Woo, no los escribía hace… ¿Meses? ¿Años? Ojalá no sea demasiado terrible :<
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- De todos los bares... - Eames se interrumpe para ojear el espejo tras el barman, pero su imagen ni parpadea. Soñando no está, al menos.
- No termines esa oración - Arthur gruñe entre dientes, pero se apoya en la barra junto a él.
Eames brinda en su dirección, volviéndose hacia la televisión de la esquina.
- Sorpréndeme, querido, por favor. ¿Placer o trabajo?
- Trabajo - puede oír a Arthur entornando los ojos -, pero no contigo.
- ¿Perdón? - Eames se gira en redondo.
Arthur está sonriendo. Sobre el traje de tres piezas, esas manos y esa cara; Eames puede oír al resto de la barra girándose tras él.
- Mi cliente debe estar por llegar - Arthur finge mirar su reloj, como si no pudiera contar minutos en su preciosa y aterradora cabeza -. Pensé que sería de mal gusto no saludar.
- Me imagino que no tendrás tiempo para un trago con un viejo amigo - Eames deja caer la última parte echándose hacia atrás y un segundo después, han vuelto a ignorarlos.
Arthur finge que no le hace gracia y pide una cerveza negra, pero a la mesa de la esquina. Un mesero aparece de la nada a plantarse junto a la silla correspondiente, porque incluso en el culo del mundo, Arthur exuda exigencia y profesionalismo.
- Con un viejo amigo, me lo pensaría - contesta Arthur, demasiado cerca de su oído y sabiendo exactamente lo que hace, porque cuándo no - ¿Contigo?
Agita la cabeza y sonríe. Eames se pone un puño en el pecho y hace una mueca.
- Me hieres, en verdad. ¿Cuánto tiempo estarás en la ciudad?
- Demasiado - es su respuesta y también su despedida.
Eames golpea la barra con el codo y el vaso, y considera irse. No ha llegado hace mucho, pero no tiene interés de volver a los negocios en los que Arthur aún participa. ¿Falsificaciones, traiciones, chantaje y lujuria? Anótenlo el primero. Pero ha tenido suficiente de sueños.
Al final, decide admitir que no ha tenido suficiente de Arthur. No se han visto en tres meses. ¡No han discutido en semanas! ¿Qué es esto sino una señal del destino? Luego medita qué, exactamente, sería suficiente y decide dejar de pensar en ello, porque asoma un camino francamente peligroso. Posiblemente porque toda esta abstracción la ha hecho mientras observa de soslayo como Arthur sufre el calor, soltándose la corbata y abriendo los primeros botones de su camisa. La chaqueta acaba en la silla dos segundos antes que el vestón. Sólo parte de su cuello está bronceado. El resto...
En eso, gracias a Dios, llega el cliente y es un viejo que podría ser su padre (el de Eames, igualmente grasoso, recto y pomposo; Dios lo libre de la genética). Ricachones: Mejores que una ducha fría.
Tienen un intercambio corto. El cliente entrega a Arthur una carpeta negra de cuero-- muy poco disimulado, y en un bar de esta calaña, encima. Si no fuese por la presencia de Arthur, adivinaría que no es algo muy serio y aún con él, deduce un interés por recreación en lugar de crimen.
Se entretiene unos minutos inventando escenarios. Ha oído de Ariadne, aún en el círculo, seguro que ella disfrutaría crear por crear. Y hay un chico en África, Johannes, excelente "recepcionista," puede guiar una vieja heredera a través de un barco pirata y hacerla creer que siempre soñó ser un grumete.
Arthur interrumpe sus ideas sentándose junto a él. Arthur tiene ese hábito de distraerlo con su existencia.
- ¿Cómo puedes tolerar este clima? - pregunta, con aire de explicarselo con su usual despectividad a todo lo que a Eames concierne.
- Un whisky ayuda - dice, pidiendo otro. Arthur, con cara de no estar seguro porqué, permanece sentado junto a él y Eames decide, ya que estamos: - ¿Puedo interesarte en un viaje a un clima más de tu gusto? Londres, por ejemplo.
Arthur recibe el whisky con una mirada cansada, pero agradecida.
