Ship War 2011
Welcome Home
Título: Welcome Home
Defendiendo: MALVES FTW
Personajes: Leo Messi, Dani Alves, la planillas del Barça.
Autora: pues yop,
rebeka_black .
Beta:
lena_malfoy .
Advertencias: Resultados no alegres de partidos de Champions, magreo entre futbolistas, un par de deprimidos por gente lesionada cofcofXavi extraña a Carlescofcof, algo de angst hacia por el final.
Palabras: Casi 4,200.
Prompt: La noche antes de un gran partido
Resumen: Lo han dejado claro. Todos; desde Rosell, hasta Juanma Castaño, pasando por toda la planilla, el equipo técnico, los terapeutas, médicos, etc., etc.: ¡Queremos a Cesc! Pero… ¿Todos queremos a Cesc en el Barça?
Aclaraciones: Esto fue escrito para la Ship War, para defender el Malves, pero por no leerme adecuadamente las indicaciones, no me enteré que solo podia publicarse un fic por autora, así que éste sobro, pero lo dejo por áca. Pues éstos dos no me pertenecen, tampoco ninguno de otros chicos es mío *suspira*. La SW fue idea de las ocurrentes geniales chicas de la comu. Eso es todo, ha, claro, esto va sin fines de lucro. Escrito después del partido perdido. Mucho Xarles, si te tapas un ojos y lees entre lineas.
El partido, bueno los derechos son de la UEFA tanto así que no dejaron que viera los goles youtube.
Lo de Cesc regresando al Barça pues es algo que aun está en veremos…
Dani teniéndole manía a Cesqui es todo imaginación mía.
Para inspirarme use éstas fotografías, bueno, de hecho use todas las del post partido, pero estas dos en especial por las expresiones de Dani:
Londres, Inglaterra. 15 de febrero.
10:00 a.m.
Están bajando del vuelo que los ha llevado a territorio Gunner. Se sienten emocionados por tener finalmente un enfrentamiento de Champions. Pero debajo de eso, también están expectantes. No es la primera vez que se enfrentan al equipo inglés, sin embargo, es la primera vez que se enfrentan al equipo inglés desde antes del mundial, luego de lo que Geri y Puyi hicieron en la celebración de la roja, después de que el Barça (club y equipo) dejara en claro que quiere a Cesc… y que Cesc no pudiera evitar aceptar cuanto desea regresar a casa.
Están en la sala de arribo del aeropuerto de la capital inglesa esperando por sus maletas. Tiene a Gerard a un lado con la blackberry en la mano. Casi puede apostar a que sabe con quién se comunica. Sonríe. La cinta de transporte sigue girando, observa una maleta negra, estira el brazo y la toma, tres paquetes después, es la suya, que finalmente aparece, la recoge. Uno de los técnicos les llama. Se reúnen para que les indiquen hacia donde tiene que dirigirse para salir, dice que el autobús oficial ya está esperando por ellos, les recuerda que deben ser agiles para hacer todo con la mayor eficiencia posible. Siente como le quitan la maleta que tenia acomodada en el hombro, se vuelve a Dani y antes de que pueda decirle nada Keita llama al lateral.
Con la facilidad que da la costumbre comienza a caminar hacia la salida en orden, con Víctor y Andrés en la delantera, seguidos poco a poco por el resto de los chicos, sin tropezar, atascarse ni perder tiempo. Años de convivencia les ha ayudado a coordinarse incluso para cosas así de simples.
Como les dijeron, el camión está en la salida. Las puertas abiertas y un montón de aficionados blaugranas rodeándolo. Leo sonríe, igual que la mayoría de los jugadores, un recibimiento así de cálido en territorio rival siempre cae bien. Poco a poco comienzan a subir. Leo llega a los escalones y entra, levanta la mirada y detecta dos sitios vacios hacia la mitad del camión, justo detrás de Gerard y Xavi, que se han sentado juntos. Ambos están serios. El mediocentro tiene la frente recargada contra el cristal y el otro chico sigue texteando frenéticamente. Camina hacia ellos y se sienta en el lado de la ventanilla, gira el rostro hacia afuera y ve subir a Sergio y Pedro que vienen charlando animadamente.
No se gira cuando alguien se acomoda en el otro asiento.
- Tomé tu maleta.
- ¿Cómo? - se vuelve a Dani con el ceño ligeramente fruncido, sin entender de qué habla. El camión arranca y comienzan a moverse.
