Músika Independiente. Novel(ita)a.

Sep 05, 2007 07:09

Capítulos 3 y 4; opiniones y comentarios bienvenidos.

MÚSICA INDEPENDIENTE

3

Asueto

Aya observaba la espuma del mar que, lentamente, acariciaba las conchas esparcidas por la playa. Comenzaba a oscurecer, le había pedido a su familia un momento a solas: estaba cansado de tantas visitas familiares en casa de sus padres. Había ido a hacerles una visita, pero no quería que todo el mundo se enterara para que no sucediera lo de la última vez  ( tuvo que abandonarlos a la medianoche porque la casa fue cercada por fotógrafos y reporteros).

El chico caminaba despacio, descalzo, tratando de observar el crepúsculo y de distinguir los colores que el cielo reflejaba en las tranquilas aguas saladas. Su cabeza era un embrollo.

Ishino. No había dejado de pensar en él desde el último día de gladiolos blancos.

Aya no podía estar furioso con Ishino. ¿Cómo podría? El tipo era la persona más increíble del mundo. Al menos eso pensaba el chico. En realidad no encontraba una razón lo suficientemente fuerte para repudiar aquel beso. No había en el mundo un sólo argumento lógico para descartar la posibilidad de que dos personas del mismo sexo se sintieran atraídas físicamente. Es algo muy natural, así que en ése sentido estaba tranquilo. Siempre le pareció que Ishino era un tipo atractivo. Sus ojos negros. Y su voz.

Pero sus palabras, esas sí que lo habían hecho pensar. Aya no podía creerse que él era una especie de “inspiración” para alguien que se hallaba prácticamente en la cumbre y no podía creerse que ese músico de fama mundial considerara sus composiciones como algo “deliciosamente firme”.

Casi se cayó con un montón de troncos dejados a la deriva en la orilla del mar. Prefirió recostarse sobre la arena. Observó el cielo rojizo. Encontró que la vida debía ser menos complicada: El cielo estaba tan hermoso, todo parecía tan apacible. Olía a sal y a plantas marinas. El joven suspiró profundamente. Algo le oprimía el pecho. Eran aquellas palabras de ése hombre terrible.

“Es la corriente....”

Por él, por Tominaga Daisuke, no había podido disfrutar de aquel beso ni de aquellos sinceros cumplidos. Por culpa de ése maldito reportero que le fastidió las últimas tres semanas no tenía el valor para aceptar la invitación de Ishino a participar en un tributo a un famoso director de cine. El músico le había pedido que viajara a Milán, a su estudio, para trabajar en las letras de unas melodías que tenía en la cabeza desde hacía mucho. Quería que Aya les pusiera palabras. Pero el chico no podía responder. Rogó a su representante que inventara algo.

“Ahora mismo está en clase de piano”

“Se encuentra en un tratamiento médico para controlarle la migraña”
“Está muy cansado luego del concierto”

Y Matsui lo retaba, no había dejado de gritarle que era un estúpido por rechazar la invitación. Aya se encogía de hombros: todavía no es tiempo, le decía; todavía no estoy listo.

Oh, pero sabía de que jamás lo estaría.

En verdad, Tominaga Daisuke era un hijo de perra.

Pero oscurecía. El muchacho se levantó aturdido. ¡Se supone que venía a descansar! Se reprendía.

...Y no hago más que recordar lo que dijo ése panda...

Aya bautizó a Tominaga: Lo llamó Panda, no encontró otra forma de nombrar a ése individuo que portaba gruesos anteojos (me recordó las manchas que los pandas tienen alrededor de sus ojos). En realidad Tominaga no tenía para nada la apariencia de un panda. Si Aya se había propuesto ponerle un sobre nombre que le recordara a un animal, sin duda debía ser una pantera (Es delgado, atlético) o un zorro (su rostro es terriblemente armonioso y tiene una mirada tan fuerte...) o una serpiente (es además condenadamente certero y agudo) o mejor aún: un sucio mosquito (es asqueroso, la forma en que me miró de pies a cabeza, la forma en que se burló de mí, la forma en que...)

Aya volvió a tropezar.

Sin duda, Tominaga Daisuke era un maldito bastardo.

