(sn) preludio - tiempo 1/3

Dec 01, 2012 10:16

preludio - tiempo | krisyeol 13kw pg

Es 2010, Seúl es una de las ciudades más hermosas del planeta y Chanyeol está luchando para conseguir su sueño.

Notas: Aviso -- esta historia está basada 70% en rumores y 30% en ficción. Lo único totalmente cierto es el debut de EXO, la existencia de los miembros y las fechas de sus cumpleaños oficiales. También decidí mantener el nombre de Kris por razones obvias.


Lo primero que lo recibió ese día cuando llegó a la sala de entrenamiento de baile fue Kyungsoo con sus ojos abiertos y cara de sorpresa que él asegura que no, que simplemente le gustaba observar el mundo, lo cual él hubiese cuestionado si no fuera porque a veces a él también le decían lo mismo.

La clase empezó con el instructor más malhumorado de lo habitual en esa época del año, el repetitivo «uno, dos, tres, cuatro» que acompañaba al zumbido del bajo de la música que le hacía vibrar levemente las fibras del cuerpo.

Allí las personas nunca eran las mismas. No es que cada día hubiera nuevos aspirantes que eran aceptados, sino que simplemente un día intentabas buscar a alguien y te dabas cuenta de que ya no estaba, su lugar reemplazado por un rostro indiferente y una ligera sensación de angustia en el corazón, porque tú no querías ser el siguiente en abandona. Toda la academia eran rostros, rostros que harías todo lo posible para que te acompañasen el resto de tu vida, rostros que sabías que terminarían decorando los prestigiosos carteles publicitarios de los altos rascacielos del centro de la ciudad, y otros eran rostros que quizás reconocerías un día en el metro de camino a donde sea que tengas que ir. Allí uno podía estar nunca seguro de su futuro, ni los que aparentemente ya habían alcanzado la cúspide.

Por eso el ver a una cara tan sólo ligeramente familiar no debería haberle sorprendido, pero lo hizo. Porque esa vez el nuevo integrante de su clase era alto, tan alto como él o quizá incluso más. Y eso no ocurría siempre en la más o menos ordinaria vida de Park Chanyeol.

* * *

Recordaba a la perfección los primeros días después de pasar las audiciones y entrar en el programa de entrenamiento. La embriagante ilusión de tener su sueño finalmente un paso más cerca, la incredulidad al ver por primera vez las instalaciones, las incontables salas y los dormitorios, todo un mundo de posibilidades esperándole. Y el pesado golpe de la realidad, las incontables horas de práctica, los impasibles e inmovibles instructores, los fríos compañeros. Allí cada uno se preocupaba por lo suyo, nadie se paraba a ver cómo estabas. Fue duro. No sabía con quién hablar, con quién intentar ser amigo.

No se le daba demasiado bien el recordar caras, pero su primer encuentro con el alto sí lo recordaba. Fue en uno de esos muchos días de prácticas, cuando andaba por los pasillos de una clase a la siguiente. Estaba sumido en sus pensamientos cuando, por alguna razón, levantó la vista del papelito con la letra de la canción que se estaba aprendiendo. Y lo vio. Lo más curioso fue que sus ojos se encontraran al mismo nivel, sin tener que mirar hacia abajo. Y después estaban, por supuesto, sus rasgos. Porque su cara no era la típica estética que la compañía buscaba de facciones finas, ojos grandes y nariz pequeña, sino todo lo contrario. Su fuerte mandíbula, gruesas cejas y curiosos labios le daban un aire único. No atractivo, pero tampoco feo.

El encuentro con el chico alto no le entusiasmó demasiado. La altura era su rasgo característico (“aparte de tu sonrisa de loco”, opinaba Sehun) y la existencia del otro, en su mundo, no significaba más que competencia, otra persona más contra quien luchar en esa cursa donde tan pocos salían victoriosos.

No se lo volvió a cruzar más y eso en su manera le dio esperanzas; sus padres no necesitaban nuevas razones por las que dudar de su decisión de entrenar en SM y de volver su pasatiempo en el objetivo de su vida.

No se lo volvió a cruzar más… hasta ese día bochornoso y amenazante con lluvia de una tarde de invierno.

* * *

La clase de baile duró tres horas. Chanyeol se esforzó, repitiendo los pasos múltiples veces entre canción y canción para re-memorizarlos, mirando fijamente su estabilidad, los ángulos de sus extremidades en el reflejo del espejo y contando interiormente los pasos y los compases de la música.

Uno, dos, tres, cuatro.

