Me rindo....esta cosa pudo más que yo. odio cuando el lj hace lo que le place y no lo que yo deceo u_ú
Autor:
misao_malon Título: Plusvalía.
Personajes: HaruTsuna
Rating: PG 13
Advertencias: Fluff/Angus. Supuesta violencia y menosprecio a sí misma
Resumen: Tsuna-San estaba a salvo y ahora ella era parte activa de ese juego de la mafia. Podría estar más cerca del Juudaime. Valía la pena.
Comentarios: No mucho, lo escribí un día en el que me pusieron a trabajar en una maquina en la que sólo podía maximizar y minimizar la calculadora.
Plusvalía
Tirado el gatillo, el cañón de la pistola dejó escapar un hilillo de humo que, vagamente, le recordó a Gokudera y su tabaco. Trató de aferrarse a eso. Cualquier pensamiento era bueno para distraer la realidad, el olor a cuero quemado, el sabor a sangre en su labios y el entumecimiento de su índice y pulgar, con los que tensó el gatillo por largo tiempo, decidiendo su valía la pena cruzar la línea.
Tsuna-San estaba a salvo y ahora ella era parte activa de ese juego de la mafia. Y, a pesar de haber asesinado a Sangre fría y quemarropa -“¡Dios! ¡A sangre fría y a quemarropa!” - Podría estar más cerca del Juudaime, tal como Yamamoto, Gokudera o el aterrador Hibari-San.
Sólo le había costado una vida sacrificada y su integridad perdida.
Nuevamente se recordó -o consoló -. Tsuna-San estaba a salvo. Valía la pena.
Andando a tropezones, trastabillando en la mayoría de sus pasos, se acercó a él, le miró ansiosamente y, levantándolo casi en vilo - tan ligero como siempre -, lo acomodó contra su hombro; echando a andar fuera del almacén.
Gokudera y Yamamoto, mal heridos, avanzaban hacia ellos apoyándose el uno del otro, casi como ella hacía. Hibari-San -“El temible Hibari-San” - podía verse más atrás. Sucio, sí, pero con su andar casual de siempre.
Levantó la mano para que les vieran, aun si el gesto era inútil. Gokudera no paraba de mirar hacia ellos, pronunciando débiles y cortados “Juudaime” mantráticos. Yamamoto le burlaba por ello.
Todo había acabado. Había valido la pena.
Sin fuerzas para más, dejó caer su cuerpo de rodillas y recargó, suavemente, la cabeza de jefe Vongola sobre ellas.
- ¿Haru?
Tsuna despertó, abriendo los ojos con debilidad. Ella, sin responder, sonrío al verlo.
- ¿Qué sucedió?
- Todo terminó…desu.
Aprovechó el momento para revolver un mechón marrón que le obstruía la visión a Tsuna, con su adolorido índice. Él le sonrió en respuesta, agradeciendo el gesto. Levantó la mano y le acarició la mejilla con cuidado, intentando remover con el pulgar la sangre que manchaba los pómulos. Ella cerró los ojos dulcemente sintiendo como lograba únicamente arrastrar el carmín esparciéndolo en su rostro. Tsuna rezó porque el rojo en sus labios no fuera una herida.
Haru colocó una mano en el plano torax frenando el impulso con el que el hombre intentó levantarse.
- ¿Qué fue del Jefe de la familia Caprino?
Sin dejar de hacerle bucles enroscando rizos en su dedo, la mujer desvió la mirada. Lo único que Tsuna pudo ver fue su delicado mentón y esos ojos dulces y determinados, resistiéndose a llorar. Ella era incapaz de mentirle nunca.
- Le he matado.
Los guardianes, al fin junto a ellos, palidecieron. La mano en su rostro se congeló y ella misma, con una sonrisa rígida, imaginó lo que se avecinaba. La caricia en su cara se alejó, llevándose el calor de su alma. Comprendió con certeza.
