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[HP] James/Sirius
Es un pacto silencioso entre Merodeadores.
Remus finge no darse cuenta. Siempre se le ha dado bien eso de pasar desapercibido. Quedarse en segundo plano, con un libro abierto sobre las piernas y simular que no ve cuando ellos suben las escaleras intentando no llamar la atención.
No llamar la atención es algo que James y Sirius no hacen demasiado.
[Terminator IV] John Connor/Marcus
-Quiero verle.
Kate niega con la cabeza, y apoya la mano en el pecho de su marido. John Connor intenta incorporarse en la cama de la enfermería. Ya busca con la mirada su ropa, sus botas. La operación ha sido una batalla más, y él tiene que estar listo para la siguiente.
-¿Estás loco? ¡Has salido del quirófano hace nada!
-Quiero verle -insiste.
Y voy a verle, le dice su mirada, firme y decidida. Kate se da cuenta de que ya no es ninguna petición de un marido a su esposa. Es una orden del jefe de la Resistencia a uno de sus lugartenientes.
Kate no se acuerda de la última vez que ha ocurrido eso.
[HP] Rosier/Sirius
La besó en el cuello, en la garganta. Bajó despacio hasta la clavícula. Respiraba fuerte sobre la piel, excitándola, buscando escucharla gemir. Le desabrochó los botones de la camisa, uno por uno, y llegó al borde del encaje del sujetador. No se lo quitó. Aún no. Prefirió mirarla. Tenía cerrados los ojos, los labios entreabiertos, y echaba hacia atrás la cabeza dejando ver el cuello. Fino, blanco, con la arteria palpitante. No gemía aun, no, pero ya jadeaba.
El chico sonrió.
[La espada del inmortal] Manji/Rin
Hacía un buen rato que se había dejado caer en una roca grande que había al lado de la posada, sintiéndose como si no fuera a ser capaz de moverse nunca más. El kimono se le había arrugado en torno a los muslos al encoger las piernas. Las sandalias estaban destrozadas, blanquecinas por el polvo. Las dejó caer al suelo y se frotó los pies. Le dolían muchísimo. Se habían levantado al amanecer y podrían haber caminado unos buenos cinco ryos desde entonces. Daría cualquier cosa por un baño caliente. Daría cualquier cosa incluso por uno de agua fría.
Por favor, que haya sitio en la posada.
-¡Rin!
Manji se asomó a la puerta y la llamó, indicándole que entrase con un gesto de la cabeza.
[Merlín] Uther/Morgana
Las zancadas de Uther Pendragon eran largas, firmes. El tacón de las botas altas resonaba con cada paso en el interior del castillo de Camelot y su capa roja revoloteaba alrededor de sus piernas. Su ceño, ya de natural marcado por la edad y el peso del trono, se arrugó más conforme iba bajando las escaleras de caracol que llevaban a las mazmorras. Había dejado atrás cualquier rastro de ventana y el aire se enviciaba allí abajo, sucio, húmedo.
Vislumbró a los dos guardas en cuanto pisó el último escalón. Eran dos, vestidos con cota de malla, yelmo puntiagudo y el uniforme del color de la grana. Parecían tomarse la vigilancia con demasiada calma. Apoyados en la pared, cortaron la conversación en cuanto escucharon el ruido de pasos, y se envararon al ver quién era el inesperado visitante.
-Señor.
-Abrid la puerta -ordenó, y el que tenía las llaves se apresuró a descolgarlas de su cinturón y obedecer- y dejadnos solos.
[HP] Bella/Sirius
Sirius se había olvidado de respirar.
Tampoco podría haberlo hecho, porque ya no había aire, sino respiración caliente y una lengua húmeda que le presionaba los labios para entrar en su boca. Sabía a vino caro y el adolescente cerró los ojos cuando unas manos furtivas se metieron bajo su camisa, arañando con saña su pecho juvenil; arañando con tanta pasión como los dientes que le mordían los labios.
Escuchar a Bellatrix jadear contra su oreja era un delirio; una de esas lejanas fantasías, de las que no se había permitido contar ni a su mejor amigo.
[HP] Una navidad con Rosier
Aquella Nochebuena de 1979 no sería precisamente recordada por su espíritu navideño. Cuando un ciudadano de a pie la recordaba siempre empezaba diciendo lo mismo. Voz baja, como si se resistiera a contarlo. Fue una noche oscura, sin luna ni estrellas. Y hacia un frío espantoso. Parecía un cuento pero no lo era, y nunca se lo contarían a ningún niño.
[HP] Rabastan/Bella
-¿Recuerdas el pelo rosa de Lucius?
