Sobre teorías que fallan una vez se llevan a la práctica

Jun 28, 2008 01:01

Autor: riatha
Fandom: Original
Pairing: Eva/Marta
Rating: Alto
Notas: Sólo cuentan 1971 palabras para el dekasem. Regalito para elendiliwen por su cumpleaños. Si se te ocurre algún título mejor, avisas. (Sirve para cualquiera). No sabía que escribir, así que te regalo un original que siempre queda como más mejor. Si quieres otra cosa, pide. ¡FELICIDADES!


El problema no es que esté enamorada de una chica. (Más que nada porque ella siempre se enamora de chicas).
El problema no es que la chica en cuestión sea heterosexual. (Tiene un don para elegirlas mal).
El problema es que la chica en cuestión es su amiga. Su mejor amiga, de hecho.
¿Eso? Más que un problema es EL problema. O la putada más grande la historia, según se mire.
(De hecho amabas cosas son incluso compatibles).

En cualquier otra circunstancia se hubiera alejado al principio y hubiera cortado el problema de raíz. Es decir, en cuanto hubiera notado un vuelco en el pecho al verla hubiera hecho esa cosa que se le da tan bien. Eso de alejar a la gente y fingir que nunca te han importado lo más mínimo.
Pero cuando se quiere dar cuenta la tiene tan dentro que sacarla de ahí sería sacar una parte de sí misma.
Y de repente la fría y calculadora Eva no sabe qué hacer. (Lo que es nuevo para ella).

Marta es el tipo de chica en el que uno nunca repararía la primera vez. Es más bajita de lo habitual y tiene unos quilos de más. Tiene un pelo rubio precioso, pero insiste en llevarlo recogido en una coleta que no la favorece en absoluto, cuando sonríe el cielo parece brillar un poco más, pero es tímida y se pueden contar las veces que sonríe en un día con una sola mano.
Marta es el tipo de chica en la que uno nunca repararía la primera vez. Lo jodido del tema es que Eva ha tenido más de una vez y más de dos para reparar en ella, y se ha acabado enamorando de Marta.
Cosas que pasan. (Pero que nunca antes le habían pasado a Eva).

Si fuera cualquier otra chica Eva seguiría su técnica habitual. O táctica. Nunca ha entendido cuál es la diferencia entre los dos términos si es que hay alguna. En cualquier caso tampoco le importa mucho porque la verdad es que no existe técnica (o táctica) alguna. Su método consiste en atacar de frente y sin escudos. Es un poco un método suicida.
Pero Marta no es una chica cualquiera. Es su chica. (Aunque Marta aún no lo sepa).
Y no puede seguir EL método. (Más que nada porque, a diferencia de otras veces, esta vez sí le importa ser rechazada, esta vez si le dicen no, no sonreirá y guiñará un ojo y no volverá la vista atrás mientras busca otro objetivo cualquiera, si la caga esta vez, perderá a Marta, y eso no es algo a lo que esté dispuesta).

Eva es la chica que una madre nunca querría para su hija. Demasiado guapa para saber lo que significa un no, demasiado lista como para decir sí. Eva es la clase de chica que te vuelve loca pero que sólo te hace compañía en el sanatorio una noche. Nunca repite. Jamás.
Quizás porque nunca se acerca lo suficiente a alguien como para que llegue a importarle.

Marta es la amiga de la guapa. Los guapos en las discotecas siempre tienen un amigo feo. Es así desde tiempos inmemoriales. Desde que el mundo es mundo. O algo así.
El caso es que Marta siempre es la chica a la que invitan a tomar algo para conseguir el teléfono de su amiga, la chica a la que todo el mundo quiere conocer únicamente para llegar hasta Eva, Marta es una especie de escalera que usas para llegar hasta donde quieres y que dejas caer una vez has llegado arriba.
Y a ella ni siquiera le molesta.

