Jugando a amar [5/¿?]

Apr 21, 2008 13:47

 Título: Jugando a amar
Autor: Syry
Fandom: Original
Claim: Dariel/Gael, Susannah/ ¿?
Resumen: Dariel es un chico que según los roles estéticos de la sociedad actual es gordo y feo. Enamorado de Gael, sabe que nunca podrá tenerle. Pero cuando se le acerca y comienzan a salir, cree que ha llegado al paraíso. Mas las utopías no existen, muchos secretos y condicionantes están tras su relación.
Advertencias: Slash. Fluff y drama. Lemmon en capítulos futuros

Jugando a Amar

Por Syry

Capítulo 4: Amarte es todo

Amarte así es pleno y es total,
Amarte es todo. Amarte así es
Locura y libertad, amarte es todo,
Amarte hasta llenar mi vida de
Sueños y fantasías.
Amarte así me da seguridad.

{{Jennifer López, Amarte así}}

¨¨¨¨¨¨

Esa noche soñó con el final. Soñó con Dariel odiándole, gritándole. Le vio llorar y aún podía sentir como, en el sueño, era su corazón el que gritaba perdón desesperadamente. Su conciencia le estaba matando. Ese niño se estaba colando tan, tan adentro que ya no sabía separar qué era reto y qué verdad. ¿Por qué demonios hizo caso a Ony? ¡Esto no podía durar, estaba prometido! El futuro le asustaba. Lo cierto es que estaba acojonado.

Esa tarde, si no le hubiese parado, le habría hecho el amor. Si bien lo deseaba y era el principal motivo de que estuviese saliendo con él, no quería hacerlo así. Porque era un arma de doble filo que no estaba dispuesto a manejar. Se duchó temprano y antes de darse cuenta estaba vestido y desayunado camino al instituto. Inconscientemente -como sabría después, al llegar al aula-, buscaba a Dariel.

Pero no llegó a clase.

*
**
*

-¡Buenos días, mamá! -exclamó con energía, entrando en la habitación de su madre con una bandeja con el desayuno-. Te he preparado el desayuno que te gusta: Un café muy dulce, un croissant y zumo de naranja. Vamos mami, ponte en pié. -dejó la bandeja en la mesita auxiliar y fue a abrir las cortinas-. Hace un precioso día. -susurró. Giró y se sentó junto a su madre, acariciando sus cabellos, en silencio. Ella lloraba sin hacer ruido alguno. -Todo saldrá bien. Voy a llevar a Joanna al colegio, vuelvo en un rato. -se levantó y se fue.

La noche anterior la había pasado en vela, abrazando a su madre. Él sabía, por boca de la propia Paula, que aún amaba a su padre. Siempre había guardado la vana ilusión de que volvería, arrepentido y humillado. Sin embargo, esa esperanza se había quebrado y el dolor que su madre llevaba guardado durante todo ese tiempo había salido a borbotones, en forma de lágrimas y pequeños gemidos adoloridos. Él la había consolado, había hecho el desayuno y ahora iba a llevar a su hermana al colegio.

Echaba de menos a Gael. Necesitaba hablar con él. Encima, con todo esto de su madre, había decidido pedir un permiso de ausencia en la escuela, hablar con el director y explicarle, lo que suponía no verle por un tiempo. Aunque verle era lo que más deseaba y necesitaba en ese momento. Quería aclarar lo de la tarde anterior y abrazarle, abrazarle con todas sus fuerzas y sentirse rezagado en su calor.

-¡Joanna! ¡Vamos o llegarás tarde! -llamó. Su hermana bajó corriendo y sorprendida.

-¿Qué haces aquí? ¿Y mamá? ¿No irás a clase? ¡Qué envidia! -soltó de carrerilla mientras se ajustaba la mochila a la espalda.

-Mis compañeros de clase fueron a una excursión al monte, yo no quería ir así que me quedé en casa. Mamá está algo acatarrada así que hoy yo me ocuparé de todo. Vamos peque, que es tardísimo -cogió las llaves, la tomó de la mano y salió.

-Dar, ¿Cuándo volverá papá? -la pregunta le pilló más de sorpresa de lo que debería, siendo que Joanna preguntaba por él cada vez que su madre no estaba delante. Le sonrió con pena y apretó el paso.

