QUINESOB. DRAGONLANCE Y HP.

Apr 06, 2008 01:47

En fin, aquí sigo intentando cumplir el quinesob de este abril, pero no sé yo... Voy con algo de retraso. De todas formas estoy satisfecha porque estoy escribiendo bastante. Tengo más aparte de estas viñetas, pero todo incompleto y aún no puedo subirlo.

Total, que me dejo de rollos. X-posted con quinesob, con 30vicios y las dos últimas con patatas_de_otik

Fandom: Harry Potter
Claim: Bellatrix/Rosier
Rating: G
Título: #16.
MACABRO
XVI. Volveré

Nada se va para siempre.

Se vio salir a un hombre por la ventana de una habitación de la planta baja. Cayó en un parterre de flores, pisoteándolas todas. Un clavel se le quedó pegado a la suela del zapato, aplastado y cubierto de barro, pero o no se dio cuenta o no le importó. Parecía a punto de irse, y, sin embargo, de pronto, se dio media vuelta asomándose por la ventana. Dijo algo, echándose a reír, y luego echó a andar hacia el fondo del jardín.

Dentro del salón, Bellatrix respiró tranquila. Cerró la ventana justo cuando su marido entraba por la puerta, con el maletín del trabajo en la mano. Últimamente tenían demasiado papeleo, y eran pocos los días que volvía pronto a casa, pero a veces le daba sorpresas.

Desagradables.

Se había puesto nerviosa cuando escuchó el inesperado chisporroteo de la chimenea. Había estado sentada en el sillón, con Rosier al lado. O quizá sería más fiel a la verdad decir que había estado casi encima, comiéndole la boca. En cualquier caso, ya no importaba.

-¿Alguna noticia? -preguntó, fingiendo desinterés. Arregló un poco los cojines donde habían estado sentados, de manera inconsciente.

-El Ministerio de Magia francés sigue presionando para que firmemos el acuerdo.

Rodolphus nunca se andaba por las ramas. Contestaba a lo que le preguntaban, no hablaba si no era para decir algo importante. Era algo que le gustaba. Bella sonrió. Rosier, aunque tuviera otras cualidades, solía hablar demasiado.

-¿Qué vais a hacer?

-Es confidencial.

-Seguro. -Bellatrix agudizó la sonrisa, curvando los labios. Rodolphus se limitó a mirarla, pero no dijo nada. A ella no le hizo falta. Sabía que estaba jugando.

Estaba acercándose a su marido cuando de pronto se paró, poniéndose lívida. Al verle abrir tanto los ojos, Rodolphus acabó por girarse.

Ahí, saludándoles animadamente a través de la ventana cerrada, estaba Rosier.

Ninguno de los dos se movió. Rodolphus, intentando entender algo; Bellatrix, completamente estupefacta. Al ver que no le abrían la ventana, sacó la varita e hizo un leve movimiento. Sonó un clic, y las bisagras se abrieron lentamente, sin hacer ruido.

-Siento interrumpir -se disculpó, demasiado teatralmente como para tomárselo en serio-. Es que, con esto de salir con tanta prisa, creo que me he dejado los guantes.

Fandom: Dragonlance
Claim: Kitiara Uth Matar
Rating: G

Advertencia: Con poco que hayas leído de las Crónicas, no te spoileas.
Título: 8.
SESGADA
VIII. Tabaco

Una mujer se levantó de su banco de madera ante la sorpresa de sus compañeros de mesa, recorriendo la distancia que la separaba de la ventana con un par de zancadas. La vieron abrirla con las dos manos, hasta dejarla de par en par. Se podían ver las casitas construidas encima de los vallenwoods, iluminadas por las velas que sus habitantes habían encendido en el interior, rodeadas por miles de hojas que aún no habían empezado a amarillear.

Pero ninguno hizo caso del bucólico paisaje, demasiado acostumbrados a él. Una suave brisa de verano no tardó en irrumpir en la posada, descargando el pesado ambiente lleno de humo y olor a cuerpo humano.

-Mucho mejor -dijo Tanis, sonriendo a su amante.