- Cuando te quité la maleta. Era la tuya, - Leo trata de recordar, sin éxito, como era la maleta que ya ha acomodado en la repisa. Dani lo observa unos segundos, luego resopla ligeramente, le da una sonrisa torcida y niega.
- Da igual, - se arrellana en el asiento y le tiende uno de los auriculares de su iphone. El argentino lo toma, se inclina ligeramente hacia él y se pone el aparato en el oído.
12:00 p.m.
- Bien chicos, - Pep se coloca en el pasillo y levanta la voz, mientras las conversaciones se apagan a lo largo de los asientos. - Tienen una hora y media para instalarse. Bajaremos a comer a las dos. A las seis tenemos entrenamiento cerrado en el Emirates, les pido puntualidad, - luego les sonríe y regresa a su lugar, en los primeros asientos.
Al llegar al hotel ya tienen a un montón de fanáticos esperándoles. Les autorizan a detenerse unos minutos para firmar autógrafos y tomarse fotos. Leo y Dani bajan uno detrás de otro, de inmediato se ven asediados por personas que les llaman entre gritos, extienden fotografías o camisetas (del Barcelona y de sus selecciones) y lanzan flashes. Leo sonríe y se acerca a un grupo de jóvenes que está a unos metros, firma dos fotos y una elástica blaugrana con su número. Alcanza a ver de refilón como Dani se coloca al lado de un grupo de chicas que le llenan de besos en las mejillas y le toman fotos como locas. El moreno sonríe y a Leo le cosquillean las manos. Le encanta ver sonreír al brasileño. De todas, la sonrisa que más ama es la que pone Dani justo antes de besarle.
Finalmente uno de los ayudantes de Estiarte les hace una discreta seña y echan a andar al lobby.
12:30 p.m.
La repartición de habitaciones es un mero trámite frente a la directiva. Antes de cada partido, cada uno sabe con quien se quedará. No suele haber problemas, los nuevos siempre se acoplan con alguno de los veteranos y de vez en cuando se hacen algunos cambios; para variar un poco. Pero por lo general Carles siempre sabe quien va con quien; en su lugar, es Pep quien tiene la lista. Lista que no es necesario leer en realidad.
Tienen claro que si quieren dormir en paz, no debe dejar a Dani y Gerard en el mismo pasillo, en habitaciones contiguas, ni mucho menos en la misma habitación. Les pasó una vez. No volvió a repetirse. Y como saben del carácter de Villa, desde el principio lo han puesto alejados de los canteranos que suelen andar nerviosos antes de partidos como ese. Por añadido, siempre se queda uno de los “responsables” del grupo cerca de aquellos no tan dados a estarse tranquilos.
A él le toca con Dani. Mientras el brasileño no tenga cerca a Pique o a Xavi en sus momentos de hiperactivo todo suele estar tranquilo. Se levanta muy temprano, pero no hace más alboroto; al menos no demasiado.
Dani observa el reflejo de la pared del elevador. Leo ha subido en el de al lado. Alcanza a ver a Xavi, con la mirada perdida, ceño ligeramente fruncido, los labios apretados. Dani sospecha que la molestia se debe a que Carles no ha podido ir con ellos o bien al hecho de que jugarán contra el equipo del que Fàbregas es capitán. La primera opción la considera debido a que ha visto el estilo de juego del Arsenal. Muy ofensivo. Sabe que necesitan al defensa central. La segunda, debido a que sabe que la relación de los seleccionados españoles es muy cercana.
1:00 p.m.
Dani llega a la puerta de su habitación, la número 102 y no puede evitar la carcajada. Cuando entra, Leo le observa con suspicacia y una ceja levantada. El otro señala la puerta que ya ha cerrado, pero Messi sigue mirándolo sin entender. Se da la vuelta y abre.
- Uno, cero, dos,
- Che ¿Estás…? - entonces cae en la cuenta. 10-2. Eso es lo que le causa gracia. También ríe, pero de esa forma sosegada, mesurada y tranquila, tan él, que a Dani le dan ganas abrazarlo y no soltarle jamás. Ahora si, cierra la puerta y se dirige hacia la cama sobre la que está el equipaje de Leo. Coloca su maleta sobre el mueble y comienza a sacar cosas y arrojarlas sobre el edredón.
(Ésta sonrisa)
Al argentino le toman tres minutos completos, si, Dani los ha contado, el empezar a hablar.
