May 26, 2004 00:06
Observaba como el fuego me consumía, quemando poco a poco los sueños que me mantenían dormido, inconsciente de la realidad evitada.
Las pequeñas llamas, mezcla de un rojo y amarillo indescriptibles, fascinaban la visión. Eran paradoja constante de mi muerte onírica. El despertar inconfesable de mi adecuada vigilia, que se mostraba maravilloso e impedía mi absurda resistencia utópica.
Las cenizas volaron, llavadas por la flamígera brisa, hacia el olvido, donde nadie pudiese ya encontrarlas, convertidas en arena y polvo y recuerdo de un 1984 que nunca existió.