Kitiara volvió a sentarse, aspirando el remolino de humo que salía de las pipas que fumaban dos clientes en la mesa de al lado. Olía bien, a hierba y algo más que no pudo definir.

Un hombrecillo de barriga prominente apareció a su lado, viniendo de la cocina, y dejó delante de Caramon una bandeja entera de patatas picantes y otro par más para que los demás compartiesen.

-¡Estupendo! -bramó el hermanastro de la mujer, llevándose a la boca la primera patata.

-Por Reorx, algún día vas a reventar -le recriminó Flint, pero el tampoco tardó demasiado en empezar a comer.

Kitiara siguió su ejemplo, y miró perezosamente a Otik. Le resultaba completamente vulgar, bajito, con el pelo comenzando a ralear por las sienes, y, sin embargo, había algo en él que le recordaba a casa. Apartó la vista cuando sintió que Tanis le ponía una mano en la cintura. Parecía haber recuperado el buen humor que le había faltado por la mañana. ¿Sería por la cerveza o por qué había decidido olvidar momentáneamente que al día siguiente cada uno seguiría su camino?

-Bueno, Caramon, ¿qué vas a hacer entonces? -preguntó Kitiara, masticando un trozo de pan-. Podemos alistarnos como mercenarios.

-Yo... -El grandullón se puso rojo, y se rascó la nuca con la manaza. Sonaba algo decepcionado-. No puedo ir; tengo que quedarme con Raist.

-Tenemos nuestros propios asuntos -añadió el aprendiz de mago, sin entrar en detalles. No parecía estar pendiente de la conversación que había en la mesa. Había separado un poco la silla, y tenía los ojos clavados en el hogar de la posada. A Kit le sorprendió su falta de culpabilidad por atar a su hermano de aquella manera, cuando estaba claro que Caramon se moría por combatir.

-Ya veo. ¿Os iréis de Solace entonces?

-Mañana.

Su tono de voz evitó que se hicieran más preguntas. Todos se miraron, algo incómodos. Al final fue Flint el que carraspeó sonoramente para romper el hielo.

-Yo saldré cuando sea la feria de Haven.

-¡Una feria! -exclamó excitado Tas-. ¿Puedo ir contigo? Creo que tengo unos mapas que podrán venirte bien y...

-¿No tienes otra cosa que hacer?

-No -respondió, sin captar la nota desesperada en la voz del enano, rebuscando afanosamente en sus bolsitas.

-Yo iré al Norte entonces -dijo Kitiara, rodeando la jarra de cerveza con las manos-. Llevo un tiempo pensando en buscar a mi padre.

-¿A Solamnia? -preguntó Sturm, interviniendo por primera vez.

-Supongo -respondió, mirando a Brightblade con expresión interrogante.

-Yo también voy hacia allí -anunció-. Mi padre fue caballero de Solamnia, si tienen noticias será en esa ciudad.

-Estupendo -dijo, aunque no sonó excesivamente convincente. La mano de Tanis se aferró más a su cintura, cosa que acabó haciéndola sonreír. ¿Por qué él puede ir y yo no?, preguntaban sus ojos cuando lo miró. El semielfo no parecía tampoco muy contento, pero no dijo nada. Conocía a Kitiara. Si le exigía ir con ella, acabaría por hacerla enfadar.

-Parece que cada uno va a seguir su camino -dijo Tanis, sin despegar los ojos de Kit.

-Eso parece -sonrió ella.

-¿Cómo? -Tas parecía haber dado por concluida la búsqueda de mapas en sus saquillos, y volvía a integrarse en la conversación-. ¿Pero los demás no os venís con Flint y conmigo a la feria?

-Este kender no se entera de nada -soltó Flint, llevándose la mano a la cara.

-Yo pensaba que... ¿No vamos a volver a vernos?

-Claro que sí -le tranquilizó Tanis, esbozando una sonrisa algo forzada-. Podemos quedar dentro de unos años...

-Años -sonrió burlona Kitiara-. Eso es mucho, ¿no, Semielfo?