La altura le daba suerte en todo menos en coordinación, y por consiguiente, el baile. No fue culpa suya cuando sin querer en un giro de cuerpo entero acabó con demasiado fuerza y dio un traspié hacia delante, casi perdiendo el equilibrio. Pero el fallo ya lo había cometido, y eso significaba una hora extra de práctica. De hecho era una hora extra por cada error en la coreografía.

La clase terminó sin que se volviera a equivocar y los aprendices recogieron sus cosas, dirigiéndose a sus siguientes clases. El día a día del aprendiz era muy largo. Kyungsoo le dedicó una mirada compasiva en cuanto se le acercó.

―Ánimos. Yo me voy a practicar canto en las salas.

Chanyeol gruñó por lo bajo y cogió la sudadera de la barandilla. La vida era fácil para alguien con una voz tan impresionante como la suya y sus continuamente mejorando técnicas de baile.

Kyungsoo soltó una carcajada ante su reacción, y juntos se dirigieron a las salas de práctica. Eran distintas de las de instrucción. Más pequeñas, con el equipo más rudimentario. Kyungsoo entró directamente en un cubículo que encontró libre, dejando solo a Chanyeol, que tenía que esperarse a que terminaran las clases de la anterior sesión para poder entrar. Sólo una hora.

Estaba ensimismado en su mundo, escuchando música con los auriculares, cuando vio movimiento en su periferia. Otros alumnos que tenían que quedarse como él, sin duda. Pero lo que le hizo volver la cabeza fue ver al chico alto también allí, esperando. Realmente imponía con su altura, aunque el chándal que llevaba fuese todo menos impactante. Su expresión, eso sí, permaneció inmutable.

Entraron en clase y Chanyeol pudo observar no sin un poco de curiosidad que el otro también era poco agraciado en el baile, y se encontró comparándose con él, intentando ser mejor, intentando superarle. A su opinión, no fue demasiado difícil.

Ya verás, pensó.

* * *

El tiempo no se detenía para aquellos que no sabían apreciarlo. Parecía que fuese hace ayer cuando el renombrado proyecto de grupo M1 se formaron. Ayer cuando salieron rumores, nombres, suposiciones de grupos y estilos y los positivos y negativos sentimientos que siempre acompañan a ese tipo de eventos. Ayer cuando el grupo cambió de miembros. Pero la única realidad era que el día anterior eran nueve. Y ese día, eran cinco.

Desde ese entonces, el chico había acudido siempre a las mismas clases de baile que Chanyeol. Nunca se habían dirigido la palabra, aunque era una cosa normal entre aprendices, y a ninguno de los dos realmente le importaba.

Cuando llegó a clase lo recibieron rostros agotados, con ojeras debajo los ojos y la piel cubierta por una fina capa de sudor que brillaba marcadamente por culpa de las luces del techo. Y allí, destacando entre todos gracias a su altura y, por supuesto, su porte, estaba ese chico. Sus miradas se encontraron durante un instante.

Por los altavoces se escuchaba la canción que estaban bailando esos días en clase de baile, la que Chanyeol aseguraba que podría cantar incluso estando dormido.

Aunque fuese poco tiempo, a Chanyeol se le hizo eterno. La rodilla no paraba de dolerle cuando la apoyaba el pie en el suelo. Él intentó ignorarlo y clavar ese dichoso paso después de levantarse del suelo.

Al terminar la hora del suplicio ―el chico alto se quedó, pero― se encontró con que Sehun le estaba esperando en el banco fuera del aula.

―Tengo hambre, hyung ―A Sehun le encantaba la comida de su madre, y ella lo adoraba, así que era casi como su hermano pequeño.

Un hermano pequeño con mucha suerte, tendría que añadir, viendo cómo los otros alumnos miraban a Sehun con envidia. Él pertenecía al grupo M1. De hecho era uno de los que había sobrevivido esa vez.

No pudo evitar sonreír viendo al pequeño con su característico ceño fruncido. Pequeñas cosas como esa hacían que se olvidara de que la rodilla le dolía desde hacía un par de días y que su voz últimamente estaba un poco inestable debido al estrés.

* * *

Siempre había algún artista en el edificio, ensayando. Razón por la que siempre había fans fuera, esperando ansiosas la oportunidad de ver a sus ídolos durante esos bendecidos diez segundos que tardaban desde la puerta hacia su vehículo de transporte. Pero nunca había tantas fans como las había los días del concierto de SMTOWN en la capital.

