Diálogo entre yo y Él

Jun 06, 2004 02:47


Déjame hablarte de tú, porque tengo una pregunta que hacerte. Olvida por un momento que soy un insignificante e ignorante producto más de tu creación y créete por un instante que estoy a tu altura, que no tienes nada que me haga parecer simple desperdicio o bazofia de la inmensidad que desprendes. Ahora déjame preguntarte algo: ¿Cuándo? Porque ciertamente no me importa si existes o quién (o qué) eres (al menos no creo que eso tenga actualmente una excepcional relevancia), para estas cuestiones imposibles nacieron ilusos que creyeron responder, revelando (inintencionadamente) las traiciones subjetivas de su mórbido subconsciente. Pero dejemos a un lado esas mentes prodigiosas (tal vez inútiles) de alemanes, franceses o españoles que no hicieron más que indagar en un mundo que no ofrecía respuestas, algo tan ingrato como generalmente fueron sus vidas, ancladas en el olvido e incomprensión del ignorante y zafio rebaño que todavía (iluso) cree vivir. Explícame, ahora que sólo estamos tú y yo, ¿cuándo ocurrirá ese momento? No, no me trates como a uno más de ese hato manipulable y endeble ante las palabras de un tirano, de un déspota hipócrita y demagogo que controla sus movimientos, ofreciéndole pastos insípidos como escogido heno afrodisíaco (con altas dosis de baratos estupefacientes). Háblame claramente, como si quisieses que te entendiera, como si lo que fueses a decir tuviese algún sentido, aunque sólo sea entre tú y yo. Sí, no te preocupes, esto quedará entre nosotros, no saldrá de aquí, así que responde. ¿Cuándo nos harás despertar? ¿Sinceramente? Pienso que tus palabras son ambiguas, y no me parece extraño, no. Ya me lo advirtieron antes de venir a verte, pero pensé que me engañaban, esperaba que alguien como tú estuviese por encima de esas aserciones, de esos alegatos vacíos e inherentes de inconexos e inanes conceptos. Ya te he dicho que dejases de pensar en mí como simple cuerpo y alma absurdos y banales, porque realmente creo que este bizantino diálogo no es más que una pérdida y quebranto irreparable del tiempo. Sí, es cierto, no me percataba de que el tiempo para ti no es una dimensión finita. Así es que los siglos para ti no han sido sino una continua burla. Y finalmente… ¿qué me has revelado? No, no respondas ahora, puedo hacerlo yo: nada. Bien, seguiré durmiendo en mi raquítico e intranscendente lecho, adoptando una (ya placentera -o cuando menos ignorante-) insalubre y deletérea postura, hasta que tu sonora carcajada me haga despertar y me tire del catre en el que descanso. Tengo sueño. Mañana hablaremos.
Previous post Next post
Up