Pero, ¡maldición! Ése asunto de seguir con la corriente me tiene harto. Yo no soy un estúpido, no me conoce... le demostraré...  le demostraré que puedo ser mejor que ése montón de imbéciles que salen en televisión y que impresionan a los adolescentes sin sentido crítico.

Se despidió antes de medianoche. Regresó a Tokio. Le prometió a su padre que cuidaría de la salud, le pidió a su madre una lista de las curiosidades que deseaba de Italia.

Pronto, pronto.

Llama por teléfono.

Sonó cuatro veces, a la quinta, Aya estaba a punto de colgar. El valor ya se le había ido entre los dedos.

Pero escuchó la voz de Ishino.

Tragó saliva, por fin conversaría con el músico.

“Es la corriente...”

¡¡¡Al diablo con la corriente y al diablo contigo, Panda ignorante!!!

--¿Moshi moshi? -- (Debe ser Aya, por fin se animó)

--...-- (Ah! es él!!! su voz es inconfundible, aunque sólo diga una palabra...)

--¿Es usted, señor Otani?- (Este chico es más difícil de lo que pensé)

--...- (Soy un idiota, ¿qué le voy a decir?)

--...-(Habla, yo sé que puedes hacerlo...)

---Eh... sí, soy yo... buenas noches, señor Ishino...-- (¡Estúpido! Pudiste esperar hasta mañana para contestar... ¡estúpido!)

--¡Buenas noches! Qué felicidad... por fin ha respondido...-- (Después de llamarte durante tres semanas creo que ya era hora)

--...-(¿Qué le digo? Tengo que justificarme... ah! Ya sé!) - Yo no había podido llamarlo porque estuve de visita en casa de mis padres... cuando estoy con ellos me gusta olvidarme de todo esto... lo siento mucho, espero que no esté molesto conmigo señor Ishino, en verdad lo siento-(¿Me creerá?)

--Entiendo perfectamente, Aya...-- (¿Estará escuchando?)

--¡...! - (¡Me ha llamado por mi nombre! ¿Qué le digo?)

--... - (Creo que sí escuchó)

-- Yo estoy... de acuerdo en.. colaborar con usted... si aún desea que yo...-(No va a querer... hace días que me llamó por última vez, seguramente ya encontró a alguien más para escribir la...)

--Lo deseo más que nada en el mundo Aya, por favor dime cuándo puedes ir a Milán, yo me encargaré de arreglar el viaje. Es un verdadero honor para mí trabajar contigo.-(¿Estás ahí todavía?)

--¡Oh, no! ¡Por favor no diga eso! ¡El honor es mío solamente! Muchísimas gracias por pensar en mí... yo no sé qué decirle... arigato, domo arigato gizaimashita señor Ishino, haré mi mayor esfuerzo. Se lo juro.- (¡Lo juro! ¡Lo juro! Estoy soñando...)

--Sé que lo harás, eres un gran músico y un gran escritor, estoy seguro que no voy a arrepentirme de tenerte para mí... espero que tú tampoco te arrepientas porque haré mi mayor esfuerzo también. Es una promesa.-(¿Escuchaste bien lo que dije?)

--¡...!-(¿Qué dijo? ¿”Tenerme para él”?)

--...-(Creo que sí escuchó)

--...-(¿Y ahora?)

--En fin... imagino que estarás cansado... es tarde, te dejo, espero que me llames pronto para fechar nuestro viaje.-(Necesitas tiempo...)

--Pero yo no tengo sueño señor Ishino ¿está haciendo algo importante?-(¡Estúpido! El señor Ishino debe tener miles de cosas importantes por hacer y lo estás demorando con tus preguntas idiotas.)

--Ahora mismo estoy poniéndote el ciento por ciento de atención, Aya.

--...- (Oh! ¿Es eso cierto?)

--¿Te gusta mucho la pizza? Supe que es tu platillo favorito...

--¿Pizza?... sí, sí me gusta...-(pero no mucho en realidad... esas son respuestas que me sé de memoria...)

ES LA CORRIENTE

--En Italia tendrás todo el tiempo a tu disposición para comer pizza. Milán es un sitio bellísimo, te gustará. ¿Conoces Italia?

--No. Aún no. Sólo Estados Unidos e Inglaterra. No he ido más lejos.

