Obbie solía bromear con que Tony era el hijo que nunca tuvo. Probablemente le vio más que a su propio hijo. Probablemente fuera algo de empresarios. Hombres de éxito, padres negligentes.
Obbie está allí cuando Tony pasa un día encerrado en el cuarto de baño de su casa de Nueva York, vomitando periódicamente sobre el inodoro y arrullando dos botellas de whiskey innecesariamente caro. Sólo se marcha cuando comienza el funeral, y para entonces Tony no es capaz de ordenar a sus piernas que se muevan, tan sólo apoya la frente contra la pared y espera a que la noche, y los tres días de permiso que el MIT, le ha concedido pasen cuanto antes.
*
En la primera gala tras el accidente de sus padres, Tiberius Stone se acerca a él con dos copas de champán y embutido en un traje negro a medida que le hace parecer mayor que sus dieciocho años. Hace meses que no se ven, porque Tony entró en MIT y Ty no, porque Tony es mejor y Ty es peor, pero acepta el champán y el pésame y después le empuja dentro de uno de los cubiletes del cuarto de baño y se la come como si Howard aún estuviera allí para sentirse decepcionado.
Obbie está en el pasillo cuando sale, con los labios rojos y sin aliento. Le dice “¿no has bebido demasiado?” y en la voz de Tony resuenan las palabras de su terapeuta cada uno expresamos el dolor de manera diferente. Tony lo despide a la segunda sesión.
-Define demasiado.
Y Ty sale después. Tiene la camisa arrugada, aligera el paso en cuanto les ve en el pasillo. Obbie le sigue con la mirada hasta que desaparece, después le pasa un brazo por encima de los hombros. “El chófer te está esperando en la puerta de atrás”, y Tony se siente hundir bajo el peso, sacude la cabeza con violencia y Obbie le mantiene allí, le empuja sin intención hacia la puerta. “Hazlo por mí, no quiero someterte a estos circos.”
Dos horas más tarde aparece con tres cajas de pizza y Tony lleva desde aquella mañana sin comer, funcionando con café, alcohol y los primeros planos de su nuevo proyecto. Aún no se ha quitado el esmoquin, bajó del taxi y fue directo al taller. Se desanuda la corbata con una mano mientras Obbie se inclina sobre un cuaderno lleno de ecuaciones.
-¿Sabes ya qué va a ser?
Tony se encoge de hombros, su estómago ruge, aún le cuesta enfocar la vista.
-Algún tipo de programa, no estoy muy seguro.
Es mentira y Obbie lo sabe, Tony tiene quince años y está seguro de todo.
Despierta al mediodía siguiente y tiene una manta por encima de los hombros. Su primer impulso es esconder el rostro contra la almohada y “Jarvis, apaga la luz”, pero no, claro que no. Siempre olvida, de primeras. Su segundo impulso es vomitar.
*
Obbie está allí cuando se gradúa.
Obbie está allí durante años, espantando fotógrafos y periodistas y haciendo desaparecer escándalos. Llega un punto en el que Tony se siente culpable, cambia las pizzas de las tres de la mañana por su compañero de residencia sujetándole de la espalda cuando vomita en el baño, amaneciendo en un motel destartalado de Nuevo México porque pensaba que Tony bromeaba. Su relación con Rhodey se basa en el desconocimiento total y absoluto y está bien, es refrescante, tendrá tiempo suficiente de conocer y hartarse de Tony Stark.
Obbie está allí cuando se gradúa y Tony le enseña las blueprints en las que lleva trabajando desde primero. “No estás especializado en robótica, Tony.”
-Todavía.
La pizza llega a ser una tradición. Es lo primero que le calma desde que deja todas sus bolsas en Nueva York y decide que no podrá vivir allí, en cualquier sitio menos allí.
-No intentes abarcar mucho en poco tiempo, no puedo llevar la empresa solo -lo que le arranca una carcajada. -Y tú no intentes atarme tan pronto.
Y a veces le mira como hace ahora. Le mira y dice “es increíble lo mucho que te pareces a tu padre a veces”, y a Tony se le revuelve el estómago.
-Qué cosas tan feas me dices. -Se le ponía la misma mirada febril cuando un proyecto se le metía entre ceja y ceja. -No confundas pasión y alcohol, Obbie.
