interesado porque wtf haha. Me alegra muchísisisimo que los reconozcas un poco ahí, porque como tú dices he cambiado mucho el tono y estoy segura de que están un poco OoC, pero what can you do! Se me metió en la cabeza que tenía que ser así y así ha sido. You're the sweeteeeeeest <3333
¡Ay! La verdad es que tengo muchos pensamientos sobre la serie que supongo se han colado ahí dentro. A mí me encantaba MUCHO el Robin/Barney porque básicamente Robin es mi personaje favorito, pero es que (sin spoilear) esta temporada m'ha matao el amor haha. Creo que pegaban mucho más cuando supuestamente no estaban preparados para estar juntos, so en mi mente eso lo traduzco como que nunca van a estar preparados para estar juntos.
En cuanto a Robin y Ted, esa es otra cosa que pienso que está súper mal hecha, porque nos venden la idea de Ted/La Madre que Parió a Sus Hijos durante años y años en los que sólo vemos cómo está obsesionado con Robin. Si fuese una serie más compleja emocionalmente estaría bien, pero tal y como estamos es súper molesto haha. Y Barney y Ted... como he dicho nunca he pensado en ellos como pareja, pero tienes razón en que los considero muy similares en el fondo. Creo que Ted es menos overtly cabrón que Barney, pero ambos tienen ese punto de egoísmo y de inmadurez que no se pueden sacudir de encima. Lo cual hace que me gusten más, claro :D Y no tenía ninguna intención específica con el fic, pero me alegra un montón que eso haya sido lo que tú has sacado porque es una interpretación maravillosa <3
Tu comentario me ha dejado muerta de amor por siempre jamás, así que miiiiil gracias a tiiiiiiiiiiiiii my dear girl <3
<3333333333 ¡muchas gracias! :D Yo no shippeo a Ted y a Barney de forma activa, y aunque puedo ver por qué puede ser interesante no sé si la he cagado big time en este fic haha me alegra que a ti te haya gustado algo, al menos :)
Y dude, ya lo sé, menuda puntería tengo .___. pobrecilla!
Tiene la camisa levantada hasta la barbilla, y la perfección de sus abdominales hace que Ted le odie un poco, pensando en los michelines que no puede sacudirse de encima, no importa lo mucho que vaya al gimnasio. Luego se siente culpable, como si el pensamiento violase algún principio de su tregua tácita, y le besa encima del ombligo.
Perfecto, esto es tan perfecto que tengo ganas de llorar. Por favor cásate conmigo y dejame contarle a nuestros hijos cómo conocí a su madre.
Ted se mira las manos. El olor a flores es tan intenso en el patio que se le nubla la cabeza.
-Has roto con esa chica. Es. ¿Estás bien?
-Ah, sí. Melissa.
-Melissa.
-Ha habido muchas Melissas, ¿no te parece? A eso me refiero.
Ted piensa en la ridícula fiesta y en la ridícula casa y en la vida ridícula que Barney ha llevado siempre, y en cómo se había imaginado que seguiría exactamente igual hasta el día de su muerte. De la misma manera que pensaba que toda su vida estaba dirigiéndole hasta los brazos de la madre de sus hijos, y que una vez alcanzada esa meta todo el trabajo estaría hecho. Se da cuenta de que, en su mente, los últimos cinco años no forman parte de su historia, como si sólo hubiesen sido la secuela de una película que se cancela en preproducción.
-Tío -suspira-. Qué coño nos ha pasado.
-Te diría algo profundo como “la vida” -dice Barney-, pero preferiría hablar mal de Lily y Marshall.
-Esos cabrones-asiente Ted.
-He oído que Marvin está cateando.
Ted sonríe hacia Barney, y se da cuenta de que Barney está haciendo lo mismo. Siente algo así como una tregua forjándose entre ellos, tenue, cimentada sobre la envidia hacia la felicidad de sus mejores amigos y un sentimiento compartido de fracaso vital. En ese momento Ted está seguro de que hay algo extraño en el aire. El corazón le salta en el pecho cuando se le ocurre que quizás Barney haya diseminado algún tipo de droga inhalable, porque todavía le dura la sonrisa cuando Barney hace lo impensable, y se inclina hacia él, y le besa.
Ted parpadea.