--Pues Italia te fascinará. Es un lugar maravilloso, el sitio perfecto para enamorarse.

--...-(Me duele el estómago)

--¿Te has enamorado alguna vez, Aya?

--...-(Me duele el estómago)

--Yo pienso que estoy enamorándome de nuevo... pero aún no estoy seguro... en fin, me tengo que ir, espero que llames pronto para oírte de nuevo. Necesito verte pronto. Me gustaría mucho besarte ahora mismo, Aya. Duerme bien.

Un zumbido terrible del otro lado de la línea. Ishino cortó la comunicación varios minutos atrás.

Aya tenía dolor de estómago.

MÚSICA INDEPENDIENTE

4

Mini Disc

Daisuke lo estuvo pensando mucho. Tenía dos opciones: éste, o el más económico que se veía discreto. Pero éste tenía más comandos, era más fácil grabar que con el otro barato y discreto. Éste llevaba colores verdaderamente horrorosos pero se podía elegir la manera de grabar, se programaba y listo: música instantánea. La computadora sólo necesitaba de un delgado cable para pasar la información. En cambio el económico y discreto necesitaba de dos conexiones, además se debía programar la computadora y luego programar el aparatito y separadamente esperar a que se comprobara la escritura. El caro y de colores chillones hacía todo eso solo y no había que esperar a que comprobara nada.

Pero estaba carísimo. Aquel gasto fastidiaría sus planes para remodelar el baño. Si compraba el económico pero discreto aún le alcanzaba para cambiar la tubería y reubicar la bañera. Pero si compraba el discreto tendría que pedirle ayuda a Duncan. Y todo el mundo sabía que Duncan era el tipo más pesado del mundo cuando alguien le pedía ayuda con la electrónica. Sermoneaba y se vanagloriaba de lo mucho que sabía.

No, era mejor comprar el caro pero fácil de usar. El baño podría esperar otro mes. Cualquier gasto era mejor a soportar a Duncan llamándolo “ignorante”.

La dependienta lo tuvo esperando durante horas. Le parecía que lo único que debía hacer era registrar el precio, hacer la nota y recibir el dinero, era todo. Y guardar las cajitas en una bolsa negra, pero eso realmente tomaría unos segundos. Sin embargo, la chica lo entretuvo en la caja mucho más tiempo del necesario. Dijo algo de un código, mandó a un chico a comprobar a la bodega. Mientras tanto, Daisuke sufrió un interrogatorio peor  a los que él acostumbraba hacer.

La muchacha le preguntó si estaba casado -no, no lo estaba-, si ése era un regalo para su novia -no, era para él, además no tenía novia-, si tenía mascotas -tenía una gata, pero eso qué demonios podía importarle a ella-, si le gustaba la música pop -no, era lo más ridículo que había conocido en el imperio musical a escala universal-, puesto que había comprado catorce discos de Aya Otani -Bien. Otani era un asunto aparte que él no tenía porqué justificarle a esta chica impertinente-. La chica le confesó que Aya le parecía un ángel, que le recordaba a ésos cachorros de foca que estaban todos cubiertos de una pelusa blanca, tan adorables con sus enormes y brillantes ojos que parecían cuentas de vidrio. Daisuke encontró esa comparación odiosa.

No. Aya Otani parecía más un orgulloso cisne. Un cisne, por cierto, con un temible peinado multicolor.

Se quebró la cabeza desde que le advirtieron que debía ser amable con Aya cuando lo entrevistara. Tominaga había llegado temprano de la rueda de prensa en el departamento de justicia. Lo habían echado de ahí porque comenzó a exigirle al diplomático galo explicaciones acerca del lavado de dinero hecho por empresas francesas en Japón. Después de todo, llamar al diplomático “crepa mentirosa” no era tan ofensivo. Finalmente había obtenido las dos cuartillas que necesitaba para su artículo.

En la oficina se le acercó esta chica de perfil impecable para pedirle un favor. Daisuke se aclaró la garganta. Estaba dispuesto a cualquier cosa por ella. Siempre le había parecido gloriosamente sensual con ésas diminutas faldas de color negro que dibujaban su perfecta constitución. La chica comenzó a hablar. Contemplaba extasiado aquellos labios rojos y brillantes.