- ¿Placer o negocios? - repite, con el cuerpo camino a levantarse.
- Ah, esa es una pregunta tramposa. ¿Qué tengo que contestar para que aceptes? - Coquetear es el nombre del juego. Por supuesto, cuando el nombre del juego no es, corre, corre por amor a Dios.
A decir verdad, Eames está un poco agotado de correr y no sabe si es por lo fortuito del encuentro o porque, en un freudismo vergonzoso, está proyectando sobre Arthur, pero-- le parece que Arthur también lo está.
Arthur encuentra su mirada con algo entre diversión e irritación, y acaba tomandose el whisky de un solo trago.
- Sorpréndeme - dice, antes de-- no salir exactamente huyendo, pero no-- no.
Eames se queda mirando a la puerta, desconcertado, al menos un minuto completo, hasta que el barman recoge los vasos y se inclina hacia él, sonriendo.
- Que pena verte ir, pero que gusto ver--
- Si él regresa y pregunta, salí sin prisa y tuve los ojos en el espejo todo el tiempo - lo interrumpe Eames, dejando un billete sobre la mesa y echándose a correr.
*********************
Notita: La frase que el barman no termina es "I hate to you see you go, but I love to watch you leave." No la he escuchado tanto, así que no se si es tan conocida.
Y esta línea final sobraba demasiado, pero mi cerebro exige agregarla:
(Le parece oír algo acerca de "ingleses" vagamente ofensivo, pero están en la India y global, histórica e individualmente, Eames probablemente se lo merece.)
Ese gif muestra mi felicidad :3 Te lo he dicho antes y ahora lo vuelvo a repetir, escribes GENIAL, me gusta que Eames lo mire tanto y que Arthur lo sorprenda, siempre he pensado que Eames se fija tanto en la gente que puede predecir lo que harán (hasta cierto punto) y Arthur es tan pero tan predecible que cuando hace cosas un poquito diferentes él se sorprende mucho.
Y eso de los ojos en el espejo *-* detallitos <3
Me gusta mucho como escribes de ellos, gracias por responder este prompt :)
¡Fiu! Realmente pensaba que podía haber quedado muy terrible. Estoy un poquito apolillada, ya. Me alegra mucho que te gustara<3 Gracias por pedirlo, en realidad, como que los echaba de menos, jajaja<3 <3 <3
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- De todos los bares... - Eames se interrumpe para ojear el espejo tras el barman, pero su imagen ni parpadea. Soñando no está, al menos.
- No termines esa oración - Arthur gruñe entre dientes, pero se apoya en la barra junto a él.
Eames brinda en su dirección, volviéndose hacia la televisión de la esquina.
- Sorpréndeme, querido, por favor. ¿Placer o trabajo?
- Trabajo - puede oír a Arthur entornando los ojos -, pero no contigo.
- ¿Perdón? - Eames se gira en redondo.
Arthur está sonriendo. Sobre el traje de tres piezas, esas manos y esa cara; Eames puede oír al resto de la barra girándose tras él.
- Mi cliente debe estar por llegar - Arthur finge mirar su reloj, como si no pudiera contar minutos en su preciosa y aterradora cabeza -. Pensé que sería de mal gusto no saludar.
- Me imagino que no tendrás tiempo para un trago con un viejo amigo - Eames deja caer la última parte echándose hacia atrás y un segundo después, han vuelto a ignorarlos.
Arthur finge que no le hace gracia y pide una cerveza negra, pero a la mesa de la esquina. Un mesero aparece de la nada a plantarse junto a la silla correspondiente, porque incluso en el culo del mundo, Arthur exuda exigencia y profesionalismo.
- Con un viejo amigo, me lo pensaría - contesta Arthur, demasiado cerca de su oído y sabiendo exactamente lo que hace, porque cuándo no - ¿Contigo?
Agita la cabeza y sonríe. Eames se pone un puño en el pecho y hace una mueca.
- Me hieres, en verdad. ¿Cuánto tiempo estarás en la ciudad?
- Demasiado - es su respuesta y también su despedida.