No le molesta porque no le van las chicas, se obliga a recordarse Eva.
Aunque la verdad, no es como si Eva hubiera visto a Marta con un chico alguna vez.
Tampoco es como si alguna vez le hubiera prestado atención, para empezar.
Por Eva, a Marta le podría haber ido el sado tranquilamente y Eva ni siquiera se hubiera percatado de la presencia del cuero en su cuerpo.

Pero Marta siempre está allí. Marta es la que la acompaña a casa si una noche se pasa con la bebida. Marta es la que la ayuda con la mudanza cuando se va de casa de sus padres. Marta es al que la visita al trabajo por las tardes y la que le pasa los apuntes de la universidad. Marta es la que la acompaña al médico cuando le sale esa infección rara. Marta, Marta , Marta. De hecho, es la única constante en su vida.
Tampoco es tan raro que se haya enamorado de ella.

Eva es tan alta que siempre hay que hablarle con la cabeza inclinada hacia atrás, tiene el pelo largo y liso y lo acostumbra a llevar teñido de pelirrojo. Tiene pecas, pero no le gustan demasiado y las tapa con maquillaje, aunque no es como si alguien alguna vez se fuera a fijar en sus pecas teniendo los ojos que tiene. Si algo hace diferente a Eva son los ojos. Son de color verde, lo que en sí no es nada especial, pero tienen algo que hace que no puedas dejar de mirarlos. Muchas lo han intentado, pero ninguna ha conseguido todavía averiguar qué es.
Cuando Eva pasa a tu lado por la calle, te giras para asegurarte de que es real.
(Y aun así tienes serias dudas)

¿Lo de Eva y Marta? Es la típica relación que no sólo crees que no va a funcionar de ninguna de las maneras posibles sino que además crees que nunca va a pasar.
Eva también lo cree.
Hasta el día en el que se está cambiando y detecta en la mirada de Marta un poco de lo que ve en la mirada de las chicas a las que besa contra la barra de una discoteca.
No está muy segura, pero se parece al deseo.
De momento eso le vale.

Eva está acostumbrada a lidiar con el deseo. Sabe manejarlo.
Es consciente de lo que provoca en hombres y mujeres con sólo una mirada, sabe que hace que las piernas de una chica tiemblen con un roce de labios en el cuello, conoce el poder que tiene el deseo que sienten los demás hacia ella.
Y juega con ello.

Se dedica a provocarla.
Quizás no está muy bien, porque se aprovecha de su amistad para hacerlo, pero la verdad es que a Eva nunca le han dicho que no y está acostumbrada a conseguir lo que quiere. Así que no le importa en absoluto que no sea moralmente muy correcto.
El fin justifica los medios.

Se cambia siempre frente a ella, le habla demasiado cerca, la obliga a pasarle la toalla cuando está en la ducha, le enseña más de lo conveniente, se divierte tonteando con ella y manteniendo conversaciones más dignas de discoteca que de mesa de cafetería, se roza con ella accidentalmente y recurre a todos los trucos sucios que ha ido acumulando en años de experiencia en discotecas lésbicas.
Si algo se le da bien a Eva es la conquista. Ha nacido para ello.

Y Marta no es de piedra, por supuesto que no.
Pero la verdad es que el historial de Eva no ayuda a que la gente confíe en ella.
Es decir, Marta no quiere ser una más en la lista de Eva, no quiere ser otra de las chicas sin nombre que adorna las fantasías de su amiga cuando está sola, no quiere convertirse al día siguiente en otra de las chicas con las que Eva ya no puede acostarse más, no quiere que Eva juegue con ella, no quiere acabar como esas chicas siempre más guapas y más altas que ella que se han venido abajo tras ser sólo la última conquista del mes de Eva. No quiere.
Y no cede.

Pero la paciencia no es una de las virtudes de Eva. Menos cuando tiene a su presa siempre tan cerca y tan vulnerable.
Así que ataca un día que están en casa su casa.

Eva está desfilando para Marta enseñándole toda la ropa que se ha comprado esa misma mañana.
Marta intenta que no sea demasiado obvio el calentón que tiene encima, porque cuando Eva dice: “pásate por mi casa que te voy a enseñar los trapos que me he comprado esta mañana”, en realidad se refiere a: “pásate por mi casa que te voy a calentar haciéndote un desfile de ropa interior”.
A veces Marta odia a Eva.

