La primera vez que Remus ve la Sala Común, después de más de diez años, se siente como si le pegaran un puñetazo en el estómago. Porque recuerda esas butacas, el color cálido del fuego al reflejarse en las paredes, las vistas del lago y el bosque y las montañas, a lo lejos. Casi escucha las risas, los chistes de Peter y las carcajadas roncas y eternas de Remus, el entusiasmo infinito de James. Encuentra el rojo del pelo de Lily en las llamas de la chimenea, y sus recuerdos de adolescencia en el olor a pino y a casa.
Es tarde. La chimenea aún no se ha apagado, y Remus aprovecha la luz de las llamas, del pábilo encendido que flota en los restos derretidos de una vela sobre una de las mesas, y se sienta en el que solía ser su rincón.
Y observa, como hacía entonces, siempre el chico del rincón, con sus libros y su música y su miedo a que un día se cansaran de él, de Remus y el monstruo en el que se convierte cada vez que asoma la luna el rostro. Siempre en el rincón pero nunca solo, porque pasara lo que pasase después, fueron los mejores amigos que cualquiera podría desear.
Por eso duele tanto. Lo pudieron tener todo, pero entonces llegó la guerra y se lo llevó. Se los llevó y le dejó con un montón de recuerdos que le hacen más daño del que la luna le hará jamás.
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Esto es cortísimo y lo he escrito en diez minutos, pero espero que te guste.
Es tarde. La chimenea aún no se ha apagado, y Remus aprovecha la luz de las llamas, del pábilo encendido que flota en los restos derretidos de una vela sobre una de las mesas, y se sienta en el que solía ser su rincón.
Y observa, como hacía entonces, siempre el chico del rincón, con sus libros y su música y su miedo a que un día se cansaran de él, de Remus y el monstruo en el que se convierte cada vez que asoma la luna el rostro. Siempre en el rincón pero nunca solo, porque pasara lo que pasase después, fueron los mejores amigos que cualquiera podría desear.
Por eso duele tanto. Lo pudieron tener todo, pero entonces llegó la guerra y se lo llevó. Se los llevó y le dejó con un montón de recuerdos que le hacen más daño del que la luna le hará jamás.
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Esto es cortísimo y lo he escrito en diez minutos, pero espero que te guste.
Me voy a seguir llorando y tal.
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