Chanyeol intentó hacerse paso entre la enorme multitud que cuchicheaba en idiomas extraños. En sólo unos momentos las fans se dieron cuenta de que era uno de ellos, un privilegiado que podría entrar mientras ellas se quedarían fuera. Sintió las miradas, los ojos calculadores que intentaban descubrir si habían visto su rostro en algún videoclip de la compañía, y al quedarse con la negativa pasaban a evaluar su valía como estrella en el departamento de apariencia física. Chanyeol pasó su tarjeta por el lector y entró tan rápido como pudo. Al otro lado se encontró cara a cara con Jongin.

Jongin era un alumno especialmente conocido. Era sabido que él era uno de los mejores bailarines que mantenía SM codiciosamente bajo su programa de entrenamiento. Incluso con su joven edad era uno de los aprendices con mejor físico, y para colmo su mejor amigo era Taemin de SHINee. Además, pertenecía al grupo de M1 con Sehun. Chanyeol aún no había oído nada, pero estaba convencido de que seguía en él. Si no, en ese momento no estaría allí, sonriéndole con su irritante media sonrisa de auto-suficiencia y ojos brillando con burla al ver a Chanyeol huir de las fans con cara de pánico.

Saludándolo con un quedo “Buenas”, salió corriendo hacia el aula de canto. Bueno, de rap. La voz de Chanyeol era tan grave ―otro de sus puntos fuertes de los cuales Chanyeol estaba muy orgulloso― que no servía para el canto, pero que lo hacían destacar enormemente en el rap. Cuando llegó al aula los instructores ya estaban todos allí. El chico alto también.

Habían coincidido en las clases de baile, pero esta era la primera vez que coincidían en las de rap.

En esa docencia cada alumno tenía su estilo, y aunque se intentaba conservar el propio de cada uno, a Chanyeol le gustaba comparar técnicas. Por eso levantó la cabeza de golpe cuando oyó un inglés impecable salir de la boca de uno de los alumnos. El chico alto. Por supuesto que sí. Por sus facciones estaba claro que no era coreano, pero ahora había dejado claro que era de Estados Unidos.

Por suerte él no era el único con la boca abierta. Cuando les tocó su turno todos los otros alumnos mantuvieron su dignidad recitando sus líneas, pero lo cierto es que habían quedado deslumbrados por el carisma del nuevo integrante de la clase. Chanyeol decidió que no era posible que alguien fuera así de perfecto; buen físico, carisma, idiomas. No.

No tardó ni un día en descubrir que ese chico era todo menos perfecto. En las clases de baile hacía más errores que él, y a su parecer sus movimientos eran muy torpes. Y ese mismo día en clases de rap tuvieron que practicar una canción en coreano, y su coreano era… peculiar. Parecía como si arrastrase mucho las sílabas. Chanyeol hizo lo posible para que no se le notara la sonrisa de victoria que curvaba sus labios.

Sin darse cuenta, empezó una especie de competición con el alto. Una competición que estaba seguro que ganaría. Porque él era, al fin y al cabo, Park Chanyeol.

* * *

Si no fuera porque hacía tiempo que Chanyeol había dejado de creer en las coincidencias, habría jurado que esos días se encontraba al chico extranjero por todos lados.

Los sábados eran dedicados intensivamente al ensayo, pero siempre tenían una hora por la tarde que aprovechaban para jugar a baloncesto. Él fue hacia allí contento, haciendo crujir sus doloridas espaldas cuando escaneó la pista para sospesar aliados y rivales y vio al chico extranjero jugando con ellos.

No pudo evitar la mueca que se instaló en su rostro. De acuerdo, se lo encontraba en las clases, ¿pero aquí también? Enseguida se unió a su equipo, otros aprendices con los que siempre había coincidido estos momentos de descanso. El otro chico era del equipo contrario.

Chanyeol, habiendo hecho el estirón temprano, había usado su altura a su ventaja y se había unido al equipo de baloncesto de su antiguo instituto y durante unos años se había dedicado únicamente a ese deporte. En esos momentos, en la cancha de detrás del centro de entrenamiento, esperaba usar esa ventaja a su favor. Pero él fue el más sorprendido cuando vio cómo el chico, que había pasado a marcarlo, recibía todos sus ataques y fintas con gracilidad e incluso llegaba a burlarlo en algunas ocasiones.

La guerra había empezado.

No recordaba haberse esforzado tanto en ganar un partido. Pasó lo que le quedaba de la hora de descanso superando y siendo superado en una mezcla de frenadas bruscas, gritos de apoyo y el rítmico rebote de la pelota.

