(no subject)

Oct 05, 2004 23:10

El hombre moderno está actualmente muy cerca de la imagen que Huxley describe en Un mundo feliz: bien alimentado, bien vestido, sexualmente satisfecho, y no obstante sin yo, sin contacto alguno, salvo el más superficial, con sus semejantes, guiado por los lemas que Huxley formula tan sucintamente, tales como: “Cuando el individuo siente, la comunidad tambalea”; o “Nunca dejes para mañana la diversión que puedes conseguir hoy”, o, como afirmación final: “Todo el mundo es feliz hoy en día.”  La felicidad del hombre moderno consiste en “divertirse”.  Divertirse significa la satisfacción de consumir y asimilar artículos, espectáculos, comida, bebidas, cigarrillos, gente, conferencias, libros, películas; todo se consume, se traga.  El mundo es un enorme objeto de nuestro apetito, una gran manzana, una gran botella, un enorme pecho; todos succionamos, los eternamente expectantes, los esperanzados -y los eternamente desilusionados-.  Nuestro carácter esta equipado para intercambiar y recibir, para traficar y consumir; todo, tanto los objetos materiales, como los espirituales, se convierten en objeto de intercambio y de consume.

En el “amor” se encuentra, al fin, un remedio para la soledad.  Se establece una alianza de dos contra el mundo, y se confunde ese egoísmo à deux con amor e intimidad.
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