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Mar 25, 2011 23:12

Título: Hanami
Fandom: Prince of Tennis
Personajes: Seigaku, Hyoutei, Rikkaidai y Shitenhouji
Palabras: 982
Notas: A ver... no sé cómo se me ocurrió esto, de repente quise escribir algo sobre el hanami (el festival de ir a ver los cerezos en flor), me acordé de la canción "Sakura Sakura" y a partir de ahí, la musa tomó el control (yo sólo me dediqué a escribir). Hay más aclaraciones en el lj-cut ^^
Resumen: A primeros de Abril, los parques se llenan de gente que van a ver los cerezos en flor...


Bueno, lo primero unas cuantas aclaraciones:

-el fic está compuesto por cuatro mini drabbles dedicado cada uno a un equipo: Seigaku, Hyoutei, Rikkaidai y Shitenhouji, en este orden

-los parques mencionados a lo largo de la historia son algunos de los lugares más populares de las distintas prefecturas para ir a ver los cerezos en flor

-la canción que aparece como unión de los cuatro párrafos es “Sakura Sakura”, una canción folclórica tradicional japonesa que describe la primavera. Fue compuesta durante el periodo Edo y ha sido popular desde la era Meiji. Suele usarse internacionalmente como símbolo de Japón (Wikipedia)

HANAMI

Los cerezos estaban floreciendo en el parque Ueno, y el equipo había decidido, tras el entrenamiento matutino de aquel sábado ir allí a comer. Aún no estaban en pleno apogeo, por lo que no había demasiada gente y pronto encontraron un sitio donde extender las mantas y sentarse. Estaban bajo un árbol antiguo, cuyas flores cubrían casi por completo sus ramas, mostrando al mundo la belleza de sus delicados pétalos blancos, y mientras Kikumaru trataba de convencer a Ooishi para que cantara con él la famosa canción “Sakura, Sakura”, y Momo y Echizen dormitaban tras el opíparo almuerzo, Tezuka se recostó contra el tronco con la mirada fija en los apretados racimos de capullos que comenzaban a abrirse y suspiró relajadamente, dándole un sorbo a su vaso de té. No importaba lo ruidosos o despreocupados que algunos eran, le gustaba ver a su equipo unido tanto en los momentos difíciles que habían pasado como en aquellos en que se libraban de la responsabilidad y daban rienda suelta a su entusiasmo. Y una ligera sonrisa se dibujó en su rostro al oír a la Pareja de Oro entonar aquella canción centenaria, conocida por todos los japoneses:
Flores del cerezo, flores del cerezo: Cubriendo la campaña. Tan lejos como puedas ver. ¿Se trata de niebla o de nubes?

Atobe no conseguía entender qué tenía de especial ir expresamente al parque Chidorigafuchi para ver los cerezos en flor cuando podía, con una sola llamada, conseguir que plantaran en el jardín trasero de su mansión todos los que quisiera y organizar allí un banquete. Sin embargo, su equipo había insistido en que fuesen todos juntos allí. Y aunque era cierto que era una visión realmente hermosa, y que los demás parecían estar disfrutando como nunca, lo cierto es que era algo molesto no tener nada con que cubrirse de los constantes pétalos que caían sobre su pelo y hombros, ni a Michael a su lado para servirle las bebidas o cualquier otra cosa que deseara. Se recostó sobre la manta, para su gusto algo áspera, y miró distraídamente cómo Jirou, que llevaba todo la mañana en un estado de hiperactividad continua, y Mukahi estaban inmersos en un extraño juego de cartas, y Oshitari y Ootori hablaban de sus clases de música. Lo que peor llevaba era estar rodeado de tantos miles de personas, que con sus charlas, risas y gritos llenaban el lugar de un zumbido constante, que sabía que le conduciría a un inevitable dolor de cabeza en unas horas. Sin embargo, entre todo aquello, le llegó la de unos niños vecinos, que no con demasiada entonación, cantaban juntos:
Perfume bajo el sol del alba. Flores del cerezo, flores del cerezo: Completamente florecidas.
La mañana estaba siendo perfecta para estar en el parque Sankeien contemplando los cerezos en flor, aunque algunos de los componentes de su equipo no tenían paciencia para mirar las flores. Claramente divertido, Yukimura siguió la discusión entre Marui y Akaya sobre algo de comida y Sanada charlaba con Yanagi, intentando no prestarles atención, aunque su entrecejo fruncido delataba que estaba empleando toda su paciencia, que no era demasiada, en no intervenir. Decidido a dejar que las cosas siguieran su curso, fijó su mirada en un pétalo había caído sobre sus vaqueros y lo tomó en sus dedos, mirándolo por unos segundos antes de soplar sobre él suavemente. La primavera era su estación favorita, aquel estallido de color relajaba sus sentidos y le hacía sentirse más vivo aún, como si cada una de las células de su cuerpo rebosara energía. No pudo evitar una pequeña carcajada cuando, para zanjar la discusión, Bunta cogió una croqueta que metió a la fuerza en la boca de Akaya, acallándolo, y éste, en vez de protestar, la masticó concienzudamente, emitiendo un ligero sonido de deleite. Levantó los ojos hacia las flores de un suave color rosado mientras tarareaba suavemente para él:
Flores del cerezo, flores del cerezo: A través del cielo de la primavera. Tan lejos como puedas ver. ¿Se trata de niebla o de nubes?
Nadie había podido controlar a Kintarou desde que habían puesto un pie en los jardines del Castillo de Nijo y la belleza de los cerezos en flor había aparecido ante sus ojos. Tampoco es que estuviera haciendo algo fuera de lo corriente para un niño tan inocente como él, corriendo de un árbol a otro para ver de cerca las flores. Sólo cuando había intentado subirse a uno Shiraishi había tenido que ponerse serio con él, haciendo amago de descubrirse el brazo vendado, lo que había provocado que se escondiera tras Koharu y Yuuji, que en aquel momento, interpretaban uno de sus numeritos de manga shoujo, para asombro de los transeúntes. Algunos de sus vecinos, que ya habían bebido más de la cuenta, los animaban con gritos y palmadas. Chitose se había echado contra el tronco del árbol bajo el que estaban y parecía sumido en un ligero sueño, y Zaizen estaba escribiendo algo en su móvil, probablemente actualizando su blog. Kintarou, echado en la manta, cogía pétalos en sus manos y reía cuando alguno caía sobre su cara, cantando a trozos una canción conocida por todos, y Shiraishi sonrió cuando Koharu se unió a él:
Perfume en el aire. ¡Ven ahora, ven! ¡Miremoslas, por fin!
FIN

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