[Reto Diario] 1/1: Rayos de Sol (Hikari no Densetsu)

Dec 07, 2010 23:34

Título: Rayos de Sol
Fandom: Hikari no Densetsu
Personajes: Ooishi Takaaki/Shiina Hazuki
Palabras: 1279
Notas: Basado en el manga. Espero que no estén OOC, porque sigo sin encontrarlo más allá del tomo 3 TT___TT
Resumen: Los rayos de sol reflejados en el suelo le recordaban a Takaaki y Hikari.

RAYOS DE SOL

Era siempre la primera en llegar y la última en marcharse. Contempló la espaciosa estancia desde la puerta, disfrutando del silencio que sólo duraría unos minutos, hasta que sus compañeras de equipo aparecieran y llenaran con sus risas y palabras el lugar. El sol comenzaba a entrar por las ventanas, proyectándose en la pared izquierda y en el tapiz. El viento movió suavemente las ramas de los árboles plantados junto al gimnasio y los rayos se movieron y desaparecieron por unos segundos, y Hazuki dejó que la puerta se cerrar tras ella, avanzando hacia ellos, fascinada por el juego de luces. Se arrodilló en la superficie enmoquetada y extendió la mano, tocando con la punta de los dedos aquellas figuras, sonriendo suavemente cuando se proyectaron en su piel. Era una sensación cálida, hipnotizante, mágica... como Hikari.

Se sentó de lado, dejando sus piernas flexionadas, trazando figuras en aquel tejido áspero y acolchado, persiguiendo los destellos cuando se movían, buscándolos cuando se ocultaban. Ella era igual. Seguía la estela de su compañera de equipo viendo cómo cada día se alejaba un poco más, y aunque aún pudiera mantenerse a su nivel y superarla cuando competían, aquello no duraría mucho. Aunque el médico dijera que ya estaba bien, que la operación había sido un éxito, ella conocía su cuerpo mejor que nadie y se daba cuenta de los más mínimos cambios, los avisos que de vez en cuando le daba y que procuraba que nadie más notara. Se deslizó despacio, recostando la cabeza sobre el brazo, tal y como lo había hecho hacía varios meses actuando al ritmo de “La Muerte del Cisne”, y vagamente se preguntó si no era ella uno que pronto danzaría otra vez con aquella música. La melodía, sonando en su cabeza, era tan hermosa que siempre le había arrancado lágrimas de los ojos, y mientras notaba cómo una vez más se le nublaban, observó su mano, que reposaba sobre el tapiz, por unos segundos, antes de levantarla un poco, como si tratara de alcanzar algo que pudiera rozar con los dedos. Algo que siempre escapaba de ella.

-Vas a terminar cogiendo frío si sigues ahí tumbada.

La voz de Takaaki la sorprendió, notando el corazón en su pecho emprender una furiosa carrera tanto por el sobresalto como por los sentimientos que él siempre había despertado en ella.

Estaba de pie, frente a ella, con la bolsa de deporte al hombro y las manos metidas en los bolsillos, mirándola con expresión preocupada, los ojos dilatados y la boca ligeramente entreabierta, respirando agitadamente. Había esperado verla vestida con el maillot y el mono que usaba para entrenar, calentando o preparando la música para comenzar con sus ejercicios. Sin embargo, la imagen de Hazuki recostada sobre el tapiz, todavía con el uniforme escolar puesto, la falda arremolinada en sus piernas ligeramente flexionadas, tan quieta y silenciosa, lo había aterrorizado, y tenía su nombre en los labios cuando la había visto levantar el brazo.

Ella se sonrojó y dejó caer su mano sobre la moqueta con un ruido sordo. Se incorporó despacio, sin mirarle, y alisó los pliegues de su atuendo, cubriendo sus rodillas, más por incomodidad que por modestia, y rogó porque no le pidiera ninguna explicación sobre su comportamiento. No se sentía con ánimos para hablar de sus nefastos pensamientos, de su falta de esperanza y fuerzas para luchar.

-Vamos. Los demás estarán a punto de llegar.

