Después de años sin unas vacaciones de verdad tenía que aprovechar estas para escribir ♥. Postearé un capítulo al día; pensé en hacerlo de una vez, pero así tiene más sentido. Hay mucho drama y los malos son[spoiler]zombies aunque no se les llame así en ningún momento, y cualquiera podría acabar muerto. Y se nota el tiempo que, con alguna pequeña excepción, llevo sin escribir nada, pero buh. ¡Ahí va!
Título: Puede que tarde un poco. Resumen: Lejos de Konoha y con un puñado de personas a las que proteger, a Naruto y Sakura solo les queda esperar que Sasuke no se transforme en uno de los monstruos. Sakura narra. Pareja: Naruto/Sasuke.
Toyonemura. 32 días desde el inicio de misión.
Reportando Haruno Sakura, ninja de Konohagakure, número de registro 012601. Si no consigo entregar yo misma estos papeles, ruego a quien los encuentre que los haga llegar a la Hokage.
Perdimos contacto con el jefe de misión, Hatake Kakashi, hace cinco días. Solíamos hacer dos rondas de reconocimiento diarias, una al amanecer y otra a media tarde, por el pueblo y sus alrededores. Al principio buscábamos supervivientes; más recientemente nos estábamos limitando a dar vueltas hasta que atraíamos a los tres o cuatro seres que hubieran encontrado en las últimas horas el camino de salida del bosque, e intentábamos eliminarlos sin que sus fluidos nos salpicaran demasiado. No hay nada aquí que quite eso de la ropa, y no estoy convencida de que el contacto a largo plazo con la piel sea del todo inocuo. Además está el olor, aunque parece que aquí soy la única a la que le importa.
Bien, era por la tarde, y era el turno de Naruto (Uzumaki Naruto, número de registro 012607. Quería realizar estas anotaciones él, pero no era capaz de escribir dos frases seguidas sin levantarse de la mesa para echar un vistazo a la habitación de al lado. Ahora está haciéndose el ofendido -desde que empecé a escribir ha estado leyendo por encima de mi hombro- y tratando de negarlo, pero él sabe que es la verdad). Era el turno de Naruto, pero Kakashi insistió en hacerse cargo él. Sentía que se estaba oxidando, y que le apetececía salir y pelear contra algo. Oh, por favor. Esa raya sobre la última frase la ha hecho Naruto; dice que es un delito mentir a la Hokage. No estoy mintiendo, simplemente hay detalles que no es necesario conocer. De acuerdo, digamos que Kakashi dijo que se sentía de alguna manera, y que quería hacer algo al respecto. Con eso basta. Y que, de paso, se adentraría en el bosque para comprobar si nuestras trampas habían apresado a cualquier animal (vivo) que aportara un poco de variedad a la cena.
Cinco días después seguimos esperando su regreso.
Por supuesto, hemos estado buscando. La primera noche Naruto envió a sus kage bushin, pero los dos permanecimos en el refugio para no alarmar a los civiles. Son nueve; cuatro mujeres, dos hombres y tres niños, y la más joven no llega a los dos años. El edificio que ocupamos era hasta hace unas semanas la residencia del Daimyo, ahora en paradero desconocido. Los civiles se instalaron en el segundo piso, en el que se encuentran los dormitorios; nosotros usamos las habitaciones del primero, consistentes en una sala de reuniones y varias oficinas, y compartimos con ellos la azotea. La planta baja, un enorme hall, está clausurada. La primera noche, por tanto, no se dieron cuenta de que Kakashi faltaba; debieron suponer que se encontraba en su cuarto, o arriba, vigilando. La segunda noche, después de buscar durante todo el día, tuvimos que reunir a los adultos y explicarles la situación. A todos les gustaba Kakashi, pero apenas reaccionaron. Supongo que hay un límite a partir del cual las pérdidas dejan de afectar, como un mecanismo de defensa del alma para no romperse. En cualquier caso, hemos incrementado las patrullas, y seguiremos así hasta que demos con él, sea en el estado que sea. Es Kakashi; en cualquier momento aparecerá de la nada con una explicación fantástica sobre una princesa en apuros que tuvo que rescatar, o una saga de novelas cuyo último tomo tenía sí o sí que conseguir. Estará bien.
Fue Kakashi, claro, el que empezó a tomar nota de todo como una forma de recopilar información para la Hokage, y que ésta, cuando esto termine, tenga un punto de partida para desentrañar lo ocurrido. He leído sus escritos, que desde ahora guardaré con los míos, y, aunque veo los dibujos innecesarios, en general Kakashi ha hecho un buen trabajo. Un trabajo que ni Naruto ni yo deseábamos retomar hasta su vuelta, pero que, después de esta mañana...
Ah, no sé cómo empezar a explicarlo. En resumen, volvemos a ser tres.
Yo estaba en la cocina de una de las casas que aún no hemos registrado a fondo, buscando alimentos enlatados, pasta, galletas o cualquier otra cosa que aún se pudiera aprovechar. Naruto hacía guardia fuera, ante la puerta. Nadie quiere ser sorprendido por uno de ellos en un espacio cerrado. Acababa de encontrar un armario lleno de medicinas y estaba revisando una de las cajas para comprobar la fecha de caducidad cuando escuché a Naruto gritar. Alarmada, metí lo que pude en mis bolsillos y salí de la casa. Él había echado ya a correr y, al ver hacia quién se dirigía, comprendí que yo tenía que correr aun más.
