Dec 03, 2009 21:53
A veces sufro de extraños momentos de lucidez. Como ayer, cuando estaba a punto de acostarme y comencé a pensar, no recuerdo a pito de qué, sobre el patrimonio digital de cada uno.
Ya saben que he trabajado con el patrimonio de varios artístas chilenos, clasificando sus cartas (leyéndolas, claro), sus cuadernos personales, etc. Es un trabajo fascinante, pero no dejaba de sentir algo de culpa por meterme en algo tan personal. Sin embargo, luego de analizarlo, llegué a la conclusión de que ellos lo quisieron así, por algo dejaban copias de sus cartas e incluso se notaba cierto orden cronológico cuando las encontramos.
Pero, ¿Qué pasa con alguien que no planea dejarle a la humanidad sus cosas?
Y sobre todo ahora, donde casi todo lo que hacemos es digital y las palabras que ahora escribo y ustedes leen se encuentran en un espacio virtual intangible, imposible de clasificar.
Sinceramente a mi me asusta el día en que, por A, B o C motivo me muera y mis padres o mis hermanos, en esa terrible labor de recoger las pertenencias de alguien amado que se ha ido, se encuentren con todas las cosas que tengo en mi computador, que es MI patrimonio.
Que descubran mis dibujos, las imágenes algo inquietantes que colecciono, los textos estúpidos que a veces escribo o hasta este mismo journal (cuando me operaron del corazón le dejé todas mis contraseñas a mi hermana, por si me iba cortina), me aterra.
Sentiría que los he decepcionado o les he ocultado cosas.
Podría dejar instrucciones de que borren todo y formateen todo el computador, tal como lo hizo Kafka o Nabokov al morir, pidiendo que todos sus escritos sean quemados. Pero ¡Tate!, puede aparecer alguien que diga que no pueden cumplir esa voluntad y termina publicando todo lo que debió desaparecer (o al menos pasándo la información entre los familiares: "¡¿Supiste lo que tenía la Sole en su computador?!... Uy, no sabes nada niña, blablabla")
Tratándose de Kafka o Nabokov puedo llegar a agradecer ese gesto de negarles la última voluntad, por terrible que suene, ya que sin eso nos habríamos perdido grandes obras literarias. Pero con lo mio... no quiero. No quiero que una Soledad del futuro husmee en mis archivos y saque impresiones de mi sin haberme conocido, deduciéndo cosas que podrían haber sido, pero sin seguridad.
¡Es terrible!
Debería haber alguna política que protega nuestro patrimonio digital, no se... Tal vez se me ocurra algún dispositivo con puerto usb que me pueda enchufar al corazón y cuando éste deje de latir, mande una señal por bluetooth al computador para que se formatee... eso suena interesante, mish!
Y bueno, cambiando el tema... ¡¡Amiguiii!! ¡¡Encontré algo en un libro que me hizo acordarme de ti!!:
"Pero cómo, ¿No conocéis el Go, este fantástico juego japonés?... Y se ha puesto a explicar las reglas del juego del Go. No decía más que tonterías. Primero, el Go lo inventaron los Chinos. Lo sé porque me he leído el manga de culto sobre el Go. Se llama Hikaru no Go. Segundo, no es el equivalente japonés del ajedrez. Quitando el hecho de que es un juego de tablero y que dos adversarios se enfrentan con piezas negras y blancas, no tiene nada que ver con el ajedrez. En el ajedrez hay que matar para ganar. En el Go, hay que construir para vivir."
(Me acordé de cuando trataste de enseñarme a jugar Go... definitivamente tengo instinto asesino, porque lo mío es más el ajedrez...)
Luego se larga en una hermosa explicación de lo bello que es el Go. Te lo tengo que prestar cuando te devuelva tu libraco del Señor Norrell, ¡Recuérdamelo!
Y es que, a diferencia de lo que todos pensaban, comencé a leerme "La elegancia del Erizo" y es simplemente un libro exquisito. Me ha encantado y tiene reflexiones bellísimas sobre la belleza de las cosas y tomarle el gusto a la vida por pequeños detallitos. Ya les contaré más sobre él, pero hubo una parte que me emocionó mucho en donde hablaban del té y el importante momento que es ponerle pausa a todo y sentarse a tomar un té. Ahora ya sé por qué en Chile tomamos once, es una explicación preciosa...
Bueno, en el libro la cuentan mucho mejor, pero básicamente es eso.
libros,
nerd