- No la dejés así, boludo. Luego la bronca me la quedo yo por el desorden.
- Que no estamos en el colegio, - acompaña el comentario con esa sonrisa canalla. - Y ya eres el consentido del míster, no hace falta que te pongas ñoño, - le mira incrédulo, tan solo durante un instante.
- No, tenés razón. No estamos en el colegio, - el tono, es el tono en que lo dice, sumado a la mirada, ligeramente baja, por entre el flequillo, provoca que se le erice la piel. -Pero si hay reglas, - y el que las mencione justo ahora, pasándose la lengua sobre el labio inferior, es una clara provocación a romperlas. Y Dani no es precisamente inmune a esta faceta de Leo.
El menor le observa una última vez, le barre con la mirada, hasta llegar hasta sus ojos, donde se permite perderse un segundo. Luego se gira hacia su ropa, que está sacando ordenadamente y continúa doblándola. El montón de ropa para el entreno ya está acomodada.
- Las reglas son para romperse ¿no? - a Leo no le da tiempo de responder. Porque tiene a Dani presionándolo contra su cuerpo. Sus brazos rodeando su cintura, uniendo sus caderas. Su boca es asaltada por el moreno, automáticamente cierra los ojos y sus brazos se dirigen por inercia a su cuello. Entreabre los labios y siente su lengua presionando contra si, delineando el borde interno de su labio inferior, recibe una ligera mordida. Entonces responde. Sin separarse, empuja a Dani hasta tumbarlo sobre la cama vacía, el beso se rompe un instante, antes de que se deje caer sobre él, sosteniendo su peso en sus brazos. Estando cara a cara, ambos abren los ojos. Sus respiraciones están agitadas, inspiran profundamente, compartiendo el oxígeno entre ellos.
Ya mas calmados, Leo se acerca a el, mejilla con mejilla, un roce suave pero presente. Siente su respiración caliente sobre su oído. Cierra los ojos.
- Tenemos que bajar, - lo dice en voz tan baja que por un instante cree que Messi no le ha escuchado. Pero el otro se incorpora un poco, lentamente, permitiendo que su nariz acaricie su rostro. Cuando están de frente se quedan observándose.
- Si, - murmura contra sus labios, - tenemos que bajar. - Cada palabra acaricia los labios ajenos. La piel morena cosquillea ante el suave contacto.
Para confirmarlo, en ese momento tocan a la puerta.
- ¡Chavales! - la voz de Gerard atraviesa la puerta. - ¿Ya estamos?
Leo le sonríe antes de incorporarse por completo y le ofrece una mano para ayudarle a levantarse. Dani responde a la pregunta del defensa.
- Estamos.
2:00 p.m.
Son de los primeros en bajar a comer. En la mesa ya está Xavi, conversando con Sergio y David que están frente a el. Se acercan a ellos, sentándose al lado del mediocentro.
- Hemos llamado a Cesc, - le dice Busi en cuanto se han acomodado. El capitán y el delantero sonríen ante la impaciencia en la voz del catalán.
- ¿Por que le habéis llamado? - increpa Gerard llegando hasta ellos. Se acomoda al lado de Sergio.
- Pues porque queríamos hablar con el.
- ¿Qué ha dicho? - interrumpe Leo, antes de que Pique pueda continuar molestando.
- Que está ansioso por saludarnos personalmente, - es Xavi quien le contesta. No puede evitar reírse al decirlo. - Es mi el primer juego en que no enfrentamos como capitanes ¿Sabias? - le pregunta a Leo, que mueve la cabeza negativamente.
- Y es la primera vez que lo enfrentamos sin Puyi, - les recuerda Gerard. A su lado, el otro defensa asiente.
- Será extraño no recibir sus pases, - el que Villa apoye todo ese alboroto crispa a Dani. Se mantiene callado, con la mirada atenta a la reacción de Leo, le observa ahogar un suspiro.
- Extraño jugar con el, - los españoles fijan su mirada en él. En su gesto alicaído. Ninguno sabe que decir. De ellos, solo Sergio y Gerard conocen la relación entre Leo y Cesc, porque estuvieron con ellos en la Masía. Al brasileño le dan ganas de abrazarle. Se pregunta seriamente que tan incomodo será; para sus compañeros, claro está, el que envuelva a Leo entre sus brazos sin un gol de por medio.