En realidad nadie seguía la cuenta de las canastas, por lo que no podrían decir exactamente quién ganó, sólo que el partido había estado igualado, con los dos altos como personajes principales de este.

Y así se solidificó su competición. Pasaron un tiempo que fue sólo compartir clases y horas de descanso, lanzándose frías miradas por encima del hombro y compitiendo abiertamente en los partidos de baloncesto. Su rivalidad no llegaba hasta el punto en que sus instructores les tuvieran que dar un toque de atención, pero sí para que todos los alumnos supieran de ella. De hecho era entendible. Nacionalidades aparte, ambos tenían las mismas ventajas y desventajas.

* * *

El anuncio de que tendrían que empezar a practicar los dos juntos les sorprendió a ambos, aunque a opinión de Kyungsoo no era nada raro e incluso ya tardaban. La explicación oficial era que querían probar qué tal sería su combinación, y que seguramente actuarían juntos a finales de semestre.

Su “combinación” era el motivo por el cual se encontraban los dos, solos, esperando a que les tocara su turno en el aula de ensayo un domingo a primera hora de la mañana. Simplemente perfecto.

Ambos estaban esperando sentados en el banco, Chanyeol haciendo todo lo posible para ignorar la existencia del otro con Don’t Don a tope de volumen sonando de su mp3 mientras intentaba que la aguja del reloj de los segundos avanzara más lentamente. No hubo suerte.

Su turno llegó, pero el tenso ambiente no mejoró una vez dentro la sala. El extranjero tosió quedamente para romper el silencio, aunque el sonido pareció ensordecedor.

―Chanyeol, ¿verdad? ―preguntó con los ojos puestos al papel con la letra de la canción que tenían que ensayar, levantándola para dedicarle una breve mirada.

―Sí. ¿Tú? ―sabía que en algún momento alguien le había dicho su nombre, pero ahora por más que lo intentaba no le venía a la cabeza. El otro lo miró con cara de incredulidad. Habían estado ensayando juntos durante más de dos meses. A la cual Chanyeol no le dedicó i un solo pensamiento, endureciendo la mirada y apretando firmemente los labios.

―Kris ―dijo solamente.

―Kwiss ―repitió, intentando imitar la complicada fonética del idioma.

―No. Kris. Como “kr-is” ―repitió, dibujando caracteres imaginarios en el aire.

―¿Estás insinuando que mi inglés es malo? ―le lanzó, desafiadoramente. Vale ya con la dichosa tensión. Había algo en Kris que lo sacaba de sus casillas.

―Estoy insinuando que deberías dejarte de estupideces y centrarte en la tarea en mano ―había autoridad en su voz.

―¿Me estás llamando infantil?

―No expresamente, pero si sigues comportándote así entonces quizá sí que estos dos años representen una diferencia.

Chanyeol apretó los dientes con fuerza para no contestarle y volvió su atención a la letra. Y pensaba que su aversión al chico ―Kris― no podía empeorar. Se recostó contra el respaldo de la butaca y soltó un áspero “tú primero”.

Por suerte el sentimiento de irritación presente en ambos chicos desapareció en cuanto se centró en la canción. Más aún fue cuando empezaron a armonizar sus voces y vieron que ciertamente hacían una buena combinación.

Y aunque Chanyeol quisiera negarlo, entre prácticas, horas y horas ensayando hasta que casi se vuelven afónicos, entre botellas de agua y resbalones en el suelo, espejos y toallas y canchas de baloncesto, su enemistad con Kris empezó a desvanecerse.

* * *

Finalmente llegó el ansiado día del festival de alumnos. Éste consistía en un evento privado que se hacía un par de veces al año donde todas las distintas agrupaciones de aprendices hacían una actuación. A SM eso le servía para hacer una demostración del talento que llegaba a poseer. A los aprendices les servía para embriagarse con los escasos minutos que tenían en el escenario.

Chanyeol se había mentalizado a consciencia, se había dicho a sí mismo que no tenía sentido ponerse nervioso infinitas veces. Sería una actuación más delante de sus compañeros de clase, saldría simplemente a hacer lo que siempre le había gustado. La propia consciencia no siempre sirve; a Chanyeol los nervios se lo estaban comiendo vivo.

Estaban entre bastidores esperando su turno con los nervios a flor de piel sentados con otros aprendices cuyas actuaciones darían lugar en los próximos minutos.