-Qué -Barney le besa de nuevo, y su cerebro sólo registra que tiene los labios húmedos. Por el whisky, seguramente-. Barney -dice, pero Barney vuelve a besarle. Ted intenta hablar un par de veces más: Barney y qué y pero y Barney y BarneyBarney. Barney le sujeta los bordes de la cara para poder presionarse contra su boca con más fuerza, arrancándole las palabras con la lengua antes de que pueda pronunciarlas.
Ted está seguro de que nunca le han besado así. Mejor, claro, un millón de veces, y peor. Pero nunca así, absurdo y delirante, a la sombra de una casa antropófaga, colocado por el whisky y ese polen mágico. Que sea Barney el que lo está haciendo, Barney, es casi lo de menos, aunque sea uno de sus mejores amigos-sólo-que-ya-no y, técnicamente, aun el marido de la mujer con la que lleva fantaseando toda su vida.
Barney le empuja sobre el banco de metal con su cuerpo y Ted cede, se deja hacer a pesar de que esta situación sólo le provoca risa. El banco es incómodo, apenas suficientemente grande para los dos, pero Barney le toca el cuello con insistencia, el estómago, el espacio entre las piernas. Ted no la tiene dura y siente que debería pedirle perdón, aunque a Barney parece no importarle y sólo frota con insistencia, arriba y abajo y arriba y abajo a través de los pantalones de traje que insistió en que se pusiese.
-Ted -dice Barney, repentinamente sorprendido, y Ted se da cuenta de que su cuerpo y su mente van a ritmos diferentes y que Barney le está sujetando la polla dura con la mano. Se queda parado. No hay luz en el patio y no tiene sentido que pueda ver los ojos de Barney tan bien, tan claros.
-Qué pasa -jadea Ted. Barney parpadea.
-Nada. Quítate los pantalones -ordena.
-Qué. Dón. Có. ¿Ahora?
-Podemos ir a dar una vuelta más alrededor de la casa, si quieres. Sí. Ahora. Quiero tocarte la polla.
Ted frunce el ceño pero se desabrocha los pantalones, sorprendido por la reacción que le provoca las palabras de Barney, su sangre concentrándose entre sus piernas con un rugido. Barney se los baja hasta las rodillas, impaciente. Sigue besándole y Ted puede sentir el calor de su cara irradiarle las mejillas. Cuando Barney le toca la polla, como prometió, Ted se siente joven e inexperto, una especie de cliché salido de una canción de Madonna, y está a nada de pedirle que pare. Pero luego Barney se baja sus propios pantalones y hay una fricción nueva, desconocida, resbaladiza por el sudor y la humedad de sus pollas que hace que a Ted se le licue en cincuenta por ciento del cuerpo y se le olviden todas las ganas de parar.
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-Ah, joder -gime, tira del pelo de Barney, le lame el interior de la boca. Puede sentir el recuerdo de ese momento cristalizándose en ese preciso instante, listo para ser revisitado una y otra y otra vez en el futuro. Ted embiste hacia arriba y nunca ha tenido tantas de ganas de correrse.
-Eso.
Siguen frotándose durante una cantidad de tiempo desconocida, besándose como si quisiesen hacerse daño, apartando prendas del camino sólo cuando les molestan. En algún momento se dan la vuelta, se empujan y Barney acaba debajo de Ted. Tiene la camisa levantada hasta la barbilla, y la perfección de sus abdominales hace que Ted le odie un poco, pensando en los michelines que no puede sacudirse de encima, no importa lo mucho que vaya al gimnasio. Luego se siente culpable, como si el pensamiento violase algún principio de su tregua tácita, y le besa encima del ombligo.
-Ted. Ah. Quiero que me folles.
Ted se atraganta, los labios todavía pegados a la piel de su estómago.
-¿C-cómo?
-Que me folles. Tengo condones, la vaselina está en el bolsillo de mi chaqueta -Barney no le deja pensárselo, y cuando Ted decide que sí, que vale, que valesí, ya lleva un rato con dos dedos dentro del culo de Barney. Barney insiste en que no es su primera vez y en que deje de perder el tiempo, pero Ted ya no sabe lo que es verdad o no, sobre lo que dice Barney y sobre nada, en general, así que se toma su tiempo, los dedos cubiertos de demasiado lubricante. Barney es impaciente, embiste contra su mano mientras se sujeta al banco y el calor de su cuerpo es tan intenso en el interior que Ted piensa que se quemará si alguna vez llega a follarle.
