Segundo capitulo. Tezuka ante lo desconocido.
-¡Qué fresco! Amo el aire acondicionado, nya.
Fuji miro su reloj.
-En una hora estaremos en Tokio.
Un quejido lastimero salió de los labios de Kikumaru. La idea de regresar a la rutina diaria no le hacia mucha gracia.
-Ahora que recuerdo, Tezuka nos dejo una tarea. ¿Has pensado en algo?
-Nada.
-¿Cómo que nada?
-Las vacaciones son para olvidarse del club.
-Las vacaciones de Tezuka no.
-Tezuka no sabe lo que son las vacaciones.
Los dos rieron al unísono.
Tezuka frunció el ceño. Por alguna extraña razón, se encontraba con sus compañeros, pero éstos no se percataban de su presencia. Aunque su temor ante tal situación no había desaparecido, se consolaba pensando que permaneciendo a su lado estaría protegido.
Fuji y Kikumaru habían ido a la estación de tren en autobús y de ahí viajarían a Tokio. Al principio no entendía la necesidad de hacer tal cosa, pero luego se entero que estaban en Chiba y que sus compañeros habían pasado unos días con los tíos de Fuji. Tezuka había tomado asiento al otro lado del pasillo, en un lugar que había quedado vacio.
Cuando el tren inicio su marcha Kikumaru se recostó, colocando la cabeza sobre las piernas de Fuji. Este comenzó a juguetear con el cabello rojizo, haciendo que su amigo cerrara los ojos y sonriera contento.
-¿Eiji?
-¿Mmm?
-¿Crees que Tezuka ya tenga preparada una nueva técnica?
-Probablemente. Ya sabes que el tenis es su vida.
-Si, su vida...
Ya era de noche cuando llegaron a Tokio. Kikumaru le propuso a Fuji quedarse en su casa, pues la suya estaba muy lejos y el genio se veía bastante cansado. Fuji estuvo de acuerdo.
La pieza de Kikumaru era pequeña, lo que no era raro teniendo una familia tan numerosa. La casa en si era muy ruidosa, todo lo contrario a lo que Tezuka estaba acostumbrado.
Casi de inmediato, Kikumaru y Fuji fueron a dormir. Entonces Tezuka se quedo de pie en medio de la habitación. Por un momento pensó en salir de ahí e ir a su propia casa, pero la idea quedo descartada casi al instante pues no tenía dinero. Es mas, aunque lo tuviera el transporte público a esas horas ya no funcionaba. Pero sobretodo, tenia el presentimiento que no debía quedarse solo.
Quedarse quieto, tampoco era lo mejor. Intento andar de un lado a otro de la habitación pero a lo reducido del lugar, había que agregar el hecho que Fuji estaba tendido en el suelo y no muy lejos de el se apilaba un cúmulo de maletas. Cuando tropezó por enésima vez con los bultos, Tezuka concluyo que andar tres pasos rectos en ese lugar era imposible.
De entre el montón de cosas algo llamo su atención: una raqueta color blanco. Estaba fuera de su funda. Que descuido. Hasta un novato sabia que de esa forma se volvía propensa a los golpes. Por suerte, encontró la funda. Estaba por introducir la raqueta cuando se percato que dentro había algo. Lentamente, extrajo lo que resulto ser una hoja. Tezuka se pregunto que contenía. Tal vez solo era un apunte de clases olvidado...
De pronto escucho un ruido: Fuji se habia levantado. Con cuidado se retiro hasta una esquina.
Fuji tomo una botella que estaba sobre el escritorio de Eiji. Bebió varios tragos. Su vista estaba fija en el vacio.
Un suave apretón en el hombro lo hizo mirar hacia atrás.
-Te he despertado.
-Esta bien, yo también tenia sed. ¿Me regalas un poco?
-Claro.
Kikumaru bebió el resto del agua y tiro la botella en el cesto de la basura.
-Eiji... ¿Debo hacerlo?
-Por supuesto.
-Tengo miedo.
La voz de Fuji era un hilo, casi inaudible.
-Lo sé.
-Tal vez piense que estoy loco. No sé qué haría si después ya no quisiera ni dirigirme la palabra.
Kikumaru se trepo arriba del escritorio, mirándolo a los ojos.
-No sé lo qué hará, pero sí sé que será honesto. Además nada puede ser peor que la duda.
-Pero yo…
La suave voz se convertía en sollozos ahogados y de las tersas mejillas resbalaban lágrimas.
Para Tezuka, el mundo a su alrededor había desaparecido. Sus ojos sólo distinguían aquellas lágrimas. Sus oídos sólo escuchaban aquel llanto. Su corazón se estremecía.
-Fujiko escúchame, debes ser fuerte. El Fuji que yo conozco siempre lo ha sido.
Con cuidado, Kikumaru limpio sus lagrimas.
Tezuka no conocía el motivo de tal aflicción, pero no le agradaba lo que veía. Muchas veces se había quejado de que Fuji era demasiado despreocupado, pero ahora comprendía que era su naturaleza. Lo prefería así. Lo quería ver de vuelta como siempre. Y no deseaba toparse ni una sola vez con la persona que provocaba todo esto.
Los dos chicos volvieron a dormir y Tezuka permaneció sentado en la esquina. Durante lo que parecieron horas, trato de ignorar el intenso frio.
-¿Pero cómo es posible? ¡Esta tarde la temperatura era altísima!
Tal vez si buscara el control remoto de la calefacción. No, en medio de ese desastre no encontraría nada. Froto sus brazos. Sólo traía puesta una camisa ligera y unos jeans.
Sus ojos se detuvieron sobre Fuji. Era tan menudo que la mitad izquierda del futon estaba totalmente libre.
Tezuka lo pensaba seriamente. No era la mejor idea, pero al parecer sí la única. Se despojó de sus zapatos y se acercó lentamente. Con extrema precaución se metió dentro del futon. El cuerpo a su lado desprendía un agradable calor. Para controlar el nerviosismo que empezaba a invadirlo, Tezuka apretó los dientes.
-Bajo ninguna circunstancia permitiré que esto se repita.
Por ultimo, se olvidó de todo y entro en el mundo de los sueños.
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