-Cinco años, por ejemplo. -Tanis evitó mirar a la guerrera-. Aquí mismo, en la posada. Nos volveremos a reunir todos.

-Suena bien -aceptó Caramon, volviéndose hacia su hermano, que no parecía muy interesado-. ¿Verdad, Raist?

-Seguro.

-Juro por Paladine que aquí estaré -declaró con solemnidad Sturm, dando un golpe en la mesa.

-Tendré que vigilar al kender -masculló Flint-. Seguro que se le olvida.

-¿Y a ti, Tanis? -preguntó Kitiara en voz baja, sólo para él-. ¿Tendré que recordártelo esta noche?

Advertencia: Spoilers leves de La Segunda Generación, o, en su defecto, de El ocaso de los dragones.
Título: 9.

SESGADA
IX. Fastidiar

-A este ritmo vamos a llegar al Abismo -protestó Kitiara, jadeante. Se paró un momento para colocarse bien los tirantes de la cargada mochila, y luego tuvo que correr para coger a Sturm, que avanzaba con grandes zancadas-. ¿No podemos parar un rato? Estoy destrozada.

-Si durmieras por las noches -se le escapó en un gruñido grave, censurador.

Kitiara se detuvo, sorprendida. Tardó un poco en reaccionar, pero cuando lo hizo se le escapó una sonrisa.

-Así que era eso.

La actitud de la mujer no pareció arreglar nada. Las mejillas de Sturm adquirieron el tono de la grana, y no tardó ni dos segundos en darse la vuelta y echar a andar, indignado, a paso más vivo que antes. Estuvo mascullando para sí al menos diez minutos, recriminándose haber perdido el dominio de sí mismo. Era algo que Kitiara conseguía con facilidad, lo de hacerle perder el norte.

La noche anterior lo había conseguido.

En aquella taberna corría la cerveza tan rápido que parecían querer ahogarlos a todos, y la guerrera se había pasado. No era la primera vez ni sería la última. Había perdido la prudencia y cualquier clase de recato que pudiera tener. Una risa espontánea, unas cuantas sonrisas y alguna mirada dirigida con toda la intención y había conseguido en menos de un minuto que tres hombres la rodearan. Estuvieron bebiendo y riéndose toda la noche, mientras ellos se la disputaban, sin darse cuenta de que ella estaba jugando con todos. Se llevaría al que ella quisiera a la cama. Sería capaz, de hecho, de llevarse incluso a los tres.

Y Sturm Brightblade se encontró apretando con tanta fuerza la jarra de cerveza que se le pusieron blancos los nudillos.

El Código, la Medida, el Honor. No sabía si se le olvidaba algo. Lo repitió una y otra vez en voz baja, hasta que la lengua se le trabó, efecto de la fuerte cerveza. Pensó en irse, pero tampoco quería dejar sola a Kitiara con unos rufianes. No dejaba de ser una mujer, aunque manejase la espada mejor que él. Al menos eso es lo que pensó. Quizá simplemente fue un vano intento de autoengañarse. No era tan débil como para ceder a la tentación de la carne, se dijo, intentando resistirse a los encantos de la mujer. Un caballero cumplía sus promesas. Sturm sólo tendría a su esposa. A nadie más.

Estuvo a punto de levantarse cuando uno le puso la mano en el muslo, casi metiéndola bajo la faldilla de cuero. Kitiara se limitó a abrir las piernas un poco más, cosa de centímetros. Era peligrosamente seductora. Se le quedó la boca seca al verla inclinarse hacia delante, cuando los rizos le rozaron la barbilla y sus labios se curvaron en una sonrisa sesgada. Una muy parecida a la que le dirigía a otras personas, él incluido, aunque estaba claro que no significaba lo mismo.

Se preguntó qué haría él de significar lo mismo.

Dejó la bebida a medias y se levantó sin llamar la atención. Era hora de rezar a Paladine.

- tablas, longitud: drabble, comu: quinesob, * historia: fanfic, claim: bellatrix/rosier, claim: kitiara uth matar

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