No había ningún reportero disponible ése día para la sección de espectáculos en el periódico. Todos estaban cubriendo el evento musical en el Domo de la Academia. Pero necesitaban a alguien para entrevistar al señor Otani.

--¿Otani?-preguntó Daisuke, abriendo mucho sus ojos grises. A la chica le parecía espectacularmente atractivo cuando abría de esa manera sus ojos felinos.

--Sí, Aya Otani, el cantante más importante en estos momentos. ¡Yo debía ir! ¡Desde hace semanas deseaba conocerlo! - se quejaba la chica, sinceramente contrariada. Daisuke odiaba verla triste.

--Dime qué quieres que haga.-la urgió, encantado.

--Por favor, toma mi lugar. Tengo que cubrir la presentación en el Domo de la Academia. Todos tenemos que estar ahí. Hablé con la jefa pero no quiso sustituirme en el evento. Le dije que tú podrías tomar mi lugar allá, pero me dijo que jamás en un millón de años se le ocurriría enviarte a ti al Domo.

Daisuke sonrió. Recordaba las palabras de su jefa:

“Cualquier asunto que tu abordes siempre resulta demasiado polémico para un periódico que sólo busca complacer al lector. No quiero que interfieras en la felicidad de nuestros clientes”

Por eso sólo cubría los eventos políticos y económicos. A veces los deportivos, pero desde que el equipo completo de la selección de fútbol soccer nacional amenazó con demandar al periódico a causa de una grandiosa crítica a su organización, se le prohibió pisar la redacción de deportes.

--¿Estás segura que me quieres entrevistando a tu Otani?-le advirtió a la joven sensual que asentía ansiosa.

--Necesito que alguno de confianza lo entreviste, para que me cuente todo. Por favor, pregúntale si tiene novia, si le gusta el rock americano. Siempre he querido preguntarle si le gusta el rock americano. Nadie le ha preguntado eso nunca.

Asintió, mientras fruncía la boca para detener una risilla burlona que insistía en escapársele.

--Le preguntaré lo primero que me venga a la cabeza, hermosa.-le guiñó un ojo. A la chica le parecía que Daisuke era, además de terriblemente atractivo, espantosamente cínico.

--¿Y tienes algo de él a la mano? Tengo que llegar allá con una idea de lo que hace.

En realidad ya sabía quién era Aya Otani. Lo había contemplado en televisión una vez, en la madrugada, cuando tuvo una época de insomnio. En el canal de videos. Estaba pasando los canales a toda velocidad sin detenerse a considerar realmente las luminosidades en el aparato. Pero en una de sus tantas vueltas por las sintonías por una décima de segundo su mirada se cruzó con la de esa joven figura que observaba melancólica hacia el espectador.

Regresó la sintonía hasta que se encontró con Aya quien interpretaba dulcemente una melodía nostálgica, suave y triste.

El reportero observó como hipnotizado aquellos últimos dos minutos del video. Era Aya caminando entre un enorme campo de flores amarillas, vestido de impecable blanco; sólo llevaba un extraño collar en el cuello, de color negro. Su cabello estaba pintado de amarillo, verde y naranja. Le caía por la frente hasta cubrirle parte de los ojos; cubría su cuello largo y su mirada verdísima a veces escapaba a la del curioso espectador. El viento soplaba fuerte y hacía que su ropa se moviera al caprichoso compás, siguiendo la ola de flores.

Pudo jurar que se trataba de una mujer hermosísima, la criatura más deliciosa que sus ojos habían descubierto. Pero la voz lo desmintió enseguida. Se trataba de un chico que no pasaba de los veinte años, de aspecto decididamente andrógino. Lo comprobó cuando al final del video aparecieron los créditos: el cantante Aya Otani, promoviendo su último sencillo.

Tominaga maldijo al pop japonés. Odiaba toda esa charlatanería de los cantantes que no se decidían por una sexualidad en concreto.

Demasiado Glam, demasiado maquillaje, demasiada brillantina pero poco contenido, nada de profundidad, nada de propuestas. Por eso sólo escuchaba ópera.

Eso es un argumento, eso es una construcción de melodías, de situaciones, de personajes.

