Prometí traer porno, y lo que prometo lo cumplo (normalmente tarde, pero lo cumplo xD). Mañana me voy de vacaciones una semana, así que espero que haya mucho porno acumulado a mi vuelta *cruza los dedos esperanzada*.
Título: Dolor y placer.
Autor:
lurque Rating: +17 (hay porno nenas... debería poner +18, pero ni siquiera yo los tengo xD).
Pareja/Personajes: [XS] Xanxus x Superbi Squalo.
Sinopsis: “sonrió con ironía porque nunca se le había pasado por la cabeza acabar de ese modo con Squalo”.
Dedicado: a
heray , mi compañera de porno indiscutible, por su cumpleaños (atrasado, lo sé, querías un 100X, también lo sé, pero mientras me venga la inspiración para eso, aquí tienes).
Era un día cualquiera y por alguna razón que Squalo desconocía, Xanxus estaba de muy mal humor, del peor humor que le hubiese visto hasta entonces. Se habían encontrado en el pasillo de los dormitorios; Squalo había ido a su habitación para consultarle unos detalles de la próxima misión que debía hacer, pero al no encontrarlo regresaba ya. Comenzó a hablarle, pero Xanxus lo apartó de su camino de un empujón brusco y se encerró en su dormitorio sin siquiera dirigirle una palabra o una mirada. Squalo se tocó la parte dolorida y miró perplejo la puerta que acababa de cerrarse con un portazo.
¿Qué diablos le ocurría a su maldito jefe?
Estuvo muy cerca de poner rumbo a su propio dormitorio, ya que Squalo no era la clase de persona que se preocupaba por los demás, pero había visto algo en la mirada de Xanxus, que parecía más rojiza que de costumbre, algo producto de la ira y... ¿la tristeza? Parpadeó incrédulo al considerar esa posibilidad; no es que hiciera mucho desde que se había unido a Varia, desde que le había prometido seguirle, y tampoco es que Xanxus fuera un libro abierto precisamente o tuvieran demasiada confianza, pero Squalo no era capaz de imaginar qué podría haber alterado tanto al otro muchacho y el gusano de la curiosidad comenzó a roerle por dentro.
Se acercó dubitativo a la puerta y miró en ambas direcciones para seccionarse de que no había nadie por los alrededores. La cercanía le trajo el ruido de objetos rompiéndose y muebles cayendo por donde quier desde dentro de la habitación. Squalo tragó saliva, debía ser más serio de lo que él pensaba, y quizás era mejor dejarle solo... no obstante, Squalo acabó pegando a la puerta.
Fue ignorado, pero el ruido de dentro del dormitorio había cesado, así que volvió a pegar.
-¡Vrooooi, Xanxus! -se atrevió a llamarle, aunque su instinto le decía que se largara de ahí ahora que podía.
Xanxus trató de ignorarle, porque sabía de sobra que en el estado alterado en que se encontraba acabaría matándole como había hecho con esos guardias de su padre que le habían descubierto registrando el despacho. Volvieron a pegar a la puerta; ¿es que la escoria de Squalo no sabía cuando desistir?
A zancadas, Xanxus cruzó la habitación y abrió la puerta de golpe. Conectaron sus miradas un sólo instante, antes de que Xanxus le agarrase de la camisa y tirase de él hacia dentro, cerrando la puerta con otro portazo.
El espadachín se quedó un tanto sorprendido por ese gesto. No se había equivocado al clasificar su mirada como lo había hecho antes. Su curiosidad estaba siendo por fin opacada por su instinto de supervivencia, pero ya estaba dentro y no había vuelta atrás. Xanxus se había acercado al mueblebar que tenía en su dormitorio y se preparó una copa de su licor más fuerte. Squalo aprovechó ese momento para mirar a su alrededor.
Todo estaba patas arriba, lo único que permanecía en su lugar era la enorme cama de matrimonio y el armario empotrado. Mesas, sillas, cuadros, cortinas, lámparas... todo estaba o bien roto, o bien tirado sin miramientos. Miró al adolescente, o bien al demonio, que se estaba sirviendo la segunda copa y volvió a preguntarse qué le había alterado tanto. Puede que Xanxus no fuera muy paciente, pero jamás le había visto perder los estribos de esa forma.
-¿Qué te pasa? -le preguntó finalmente, sintiendo como él mismo se ponía en peligro de un modo muy estúpido.