- En julio. - Todos se vuelven hacia Xavi. El segundo capitán le sostiene la mirada a cada uno. Cuando llega hasta Leo, se permite esbozar una media sonrisa. - Ya verás.
Ante la confianza de su capitán, Messi no sabe más que asentir. Por debajo de la mesa, Dani tiene las manos crispadas, apretando el pantalón corto del entrenamiento.
5:30 p.m.
Dani está en la habitación acostado en la cama. A su lado, recargado sobre el cabecero de la misma cama, Maxwell le observa. Están en silencio, cosa extraña en el moreno. Tiene los ojos cerrados, con fuerza, como si tratara de alejar un dolor de cabeza. Mientras ellos descansan, las estrellas mediáticas del Barcelona se encuentran en una rueda de prensa en el auditorio del hotel.
- ¿Te sientes bien? - lo ultimo que necesitan en ese momento es que uno de los titulares para los octavos de Champions se ponga malo. El otro no abre los ojos. Tan solo asiente ligeramente con la cabeza. Se vuelven a quedar callados.
- ¿Crees que necesitamos otro medio? - la pregunta llega de sorpresa, en un tono neutral.
- ¿Un medio? - Maxwell calla. - ¿Estás considerando no renovar? ¿En serio? - no puede evitar el tono de sorpresa, pensó que todo el rollo de la renovación era solamente puro trámite, pero tener a Dani Alves, el mejor lateral del mundo, preguntándole sobre “otro” medio para el equipo, le inquieta.
- No pregunto por un lateral, - abre los ojos, le mira desde su posición. - Me refiero a un mediocentro.
- Entonces lo que quieres saber es si yo creo que necesitamos a Fàbregas. - Dani no afirma ni desmiente. El mayor lo piensa unos minutos. - No soy quien para determinar el potencial del chico, nunca he jugado a su lado. Es bueno. Pero nosotros tenemos a Xavi y si no, está Andrés; que también sabe hacerlo. Pero… - hace una mueca, - mira lo que ha pasado con Carles. El equipo no se ha preocupado por la defensa porque teníamos a Puyi, pero pasa algo como lo que sucedió y, seamos realistas, se nota su ausencia.
- Pero Andrés... - ninguno de los dos lo dice, no se atreven. Aun así, ambos saben que los accidentes ocurren. Si además del hoyo en la defensa por la ausencia de Puyol, le sumaran un hueco en el mediocampo por algún problema con Xavi, la tendrían bastante difícil en cualquiera de las competiciones.
- Andrew es bueno, no lo puedo negar, seria tonto. - baja la voz, que se llena de respeto y admiración: - Pero lo de Xavi es nato. ¿No lo sientes tú? - le mira, esperando la respuesta, Dani asiente. - Lo de Fàbregas es más como eso. Cuando lo he visto jugar, es… talento. Como ver a Lio haciendo de las suyas, pero en otra posición…
- Tu también le quieres en el Barça, - concluye Dani evitando su mirada.
- Mira. Se que es difícil adaptarse a nuevos compañeros, sobre todo en posiciones tan cercanas. - Max espera su atención, guarda silencio hasta que el moreno lo voltea a ver. -Pero casi todos han jugado con el. Se adapta al tiqui-taca. No tendrás problemas para asistirlo. Acabaremos acoplándonos, como con David. Como lo hemos hecho todos.
- Si, - pero el tono en que lo dice causa que lo observe con mas atención.
- ¿Cuál es el verdadero problema menino?
- No hay problema. Solo quiero lo mejor para el equipo.
- Y yo jugaré con Argentina el próximo mundial. A ver si así me toca una Copa, que la siguiente ya es para Leo.
- ¿Qué es para mí? - la puerta se abre y Messi se acerca a ellos.
- El hat trick de mañana, - Leo sonríe, abrumado por la confianza de Maxwell.
- Pep ya nos está llamando.
8:30 p.m.
El clima de la capital inglesa les ha dado tregua. Para el día siguiente no se ha pronosticado lluvia, ni helada. Nada que pueda mermar las condiciones de la planilla. El entrenamiento ha sido en el Emirates, para familiarizarse con el campo.
Luego de la merecida ducha, han pasado a cenar. Ahora les han enviado directo a dormir. Saben que antes de las 10 Pep enviará la “ronda” para asegurarse que todos están metidos en sus respectivas camas.
