Seguimos con el fic ^^

Mar 25, 2009 20:11


Y como otra noche más, ahí estábamos los dos. Ella sobre mi pecho y yo acariciándole el pelo. No sé si lo he dicho ya pero podría pasarme la vida haciendo eso. Podría pasarme la vida mirándola, solo mirándola.

Y de nuevo, estos pensamientos me los guardaré para mí. Es mejor…

Aquella noche era especial, no quería que terminara nunca.

Sentía reírse a Patricia, porque hacía vibrar mi pecho con su risa. La había convencido para no ver una de las pasteladas románticas que le gustaban a ella, estábamos viendo una de mi admirado y adorado Will Ferrell.

Quería centrarme en la película, pero no dejaba de pensar en todo lo que había vivido con ella, no solo esta noche, sino todo lo que había vivido desde aquel día que nos encontramos por casualidad en el Starbucks.

Patricia me sacó, como siempre, de mis pensamientos…

-          Ángel…

-          Dime

-          Nada, era solo decirte que… gracias por lo de hoy, de verdad, ha sido muy especial para mí.

Al terminar la frase, Patricia se separó de mi, se nota su ausencia, por muy pequeña que sea.

Se sentó a mi lado y, muy a mi pesar, me miró a los ojos.

No puedo, de verdad, no puedo mirarla a los ojos. No soy capaz.

-          Muy especial.

Y me besó en la mejilla, acariciándome la cara con sus dos manos. Es tan dulce que podría cambiar los finos dedos de sus manos por montones y montones de nubes.

(Y de nuevo, estos son los pensamientos que solo serán eso, pensamientos)

- Yo también quiero contarte un secreto.

- Ya sabes que puedes confiar en mí.

- Yo también tengo un sitio al que voy cuando estoy triste o cuando quiero pensar.

- Ah, si?

- Si, pero ya lo conoces, has ido muchas veces.

- ¿Si? Pues no me habré dado cuenta. ¿Dónde es?

- Lo conoces de sobra… es… el sitio en el que empezó todo. Nos vimos muchas veces después de encontrarnos allí…

¿¡EL STARBUCKS?! ¿EL STARBUCKS QUE ESTÁ ENFRENTE DEL TEATRO?

-          ¿Por qué?

-          No lo sé, Ángel, me da buenas vibraciones. Y me calma, me recuerda a ti. Eso es todo.

No podía articular palabra, de verdad que no podía.

Tampoco sabía qué decir, ni qué pensar… ¿Le recuerda a mi?

Madre mía…

Miré el reloj, ya eran más de las 2 de la mañana.

-          Patricia, es mejor que nos vayamos a dormir, es muy tarde.

-          Si, tienes razón. Buenas noches, yo me quedo aquí.

La convencí para que durmiera en mi habitación mientras que yo dormía en el sofá, no quiero que después tenga dolores de espalda.

No quiero que sufra ni un segundo.

La dejé en mi cama y la tapé, como en las pasteladas románticas que le gustan a ella. Solo que en nuestra versión, NO SOMOS NOVIOS NI LO SEREMOS NUNCA… Ni tenemos un amigo que se llama Mike, como en las películas esas.

-          Hoy ha sido una de las mejores noches de mi vida, Ángel.

-          También lo ha sido para mí. Que descanses.

-          Tú también.

Y cuando salía por la puerta de la habitación, me contestó, con su dulzura habitual…

- Y gracias.


La luz que dejaba pasar la persiana, me despertó, por un momento maldije a la puñetera persiana. Abrí los ojos, algo desorientada. Cuando me di cuenta de dónde estaba, no pude evitar sonreír.

Busqué algún reloj en la habitación, no me hizo falta buscar mucho, en la mesilla de noche tenía un reloj digital, con despertador. Indicaba que eran las 8:30.

Patricia, no has dormido una mierda, y esas ojeras no se tapan solas.

Me fijé en esa mesita de noche, encima estaba una de las pulseras que siempre llevaba Ángel. La conocía perfectamente, se la ponía desde hace tiempo. Debe de ser muy especial para él.

