Fic Navideño para el reto de la comunidad
bones_es . Reglas: palabras obligatorias (Mesa, Muérdago, Monedas); máximo 1.000 palabras; antes del 24 de diciembre.
(Aviso para navegantes: No estoy muy sembrada, pero como dice
sramulder , hay que ser cabezota en esta vida y no darse por vencida... Muchas gracias, amiga.
NAVIDAD AUSTRAL
Existen muchas clases de familia. Por eso existen también muchas clases de Navidades.
No es que aquella Navidad fuera al uso, pero tampoco era extraña para Bones. Bueno, un poco sí por la temperatura que se disfrutaba en Argentina, muy distinta a la de Washington, pero a los habitantes del Hemisferio Sur en general les parecía de lo más normal puesto que en diciembre allí es verano. Y mucha gente, como ella, disfrutaba de una copa en el jardín de su hotel. La cálida brisa hacía que a veces se estremeciera, pero nada comparado con andar con guantes y gorro en aquélla época del año en Washington.
Hacía años que dedicaba sus vacaciones de invierno a colaborar con proyectos de otras universidades, pero este año había decidido visitar el Museo de Arquelología de Alta Montaña, en Salta, Argentina, para ver la exposición única de tres momias andinas de más de quinientos años de antigüedad, las mejor preservadas del mundo. Había sido una experiencia única, fascinantes, enriquecedora... y solitaria. Para paliar la sensación de soledad que se le presentaba desde hacía tiempo, se había trasladado a Punta del Este, en el cercano Uruguay, para pasar unos días antes de regresar.
Lo cierto es que en Washington el panorama, en cuanto a compañía para la Navidad, era más bien limitado: Booth tenía a Parker, Cam a su hijastra, Hodgins se iba al extranjero y Angela tenía planes que no quería compartir con ella y incluían a un desconocido...
Y el caso es que aquella Navidad no le hubiese importado pasarla como la casi totalidad del mundo cristiano: en familia. O por lo menos con quienes consideraba su familia de facto, o sea, sus amigos. Por una vez, le apetecía que hubiese regalos en el árbol (incluso un árbol...), muérdago en las puertas y chocolate caliente la mañana de Navidad. En cambio, disfrutaba de la noche austral con los hombros descubiertos y una copa de martini en la mano. Y la mañana de Navidad se daría un chapuzón en la piscina para combatir el calor. El parecido entre ambas Navidades era por tanto inexistente. Y triste.
Removía el martini con la aceituna . No tenía claro si tomaría otro en la barra o quizá lo pediría en su habitación, para esperar el sueño mientras miraba las estrellas... De pronto, una mano depositó un montón de monedas de chocolate al lado de su copa. Bones no miró quién había sido, pero esbozó una gran sonrisa. Sólo había una persona a la que había contado que cuando era pequeña, Papá Noel le dejaba junto a sus regalos una bolsita de monedas de chocolate. Sólo una persona, y sabía que no se lo había contado a nadie más
-Feliz Navidad, Bones.
Cuando levantó la vista, Booth estaba ahí. Vestía su habitual traje, pero había prescindido de la corbata. Y la Nochebuena cobró sentido y luz.
-¿Qué haces aquí? Estás un poco lejos de tu territorio, vaquero... -preguntó con picardía.
-Bueno -Booth se sentó a su lado mientras tomaba un sorbo de su propia copa-, Parker está finalmente con Rebeca porque a última hora me pidió un cambio, y me encontré solo en Washington. Así que me dije: ¿por qué no hacer compañía a Bones? Las momias a las que va a visitar no serán muy comunicativas, y yo estoy harto de las Navidades blancas... Esto me gusta mucho más.
Bones se rió.
-¿Y no crees que es una locura recorrer más de ocho mil kilómetros para hacer hacerme compañía? ¿O sólo querías pasar calor?
-En absoluto -dijo muy serio-. Es lo más racional que he hecho en mucho tiempo y lo que ahora mismo me parece más lógico. Estás sola, y quería estar contigo.
Ambos se miraron fijamente. Bones sintió un escalofrío, y Booth lo notó.
-Parece que tienes frío -Booth se quitó su chaqueta y se la puso sobre los hombros. Bones pudo aspirar su olor, tan familiar, en la prenda-, quizá debiéramos entrar.
-¿Quieres que tomemos otra copa?
-De acuerdo -contestó él sonriendo-, podemos emborracharnos. Al fin y al cabo, es Nochebuena.
-Había pensado pedirla en mi habitación. ¿Qué te parece?
-Genial.
Mientras se dirigían al ascensor, Bones no pudo evitar en la situación. Se dirigían, juntos, a su habitación. Su mente pensó en las posibles respuestas de Booth, y de entre todas ellas una le despertó un inusual nerviosismo... aunque también provocó una respuesta muy agradable en su estómago.
Cuando entraron, Bones pulsó el botón de su planta. Se mantenían uno al lado del otro, sin hablar, y en un momento dado, Booth cogió el bolso de Bones, lo abrió y sacó la tarjeta de su habitación. Ella no se atrevía a mirarle cuando él se lo devolvió, y cuando las puertas se abrieron, él salió del ascensor. Bones se quedó parada.
-¿Piensas salir, Bones, o...?
-No, ya voy, lo siento.
Se sentía confundida. El se dirigió a la puerta y pasó la tarjeta. Cuando se abrió, ambos entraron. Booth se movió con desenvoltura por la habitación.
-Muy bonito el sitio. Mucho más que mi hotel, todo hay que decirlo.
Bones seguía mirándole desde la puerta.
-Incluso hay muérdago en la puerta. Muy navideño -dijo Booth señalando al techo.
Bones miró hacia arriba y comprobó que había una rama de muérdago justo encima de su cabeza. Booth dejó la tarjeta sobre la mesa y caminó de nuevo hacia Bones.
-Hay que hacer los honores, Bones. Es Navidad.
Y allí mismo, sin pensarlo dos veces, tomó su rostro con sus manos y la besó. Ella respondió abrazando su cintura y luego le miró con pasión contenida.
-Entonces no lo dejes sin terminar como ocurrió la última vez.
Fue la mejor Nochebuena y el mejor regalo de Papá Noel que recibió en toda su vida.