Alles eines Gottes Spur
Schiller
Tenían razón los románticos cuando otorgaban a la música la máxima importancia. Lo mismo hace Nietzsche, aunque claro, él nunca se equivoca. Anoche conseguí apartarme de las distracciones cotidianas y dedicar un tiempo exclusivo a las cosas verdaderamente importantes de la vida, como escuchar música. Pues ella consigue conmovernos sólo cuando le prestamos toda nuestra atención, como la que hay que dedicar a la amada; y no es tratada solamente un acompañamiento más, un hilo musical de la rutina o un mero entretenimiento.
Recuerdo un pasaje de Caballos desbocados, en el cual unos amigos se reunían en una casa y, al no saber qué hacer, decidían sentarse a escuchar un disco; un Nocturno de Chopín, que fluía «como el agua». Me encanta esa idea de quedar con amigos sólo para escuchar música. Un placer tal vez perdido en nuestros días.
A partir de diversos recuerdos a los que la música me había llevado, acabé en un antiguo blog, en el cual tenía un enlace a una de mis escenas favoritas del cine, y donde una amiga hace tiempo había comentado que ésa era una escena muy, muy necesaria:
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Y lo sigue siendo, Estela.