Chanyeol estaba que no se aguantaba a sí mismo de lo nervioso que estaba, así que sacó el mp3 de la mochila para que la música le distrajera el tiempo que quedaba antes de que fuera su turno. Entre maniobra y maniobra para desenredar los auriculares, vio que Kris, sentado justo a su lado, estaba rígido y sin hacer nada. En un impulso, le ofreció uno de los auriculares. El otro lo miró, sorprendido, pero aún así lo aceptó. Chanyeol buscó en su lista de canciones favoritas ―saltándose descaradamente la que tenían que interpretar ese día― decidiéndose por una de Outsider. Le gustaban sus canciones. Aunque fuera todo un reto cantarlas, le gustaba el frenético ritmo de la sucesión de sílabas. No le daba tiempo a pensar en nada más que no fuera la canción.

―¿”Solitario”, de Outsider? ―inquirió Kris a los pocos segundos.

―Sí. ¿Lo conoces? ―Chanyeol estaba sorprendido. Outsider era moderadamente popular en Corea, pero dudaba que fuera mucho más en el extranjero.

―Por supuesto ―le contestó, la burla evidente en su voz.

Resultó ser que Outsider era uno de los raperos preferidos de Kris. Coreanos, remarcó. Le contó que cuando vivía en Canadá (¡Canadá! Chanyeol había asumido automáticamente que era de Estados Unidos, pero por lo visto no era así) le gustaban también otros raperos americanos, los cuales mencionó pero Chanyeol se perdió al tercero, incapaz de reconocer los nombres con el perfecto acento de Kris.

No pudo evitar notar cómo el rostro se le iluminaba a Kris casi imperceptiblemente mientras hablaba de sus artistas favoritos y realmente no fue culpa suya cuando una sonrisa se apoderó de sus labios. Normalmente la única expresión que conseguía de Kris era su típica seria, cejas fruncidas y todo. El cambio le sentaba bien.

Siguieron hablando de raperos, de canciones y de música en general, de cualquier cosa que les distrajera y les evitara pensar en lo que les esperaba en cuestión de minutos, Chanyeol supliendo fácilmente las palabras de vocabulario que le daban más guerra a Kris.

Su conversación fue interrumpida por una ronda de aplausos especialmente fuerte e inmediatamente entraron a la sala Sehun, Jongin, Yixing, Kyuwan y Moonkyu. Los M1. Estaban sudados y sonrientes, y en ese momento a Chanyeol le parecieron auténticas estrellas. Brillaban.

Enseguida fue hacia Sehun. Jongin estaba a su lado, jadeando después del esfuerzo. Desgraciadamente no había podido ver su actuación, pero realmente no necesitaba haberlos visto para confirmar que lo habían hecho genial. Kris, por su parte, se dirigió a Yixing y empezó a hablarle en chino. Había que reconocer que el idioma era curioso y a Chanyeol le hubiera parecido interesante si no fuese porque hablaban a la velocidad de la luz.

Al cabo de unos momentos tuvieron que marcharse para evitar llenar la sala, y Kris les acompañó a fuera para poder hablar más con su compañero chino. Razón por la cual Chanyeol se quedó allí, solo, con sus pensamientos como única compañía. Decididamente una mala idea.

Segundos más tarde se encontró yendo de un lado para otro del estrecho recinto mientras escuchaba con nerviosismo la música de un grupo de tres chicos que hacían una actuación con estilo de baile poppin’. Uno de los aprendices que también estaba esperando su turno estaba a punto de decirle algo cuando Kris entró de nuevo. Al ver a Chanyeol en ese estado, se acercó a él y le dio un par de palmadas en la espalda amistosamente.

―Tranquilo. Todo irá bien ―intentó reconfortarlo.

―Es muy fácil decirlo ―le reprochó. Como si no lo hubiera intentado ya.

―Exactamente ―esta vez su voz era más floja, cosa que hizo que Chanyeol se girara para mirarle. Tenía la mirada fijada en los que estaban actuando en ese instante. ¿Quizá…? ¿Quizá Kris, debajo esa apariencia de tranquilidad, también estaba nervioso?―. Simplemente intuyo que es mejor aparentar serenidad en vez de salir corriendo por la puerta que está sólo a tres metros a mi derecha.

Y, con eso, cogió a Chanyeol del brazo y lo empujó suavemente hacia el escenario donde ahora sólo se oían aplausos, y Chanyeol no pudo evitar soltar una carcajada ante la inverosímil que era la situación.

Así que fue con una sonrisa que subieron al escenario, que se colocaron en sus posiciones y dejaron que la música sonara durante unos segundos antes de empezar a hacer que sus voces llenaran el escenario.

Las cegadoras luces que los enfocaban desde todos los ángulos le daban un toque más surrealista. Les impedía ver al público, pero al mismo tiempo los transportaba en otro lugar, un lugar donde sólo existían ellos dos, y la música.