-Oh… ya. -Rabastan puso cara de circunstancias. No recordaba tres semanas tan largas como aquellas en toda su vida-. Bueno, te queda mejor que a Lucius.
Bella arqueó las cejas e hizo una mueca con los labios. No pareció hacerle demasiada gracia, así que el Slytherin borró la sonrisa rápido.
-¿Por qué no me has dejado?
-No merecen la pena. -Rabastan se encogió de hombros, mirándola de soslayo-. Al menos eso dice mi hermano.
-Deberías dejar de escuchar tanto a Rodolphus, joder -protestó, y le cogió del antebrazo para que la mirase a los ojos-. ¿Qué crees tú?
[Deadwood] Joanny/Flora
Joanny se siente de repente vieja, muy acorde a ese repugnante pueblo. Piensa que el maquillaje le resalta las arrugas, que sus ojos están apagados y su sonrisa muerta. Los tirabuzones le parecen demasiado artificiales. Mientras se miran en el espejo, siente un horrible deseo de arrancarse el ornamentado vestido y dejar de fingir.
En Deadwood no hay mucho donde comparar, pero diría que el pelo rubio de la joven tiene el color del sol, cuando pega fuerte al medio día y uno es incapaz de elevar la vista. Su piel es tersa y suave, de niña bien, aunque el hermano tenga toda la pinta de haberse llevado todos los golpes duros del viaje. Flora viaja como una señorita, y la verdad que no le extraña nada que Sai quiera verla en su salón.
[HP] Rosier
Apenas empezaba a insinuarse el amanecer de lo que sería un día encapotado y lluvioso, pero había una zona del Departamento de Cooperación Mágica Internacional donde ya había gente.
Rosier bostezó sin molestarse en taparse la boca, reclinándose hacia atrás en su silla de plástico negro y subiendo los pies sobre la mesa. Ese día tenía trabajo, uno ciertamente particular, pero no podría empezar hasta que viniese alguno de sus compañeros.
Fijó su mirada, de un azul demasiado pálido para resultar agradable, en la puerta cerrada del despacho de su jefe. Al cabo de un instante sonrió, volviéndose a echar hacia atrás y cerrando los ojos.
Si él tuviera la mujer que tenía Lestrange, no iría a trabajar tan temprano.
[El etrusco] - Mika Waltari
-El mar está en calma.
-Mi estómago no.
Esbocé una sonrisa al escuchar la grave voz de Dorieo, tan débil que parecía estar muriéndose. Todo exageraciones. Un poco de marejada no se llevaría al Hades a ese espartano descendiente de Hércules.
-Corre una suave brisa -dije, apoyándome en el umbral de la puerta-. El cielo está tan despejado que se puede ver a los mismos dioses.
[Dragonlance] Kitiara/soldados
Las escarpadas cumbres de las montañas de Dargaard se perdían al Norte, afiladas y tétricas, guiando a los pocos viajeros que estuvieran lo suficientemente locos como para querer irrumpir en aquellas tierras. Era terreno seco, duro e inclemente. Maligno. Nadie iba por allí si podía evitarlo.
Al final, rompiendo bruscamente la montaña, estaba aquella mole de piedra negra, cimentada a base de maldiciones y sangre élfica. Aparentemente tan muerta como todos sus ocupantes.
O casi todos.
Kitiara atravesó el patio delantero a amplias zancadas, dejando atrás el vestíbulo del que había salido. Levantó la vista al cielo: despejado y sin una nube. Una ráfaga de aire frío le revolvió los rizos. Por ella habría dormido al raso, pero rechazar la hospitalidad de Lord Soth no habría sido una buena idea.
[Phoenix Wright] Phoenix/Miles
Phoenix Wright vuelve a casa. Lleva el paso ligero de quien disfruta de un paseo agradable. Silba, suave, y está tan despreocupado que ni se da cuenta de que la melodía que hace sonar se parece demasiado a la canción del famoso Samurai de Acero. De haber estado Maya a su lado se lo habría hecho notar nada más escuchar las primeras notas, y se habría reído, pero la chica hace unos días que se marchó a retomar sus estudios de médium, y Phoenix no tiene a nadie que le recuerde que odia esa canción.
[SPN] Dean/Sam
Motel de mala muerte, Colorado, y aunque están solos en la habitación parece que no entra nadie más. La presencia de Dean es gigantesca, y Sam cree que no va a poder soportar tantos pequeños detalles. Una camiseta en el respaldo de la silla, varias latas de cerveza vacías en la mesilla, la cama deshecha y su hermano dormido.