A Sawada no le gustaban las mujeres manchadas de muerte.
Tsuna-San estaba a salvo…
De cualquier forma, mirando el terror en los amables ojos -Siempre amables, siempre de Tsuna - su cuerpo tembló, preguntándose esta vez con un nudo en la garganta y el corazón encogido en un puño:
¿Valió realmente la pena?
Autor:
misao_malonTitulo: Triangulo Aboyado.
Personajes: YamaTsunaGoku
Rating: PG
Advertencias: Fluff/Angus. Cuando desvarío, lo hago con ganas. Si no entienden, no importa. Siquiera estoy segura de entender yo misma.
Resumen: Gokudera siempre pregona de su amor por Sawada. Por eso mismo duele más el no ser correspondido. De cualquier forma, no es como si pueda hacer algo al respecto cuando éste se ha enamorado ya.
Comentarios: nada en especial. Estaba dolida.
Triangulo Aboyado.
Con el corazón en la mano, su vista permaneció sujeta a ellos. Quería apartar la mirada, también quería salir corriendo o simplemente dejar de pensar. Gokudera quería muchas cosas, pero no podía tener -o lograr- ninguna.
Tales como besarle o acabar con su vida en ese instante.
Envidio a la pareja en silencio, respetando la situación. Luego, con toda la junta de su coraje -a eso se refería la gente entonces, cuando decían "sacar fuerzas de la flaqueza" -sonrió con naturalidad. No sólo eso, de su boca salió una conversación llana que llevó a más temas sin importancia, como normalmente hacía.
Aún así sentía que todo eso le estaba destruyendo. Su estomago, revuelto desde un principio, ahora rebotaba contra su cuerpo ¿O era su corazón queriendo hundirse en él para ser digerido? Las mariposas que normalmente se arremolinaban dentro cuando le veía parecían haberse transformado en avispas. La razón de su ser se había convertido en la causa de su llanto.
Porque lloraba, sí, con la amargura que conlleva un corazón propiamente herido. Sólo que su llanto era sosegado y sin lagrimas. Uno que por sollozos tenía carcajadas y por lamento, palabras que hacían reír a todos -hasta a sí mismo de sí mismo-
Por ello y para no llorar a carcajadas, intentó no dar importancia a esa mano que abrazaba el delgado hombro, ni a los dedos acariciando la curvatura con que este se unía al cuello. También luchó contra la sensación doliente de ver las suaves y brillantes sonrisas que se daban el uno al otro.
Finalmente, cuando el suplicio terminó dándole animo a demostrar su pena, diciendo adiós con una mano, prometiendo llamar para reunirse pronto; no pudo hacer nada más.
Le dolía el cuerpo, el alma y la mente ¿pero que podía inventar al respecto? Él era fuerte, se recordó. La mano derecha de uno, la burla -pero buen amigo- del otro. Si uno de los picos en el triangulo tenía que sufrir, descubrió que prefería ser él el lado que se abollara. Cosas de la vida. Nada personal.
No es que fuera patético, mucho menos masoquista. Tampoco estaba en el plan de sentirse una víctima de las circunstancias. No era mártir. Sólo era un chico que gimotea en silencio por su corazón roto. Punto.
Se encogió de hombros, prendió un cigarrillo y dio una bocanada larga, deshaciendo casi medio tabaco. Una última lágrima no derramada representando en el suspiro que utilizó para dejar salir el humo de su cuerpo, desvaneciéndolo con la mano.
“Adiós Juudaime”
“Adiós Yamamoto”
“…Adiós al Amor”
Autor: Misao_Malon
Titulo: Cambios.
Personajes: Tsuna
Rating: PG
Advertencias: Ninguna en especial. Una historia escrita en la madrugada.
Resumen: Sawada soñaba mucho, sí, y aspiraba a poco. La vida es lo suficientemente dura como para no esforzarse.
Comentarios: No podía dormir sin terminar esta corta historia.
