Título: Restituisce
Autor: Sowelu_Ink
Género: Romance/Angust?
Rated: T (¿Por trauma?) Algo de M-Preg.
Pairing: 69/27 & 18/27
Summary: ¿No lo vez?, mil años tu condena y su amor cobrara tu pecado.
Notas de Autora: Hablando con una amiga por msn, se me vino algo como esto y tuve que escribirlo, ¿err se entenderá?, es la primera historia que escribo en español. ¿Como salio?
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-¿Esta muriendo?- Preguntó con voz serena, como si se resignara al hecho.
-Jefe,- Uno de sus guardianes pronunció con desasosiego; acercándose hacia el. -No creo que…- Yamamoto no se atrevió a terminar su opinión; talvez si Gokudera estuviera ahí, el podría manejar la situación mejor, pero la misión en Italia aun no acababa y…
-Que le dirás a Hibari, ¿Tsuna?- Opto por terminar de lacerar la yaga.
-No hay mucho que pueda decir- Dijo aquel joven hombre, girándose hacia el único ventanal del cuarto y posando su mirada vacía en la distancia. Déjame ir.
El ventanal estaba abierto y el cielo nublado.
Yamamoto recogió sus brazos y suspiró ante el pequeño cuerpo que yacía sin vida en la gigantesca cama.
La tercera persona en el cuarto decidió hablar entonces. -No creo que sea prudente enterrarlo aquí, en el cementerio de la familia…-
-Shamal- El décimo jefe de la famiglia, le llamó. -Déjalo así- Murmuró -Puedes retirarte- Agregó cortamente al final.
El medico de cabecera solo asintió y pronto el azote de la puerta fue escuchado con el leve sonido de sus pasos al alejarse por detrás.
Un breve silencio se hizo ante lo ocurrido, y el lugar repentinamente parecía querer ahogarle.
-Yamamoto- Dijó con un poco mas de tacto, llevando una mano hacia su pecho. Le faltaba el aire. -Vete- Por favor.
Takeshi se rasco el cuello, incómodamente. Esta era la primera vez que Tsuna le pedía algo así, claro que también era la primera vez que el presenciaba…
-Claro- Accedió, dándole un apretón de hombro a su amigo como despedida.
Y una vez más estaba solo.
O talvez no.
-Sal ya- Ordenó, sin emoción alguna en su voz -O en su mirada.
-Creí que no lo notarias, Sawada Tsunayoshi-
Después de dejarme morir tantas veces, por favor, solo déjalo ir…
-¿Crees que es suficiente?- Preguntó con poco y casi nada de ansiedad.
-No- Fue la simple respuesta del otro.
-¿Cuántos más entonces?- Tragó saliva y cerró los ojos. El piso se sentía duro y frió contra sus rodillas.
-El jefe de la famiglia más poderosa del mundo no debería de hincarse frente a nadie- Comentó con deje de burla.
-Mukuro- Apretó sus puños y abrió sus ojos enrojecidos… tan lejos de aquel cielo que solías añorar.
-Déjalo ir- Pidió como si aquel hombre sostuviera en sus manos la llave para liberarle de su tormento.
Voltio la mirada. Tan solo por un momento y el hubiera querido abrazarle…
-Mukuro- Intentó de nuevo.
Sonrió maliciosamente, recuperando su usual persona. -Mil muertes por una Tsunayoshi- Dijó, mordiendo furia y disfrazado de frialdad socarrona.
-No lo olvides- Terminó, acariciando suavemente la mejilla del otro para luego desvanecerse en niebla.
-¿Cómo podría?- Respondió al cuarto vació, volteando hacia su cuarto hijo muerto y levantándose.
Dolía. Hibari-san…
Jamás podré decirte quien ha matado a nuestro Ayashi, o a los otros.
-Perdón- Susurró, tapando la cara de su pequeño Ayashi con el saco de su traje.
No recordaba cuantas veces había pronunciado aquellas palabras a sus hijos sin vida. Comenzando por su primogénita, la misma que había perecido por sus propias manos.
La hija de Mukuro.
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En el silencio de aquel brillante cielo, ahí se encuentra tu casa.
En la oscuridad donde la luna se asienta, el cielo no se moverá.
¿Entonces, regresarías a mi?