Hola. Las culpables de que lleve tanto tiempo sin escribir han sido la vagancia y la velocidad a la que me han pasado cosas antes de redactar las anteriores (sí, sobre todo la primera).
Creo que de lo último de lo que hablé fue de selectividad. Y no podía continuar hablando de más cosas sin publicar antes unas fotillos:
Estas son en la multitudinaria sentada por una vivienda digna en el Paseo San Francisco. Sólo estuvimos Josemi, Toño y yo. Luego vino Lorena y no sé si alguien más. Debimos confundirnos de sitio o de hora o algo, porque estuvimos, literalmente, sólo nosotros tres.
Esta foto es de Chema (no el Txema del que alguna vez he hablado) echando una cabezada en posición fetal en el portal de Juanma, frente al banco, la primera noche sin esos asquerosos exámenes de selectividad. La noche que, por cierto, nos pasamos deambulando por las calles y durmiendo demasiadas pocas horas en la cochera de los abuelos de Toño.
Sin la Selectividad que (se me olvidó decirlo en el último post) mi “hermano” Santos (en la foto de mi graduación en un post de junio el muchacho del traje gris) inauguró diciendo para TVE que si la Selectividad le fallaba se iría al campo a recoger tomates. Salió en el telediario de la noche para toda España. Sin desperdicio. Pero a lo que vamos.
“Sabía que era la última vez que nos besábamos. Pensé en nuestro primer beso. Me acuerdo: estábamos en la calle Auchan. No sé por qué habíamos elegido la calle de París con las aceras más estrechas. Pensé en todas las cosas que habían pasado entre aquellos dos besos, en todas las calles que recorrí con ella. Una ruta tan complicada para llegar a aquí y ahora, sin ella. Acabé paseando por las calles de París que los parisinos nunca han pisado. Era un extranjero entre los extranjeros. ¿Por qué estaba allí? No lo sabía. En general nunca he sabido por qué estaba donde estaba. Debo ser un caso típico.”
-Una casa de locos (L’auberge espagnole)
Aunque fuera de contexto no son gran cosa, durante la película son palabras que expresan bastante bien una sensación. Disfruto contemplando las vueltas que he dado. Tamara, Marta, amistades ganadas y perdidas, mantenidas y desarrolladas, experiencias, ideas… Estos dos años la intensidad de todo ha ido creciendo de forma exponencial y no quiero dejar de ampliarme a este ritmo. Curioso sería ver al David que hace un año comenzó este blog en un puente desde Sevilla, ignorante de que la ruptura con alguien de quien creía depender le haría rehacer desde cero no pocos de sus esquemas, y más desconocedor aún de que tendría la oportunidad de cometer nuevos fallos con una madrileña que conocía de un día. No significa esto estancarme en el ayer, aunque a veces me llegue a doler lo que no pudo ser o lo que fue. En esos casos no tarda mucho la razón en preguntarme por qué sufro. ¿Por qué?, si el pasado es intocable, si creo haber aprendido de él y si pienso que los únicos errores serán aquellos que nunca conoceré. Entonces, llegado a ese punto, continúo feliz con mi vida.
La palabra Auchan, por cierto, es un libre trascripción de sea cual sea el nombre de la calle que menciona el protagonista. Me pareció que sonaba a algo así.
Una página más.
Una vida detrás.
Una cara que cambia
y una almohada que espera.
Mirando al ayer-Kannon
Unos días después de Selectividad apareció en escena Ángela, una niña que a pesar de conocer desde hacía un año o así era una simple conocida con la que no compartía mucho más que el saludo y alguna conversación esporádica. Inesperadamente, una noche coincidimos en la calle del bar El Jueves, hablamos algo y nos acabamos enrollando.
La relación que yo tenía con Marta era abierta. Habíamos establecido que la libertad de uno tenía que primar sobre los celos del otro. Sabía que la amaba a ella y a nadie más.
Pero, como he dicho ya en algún post, era imposible llevar eso a la práctica si no era de un modo progresivo. Por esto no mantuve con Ángela nada más allá de una palpable atracción mutua y una amistad en incremento.
El 23 de junio, el mismo día que Josemi se fue a Barcelona y Toño, Chema y más amigos iniciaron en busca de la fe parte del camino de Santiago, aquí comenzó la feria.
Para mí era algo así como un lugar donde es obligación hallarse en el botellón viendo a conocidos y amigos severamente afectados por el alcohol y los porros o en alguna de las casetas intentando autoconvencerme de que no voy a morir por mover un músculo al ritmo del reggaeton. Es algo que me supera.
Menos mal que algunos días estuvo Juanma (más que interesante resultó el análisis de la conducta de los variopintos personajes que nos rodeaban en aquella caseta). Varias de las noches las pasé en casa de Rocío acoplado a un nuevo grupo de amigos (los que deberían darse por aludidos cuando dije lo de los porros) en el que estaban Ángela, Sofía (recién presentada por Lu), Helena, Alberto Medina, Leyre, etc. Me lo acabé pasando muy bien esos días.
Aquella y las semanas que siguieron acabaron por convertir a Ángela y a Sofía en unas de mis mejores amigas.
El 1 de julio Josemi desde Barna se convirtió en tito, Antonio y Chema llegaron del norte y a mí me quedaba mi última y bien aprovechada noche de feria.
He buscado entre las nubes
un jirón de soledad
y he encontrado tres gaviotas
con las que poder volar
…Y volar-Distrito Desperado
Constato:
DD en directo suenan genial. Chema lo sabe.
