Jan 16, 2007 21:52
Capitulo 2: Cambio de ambiente
Al igual que la noche anterior, el mismo sonido horrible del celular la despertó. A penas podía moverse del sueño que tenía. No recordaba haber dejado el celular con alarma, aun que tuviera que despertarse para ir al colegio ya que llegar tarde a él no era un problema de mucha de mucha importancia para ella. De alguna manera se arregló para tomar el teléfono de la mesa sin abrir los ojos y contestó sin mirar quien la llamaba.
-¿Quién es? -preguntó con una impresionante voz de sueño.
-Parece que te desperté otra vez.
Era Kilman. Dana no podía dejar de decirse a sí misma “¿Porqué fui tan imbécil de no ver el indenticador de llamadas?”.
-¿Ahora qué quieres?
-Se nota que vienes recién despertando. Bueno, voy al punto antes de que me mates a mí. Quiero verte ahora mismo. Tú sabes donde.
-¿Para qué? -preguntó la chica ya que no estaba de ánimo para verlo.
-Ven y lo sabrás. Adiós linda.
Cortó.
Abrió los ojos poco a poco para encandilarse con ese enemigo de cada mañana: el sol. Eso esos rayos brillantes que no la dejaban ver iluminaron toda su rutina diaria. Realizó mecánicamente cada acción todavía con sueño. No le agradaba nada la idea de tener que ver a su jefe tan temprano en la mañana porque cada vez que se encontraban generalmente terminaban peleando y no estaba de ánimo para eso. De igual manera sabía que tenía que ir. Ya lista y mientras salía de su casa se quedó en el umbral mirándola. Siempre vacía. Guardaba más secretos de lo que cualquiera podría imaginar. Cerró la puerta y se dirigió a la oficina de ese hombre insoportable. Cada objeto en que posaba su miraba le encontraba otro sentido. Pensaba demasiado. A veces eso se puede transformar en un defecto y ella lo sabía. Pasó un tiempo y se encontró frente a una puerta de lata con una ranura. Sin que la joven hiciera movimiento alguno unos ojos aparecieron por esa ranura.
-¿Quién es? -preguntó una voz de hombre muy grave. Bajó la mirada y vio a la chica. -Ah, eres tú.
La puerta se abrió y entró. Era un lugar familiar. Caminó a través del oscuro pasillo, envuelto en penumbra. Había cosas escritas en las murallas y se podían ver manchas de agua y sangre. Unas cuantas lámparas hacían el esfuerzo de iluminar el lugar. Ya aburrida de caminar llegó a la segunda puerta. La tocó tres veces y su ruido metálico se escuchó por todas partes.
-Pasa -dijo una voz desde el interior.
La habitación era pequeña. Se encontraba en la misma penumbra que todo el lugar. Lo único que se ponía ver era un estante con unos libros viejos jamás abiertos, un escrito con un hombre sentado escribiendo y una lámpara. El hombre dejó lo que estaba haciendo y levantó la vista para ver a su visitante. No era viejo, al contrario, no tenía más de 22 años. Cualquier persona normal habría dicho que era muy guapo pero para Dana él era común y corriente.0
-Siéntate -le dijo amablemente.
Ella lo hizo. Antes que pudiera darse cuenta, el hombre que tenía al frente se apoyaba en su escritorio y le daba un corto y preciso beso en los labios. Se volvió a sentar.
-Te dije que te saludaría como lo mereces -dijo con una sonrisa.
-Que asco. Típico tuyo -respondió la chica con el seño fruncido.
-Nunca es tu corazón el que habla -se rió.
-¿Para qué escuchar algo que no tiene voz? -dijo sin ninguna expresión.
-Cielos, insensible como todos los asesinos.
-No te preocupes, solo lo soy contigo -le respondió con una malvada sonrisa.
-Está bien, está bien. Mejor hablemos por lo que te mandé a llamar. Pues, tendrás que hacer está vez un trabajo un poco diferente -dijo sacando unos papeles de un cajón.
-Habla.
-Te transferiré a una nueva escuela. Ravenwood. Es privada y comienzas en ella mañana. Te necesitaré ahí el mayor tiempo posible.
-¿Y a quién tengo que matar?
-Todo a su debido tiempo. Ya te dije que este trabajo sería diferente. Eres la única capacitada para hacerlo… por tu edad y habilidad.
-¿Y qué es exactamente lo que tengo que hacer?
-Por ahora solo tendrás que socializar… con todos. Quiero que seas amiga de todos. Popular, ya sabes.
-¿Nada más?
-Solo eso por ahora. Bueno, toma -dijo pasándole unos papeles-. Ahí encontrarás todo acerca de ese colegio, tu nueva clase y estupideces así. Mañana alguien te pasará a buscar para llevarte pero no creas que será así todos los días.
-Ni siquiera lo pensé -dijo mientras hojeaba los papeles.
-Bueno, puedes retirarte entonces.
-Con gusto -dijo parándose y saliendo de la habitación tan rápido como pudo.
Su camino a casa fue toda una nube de pensamientos. Podría aparentar que ese cambio no le importaba pero la verdad era que sí. No por el hecho de que dejaría atrás gente que quería o cosas por el estilo, aun que en su antigua escuela sí tenía amigos, pero no de esos de los que uno depende, si no que tenía un extraño presentimiento que en ese supuesto colegio cosas extrañas pasarían. A pesar de que en su posición, referente a su “trabajo”, ver cosas raras a diario no era nada del otro mundo, sentía algo.
Trató de no pensar más en el tema y simplemente dirigirse sin pensar, lo cual se le hacía muy difícil, a su desolada casa. Al llegar fue directamente, como cada día, a su habitación y se encontró con un uniforme de colegio perfectamente doblado sobre su cama. Se acercó a él y lo tomó para examinarlo.
-No puedo creer que exagere tanto con un simple trabajo -dijo en voz alta.
Era lo que sentía. Todos los trabajos que antes había hecho eran tan simples como ir y matar a una aterrada persona anónima que rogaba por su vida. Pero de éste ella no sabía nada, ni una simple pista de lo que tenía que hacer. No podía ser solo ir a un colegio y convivir con gente. Para nada. Muy en su interior estaba ansiosa con que llegara el día el día de mañana y mucho más con matar a esa persona previamente seleccionada para que todo acabara rápido.
historias largas,
quédate conmigo