Y justo cuando Marta cree que no puede ser peor (porque está segura que no puede haber nada peor que ver a tu amiga que está como quiere vestida con un conjunto de ropa interior negro y que no tapa nada), Eva sale del baño completamente desnuda.
Lo que estaría bien, normalmente. (Si Marta tuviera una ligera idea de qué coño es lo que Eva pretende).

¿La idea? La idea ya la tiene.
De hecho, capta la idea justo en el momento en que Eva se tira sobre ella y le come la boca.
Ésa fue probablemente la pista que le indicó cuál era la pretensión de Eva.

Tampoco es como si tuviera muchas opciones.
Cuando Eva Ayuso está encima de ti en la cama de su casa, desnuda y quitándote la ropa mientras te lame la mandíbula, lo único que puedes hacer es dejarte hacer.
(E intentar participar un poco).

Marta tiene la mejor tarde y noche de sexo de su vida. Eva probablemente las ha tenido mucho mejores.
Si Eva estuviera en casa quizás podría preguntarle. Pero no está.
Así que Marta lo toma como una especie de señal y se viste con la calma que da el saber que la otra persona no va a volver hasta estar totalmente segura de que te has ido. (Lo que es hasta esa noche, como mínimo. Y le da unas dieciséis horas de margen.)

Conoce a Eva desde hace años. Sabe como funciona.
Cuando Eva no coge la tercera llamada de la tarde, Marta apunta mentalmente su nombre a la larga lista de chicas que se han acostado con Eva y nunca han vuelto a saber nada de ella.
Genial.

Sólo que no tan genial para Eva porque por primera vez en su vida (sexual, se entiende), Eva siente algo parecido al remordimiento.
Al principio se intenta convencer de que es hambre, pero claro, cuando llevas dos botes de helado de chocolate con pedacitos, quizás llega el momento de plantearte que sea otra cosa.
Como que echas de menos a tu amiga.

Y no echas de menos sólo su compañía en la silla de al lado del cine, o sus llamadas a media mañana para ir a comer, o tus llamadas a media tarde para convencerla para salir.
De repente te descubres echando de menos su pelo rubio contra la almohada y el sabor de sus labios contra tu lengua. Te descubres pensando en la forma en que palpitaba su yugular contra tus labios y en la marca con forma de dientes que tienes en la clavícula. Piensas en como gemía tu nombre y en lo bien que se sentía gemir el suyo.
Cuando te descubres fantaseando con ella y te corres mordiéndote los labios para no gritar su nombre, te das cuenta de que quizás no se te ha pasado del todo.

Porque Eva tenía una teoría. Una teoría que ha resultado ser incorrecta. Jodidamente incorrecta, para ser exactos. Pero era su teoría y en su mente tenía sentido.
Eva tenía la teoría de que si se acostaba con Marta, todo lo que sentía por ella se desvanecería.
No hay que culpar a la pobre Eva; al fin y al cabo, sus relaciones siempre han funcionado así.
Sientes algo por alguien, te acuestas con él y buscas otra persona por la que sentir algo o tener sexo con.
Era una especie de tradición.
Que eso no funcione con Marta la confunde un poco. (Un poco mucho, teniendo en cuenta que pasa una semana entera sin salir de fiesta y yendo prácticamente del trabajo a casa).

Al final se decide a llamarla.
No es porque crea que es lo más correcto o haya llegado a la conclusión de que la quiere y no puede vivir sin ella. Eva no es así.
Simplemente le apetece oír su voz y lleva demasiado tiempo conteniéndose. Y Eva siempre tiene lo que quiere.
Así que la llama.
Lo sorprendente es que Marta lo coge.
-¿Sí?
-Soy yo.
Y tampoco hace falta decir nada más, la verdad.

dekasem, femslash, pairing: eva/marta, fandom: original

Previous post Next post
Up