-No lo sé, pero seguro que todo saldrá bien -siguieron el resto del camino solos. Él pensando en Gael. La niña, pensando en que todo era muy raro el día de hoy.

*
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*

En el recreo se encontró con Ony. Se sentaron juntos en un banco, con un bocadillo y una lata de refresco cada uno. En silencio. Sin saber qué decir. Gael tenía ganas de pegarle y otras tantas de regañarle. Pero calló. Esperó a ver si Ony hablaba, pero nada, seguía con el pico cerrado.

-La he cagado -soltó, de repente, el chico. Gael le miró, con rareza: le estaba mirando a los ojos-. Nunca debí proponerte esto. Te estás enamorando. Estás perdiendo... te pierdo, Gael -le susurró, con una triste sonrisa y con la promesa de un beso en sus ojos.

-Pero... Ony... dijiste...

-Sí, sé que dije que no querría vivir a la sombra, que no iba a ser tu muñeco por un año, que me iba a olvidar de ti. Pero Gael, te veo con él, cómo le miras, cómo le hablas, cómo le besas y me muero de celos. Yo fui quien te sugirió que si querías sólo ‘quitarte la espinita’ lo hicieras con él, que yo te amo demasiado... pero ahora...

-Ony, me rechazaste cuando te pedí que fueras mi pareja, te hice caso para que no hubiera malos rollos entre nosotros - para encelarte, se dijo-. No tienes derecho a decirme esto ahora.

-Lo sé. Sólo te digo... te estás enamorando, Gael, esto es un juego y ahora mismo tú eres el perdedor... y no quiero perderte. Tengo miedo a que, si en un futuro eliges otro camino, sea por él y no por mí. Me está matando. -diciendo esto se puso en pié, sin mirarle, dándole la espalda.

-Toni... -le llamó. Como cuando se conocieron. Como la primera vez que le dijo que le amaba-. Yo te quise... y te quiero, pero ahora... No le amo, pero me gusta. Con él puedo ser quien realmente soy, sin miedos o dudas. Si...

-No más, Gael. Sólo no te hagas daño. -le interrumpió y se marchó, dejando al rubio con una tremenda duda.

“¿Estoy haciendo lo correcto?”

*
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*

-Pasa, Dariel. ¿En qué puedo ayudarte? -El moreno entró tras su director, con un gesto inseguro y encogido. Tomaron asiento y el afable anciano le ofreció una taza de café. Dariel la rechazó.

-Necesito un permiso de unos tres días, quizá más. mi madre no se encuentra bien y debo encargarme de mi hermana -murmuró.

-Sabes que no puedo si no viene tu madre -le dijo, suavemente, sonriendo con algo de pena.

-Por favor, ella no puede venir y me necesita. Si no fuera importante no se lo pediría. Por favor, Señor Samuel, por favor -necesitaba ese permiso, su madre no merecía...

-Está bien. Hablaré con sus profesores. ¿Algo más? -le preguntó mientras firmaba unos papeles.

-Nada más. Gracias. -salía por la puerta cuando el director dijo su nombre.

-Dariel... cuida de tu madre. Y salúdala de mi parte.

-¡Gracias! -y salió casi corriendo, hacia el patio.

Iba caminando, cavilando en qué debía hacer a partir de ahora. En su casa con su hermana, en su vida. En Gael, ¿dónde estaría y qué estaría haciendo? ¿Estaría pensando incesantemente en lo de ayer, como él? ¿Estaría bien? ¿Le besaría cuando lo viera, o por el contrario rompería con él? Necesitaba tanto verle, desahogarse con él y sentirse acogido en sus brazos...

Miraba el suelo, así que no notó cómo Ony -quien también caminaba observando sus pies- venía de frente. Chocaron y cayeron uno encima del otro -Dariel, como burla del destino, había quedado abajo-.

-¡Lo siento! -exclamaron a la vez, mientras el mayor se ponía de pié y le ofrecía su mano.

-No, fue mi culpa -dijo sonrojado, aceptando la mano y levantándose.

-¿Cómo estás? -preguntó tras unos segundos Ony, sin poder deducir cómo había perdido ante tan... poca cosa. Pero si él era feliz, nada más contaba.

-Bien, no ha sido nada. Iba pensando en tonterías. -y le sonrió, mientras le miraba con algo de vergüenza. Ony suspiró. “Si mira así a Gael es lógico... es tan limpia su mirada”, pensó con desgana.