Les salió mejor de lo que ambos esperaban. El público era muy responsivo, con aplausos, gritos y coros. Se notaba que la audiencia eran los mismos que después tenían que subir al escenario; sabían lo mucho que significaban sus pequeños gestos de apoyo.

La canción escaló en ritmo, a punto de llegar a su punto álgido, con las voces de Kris y Chanyeol mezclándose en una combinación hipnótica.

Llegaron a una parte muy difícil de la pieza que siempre causaba problemas a Chanyeol por el rápido enlace de sílabas, que gracias a dios terminó perfectamente. Orgulloso, sin parar de cantar sus líneas, miró a Kris, que a su turno le estaba mirando con una de esas raras sonrisas en él. Kris levantó una mano, y él no dudó en chocársela con su grande sonrisa, sólo para volverse e ir hacia el público, indicándoles que les animaran aún más fuerte, conquistándolos con su risueña actitud.

Ambos terminaron la actuación con ojos brillantes y sensación exhilarante, respirando con fuerza pero sonriendo. Los aplausos se hicieron ensordecedores cuando se acercaron para hacer la reverencia. Chanyeol se percató sus instructores situados a un lado de las primeras filas del público, aplaudiéndolos entusiasmadamente. Se le hizo un nudo a la garganta; no cabía en sí de gozo.

Bajando los escalones del escenario, fue todo lo que pudo hacer Chanyeol para no ponerse a saltar de la emoción, pero sí que dio un abrazo rápido a Kris una vez estaban entre bastidores, riendo y comentando pequeños detalles.

―“Comer el escenario” sería una buena manera de resumir vuestra actuación ―Kyungsoo estaba esperando su turno junto con su grupo de prácticas.

Chanyeol no lo pudo evitar y también lo estrechó entre sus brazos durante unos segundos. Le dio las gracias y lo animó, dándole consejos de última hora ―que básicamente consistían en que no estuviera nervioso― hasta que los coordinadores le obligaron a salir fuera, donde se unió de nuevo a Kris. Su rostro no era un espejo de la enorme sonrisa que tenía Chanyeol; la ligera curva de sus labios fue suficiente.

La gente muchas veces decía que en las actuaciones, fuesen del tipo que fuesen, se crean lazos especiales entre los participantes, como si de alguna manera esa experiencia los uniera. Chanyeol no podría haber estado más de acuerdo.

Se despidieron fuera del recinto, con la euforia aún en sus venas y la ilusión en sus corazones. Estaba andando en dirección a su casa cuando, en un arrebato, se giró y vio a Kris, de espaldas a él, sumido en su propio mundo. Y no sabría asegurar de dónde surgió, pero de repente le inundó la sensación, el sentimiento, de anhelo para saber más del chico de espaldas rígidas, mirada dura y escasas expresiones.

* * *

Los dormitorios eran un lugar que solía evitar los primeros días después de que lo admitieran. Evidentemente no podía escoger habitación ni compañero (y aunque hubiera podido, no hubiera servido de nada ya que no conocía a nadie). Por suerte le tocó Sehun, que había entrado el mismo año que él, cosa que favoreció la amistad de los dos.

Y, aunque Sehun formaba parte del M1 desde hacía un año, no le habían hecho cambiar de habitación.

Convenientemente situado cerca del edificio había una pequeña cafetería que solían frecuentar en días que tenían más tiempo libre de lo normal. Esa tarde sólo estaban Chanyeol, Sehun, Jongin y Moonkyu sentados de cualquier manera en las cómodas sillas con distintas bebidas entre las manos después de una clase particularmente dura.

―El ambiente se está volviendo cada vez peor. Parece como si la crisis afectara directamente aquí también ―comentó Jongin de la nada.

―¿Por qué lo dices? Los instructores siempre han sido igual de estrictos ―preguntó Sehun, pensando que se refería a la clase de la que acababan de salir.

―No, hablo de los alumnos. Parece que los “resentidos” estén más resentidos de lo normal ―hizo una pausa, haciendo una mueca―. Justo ayer tuve que rescatar a Yixing de una panda de esos. Un poco más y le hacen una cara nueva.

―¿Qué? ¿Por qué querrían pegarle? ―exclamó Chanyeol, atónito. Por las pocas interacciones que había tenido con el chico había visto que era muy buena persona, humilde y centrado.

Jongin estuvo unos segundos pensando antes de responderle.

―Es… común que los aprendices chinos sufran algún tipo de bullying.

