Baekhyun era luz; la luz más brillante y resplandeciente de todo el lienzo negro en las alturas.
Baekhyun era ese cuerpo celeste al que las personas suelen mirar con esperanzas vacías cada noche por sus ventanas.
Y tal vez Sehun le miró con demasiadas desde la suya. Sehun, que con hastío y tedio se enfrentaba ante la rutina insoportablemente molesta que muchos llaman vida. Alto y dolorosamente apuesto, Sehun era oscuridad en medio de la muchedumbre de personas, alguien con pequeñas obsesiones que solo buscaba una pequeña chispa de algo para aferrarse a ella. Alguien con todo y a la vez nada.
Sehun, un coleccionista vacío.
Cuando Sehun conoció a Baekhyun en la fiesta de cumpleaños de Junmyeon todo cambió, sin embargo. Encontró la pequeña vela que ilumine su vacío y todo lo que vio a su alrededor desde entonces fue Baekhyun; sus matices, cada hebra de cabello, cada centímetro de delicada piel. Baekhyun, quien fue coloreando de negro a gris, pasando el puente de los colores oscuros a unos más realistas y luminosos por la vida de Sehun.
Sehun es un coleccionista de cosas intangibles, alguien que desea poseer el tiempo o saber con precisión el futuro incierto, entonces supo que quería poseer cada gota, cada partícula, cada célula y cada pedazo que Baekhyun representaba.
✧ Sehun veía a través de los pedazos de mirada que Baekhyun le daba todas las noches cuando ambos se deban miradas cómplices cuando iban al bosque, él veía luz. Envueltos en el silencio tranquilizador de la naturaleza y abrazados por la vegetación, ambos pasaban horas en el cofre del auto de Sehun bajo el cielo que chorreaba estrellas día a día. Sehun observando a Baekhyun y él último con la mirada tan fija y pérdida en las alturas, con ojos que profesaban una inmensa admiración y brillo ante el imponente cielo.
-¿Por qué siempre venimos aquí.- dijo Sehun con los brazos recargados hacia atrás en el cofre de su auto y su espalda apoyada contra el parabrisas mientras oía el ruido de los grillos.
-Me gustan las estrellas.
-Entonces compraré todas para ti.
-No puedes comprar las estrellas Sehun, porque nunca serán tuyas. Las estrellas son libres.- Baekhyun hizo una pausa y alejó su mirada de la de Sehun para tomar un poco de su lata de jugo. -Me gustaría ser como una.
-Ya eres tan deslumbrante como una.- Sehun afirmó sin titubear.
Y oh, qué tan equivocado fue decir eso.
Baekhyun le dio una de las sonrisas más cegadoras que Sehun había visto antes de volver a inmiscuirse en un mundo de astros nuevamente.
✧ Sehun fue aferrándose a Baekhyun de una manera tenaz y obsesiva. Él necesitaba a Baekhyun porque sin él su vida volvía a permanecer en las desdichadas penumbras. Necesitaba su olor y consistencia y guardarla solo para él.
Fue una tarde particularmente fría en la que Sehun había hecho llorar a Baekhyun de la manera más vil y febril posible porque él no podía dejarlo para ir a estudiar a Japón. Tenía la mandíbula apretada y los dedos enrollados en puños.
Baekhyun era luz, un tipo de luz tintineante que amenazaba con apagarse en cualquier momento. Baekhyun es incertidumbre y a Sehun le desespera no poder comprar el futuro.
-Sehun, solo será temporal.
Baekhyun sollozaba en el piso con el cabello hecho un lío y la cara de tono rojizo mientras Sehun solo lo ve sin expresión alguna en su rostro, aunque por dentro es una tormenta de pensamientos y se arrepiente de siquiera haberle gritado a la persona que representaba su luz.
-No puedo saberlo- finalmente habló -nadie puede adivinar que pasará en el futuro. Tal vez tú no me ames más y me dejes, y tenga que volver a ser alguien inerte.
Baekhyun calla sus pequeños quejidos solo para mirar a Sehun con los ojos muy abiertos ante lo que el otro acababa de decir y no vuelve a decir nada.
Esa noche Sehun durmió pensado que Baekhyun era suyo mientras tenía sus brazos alrededor del otro. Pero Sehun era un tonto, el más grande que jamás haya existido por no haberse dado cuenta antes, por no escuchar nada y caer inconsciente en sueños en la tranquilidad más profunda.
Es la misma noche cuando Baekhyun descifró el enigma en su mente, cuando se dio cuenta de quién era él y que tal vez, él no era de Sehun; pensó de la manera más meticulosa posible mientras tomaba cada pedazo de tela en sus manos y las echaba sin pensar dos veces en el pequeño empaque. Lo que tenía con Sehun era algo tan contrariado a sus ideales de aventuras por el mundo y libertad. Sehun necesitaba una vela para iluminar su oscuridad permanentemente, y Baekhyun no podía quedarse.
De todas formas, Sehun tenía que aprender a iluminar su oscuridad por sí mismo.
Cuando Sehun se levantó a la mañana siguiente con el frío llegándole a cada parte de sí y haciéndole temblar, vio un espacio vacío en el otro lado de la cama.
¿Por qué no se había dado cuenta antes?
Sehun caminó desde su habitación con algún tipo de nerviosismo en cada extremidad hasta llegar a la sala. Todo estaba tan impecable y neutro que Sehun contempló la idea de que su mayor miedo tal vez solo era una mala jugada de su paranoica mente. Pero no.
Al alcanzar la mesa redonda de madera en la misma habitación, pudo notar el sobre blanco que sobresalía en la superficie de esta. Era blanco, simple, sin nada más que una calcomanía plateada en el borde y cuando Sehun lo abre no pudo evitar sentirse tan ingenuo por todo.
Baekhyun no era suyo, nunca lo fue.
“Sehun, no puedes comprar las estrellas porque son libres
-Baekhyun”
Y Sehun entiende, Baekhyun era luz.
Baekhyun era como una estrella, y Sehun le entregó todas sus esperanzas exánimes dentro de la oscuridad para iluminarlas.
Algo intangible e inalcanzable que Sehun creyó tener por un momento, y que sin embargo solo fueron conspiraciones de su distraída mente a su corazón, porque Baekhyun era un astro, un espíritu libre que se quedaba temporalmente en los lugares.
Porque Baekhyun era una estrella y, en caso de pertenecer a algo, solo pertenecía al cielo mismo.