Mientras se está poniendo el pijama, escucha sonar el iphone de Leo. Que sale del baño, con la boca llena de pasta dental, para hacerse con el aparato y meterse de nuevo. Escucha el agua volver a correr y un instante después las carcajadas ahogadas del chico. Se queda mirando la franja de luz, esperando a que salga y le cuente el chiste.
- ¿Cuál es la historia? - aun con la sonrisa en los labios Leo se acerca a él.
- Acá el boludo éste que nos desea soñemos con el gol, porque dice que sus defensas no nos dejarán respirar, - extiende el brazo y le da el teléfono. Donde Dani puede leer el texto:
Dulces sueños, que solo así anotarán.
Laurent y Gael ya están advertidos.
Moc-moc.
Dani no le ve la gracia. No en absoluto. Esta vez; y no es la primera, no le gusta el pique entre sus compañeros y un rival que es amigo (particularmente éste rival). De hecho le molesta.
- Pues dice, - Leo le conoce lo suficiente. Y ese tono cortante, pesado, oscuro, solo se lo ha escuchado hablando de Cristiano.
- ¿Qué pasá che?
- ¿A mi? Nada. Estoy perfectamente.
- No sonás perfectamente.
- Pues raro, porque me siento así.
- Dani.
- Que nada, caralho! - el uso de su idioma para expresarse nunca es buena señal. Le hace recordar a Deco y sus cambios constantes de humor. No le gusta que Dani le recuerde al ceñudo centro en sus peores días.
Leo se acerca a él. Cuando Dani se cierra en banda existen dos posibilidades. Cerrar el área, los defensas presionando o; en caso de Leo, hacerlo olvidarse de la causa. Si al primer contacto logra que Dani le acepte, ya habrá avanzado un gran camino.
El delantero está de pie, a dos metros de él y le parece una distancia insalvable. Mayor a la del medio campo con el área cubierta por la defensa rival. Pero Leo finta, se quita de encima la presión y abre una línea de pase para él. Directa, justo como en el campo. Leo le encuentra.
Se mueven casi al mismo tiempo. Dani le envuelve en un abrazo, colocando su cabeza sobre el cabello castaño, aspirando su aroma. Apretándolo fuertemente contra si. A Leo le parece que teme perderlo.
- Te amo.
Messi separa ligeramente la cabeza para alcanzar los labios de Dani. Sus bocas se encuentran, encajando una con otra. Se besan largo y tranquilo. Disfrutando de la sensación del otro contra si mismo. En un momento determinado se quedan tan solo abrazados. Dani deja caer sus brazos y tomando la mano de Leo lo acerca a la cama.
- Dani. - una vez que ya están acostados. La espalda de Leo contra el pecho del moreno. Uno de los brazos de Dani rodeando su cadera, entrelazando los dedos con su mano.
- Mmm… -
- ¿Por qué estás celoso de Cesc? - le siente tensarse. Pero no le responde. - No creo que sea por tu posición. Gerard cree que ese es el problema. Pero yo se que no.
Se queda callado. Esperando una respuesta. Dando tiempo a su pareja para poner en orden sus ideas… más aun, sus emociones.
- Yo no estuve ahí ¿Vale? - finalmente se rinde. - Antes, contigo. Con Gerard y Sergio, ni con… no conozco a Cesc. Se que ustedes le quieren, pero no lo entiendo. ¿Por qué le quieren aquí? Es bueno. Pero nosotros tenemos a Xavi, a Andrés y los chicos de la Masía. Como equipo ¿de verdad le necesitamos?
- El es uno de los nuestros, - susurra Leo.
- Eso no es cierto. El club le dejó marchar. Porque no le necesitaban. No podían ofrecerle un lugar porque estaba ocupado; y sigue estándolo.
- No comprendés. El jugar en el Camp Nou, el recorrer el túnel, chocar palmas con Xavi y Puyi. Tener a Pep dirigiéndonos. Nosotros crecimos con eso. Crecimos deseando, soñando llegar aquí. - las manos de Leo rodean su extremidad, presionando con fuerza. - El no verle en el campo junto a nosotros… el no verle en el medio centro, en su lugar habitual durante las categorías inferiores…. Yo nunca jugué con el en el primer equipo ¿sabés? Nunca he marcado un gol a pase suyo en el Camp Nou.