Chanyeol era consciente que los aprendices estaban implícitamente divididos en clases. Primero estaban los aprendices que tenían talento y que era más que probable que terminasen por debutar. Luego estaban los que tenían habilidades más o menos regulares, seguidos por los que no tenían talento y eran conscientes que nunca debutarían pero seguían las prácticas simplemente porque no querían enfrentarse al cambio de dejarlo, y finalmente los aprendices chinos. Era sabido que los de esta última categoría no eran demasiado buen vistos por la mayoría, pero no tenía ni idea que llegase a tal extremo.

―Kris es amigo de Yixing… ―musitó en voz alta. La noticia había hecho que se le encogiera el estómago. ¿Y Kris?

―¿Kris? ¿El chico que hizo la actuación del festival contigo? ―al parecer Sehun tenía tan mala memoria con los nombres como Chanyeol.

―Sí, él ―afirmó.

―Es verdad, ¿es tu amigo? Os habéis vuelto casi inseparables desde el festival. Quién lo hubiera dicho, el chico más frío que una piedra con el virus feliz. Aunque no es tan raro si lo paras a pensar… ―dijo Jongin, que ahora se encontraba desparramado sobre la mesa, con la barbilla apoyada en los brazos.

Ciertamente desde entonces se habían hecho bastante amigos, y aunque formaran un dueto de lo más peculiar, físicamente no estaban nada desequilibrados gracias a la altura de ambos.

―En realidad no es tan frío. Quizá no deje ver demasiado sus expresiones, pero se preocupa mucho por todo el mundo.

Todos se quedaron con similares expresiones de “si tú lo dices”, pero no volvieron a hablar del tema. Justo cuando Chanyeol iba a pedir que alguien le comprara algo de chocolate como regalo de consolación por su esfuerzo en clase de baile, Jongin se giró hacia Moonkyu.

―¿Estás bien? Hace mucho que no dices nada ―preguntó con aire un poco preocupado.

Moonkyu estaba más serio que de costumbre, con la mirada fijada en algún punto de la pequeña mesa. Tardó lo suyo, pero finalmente el aludido respondió.

―Me voy ―dijo solamente. Dos palabras, dos inocentes vocablos, que decían tan poco y tanto a la vez. Que podían ser inocentes o descorazonadoras a la vez―. Me marcho. Lo dejo. Esta es… mi última semana en SM.

―No me jodas, Moonkyu ―soltó Jongin, el primero en romper el silencio después de la confesión del mayor.

―¿Por qué? ¿Ya lo has decidido? ―cortó Sehun antes de que Jongin pudiera empeorar la situación.

―Sí, ya lo he decido. Los papeles ya están todos hechos ―exhaló lentamente. Parecía abatido―. No puedo seguir así. Han sido muchos años, y nada. Y sé que aunque nadie diga nada, mis días en M1 están contados. Y mis padres… ―se frotó los ojos con fuerza― Mis padres no van a dejarme en paz hasta que lo deje y entre en la universidad. Ya… ya se han cansado, y yo ya no tengo ánimos para seguir aquí.

Acabó la frase con un hilo de voz. Jongin dio un golpe sobre la mesa y se levantó bruscamente, marchándose del café sin dirigirles la mirada. A nadie se le escapó la humedad de sus ojos.

Sehun le pasó un brazo por los hombros a Moonkyu en silencioso señal de apoyo mientras las lágrimas surcaban libremente por las mejillas del chico, que había vuelto a fijar la mirada en la mesa.

Le dolió mucho la noticia de Moonkyu. Habían estado siempre juntos durante lo que ahora le parecían escasos dos años. Incluso iban al mismo instituto. Ciertamente, él había estado como aprendiz mucho más tiempo que ellos. Chanyeol no podía imaginar cómo debía sentirse en esos momentos. El problema era que, cuando alguien tan cercano a ti abandonaba, hacía que también dudaras de tu decisión, quisieras o no. Esa era la razón por la que Jongin había reaccionado de esa manera.

Jongin era todo un personaje. Era conocido por su sublime baile e hipnóticas expresiones faciales. Decían que no aparentaba su edad. Pero a los ojos de Chanyeol, Jongin no dejaba de ser un niño de apenas quince años a quien le costaba más que a nadie despertarse por las mañanas, que podía pasarse el día enfadado con el mundo, morros incluidos, cuya única ilusión en la vida era el baile. De hecho estaba seguro que a él poco le importaba saber cantar; era más que evidente que había nacido para la danza. Sinceramente el sueño de ser bailarín estaba ya tan interiorizado en él que el que Moonkyu hubiese desistido no le haría dudar su decisión de seguir adelante. Por mucho que lo doliera. Jongin y él habían sido muy cercanos, incluso más que con Sehun.