Eames golpea la barra con el codo y el vaso, y considera irse. No ha llegado hace mucho, pero no tiene interés de volver a los negocios en los que Arthur aún participa. ¿Falsificaciones, traiciones, chantaje y lujuria? Anótenlo el primero. Pero ha tenido suficiente de sueños.
Al final, decide admitir que no ha tenido suficiente de Arthur. No se han visto en tres meses. ¡No han discutido en semanas! ¿Qué es esto sino una señal del destino?
Luego medita qué, exactamente, sería suficiente y decide dejar de pensar en ello, porque asoma un camino francamente peligroso. Posiblemente porque toda esta abstracción la ha hecho mientras observa de soslayo como Arthur sufre el calor, soltándose la corbata y abriendo los primeros botones de su camisa. La chaqueta acaba en la silla dos segundos antes que el vestón. Sólo parte de su cuello está bronceado. El resto...
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Tienen un intercambio corto. El cliente entrega a Arthur una carpeta negra de cuero-- muy poco disimulado, y en un bar de esta calaña, encima. Si no fuese por la presencia de Arthur, adivinaría que no es algo muy serio y aún con él, deduce un interés por recreación en lugar de crimen.
Se entretiene unos minutos inventando escenarios. Ha oído de Ariadne, aún en el círculo, seguro que ella disfrutaría crear por crear. Y hay un chico en África, Johannes, excelente "recepcionista," puede guiar una vieja heredera a través de un barco pirata y hacerla creer que siempre soñó ser un grumete.
Arthur interrumpe sus ideas sentándose junto a él. Arthur tiene ese hábito de distraerlo con su existencia.
- ¿Cómo puedes tolerar este clima? - pregunta, con aire de explicarselo con su usual despectividad a todo lo que a Eames concierne.
- Un whisky ayuda - dice, pidiendo otro. Arthur, con cara de no estar seguro porqué, permanece sentado junto a él y Eames decide, ya que estamos: - ¿Puedo interesarte en un viaje a un clima más de tu gusto? Londres, por ejemplo.
Arthur recibe el whisky con una mirada cansada, pero agradecida.
- ¿Placer o negocios? - repite, con el cuerpo camino a levantarse.
- Ah, esa es una pregunta tramposa. ¿Qué tengo que contestar para que aceptes? - Coquetear es el nombre del juego. Por supuesto, cuando el nombre del juego no es, corre, corre por amor a Dios.
A decir verdad, Eames está un poco agotado de correr y no sabe si es por lo fortuito del encuentro o porque, en un freudismo vergonzoso, está proyectando sobre Arthur, pero-- le parece que Arthur también lo está.
Arthur encuentra su mirada con algo entre diversión e irritación, y acaba tomandose el whisky de un solo trago.
- Sorpréndeme - dice, antes de-- no salir exactamente huyendo, pero no-- no.
Eames se queda mirando a la puerta, desconcertado, al menos un minuto completo, hasta que el barman recoge los vasos y se inclina hacia él, sonriendo.
- Que pena verte ir, pero que gusto ver--
- Si él regresa y pregunta, salí sin prisa y tuve los ojos en el espejo todo el tiempo - lo interrumpe Eames, dejando un billete sobre la mesa y echándose a correr.
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Notita: La frase que el barman no termina es "I hate to you see you go, but I love to watch you leave." No la he escuchado tanto, así que no se si es tan conocida.
Y esta línea final sobraba demasiado, pero mi cerebro exige agregarla:
(Le parece oír algo acerca de "ingleses" vagamente ofensivo, pero están en la India y global, histórica e individualmente, Eames probablemente se lo merece.)
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Ese gif muestra mi felicidad :3
Te lo he dicho antes y ahora lo vuelvo a repetir, escribes GENIAL, me gusta que Eames lo mire tanto y que Arthur lo sorprenda, siempre he pensado que Eames se fija tanto en la gente que puede predecir lo que harán (hasta cierto punto) y Arthur es tan pero tan predecible que cuando hace cosas un poquito diferentes él se sorprende mucho.
Y eso de los ojos en el espejo *-* detallitos <3
Me gusta mucho como escribes de ellos, gracias por responder este prompt :)
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