Xanxus se giró muy lentamente, tanto, que Squalo incluso llegó a tragar saliva al sentir el aura asesina que desprendía su jefe. El puño con el que Xanxus solía invocar esa llama tan destructiva estaba temblando; Squalo se dio cuenta de que se estaba conteniendo y el detalle lo sorprendió de sobremanera. Desvió la mirada y se medio giró sin saber muy bien qué hacer, pero al momento sintió como algo de cristal estallaba contra su cabeza y se rompía. El golpe le hizo desestabilizarse un poco, pero logró mantenerse en pie y se giró furioso hacía el otro.
-¡VROOOOOOOOI! ¡¿POR QUÉ HAS HECHO ESO, BASURA?!
No le dio tiempo ni a arrepentirse por la forma en que le había llamado porque Xanxus había estallado en carcajadas.
-Sí que tienes la cabeza dura, escoria.
Squalo volvió a desviar la mirada mientras se examinaba la zona dolorida en busca de una herida que no estaba. Sí que la tenía dura.
-¿Qué mierda quieres? -le espetó Xanxus, retornando a su seriedad habitual.
-Venía a preguntarte algo sobre la nueva misión, pero puede esperar; ¿qué cojones te ha pasado para que te cargues todo? -de alguna forma, Squalo se sentía más seguro al hablar.
-¿Crees que se lo voy a decir a una basura como tú? -contestó Xanxus, con desprecio.
A Squalo no le afectaban ese tipo de comentarios ya que desde el primer momento en que había tenido contacto con él le había tratado igual.
-Al menos no lo pagues con la inmobiliaria -fue todo lo que se le ocurrió decir y lo que desencadenó la sonrisa siniestra en el rostro de Xanxus, producto de lo que se le acababa de pasar por la cabeza motivado por su comentario.
-¿Te ofreces voluntario para que me desquite contigo?
Squalo le miró con los ojos muy abiertos, pero no tuvo oportunidad ni para parpadear. Xanxus se le había tirado encima literalmente y le había hecho caer al suelo. Acto seguido, le había dado un puñetazo en la cara que le había obligado a girarla.
Pero no era como si Squalo se fuese a dejar pegar porque sí. Contraatacó colocando su antebrazo en su cuello y enganchándose a sus caderas para, con toda su fuerza, hacerle girar y quedar él encima. Le devolvió el puñetazo y le dio dos más, pero Xanxus le asestó uno en el estómago que le dejó sin aire unos segundos, momento aprovechado por el mayor para agarrarle de la cabeza y estamparle contra el suelo, a su lado.
Se levantó y murmuró con una pequeña risa:
-Maldita escoria...
Le dio una patada a Squalo que le mandó hasta la otra punta de la habitación, haciendo que se chocase de espaldas contra la puerta cerrada. Por suerte, el espadachín había visto venir la patada y se había protegido con piernas y brazos, ya que no le daba tiempo a quitarse. Se levantó como pudo para encararle con una mirada llena de rabia que no hizo sino agrandar la sonrisa sádica de Xanxus, que le cogió por el cuello y tiró de la camisa, haciendo que los primeros botones se rompiesen y cediese un poco la prenda, lo suficiente para dejar al descubierto toda la zona desde el cuello hasta el hombro derecho, en donde Xanxus asestó un fuerte bocado que hizo gritar a Squalo por primera vez.
El menor se agarró a su antebrazo y le propinó un rodillazo en el estómago que hizo que sus dientes saliesen de su piel, dejando un pequeño hilito de sangre correr libre. Squalo se liberó del agarre del cuello y le tiró al suelo con un movimiento de kárate que Xanxus no sabía que el otro conocía. Intentó alejarse de él, pero Xanxus le cogió del tobillo y le hizo caer de nuevo, jadeando.
Squalo le miró con rencor y soltó un grito de guerra antes de abalanzarse sobre él por primera vez, pero Xanxus aprovechó su impulso y le hizo rodar para quedar él encima, aunque no lo consiguió porque Squalo le imitó. Se tenían agarrados mutuamente por la camisa y forcejeaban para quedar arriba y poder golpear al otro. Finalmente, Xanxus quedó arriba y Squalo vio como la llama comenzaba a calentarse en su mano junto con la sonrisa sádica que cada vez era más grande, por lo que no tuvo más remedio que sacar la espada y hacerle un tajo a Xanxus, que le rozó el brazo y le destrozó la camisa, pero no llegó al torso porque éste se apartó; Squalo aprovechó la apertura para zafarse de él y alejarse varios metros, en donde se incorporó con la espada delante de sí para protegerse. Xanxus también se había levantado.
