Una viñeta mala, en la que no sucede demasiado, pero algo es algo. Una especie de 'respuesta' a la genialosa viñeta de
lu_shiori. Nada más me hubiera gustado que saliera mejor u.ú.
Título: Del Por qué no hay que acostumbrar los ojos a la oscuridad.
Fandom: SSN (Historia original). Mil Trescientos Trece.
Claim: como de costumbre Damian.
Summary: No me gasto en ponerlo. El primer párrafo de la viñeta sirve de eso, pero no lo quiero sacar de donde está u.ú.
La lluvia eterna no es lo único extraño que sucede en Regen. Cada día, algo nuevo. Nos abren los ojos para ver lo infinito que es el universo. Incluso las rutinas decaen, y nuestros límites se van con ellas como muros derrumbándose. Cada hecho, por pequeño que sea, ampliará nuestros mundos dándonos respuestas y nuevas preguntas.
Una tarde gris más, otro día lluvioso para recorrer. Saltas el muro del orfanato en otro de esos ataques de aburrimiento excesivo, buscando algo entretenido para hacer, sin que el clima parezca importarte. Ya nada en tu vida parece ser tan alegre como antes, más bien la incertidumbre es lo que domina los días, los tuyos y los de la gente que conoces. El aire se respira distinto, los ojos recorren cada rincón buscando algo nuevo para ver. Un detalle, un error, algo que no debería ser, para devolver el color a sus mundos.
En una ciudad fantasma, siempre habrá humanos para asustar. En un puente siempre habrá viajeros para observar. En un cruce de caminos, siempre habrá algo nuevo para saber, si los ojos no se adaptan a lo anormal.
Tus pies se deslizan entre charcos constantes de agua, tus ojos escrutan la ciudad con tu típica curiosidad, intentando ver algo a través de la lluvia. Entonces lo encuentras, lo que llevas tanto tiempo buscando: algo extraño de verdad. No un pequeño detalle, no una canción perdida que sólo tu radio puede captar, no una luz extraña en el nublado cielo, sino algo más tangible que todo eso. Gente. Nuevamente, gente que no debería estar allí.
Y no era la primera vez que eso ocurría. Aún guardabas en tus recuerdos la vívida imagen de aquella mujer, esa de ojos brillantes y cabello despeinado que te entregó la daga de plata con la que cortaron el espejo; o aquella otra muchacha que vivió frente al orfanato un tiempo, y luego una versión más joven de ella entró en Pluia. Incluso podías recordar ocasiones varias en las que habías visto pasar por la calle adultos que eran idénticos a algunos amigos tuyos. Pero todo eso había sucedido antes de ir a Ryndel. Desde aquel extraño viaje, nada tan ‘grande’ había ocurrido.
Tus ojos brillaron con curiosidad y emoción. Poco habías tenido que avanzar hasta que habías visto a aquellas dos extrañas personas paradas frente a tu orfanato, emanando una extraña aura que los hacía desencajar en tu mundo (y vistiendo ropa que desde ya no era normal, pero ese punto podía obviarse, en Regen nunca faltaba la gente rara). Estaba claro que pertenecían a otra dimensión.
Y no ibas a desaprovechar aquella oportunidad.