- Leo… -
- No Dani. Comprendé. Sergio, Geri, Xavi, David… todos han jugado a su lado. Han defendido la misma camiseta. El mismo escudo. Le han abrazado al marcar un gol, celebrado con el. Yo no… - al chico se le quiebra la voz, Dani está dividido entre el dolor que le causa ver, escuchar a Leo sufrir y los celos por el hecho de que esté hablando del catalán.
- Pero tu…
- Cuando llegamos a la Masía… - le corta, - éramos unos chavales. Queríamos comernos al mundo. Veíamos jugar al primer equipo y soñábamos con estar ahí, con ellos. ¿Sabés cuantos amigos se quedaron en el camino? ¿Cuántos sueños se quedaron sin más? Pero nosotros cuatro, nosotros cuatro peleamos, juntos. Un día nos prometimos estar ahí. Nos miramos a los ojos y nos juramos, che. Que el Camp Nou se pondría en pie por esos cuatro canteranos que lo darían todo por ellos, - para ese momento Leo está llorando, Dani lo gira hacia el y le abraza. Durante unos minutos deja que se desahogue.
- Tu… Leo… tu. - el chico levanta el rostro, con los ojos anegados en lágrimas. - El y tú… - Dani no termina una idea. Pero en medio de su tristeza, de sus recuerdos, sus ilusiones. Leo puede ver el temor en su mirada.
- Cesc es mi hermano, - su voz suena nasal, congestionada. - El Camp Nou es mi familia. Les amo. Si. Pero lo que siento por vos. Eso es único. Nosotros…. ésto… - el pecho de Dani se llena de una sensación cálida. Las palabras de Leo le embriagan de felicidad. Lucha por aceptar eso que le dice el hombre entre sus brazos. Que le quiere. Por encima de todo. Por encima de ese club; de ese equipo, de esa familia, que defiende con uñas y dientes y por quienes lo da todo. Que Leonel Messi, el ser humano más maravilloso que existe, le ama.
Londres, Inglaterra. 16 de Febrero.
5:30 a.m.
Como cada día de partido Dani se despierta antes de que suene su alarma. La adrenalina que lo recorre hasta hacerle cosquillear las extremidades le permite saber que ama lo que hace. Y además le pagan por hacerlo. ¿Qué más podría pedir?
Al sentir el movimiento a su lado, confirma lo que ya sabe: Es feliz.
Las decisiones que ha tomado a lo largo de su vida no han sido fáciles. Dejar a su familia en Brasil, siendo apenas un adolescente, más bien casi un niño. Tomar la decisión de ir por un rumbo distinto, tan alejado de todo lo que estaba acostumbrado. Acoplarse a un idioma nuevo, distinto al que ha hablado toda la vida. Subsistir bajo un clima tan diferente al suyo. Pero todo ha valido la pena. Todo.
Se incorpora con cuidado para asomarse a la ventana, entreabre la cortina. Observa el paisaje aun oculto por la oscuridad de la madrugada del país. Está nervioso, como antes de cada partido. Abajo, en la calle, empieza a ver el movimiento de los trabajadores del hotel. Los sonidos de algunos autos rompen con el silencio del exterior, cada vez que un coche se acerca al edificio, un ligero has de luz le alcanza.
6:30 a.m.
Leo abre los ojos. Tarda unos minutos en ubicarse. Está en un hotel. Previo a un partido de Champions. Voltea a su derecha y ve el otro lado de la cama matrimonial vacía. Cierra los ojos y agudiza su oído, escucha el agua correr en la regadera.
Estira las piernas y extiende los brazos a los lados antes de incorporarse. Le recorre un escalofrió a pesar de que el clima de la habitación está tibio, gracias a la calefacción. Se acerca a la orilla del colchón para ponerse las pantuflas. Cuando se levanta, se detiene a la cama de enfrente; donde se supone que dormiría, para abrir su maleta y buscar su ropa de entrenamiento.
La puerta del baño se abre. Dani sale de la ducha, cubierto tan solo con la toalla, atada alrededor de la cintura, tiene otra toalla en los hombros, la toma y se seca el pecho. Leo no puede evitarlo, se relame. Se ha quedado quieto, observándole. Cuando el moreno levanta la vista y le detecta mirándolo, sonríe.
- ¿Listo? - Leo no le responde, no con palabras. Tan solo le sonríe y se acerca a él.
- Listo, - le contesta entonces, pegándolo a su cuerpo y besándole.
Eso, pues ahi está, se aceptan comentarios, sugerencias, etc, etc. Ayuden a mejorar... =) Malves FTW
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