Se miraron jadeantes, con la sangre hirviendo dentro de sus cuerpos y sonrisas espeluznantes en sus rostros.
Xanxus terminó de rasgar la camisa y se la quitó porque la consideró una molestia. Squalo guardó la espada y esperó impaciente que el tigre saltase de nuevo sobre él.
Fue un movimiento rápido y casi imposible de ver, pero Squalo estaba bien entrenado y pudo deshacerse de él aprovechando su impulso e impulsándole hacia atrás con sus pies en su abdomen, por lo que Xanxus cayó sobre la mesa volcada, que terminó de romperse del todo. Esta vez, Squalo no esperó a que volviese a por él y se colocó encima, inmovilizándole las piernas sentándose en la posición correcta para ello. A pesar de eso, Xanxus no se sintió atrapado en ningún momento. Aprovechó ese instante para terminar de abrir la camisa de Squalo de una sola tirada que rompió el resto de botones. Squalo le sujetó la muñeca derecha contra el suelo y con su mano derecha, le agarró de los cabellos para tirar de ellos y obligarle a que le expusiese todo su cuello. Sólo tenía unos segundos antes de que Xanxus le apartase, y en el último momento decidió que, en lugar de devolverle el mordisco que lo alentaría aun más, le lamería para desconcertarle.
Y así lo hizo.
Pasó su lengua afilada desde la clavícula hasta el lóbulo de la oreja, subiendo en línea recta por su cuello, produciendo en el moreno un escalofrío que dio un chispazo en sus pantalones. No llegó a morderle la oreja porque Xanxus le apartó de sí con un puñetazo dado con el torso de su mano libre, que le mandó varios metros de distancia. El Vongola se incorporó y se tocó el rastro de saliva con una mueca de asco mientras Squalo reía divertido, aun tirado en el suelo. Decidió que le borraría esa estúpida sonrisa antes de matarlo.
Squalo se incorporó justo a tiempo para sujetar las manos de Xanxus, mientras los dos hacían fuerza para derribar al otro. Xanxus no iba a permitir que semejante escoria volviese a sentirse por encima de él, por lo que le dio un cabezazo que desestabilizó un poco a Squalo, pero éste tampoco se iba a dejar vencer tan fácilmente, por lo que apretó su frente contra la de Xanxus e hizo fuerza para detener su avance. Con el único ojo abierto que lograba mantener por el esfuerzo que estaba haciendo, pudo observar como el manto de tristeza que antes había visto en sus ojos rojos había desaparecido, y descubrió sorprendido que una parte de él se alegraba de haberlo borrado.
Xanxus consiguió finalmente empujarlo sobre la cama y se subió encima. No se lo pensó mucho antes de cogerle los cabellos y tirar de la misma forma que acababa de hacerle Squalo, pero él no le lamió de la misma forma, sino que le proporcionó una cadena de mordiscos por la mandíbula, suavizado levemente por su lengua. Su mano libre se había internado sin proponérselo en el costado de Squalo y lo recorría lentamente de arriba a abajo, descubriendo con curiosidad, la suavidad de su textura.
Squalo era consciente de que su punto débil se encontraba en su cuello, por eso cuando los labios de Xanxus llegaron a esa zona, se aferró a su espalda clavando sus uñas.
En realidad, ninguno de los dos era plenamente consciente de lo que estaban haciendo, y ninguno lo fue hasta que Xanxus no le dio la vuelta y recorrió sus costados lentamente con sus manos hasta llegar a sus pantalones para bajárselos hasta medio muslo de un tirón, con correa y calzoncillos incluidos, sin miramientos. Agarró la cabeza de Squalo y la estampó contra la cama, para ahogar el grito que éste dio cuando le penetró sin ningún tipo de cuidado. Squalo tuvo que aferrarse a la corcha porque realmente dolía; era como si le estuviesen reventando desde dentro.
Xanxus tiró de sus cabellos para obligarle a incorporarse y quedar así los dos de rodilla sobre la cama. Pegó su espalda contra su pecho, le sujetó con el brazo derecho por la tripa y colocó su mano izquierda sobre su boca. Squalo no dudó ni un segundo en morderla para aliviar un poco el dolor que sentía, además de aferrarse con su mano derecha al brazo que Xanxus tenía en su abdomen, clavándole las uñas en un fuerte agarre. Xanxus no se quejó por el dolor que le afligía y comenzó a moverse dentro de él a un ritmo lento y acompasado. Squalo cerró con fuerza los ojos acuosos para evitar que las lágrimas de dolor se le resbalasen; eso sería demasiado humillante.