-¿No tienes calor, Barney? ¿No tienes calor? -pregunta Ted, algo estúpidamente, y Barney sólo gime en respuesta. Le espalda de Barney está rígida por la tensión, y Ted le levanta la chaqueta, la camisa, piensa que puede sentir el sudor evaporarse de su piel y tocarle los labios antes de que llegue a besarle un omóplato-. Yo tengo mucho calor.
Barney gime otra vez, sólo que más profundo, más largo, y los espasmos de su culo le indican que se está corriendo, aunque se ha tocado sólo un par de veces entre las piernas. Ted le sujeta entre sus brazos para evitar que se caiga, y hay algo vulnerable en la laxitud repentina de sus músculos. Ted le besa el lateral del cuello y Barney está gimiendo dentro del hueco de su codo cuando por fin le empieza a follar, despacio despacio rápido y vuelta a empezar hasta que empuja su orgasmo dentro del cuerpo de Barney, que se deja hacer, jadeando todo el rato, diciendo que sí y sí y sí, que sí.
Después de eso caen el uno sobre el otro, satisfechos y sorprendidos, mirándose como si ambos estuviesen experimentando la misma sensación de extrañeza cósmica. Se arrastran hacia la casa, casi sin hablar, las camisas mal metidas dentro de los pantalones. Ted puede sentir la resaca presionando desde detrás de los ojos, y por la manera en la que Barney se está frotando la sien supone que él está igual. Barney les guía por los pasillos de la casa, que parecen menos laberínticos que hace unas horas, y aparta un tacón rojo abandonado con el pie para abrir una puerta. La habitación tiene una cama enorme sobre la que desploman al unísono, sin quitarse la ropa, tocándose aquí y allí, y están dormidos en menos de un minuto.
Ted se despierta con la vibración de su móvil. Hay una luz azulada dentro de la habitación, y el reloj digital de la mesita le indica que son las 8:42. Parpadea para despejar el sueño de su retina y tiene que leer el mensaje tres veces antes de que las palabras sean del todo nítidas. Es Lily.
¡Ted! Anoche volvimos al hotel porque pensábamos que te habías ido, pero hoy nos han dicho que no has venido por aquí. Marshall está a punto de mandar una patrulla de rescate especializada en casas atropófagas
Y dos segundo después:
¿Estás bien?
-Qué haces -gruñe Barney, la cara escondida en la almohada. Ted carraspea.
-Ah, son Lily y Marshall. Están preocupados por los hábitos alimenticios de tu mansión.
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Barney rueda sobre la cama hasta que le está mirando, y Ted sopesa si tocarle la parte de su pecho que queda al descubierto, la que está entre sus clavículas y parece más suave que las demás. Al final decide hacerlo y Barney sonríe. Parece que va a decir algo importante, pero en lugar de eso dice:
-Joder, qué hambre tengo, ¿quieres ir a desayunar?
Deciden ir a por hamburguesas, naturalmente, porque no hay mejor terapia para la resaca. Barney conduce y Ted lleva una camisa que huele a él. Declinó su ofrecimiento de darse una ducha, alegando algo acerca de su pelo y la Absoluta Necesidad de usar su gomina especial. La verdad es que le gusta llevar el olor de Barney encima, como esa camisa, aunque el pensamiento todavía le resulta extraño y hace que se le calienten las mejillas. El coche está llegando al portón negro de la casa cuando se da cuenta de que todavía no ha contestado a Lily.
¿Estás bien?
Ted relee el mensaje una y otra vez, y mira hacia atrás, hacia la figura omnipresente de la casa. Bajo la luz de la mañana parece más triste que amenazadora, una mansión sólo llena de habitaciones vacías. Parte de Barney siempre va a estar atrapada dentro, sospecha, y no cree que eso se pueda arreglar. El presente no es un recipiente en el que guardar los errores del pasado hasta que se corrijan, es sólo una sucesión de días que pueden rellenarse de nuevos errores, ignorarse completamente en favor de recordar, o vivir, sin más. Mira hacia Barney, que se da cuenta y aparta la mirada de la carretera para sonreírle, algo tentativo.
-¿Qué pasa?