Le tendió una mano, que ella miró durante unos segundos. Era grande, con dedos largos, morena y ligeramente callosa debido a los ejercicios, y cuando la tomó, se dio cuenta de lo diferente que era de la suya, con aquella piel tan pálida que las venas se transparentaban, frágil y huesuda. La levantó si apenas esfuerzo, como si no pesara nada, y lo sintió contemplarla por unos momentos, escrutando su rostro y tratando de encontrar sus ojos esquivos.

-Estás más delgada. ¿Te encuentras bien?

Ella asintió.

-Últimamente no he tenido mucha hambre.

Y era cierto, cuando llevaba dos bocados, aunque fuese de fruta, se sentía llena y sin ánimo para seguir comiendo. Había decidido respetar los deseos de su cuerpo, aunque aquello fuera en contra de los consejos del médico, que le había prohibido hacer dieta. Pero era algo involuntario, o tal vez psicológico. Había una medición de altura y peso la semana siguiente como control antes del campeonato nacional senior y quería, una vez más, ser la rival perfecta y la campeona.

-Cuando salgamos te invito a tomar algo - su sonrisa era como el sol que hacía unos minutos había estado persiguiendo, y Hazuki pensó por un momento en lo iguales que eran él y Hikari -. No puedo permitir que la gran estrella del equipo enferme.

La expresión de Hazuki se nubló, y en aquel momento se dio cuenta de que sus manos aún estaban entrelazadas. Trató de zafarse pero Takaaki apretó un poco más y tiró repentinamente, haciéndola avanzar un paso. Su brazo libre la rodeó, y sus dedos se enterraron en su larga melena, acariciando suavemente su cabeza.

-Creí que te había pasado algo... cuando te vi ahí, tan quieta, yo... estaba tan asustado... - susurró en su oído, estrechándola tan fuerte que sintió el calor de su cuerpo aliviar su fría piel.

Ella se aferró a su camisa, enterrando la cara en el hueco de su cuello, notando sus ojos humedecerse, pero trató de reprimir las lágrimas. Si lloraba, él sabría que algo andaba mal, y no quería preocuparlo con todo lo que atormentaba su mente y su corazón: tenía miedo a morir, a no ser capaz de moverse, a verse derrotada, a que el afecto de Hikari lograra apartarlo de su lado, a una vida sin todo lo que amaba.

Inspiró su olor, a ropa limpia y agua de colonia, notándolo enredar y deslizar mechones de su cabello en su mano, rozando brevemente su nuca, y sintió como si algo de su energía penetrara en su alma, haciéndola calmarse. Takaaki siempre había tenido aquel efecto en ella, desde que era una niña; era el único capaz de darle fuerza, de hacer que expresase todo lo que tenía en su interior, y el que la inspiraba cada vez que salía al tapiz, ocupando sus pensamientos, empujándola a superarse y volar a su lado. Debía corresponderle, hacerle feliz, luchar contra su cuerpo si era necesario para que no volviera a sufrir. Se removió y él aflojó su abrazo.

-No te garantizo que pueda comer mucho, pero lo intentaré...

Lo oyó reír suavemente, y se ruborizó cuando sus labios rozaron su frente en un casto beso, que se repitió en su sien. Sus dedos se abrieron paso entre los suyos y su mano abandonó su pelo, recorriendo su espalda hasta rodear su hombro. La separó ligeramente de él y la miró por unos instantes, buscando en sus ojos su consentimiento antes de inclinarse hacia ella.

El ruido de la puerta del gimnasio al abrirse los interrumpió, y la charla alegre de varias chicas llenó el lugar, acabando con el silencio que hasta entonces había sido su único testigo. El abrazo se deshizo, pero la calidez de su piel no se desvaneció. Hazuki sonrió levemente mientras daba unos pasos y recogía su maleta del suelo, mientras recibía los saludos de sus compañeras y oía los pasos de Takaaki encaminarse al vestuario masculino. Su mirada se vio atraída por los rayos de sol reflejándose en el parqué y trazó con la punta del dedo una de aquellas manchas antes de incorporarse e ir a cambiarse.

No sabía cuánto tardaría, pero ella también se convertiría en alguien radiante y los alcanzaría; no se quedaría atrás.

FIN

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