Sin embargo, la revelación sobre lo de los aprendices chinos lo había estado preocupando toda la tarde. A esa edad no era alieno al tipo de maltrato que personas en esa posición podían llegar a sufrir. Y no podía evitarlo, estaba preocupado por Kris.

Tenía que ir a las aulas de ensayo igualmente, así que una vez llegó allí empezó a buscarlo. ¿Y si era verdad? ¿Y si a él también le hacían bullying? ¿Y si le estaban haciendo algo en esos momentos y por eso no podía encontrarlo?

Su mente ya estaba recreando decenas de escalofriantes escenarios cuando finalmente abrió la puerta de una de las salas de práctica y lo encontró allí solo, bailando, concentrado, al ritmo de la música que sonaba por los altavoces. Al ver a Chanyeol entrar de sopetón, con el rostro sonrojado y jadeando entrecortadamente por haber corrido tanto, se detuvo y fue hacia él.

―¿Estás bien? ―le preguntó, un poco preocupado.

―Sí, sí ―contestó, ya medio recuperado―. Es sólo que hoy me han dicho que algunos aprendices chinos sufrían bullying, y, bueno… No sabía si tú… ―cuando se lo habían dicho se había preocupado mucho, pero ahora le parecía un poco vergonzoso. Tosió nerviosamente. Quizá no habría hecho falta correr.

―Sí. Yixing tiene un par de aprendices que le están haciendo la vida imposible últimamente ―dijo al final, con el rostro sombrío. Estos días había podido ir conociendo a Kris y, a decir verdad, tenía todas las cualidades para ser líder. Desde la calmada personalidad, el sentido de la responsabilidad, hasta la genuina preocupación por la gente de su alrededor. Esas mismas cualidades eran las mismas que hacían que siempre se sintiera tan a gusto en su presencia―. Pero si te refieres a mí, no. Y si algún día ocurriese, creo que podría vérmelas con quien fuese decidir ser un idiota y lanzar su sueño por la borda sólo porque no aguanta la competencia.

Algo se alivió en el pecho de Chanyeol cuando lo oyó. El solo pensamiento que alguien le quisiera algún daño a una persona como Kris… No podía aguantarlo. Aunque ahora que lo pensaba, Kris, con su metro ochenta de estatura y cara permanente seria, no sería que digamos la opción fácil como oponente. No pudo evitar reír de lo irónica que le parecía la situación en esos momentos.

―¿Quieres ensayar el baile conmigo? Igualmente sólo me queda media hora ―propuso justo después, invitándole y dirigiéndose al centro del aula de nuevo.

Y así es como pasaron la tarde, entre movimientos y pasos frenéticos, giros y saltos, descansos y risas mientras uno decía al otro “¿pero te has visto?” con tono acusador cuando fallaban algún paso estrepitosamente.

Con una sonrisa, salieron del edificio más que listos para dar por terminado el día. Estaban discutiendo sobre si un instructor había hecho un error a la hora de enseñarles un baile, cuando los gritos de unas fans que esperaban fuera les distrajeron. Chanyeol se giró justo a tiempo para ver un chico, bajo y de piel muy pálida, pasar junto a él hacia la salida. Era guapo, de acuerdo, pero lo le impresionó más a Chanyeol fue su sonrisa. Por alguna extraña razón, le pareció un ángel. Se dijo estúpido, pero sinceramente había algo que parecía brillar cuando sonreía. Vio cómo algunas fans se acercaban y le daban regalos, rostros encogidos detrás de bufandas y risitas nerviosas.

―¿Quién es ese? ―no pudo evitar preguntar.

―Eh, un poco de respeto. Es tu superior ―lo riñó Kris en broma.

―¿En serio? ¿Lo conoces? ―inquirió, estupefacto. No es que conociese a todo el mundo, pero estaba satisfecho de sí mismo siendo capaz de reconocer a la gran mayoría de aprendices.

―Coincidimos un par de meses en clases de baile. Ya llevaba más de un año cuando llegué yo.

Cuántos años. Sin querer, eso hizo que se acordara de su amigo.

Moonkyu se marchó así, sin más. No hubo fiestas de despedida ni nombraciones especiales durante las prácticas. Ni tan sólo les dijo nada cuando finalmente se marchó de los dormitorios. De él sólo quedaron las viejas fotos en sus móviles y la lejana promesa de llamarles.

* * *

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