Ted estudia la pantalla de su móvil. A Barney le dice “dime la verdad: tú te tiñes el pelo”, lo cual le ofende profundamente, como era de esperar. A Lily le contesta “he encontrado a Barney”, y siente como si estuviese desafiando al universo cuando escribe, sin dudar: “Estamos bien.”
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-Tío -suspira-. Qué coño nos ha pasado.
-Te diría algo profundo como “la vida” -dice Barney-, pero preferiría hablar mal de Lily y Marshall.
-Esos cabrones-asiente Ted.
-He oído que Marvin está cateando.
He leído este fragmento de diálogo unas cinco veces seguidas porque no podía ser más perfecto, de verdad. Estoy alucinada con que hayas cambiado tanto, tantísimo el tono con el que estoy habituada a vivir estos personajes y que hayas conseguido que sean ellos, los mismos exactamente que he visto hacer y decir tonterías durante más de un lustro. Y cuando digo alucinada quiero decir maravillada, en éxtasis, nada sorprendida, porque por supuesto tu mente prodigiosa era la única capaz de operar una hazaña así!
No he visto ni un sólo capítulo de la octava temporada pero ya sé que Barney y Robin han vuelto, y que Ted está a punto de conocer a la madre, etc, y Ted ha tenido novias fantásticas, y bueno, lo de Barney y Robin hubo ocasiones en que era para tirarse de los pelos, otp anyway y demás. Aún así, siempre pensaré que Barney nunca querrá más a nadie de lo que quiere a Ted, y viceversa, porque son los dos igual de petardos e igual de egoístas y escurridizos y nadie les aguantará mejor de lo que ellos se aguantan. No sé, NO SÉ, si tu intención con este fic era expresar eso porque nunca hemos hablado de esta pareja, pero omg, yo me lo voy a tomar así exactamente. No es que se estuvieran esperando, no es que negaran sus sentimientos, es que la vida les trajo otras cosas que también fueron buenas y malas, de agradecer todas. Pero cuando todo acabó, ellos seguían allí. Y tenían sentido <3
Gracias por esta historia, de verdad, m'has dejao muerta de amor por siempre jamás. Although with you, that's a given <3
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Muchas gracias por leer :D Estaba súper convencida de que nadie iba a estar interesado porque wtf haha. Me alegra muchísisisimo que los reconozcas un poco ahí, porque como tú dices he cambiado mucho el tono y estoy segura de que están un poco OoC, pero what can you do! Se me metió en la cabeza que tenía que ser así y así ha sido. You're the sweeteeeeeest <3333
¡Ay! La verdad es que tengo muchos pensamientos sobre la serie que supongo se han colado ahí dentro. A mí me encantaba MUCHO el Robin/Barney porque básicamente Robin es mi personaje favorito, pero es que (sin spoilear) esta temporada m'ha matao el amor haha. Creo que pegaban mucho más cuando supuestamente no estaban preparados para estar juntos, so en mi mente eso lo traduzco como que nunca van a estar preparados para estar juntos.
En cuanto a Robin y Ted, esa es otra cosa que pienso que está súper mal hecha, porque nos venden la idea de Ted/La Madre que Parió a Sus Hijos durante años y años en los que sólo vemos cómo está obsesionado con Robin. Si fuese una serie más compleja emocionalmente estaría bien, pero tal y como estamos es súper molesto haha. Y Barney y Ted... como he dicho nunca he pensado en ellos como pareja, pero tienes razón en que los considero muy similares en el fondo. Creo que Ted es menos overtly cabrón que Barney, pero ambos tienen ese punto de egoísmo y de inmadurez que no se pueden sacudir de encima. Lo cual hace que me gusten más, claro :D Y no tenía ninguna intención específica con el fic, pero me alegra un montón que eso haya sido lo que tú has sacado porque es una interpretación maravillosa <3
Tu comentario me ha dejado muerta de amor por siempre jamás, así que miiiiil gracias a tiiiiiiiiiiiiii my dear girl <3
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Me ha gustado un montón, y bien podría ser Barney la madre y que se dejasen de tonterías.
Por cierto, MUY fan de que hayas escrito una historia kilométrica en español para la única chica americana que pide aquí :PPP
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Y dude, ya lo sé, menuda puntería tengo .___. pobrecilla!
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Perfecto, esto es tan perfecto que tengo ganas de llorar. Por favor cásate conmigo y dejame contarle a nuestros hijos cómo conocí a su madre.
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