[1]
Obbie solía bromear con que Tony era el hijo que nunca tuvo. Probablemente le vio más que a su propio hijo. Probablemente fuera algo de empresarios. Hombres de éxito, padres negligentes.
Obbie está allí cuando Tony pasa un día encerrado en el cuarto de baño de su casa de Nueva York, vomitando periódicamente sobre el inodoro y arrullando dos botellas de whiskey innecesariamente caro. Sólo se marcha cuando comienza el funeral, y para entonces Tony no es capaz de ordenar a sus piernas que se muevan, tan sólo apoya la frente contra la pared y espera a que la noche, y los tres días de permiso que el MIT, le ha concedido pasen cuanto antes.
*
En la primera gala tras el accidente de sus padres, Tiberius Stone se acerca a él con dos copas de champán y embutido en un traje negro a medida que le hace parecer mayor que sus dieciocho años. Hace meses que no se ven, porque Tony entró en MIT y Ty no, porque Tony es mejor y Ty es peor, pero acepta el champán y el pésame y después le empuja dentro de uno de los cubiletes del cuarto de baño y se la come como si Howard aún estuviera allí para sentirse decepcionado.
Obbie está en el pasillo cuando sale, con los labios rojos y sin aliento. Le dice “¿no has bebido demasiado?” y en la voz de Tony resuenan las palabras de su terapeuta cada uno expresamos el dolor de manera diferente. Tony lo despide a la segunda sesión.
-Define demasiado.
Y Ty sale después. Tiene la camisa arrugada, aligera el paso en cuanto les ve en el pasillo. Obbie le sigue con la mirada hasta que desaparece, después le pasa un brazo por encima de los hombros. “El chófer te está esperando en la puerta de atrás”, y Tony se siente hundir bajo el peso, sacude la cabeza con violencia y Obbie le mantiene allí, le empuja sin intención hacia la puerta. “Hazlo por mí, no quiero someterte a estos circos.”
Dos horas más tarde aparece con tres cajas de pizza y Tony lleva desde aquella mañana sin comer, funcionando con café, alcohol y los primeros planos de su nuevo proyecto. Aún no se ha quitado el esmoquin, bajó del taxi y fue directo al taller. Se desanuda la corbata con una mano mientras Obbie se inclina sobre un cuaderno lleno de ecuaciones.
-¿Sabes ya qué va a ser?
Tony se encoge de hombros, su estómago ruge, aún le cuesta enfocar la vista.
-Algún tipo de programa, no estoy muy seguro.
Es mentira y Obbie lo sabe, Tony tiene quince años y está seguro de todo.
Despierta al mediodía siguiente y tiene una manta por encima de los hombros. Su primer impulso es esconder el rostro contra la almohada y “Jarvis, apaga la luz”, pero no, claro que no. Siempre olvida, de primeras. Su segundo impulso es vomitar.
*
Obbie está allí cuando se gradúa.
Obbie está allí durante años, espantando fotógrafos y periodistas y haciendo desaparecer escándalos. Llega un punto en el que Tony se siente culpable, cambia las pizzas de las tres de la mañana por su compañero de residencia sujetándole de la espalda cuando vomita en el baño, amaneciendo en un motel destartalado de Nuevo México porque pensaba que Tony bromeaba. Su relación con Rhodey se basa en el desconocimiento total y absoluto y está bien, es refrescante, tendrá tiempo suficiente de conocer y hartarse de Tony Stark.
Obbie está allí cuando se gradúa y Tony le enseña las blueprints en las que lleva trabajando desde primero. “No estás especializado en robótica, Tony.”
-Todavía.
La pizza llega a ser una tradición. Es lo primero que le calma desde que deja todas sus bolsas en Nueva York y decide que no podrá vivir allí, en cualquier sitio menos allí.
-No intentes abarcar mucho en poco tiempo, no puedo llevar la empresa solo -lo que le arranca una carcajada.
-Y tú no intentes atarme tan pronto.
Y a veces le mira como hace ahora. Le mira y dice “es increíble lo mucho que te pareces a tu padre a veces”, y a Tony se le revuelve el estómago.
-Qué cosas tan feas me dices.
-Se le ponía la misma mirada febril cuando un proyecto se le metía entre ceja y ceja.
-No confundas pasión y alcohol, Obbie.
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