Todo el mundo le oía esa frasecita en la oficina y todo el mundo lo enviaba a freír espárragos cuando comenzaba a criticar los gustos del universo conocido. Sólo la ópera merecía un lugar en la historia de la música. Tal vez la música tradicional japonesa era importante, pero definitivamente la ópera merecía el sitio de honor. Respecto al rock y al pop, bien podían desaparecer para siempre, no valían ni un yen partido a la mitad.

Así que, cuando la chica de perfil delicioso le extendió el CD “Aya’s legendary songs”, ya no pudo evitar carcajearse. La chica lo miró con rencor, pero al joven ya no le importó. En la foto de la portada estaba el rostro de este ser indefinido que sostenía una rosa blanca entre los labios. Se veía más joven, el disco parecía sacado de algún bazar de pulgas. El diseño era lo más espantoso que había visto. Tenía unos horribles dibujos de grecas alrededor y el título era enorme con letras desiguales de color violeta.

Verdaderamente era desagradable. Le preguntó a la chica cómo era posible que ella, una mujer tan guapa, se sintiera atraída por este mocoso que más parecía una muñeca de porcelana, en lugar de sentir atracción por hombres fuertes y de aspecto varonil (y no pudo evitar lanzarle a la chica una coqueta mirada que ella prefirió ignorar).

--Tu problema, Tominaga-lo sermoneó-es que tú emites diagnósticos sin revisar a los pacientes. Eres injusto, y no le das oportunidad a las cosas para que te muestren cómo son, en cambio las juzgas sin conocerlas. Eres un tipo de dos colores. No todo es blanco o negro, Tominaga, así que mejor consigue unos anteojos con mayor aumento.

Tomó aquello como un reto. La chica no era tonta después de todo. Por eso llegó a la entrevista puntualmente. Por eso y porque muy dentro de él realmente quería conocer a Otani, fue que se atrevió a oír una canción que eligió al azar para analizar mientras el jovencito se acicalaba en el baño.

La letra era asquerosa. La música estaba bien -para ser pop- pero seguía pareciéndole vacía, no muy elaborada. Y la voz. Nunca había pensado que un chico tan frágil como se veía en la portada del disco, pudiera realmente alcanzar esos tonos. Tenía una voz muy clara y dulce, pero lo que decía con ella era vomitivo.

Y después estaba sentado frente a él y lo miraba curioso. Notó cómo el muchacho se sonrojaba ligeramente. Aquello y la apariencia del chico (el pelo de tres colores imposibles que sólo permitía en las pinturas fauvistas, la chaqueta de cuentas de vidrio, los zapatos de plataforma y la dulzura imposible de aquellos tremendos ojos verdes) acabó por desquiciarlo. Era demasiado para sus nervios. Por eso lo atacó.

Por eso le dijo que era como todos, aunque estaba seguro de que no podía ser así.

Por eso llamó “mamarrachos” a sus melodías, cuando en realidad sólo había escuchado esta canción y una parte muy pequeña de su último sencillo.

Por eso se detuvo cuando escuchó de aquellos labios imposibles, de tan hermosos, que estaba preparando su ingreso a la universidad; por ello detuvo sus palabras hirientes, cuando notó cómo el chico explicaba con los puños apretados lo difícil que le resultaba enfrentarse a gente horrible como él, que le hacían preguntas sin sentido y sin razón, que lo juzgaban sin conocerlo. Por eso le envió el mensaje, por que aquellos ojos brillaban exhaustos, adoloridos.

Tominaga comprendió que Aya no estaba mintiéndole. Por eso se había decidido a invertir el ahorro de la reparación del baño para comprar el aparato de Mini Disc carísimo y de colores horribles y toda la producción del joven cantautor.

Esto era algo que jamás había tenido la intención de hacer por nada ni nadie en el universo conocido.

¿Daisuke Tominaga COMPRANDO pop?

¿Daisuke Tominaga ESCUCHANDO pop?

¿Daisuke Tominaga TARAREANDO pop?

¿Daisuke Tominaga DISFRUTANDO pop?

No.

Sólo era Daisuke Tominaga CONOCIENDO a Aya Otani.

Después de escuchar de un tirón los catorce discos de Aya, se dedicó en cuerpo y alma a LA TRAVIATA.

Músika Independiente, yaoi

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