Había sentido el bulto en la entrepierna de Squalo cuando había estado sobre él momentos antes y también el suyo propio, así que había actuado por impulso. Era su primera vez y sonrió con ironía porque nunca se le había pasado por la cabeza acabar de ese modo con Squalo, pero por alguna razón, no le importaba; le parecía hasta agradable.
El aroma de Squalo era muy fuerte a esa escasa distancia y le incitaba a besarlo, pero eso era algo que Xanxus nunca había hecho, así que optó por volver a morderle, esta vez en la nuca y con menos fuerza, haciendo que la espalda de Squalo se irguiese sin poder evitarlo. No contento con eso, Xanxus pasó su lengua por su cuello mientras Squalo se retorcía sin poder evitarlo entre sus brazos.
En una de las embestidas, Squalo soltó un gemido que por primera vez no fue de dolor. Posó su mano izquierda temblorosa sobre la que Xanxus tenía en su boca y la apartó un poco para poder hablar.
-Vuelve a hacerlo...
-¿Mmm? -Xanxus alzó la mirada buscando su rostro, aunque sólo le vio lo justo, pero descubrió que Squalo tenía los ojos entreabiertos y que miraba al techo.
-Ese movimiento... vuelve a hacerlo...
No sabía muy bien a cual se refería, pero probó a hacer lo mismo de antes y a Squalo se le escapó otro gemido. Xanxus no pudo evitar sonreír de lado antes de llevar su mano izquierda a los ojos de Squalo para hacer de venda. Siguió con el mismo movimiento aumentando gradualmente la velocidad, provocando que la espalda del espadachín volviese a arquearse y su cabeza se apoyase del todo entre su cuello y su hombro mientras su respiración se hacía cada vez más descompasada.
La mano que descansaba en su abdomen bajó hasta el miembro de Squalo y comenzó a acariciarlo, provocando que éste elevase su mano derecha y enredase sus dedos en los cabellos de Xanxus por necesidad de aferrarse a algo. El gesto le gustó al Vongola, cuya respiración también se estaba tornando dificultosa.
Squalo no era capaz de pensar en nada, ni siquiera era consciente de que esas manos que le tocaban, esa lengua que le recorría, o ese músculo que le penetraba, eran de Xanxus, porque de ser consciente de ello, seguramente le hubiese parecido tan irreal y absurdo que no podría haberlo disfrutado de la misma forma.
Y Xanxus por su parte acabó dejándose llevar del todo, olvidando por un momento lo traicionado que se sentía antes de llegar a su habitación por haber descubierto que realmente no era el hijo de Vongola Noveno y que éste le había acogido por pena, que era igual a toda la escoria que repudiaba diariamente. Xanxus cerró los ojos y enterró el rostro en el cuello de Squalo, que desde hacia un rato era lo más reconfortante del mundo y los gemidos que luchaba por retener inútilmente era la melodía más gratificante de todas.
Un poco antes de llegar al orgasmo, Squalo giró su cabeza hacia la de Xanxus, quien desenterró la suya al sentirlo. Sus ojos grises seguían tapados por su propia mano y su boca, entreabierta y jadeante, le buscaba. Xanxus acabó por acortar distancias y juntó sus labios, dejando que la lengua, sorprendentemente experta de Squalo, hiciese el resto. El espadachín lo atrajo hacia sí todo lo que pudo gracias a que mantenía su mano derecha en su cabellera. Se separaron justo para que Xanxus diese las últimas embestidas, las más rápidas y fuertes, las que los llevó a su primer orgasmo juntos.
Xanxus salió de él despacio, pero le abrazó con brusquedad y tiró de él hacia la izquierda, para que cayesen juntos de costado en la cama. Squalo se movió sólo para sujetar sus manos y bajar el hombro para que Xanxus pudiese acomodar mejor el mentón en ese hueco. Cerró los ojos y simplemente disfrutó del momento hasta que ambos volviesen a recordar quienes eran y las distancias que debían mantener.
En el tiempo que estuvieron así, Xanxus decidió guardarse para sí mismo el secreto de su verdadera procedencia. Después de todo, quienes le seguían no lo hacían por él, sino por el puesto que iba a ostentar: Vongola Décimo, ni más ni menos. Así que se convertiría en el próximo Vongola, aunque tuviese que hacerlo por la fuerza.