Sin remolonear más, me levanté de la cama.

Me dirigí al salón y miré el sofá, Ángel todavía estaba durmiendo. No tenía pinta de estar muy cómodo, pese a haber insistido, él se negó a que yo durmiera ahí.

Dormía haciendo honor a su nombre, con cara de no haber roto un plato.

No sé como lo consigue, pero no puedo evitar dejar de mirarlo. Me dan ganas de cuidarlo, de abrazarlo para siempre. De besarlo…

No, no, no, NO, de besarlo no. Es mi amigo, nada más. Cuidarlo y abrazarlo: si. Besarlo: no. Grábatelo en la cabecita.

Decidí despertarlo, se nos empezaba a hacer tarde.

Me arrodillé junto al sofá, y le acaricié la cara. Me acerqué a su oído y le susurré “buenos días”.

Al escucharlo, Ángel abrió lentamente los ojos, sonriéndome.

-          Buenos días, Patricia.

-          ¿Qué tal has dormido? - pregunté, mientras Ángel arqueaba la espalda con cara de dolor. - Parece que bien, ¿No?

-          Si, muy bien.

-          Tenemos que prepararnos ya, Ángel.

-          Es cierto, perdona. - dijo, mientras se levantaba como podía del sofá - Bueno, pues me voy a duchar, que no tardo nada. Puedes ir al otro baño, si quieres.

Le hice caso, me fui a duchar y salí de la ducha envuelta en una toalla, me había dejado la ropa en la habitación de Ángel.

Entré en la habitación, ahí estaba Ángel, de espaldas, como dios lo trajo al mundo. Estaba buscando su ropa en el armario, todavía no se había dado cuenta de mi presencia.

Quise carraspear, para que se diera cuenta de que estaba ahí. Pero no lo hice, lo observé en silencio.

Pero como mi organismo hace lo que quiere, decidió que ese era el mejor momento para estornudar. Y así fue.

Y obviamente, Ángel se dio cuenta.

- Lo siento, lo siento, lo siento…

- ¿Qué haces aquí? Patricia, ¡por favor!

- Lo siento, de verdad, solo venía a por mi ropa. No te enfades, por favor.

- No me enfado, no soy capaz.

Cogí mi ropa y me fui de allí, tampoco me arrepentía de lo que había hecho.

Cuando me vestí, me dirigí al salón. Allí estaba Ángel, sentado, esperándome.

-          Vámonos ya. - Me dijo, seco. Muy seco. No me sonrió. No me miró ladeando la cabeza ni se le formó esa arruguita a los lados de los ojos.

Bajé la mirada, no quiero verlo enfadado. No puedo.

Salimos de su casa y cuando abrió la puerta para que pasara, lo miré a los ojos, tímidamente. Quiero decirle que lo siento, que no sabía que le molestaba, que sino no lo habría hecho. Y que lo quería. Pero no articulé palabra, se lo dije con la mirada. “lo-siento-te-quiero” ¿Habrá recibido el mensaje?

Ángel también me miraba, el gesto de su cara cambió. Y sonrió.

-          No tienes que sentir nada, perdóname tú a mi, que soy un borde. Me da vergüenza que me veas desnudo, es una manía que tengo yo.

-          ¡Pero si no me he fijado en nada, hombre! Si ni me he fijado en ese lunar que tienes justo en el …

-          Suficientes datos, ¡suficientes! - Dijo, interrumpiéndome. Yo solo he dicho la verdad, aunque pienso más cosas que esa. Algún día le diré que me encanta su culo. Pero vamos, como un culo de amigo. Es decir… que valoro su culo, los motivos son mas que evidentes. Pero como a un amigo. El culo de un amigo. Eso. - Y no me mires con esa carita, ¿vale? Que no puedo verte así.

No le contesté, simplemente, sonreí.

-          ¿Has desayunado?

-          No, no me has dado de comer. - Dije, haciendo como si estuviera molesta.
Pues vamos, hoy desayunamos fuera.

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