Debía de estar distraído o no ser él mismo del todo, o yo nunca habría logrado dejar a Sasuke inconsciente de un golpe.
Uchiha Sasuke, Naruto y yo fuimos compañeros de equipo al terminar la academia. Todos los que tienen derecho a leer estos papeles, además de muchos que no lo tienen, saben lo que ocurrió después.
Naruto acaba de dejar la habitación. No le gusta recordar. Tampoco le gustó que golpeara a Sasuke, pero apenas tardó un segundo en estar arrodillado a su lado, las manos sobre él, no sé si buscando heridas o solo asegurándose de que estaba allí de verdad. Sasuke tenía mal aspecto, pero seguía respirando. Eso era bueno a medias, dependiendo de si al abrir los ojos elegía los dientes o el kunai para atacarnos. Crucé los dedos por lo segundo; por lo menos a eso estábamos acostumbrados.
-Tanta sangre no puede ser suya. La gente siempre está sangrando a su alrededor -decía Naruto.
Sí, la gente tiende a reaccionar fatal cuando la atraviesas con una katana. El mío había sido un golpe limpio, a la cabeza, y no había roto la piel, pero era cierto; había bastante sangre. Sangre seca, que podía tener una antigüedad de semanas o de apenas unas horas. Incluso si no era suya, si procedía de uno de esos seres y había conseguido introducirse en su organismo el resultado sería el mismo. Y Sasuke debería haber podido bloquearme con los ojos cerrados. Nunca lo había visto tan lento.
-Parece estar bien -dije, a pesar de eso. No tenía fiebre, su aliento no olía a podrido y cuando apoyé la oreja en su pecho podía escuchar los latidos de su corazón.
Durante un instante cerré los ojos.
Algo me rozó el hombro. Era Naruto, pálido. Me incorporé, y él giró con cuidado la cabeza de Sasuke, y le despegó el pelo de ese lado del cuello.
Era solo un arañazo. No muy profundo, no peligroso. Pero parecía hecho por uñas humanas, y eso era suficiente.
No sé cuánto tiempo permanecimos en silencio.
-Deberíamos llevarlo dentro. Y atarlo.
-Sí -dijo Naruto, tras unos segundos. Ni siquiera parecía verme-. No se volverá a escapar.
-Hasta que comprobemos que sigue siendo él-aclaré.
-A eso me refería.
Naruto lo levantó del suelo, cargándolo sobre su hombro. Después me sonrió, aunque parecía sucio y cansado, y sus ojos estropeaban aun más el efecto.
-Todo irá bien -dijo.
Yo asentí.
Una vez en el refugio, subí al segundo piso y expliqué a Akiko, una de las mujeres, que habíamos rescatado a un antiguo amigo en el bosque, y que sería aconsejable que permanecieran en su parte de la casa hasta que él pudiera dormir y recuperarse. Ella se encogió de hombros y repitió varias veces que confiaba en nosotros, pero cuando se reunió con los demás su voz sonaba demasiado aguda, su risa algo desafinada. Naruto insistió en que los civiles tenían derecho a conocer el peligro al que les exponían las mismas personas en que habían confiado para protegerles. Quizás tenga razón. Yo no quería decir nada.
Cuando bajé Naruto había cambiado a Sasuke de ropa, y estaba limpiándole con un paño húmedo el arañazo del cuello. La sangre no era suya, confirmó, al menos la mayoría, y el sello de Orochimaru había desaparecido. Un problema menos. Cuando terminó llevamos a Sasuke a la habitación que hemos estado usando como dormitorio, colocamos un futón al lado de la pared y lo acostamos allí, atando con chackra una de sus manos al radiador, y asegurando éste de la misma manera a la pared. Incluso si se encuentra bien tendrá dificultades para liberarse. Nosotros, de momento, nos quedaremos en esta sala, manteniéndole vigilado.
Algunos desde demasiado cerca. Naruto acaba de volver de observarle dormir.
-Tienes sangre seca en el pelo -me ha dicho. Y él en los brazos, por cierto, hasta más allá de los codos. Nos estamos volviendo descuidados. Y ni siquiera sabemos de quién o, todavía más preocupante, de qué es.
Ahora iremos a lavarnos. No el uno al otro, Naruto quiere que haga constar. Como si alguien fuera a pararse a imaginar algo así. Solo lo pongo por escrito para recordarle que yo no soy la que hace unas horas ha desnudado y aseado a otra persona, y que en ese momento no le oí protestar. Está diciendo tonterías e intentando arrebatarme las hojas, las cuales son un informe oficial destinado a la Hokage, y seguro que no quieres cometer alta traición destruyéndolas, ¿verdad, Naruto?
Se acaba de ir dando un portazo. Guardaré esto entre las cosas de Kakashi; seguro que en cuanto no encuentre nada en mi mochila dejará de buscar, desconcertado. Y mientras tanto seguiremos intentando localizar a Kakashi, y esperando a que Sasuke despierte y, bueno, sea Sasuke.
Ninguno de los dos seríamos capaces de perderlo otra vez.