El 8 de julio alguien de un grupo de makois que se nos acercaron al parque infantil en principio para pedirnos un cigarro y a quienes les pareció gustar nuestra compañía me robó a GigaLolo, mi mp3, delante de mis narices y sin que yo pudiera demostrarlo. Uno de ellos era un antiguo archienemigo con el que tuve tantas peleas en preescolar para, entre otras cosas, defender a mi ya buen amigo Josemi (por aquel entonces tenía yo, inducido por esas series tan poco recomendables para chavales influenciables como los Power Rangers y compañía, complejo de defensor de la humanidad).
Una noche, antes de quedar con el resto de la gente, dos amigas, Ángela y yo hicimos la ouija. Aunque soy muy escéptico con esas cosas me lo quise tomar en serio. Pero ni con todo mi empeño los ladridos de los perros, los cricricri de los grillos (por muy oportunos que parecieran) o el mismo movimiento de la moneda bajo nuestros dedos me parecieron señales del más allá. De hecho las trayectorias de la moneda fueron bastante caóticas, pero nos sobró ingenio para darles significado.
Demasiados hombres de acero.
Demasiados corazones de hielo.
Los guentes de seda se desgastan
dejando al descubierto los puños de hielo.
6000 km-Meko con Donpa
Me intimida la gente a la que parece ser difícil acceder. Nunca pareces importarles tanto como te importan. Me llego a sentir vulnerable, pero de algún modo me atrae conocer su modo de actuar. Ese proteccionismo que impide que salga algo mínimamente íntimo y esa coraza que los protege de los vaivenes del exterior les hace parecer fuertes, fríos, decididos. Como si pasaran sobre las cosas de puntillas, sin implicarse demasiado en nada de un modo no estrictamente racional. O esa es a la imagen que proyectan.
Las murallas las construye el miedo a ser atacado, y pienso que quien es verdaderamente fuerte no necesita aparentarlo.
Todos somos algo inseguros y actuamos un poco así. A algunos les cuesta (en especial ante gente nueva) mostrarse tal y como son, otros sencillamente son así de impermeables casi todo el resto del tiempo estén con quien estén.
Esto me hace pensar en los árboles de tronco grueso y en los de tronco fino y flexible. Como ejemplo puede ser tonto: si bien con un viento los árboles finos se llegan a doblar mientras que los gruesos ni se inmutan, con el huracán los finos se doblarán de nuevo y los gruesos, por rígidos, se partirán en dos.
Intento huir de esa rigidez, de esa aparente fortaleza. No sé si me explico bien: ¿es más fuerte quien evade el dolor y no llora o quien sufre y lo supera?
Eso suponiendo que el primero suponiendo que de verdad logre huir del dolor y el no llorar no sea una simple fachada. Suponiendo que sea de los que, más que a los demás, se engañan a sí mismos (no sufrir por algo que no se ha superado lo considero un autoengaño). De los que, por así decirlo, viven fuera de sus propias murallas.
Respecto al extremo contrario sufrir un daño del que no se aprende nada es estúpido, pues sólo hace infeliz.
Más que un tipo de individuo he intentado describir desde mi perspectiva parte de una actitud a la que recurrimos a menudo: engañar a los demás y a nosotros mismos.
Tengo claras muchas cosas, pero muchas otras no.
¿Qué pensáis vosotros? ¿Conviene en ocasiones arrancar página en lugar de pasarla, para así sufrir menos? De otro modo y mejor: ¿puede llegar a merecer la pena el sufrimiento? ¿Y el esfuerzo de superar algo, siendo tanto más fácil recluirlo en una parcela perdida de la mente hasta el punto de dejar de ser consciente de ello? ¿Existe un punto intermedio? ¿Qué entendéis por superar?
Lo que molan son las hostias,
no el hockey.
Lo que parte es el caballo,
no el jockey.
Lo que mola es lo que ganas,
no el póker.
Lo que parte no es tu cara bonita,
es tu escote.
¿Masturbando el bolígrafo?
No.
Le estoy comiendo el coño a la poesía.
-Parte de la estrofa de Vik y del estribillo de la canción 74V (Remix) de la maqueta de Isayah “La Antirrábica”.
Esta es la primera parte de un post por fascículos que iré publicando.
Cuídense, besos y todas esas cosas que decimos en sustitución de “adiós”.
No.
Espera.
Un momento.
Ejem, ¿Molotov?
¿Extremúsika?
(Babas).
¿Molotov en Extremúsika?
¡¿En Extremúsika, Molotov?!
Dime que no estoy soñando.
Esto… aunque sea por no variar, creo que
este año al Extremúsika VOY.
Cada un por sus motivos pero, ¿verdad, Toño? No pensarás volver a fallarle.
Bueno, ya sí que no hay nada más.
O sí, que me he hecho un
myspace. Le estoy haciendo algunos banners como este.
La página tiene dos reproductores: uno con 4 canciones y otro con 11. El de arriba es bueno porque me da una idea de cuánta gente las escucha y porque se pueden descargar. El otro es bueno porque hay más instrumentales y se escuchan en mejor calidad que en el primero. Las que están ahora son mi carta de presentación, ya iré subiendo más.
Por aquí me podéis decir cualquier opinión que os merezca, o en un comentario en el mismo myspace si tenéis uno y me agregáis a amigos.
Ahora sí que sí:
¡Adiós!