Cambios.
La vida es y sería eternamente complicada. Los días pasan, tienes que dejar cosas atrás y más de una vez te olvidas de lo que es importante. Buscas lo que no necesitas y dejas pasar de largo lo que realmente es elemental. Tsuna lo sabía, claro estaba, pero aún así no cuidaba mucho de ello.
Mediocre.
¿Qué palabra podría ajustarse a él, mejor que esa? Ninguna.
Bien. Él era amable…
Sólo eso. Era imposible encontrarle otra virtud.
No era agradable, pues tener una conversación con él significaba tener que interpretar tartamudeos. Tampoco era listo. Los exámenes no importaban; uno falla en ellos por causas externas y no demuestran otra cosa que bien pudieron pasarse una semana quemándose las pestañas estudiando para aprobar. Engañar a Sawada era incluso más fácil que la tabla del uno.
La gente no se burlaba jamás de su habilidad física y deportiva, se reían de la completa falta de ella. Por eso era el remplazo del remplazo del remplazo del remplazo del suplente en el equipo de voleibol ¿Podría alguna vez alguien necesitarlo? En absoluto. Peor, él estaba bien con eso.
Tsunayoshi no era atractivo, siquiera un poco. Tenía encanto, pero era la dulzura con la que se cataloga a un niño de cinco años. Un chico lindo, no guapo. Un muchacho gracioso, no divertido. Un hombre entretenido, no interesante.
Carecía de amigos. Salía solo de casa, andaba solo el camino hacia la escuela e, igualmente, regresaba sin compañía alguna de nuevo. Normalmente después de cambiarse y comer, subía a su cuarto a leer mangas y hacer los deberes. Por las tardes se sentaba con su madre en la sala y veían juntos la televisión hasta la hora de cenar. Se duchaba, arreglaba su mochila para el día siguiente y dormía anhelando una vida mejor.
Siempre deseaba ser agradable con la gente, aun si no fuera popular. Ser bueno en los deportes, aun si no destacara. Ser una persona lista, aun si la mayoría de puntos en su examen no pasara ochenta. Ser atractivo para las chicas, aun si su casillero no tuviera más que un par de chocolates en San Valentín. Tener amigos, aunque fuera sólo uno.
De cualquier modo, y cual fuera el caso, nunca se esforzó. Si no era agradable con la gente, era por ser tímido, se dijo. El ser malo en los deportes fue a causa de no tener habilidad, se convenció. Supuso que su falta de ingenio y atractivo era cosa hereditaria. Y aglomerando todo eso junto lo llevaba a su carencia de amistades.
Sawada soñaba mucho, sí, y aspiraba a poco.
Mediocre.
Más que eso. Un mediocre conformista. Alguien que sólo desea y no hace nada por lograr sus metas.
Entonces pasó. Tan increíble e inesperado, que su vida dio un vuelvo completo.
Sufriendo lo insufrible con dolores más allá de su rutina. Una tortura diaria como el mejor de sus pronósticos.
Sin más alternativa, tuvo que esforzarse. Soportar las catástrofes, los abusos, el palpitar de su corazón acelerado intentando traspasarle el pecho con cada arriesgada lección que, por buenas o malas, estaba obligado a aceptar.
Poco a poco su mundo fue ampliándose hasta cambiar para mejor.
La gente comenzó a respetarle, la resistencia de su cuerpo mejoró y hacer deporte ya no fue problema. Las situaciones en las que se vio envuelto le obligaron a ser tenaz y astuto. Sus acciones mismas lograron convertirlo en una persona atrayente. Consiguió también amigos. Y no cualquieras, sino los mejores.
Se vio rodeado de todo lo que soñó y creyó nunca poder alcanzar.
La vida es y sería eternamente complicada, sí. Pero si te esfuerzas, andas a su ritmo y luchas por ser cada día mejor, llegará un día en que te darás cuenta que ya la haz rebasado.