-Bueno, Dar, me voy a esperar la siguiente clase. Cuídate. -y se marchó sin decir nada más.

-Chao -susurró a la nada, mientras giraba. Unos pasos más allá estaba Gael, con la cara enterrada entre sus manos, sentado en un banco. Se acercó con cuidado y se sentó a su lado. - Hola -le dijo, tocándole el hombro.

Gael levantó la vista rápidamente, mirándole asombrado y fijamente, a los ojos. No sabe qué pensar, pero le toma de la mano: A esa hora no hay nadie allí, detrás del edificio principal. Y le sonríe con todo el cariño que puede. Acaricia el pelo rubio de su pareja y le da un beso en la mejilla.

-Te echaba de menos... -susurró. Gael despertó de su ensoñación.

-Lo siento -soltó de golpe. Ayer se comportó como un cerdo.

-¿Por qué? ¡Somos pareja! Es normal lo de... lo de ayer, me gusta. -dijo, mientras se ponía como un tomate.

Gael estaba hecho un lío. Las palabras de Ony estaban en su cabeza. El pasado que compartió con él, los secretos, los miedos. Pero frente a él estaba Dariel, el chico que había besado por primera vez, la persona que más le daba cariño. ¡Pero sólo habían pasado unos días! No podía ser.

Él no estaba perdiendo.

No se estaba enamorando.

Entonces... ¿Por qué sentía que soltaba todo el aire retenido? ¿Y su corazón porqué bombeaba fuerte, enérgico, desesperado? Alzó su mano y rozó los labios de Dariel. Le miró intensamente a los ojos y endureció su mirada. Era hora de aclararse, el juego estaba llegando demasiado lejos.

-Si estuvo bien, si te gustó, ¿Estás dispuesto a llegar hasta el final? -su voz sonó algo más dura de lo que pretendía.

Pero no le importó.

*
**
*

-Hola, Susie. Perdón por llegar tarde -se sentó a su lado, besando ligeramente sus labios-. Paula aún no me ha mandado los papeles del divorcio, pero espero que pronto lo haga. ¿Cómo has estado? -le preguntó, tomándole de la mano.

-Bien, supongo. Anoche hablé con Gael. Ya sabe lo nuestro... bueno, más o menos. Sabe que estoy con un hombre casado, que lo amo y me hace feliz. -le sonrió.

-¿Estás bien con eso? No quiero...

-Tranquilo. No me importa nada, ni los más de diez años que nos llevamos, ni el que seas separado y con hijos. Lo único que me importa es que has llenado lo que me faltaba -susurró. Aunque parecía que intentaba convencerse a sí misma de ello.

-Me encanta cuando te pones cursi, cielo. Te ves preciosa así. -y la besó. Porque esa niña, le había robado el corazón. Aún así... -. Quiero ver a Paula. Me preocupa que no me haya dado una respuesta. Y le debo una disculpa.

-Y así verás a tus hijos -le recordó-. No te demores. Quizá se encuentre mal...

-Espero que no. -le sonrió y llamó al camarero-. Ahora, sigamos con nuestra cita.

No sabía porqué, pero tenía un mal presentimiento.

*
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Paula se levantó. Fue al aseo y se miró al espejo. Sus hermosos ojos estaban ocultos entre la hinchazón de sus párpados y las ojeras. Sus labios estaban morados y quebrados, su piel estaba ceniza y su pelo alborotado. Se echó agua en la cara. Se peinó y maquilló. Fue a su cuarto y se vistió. Se sentó en el comedor y firmó los dichosos papeles. Se encaminó a la cocina e hizo la comida.

Tenía dos hijos a los que cuidar y un trabajo que mantener. No se podía dar el lujo de decaer. Sintió un mareo, se apoyó en la mesa. Sin embargo, otro latigazo de fatiga la dejó inconsciente y cayó pesadamente sobre el suelo.

La inconsciencia llenó sus sentidos.

*
**
*

-Si estuvo bien, si te gustó, ¿Estás dispuesto a llegar hasta el final? -su voz sonó algo más dura de lo que pretendía.

Esa frase coló poco a poco en los sentidos de Dariel, sonrojándole mucho más de lo que ya había estado. Le miró algo extrañado, avergonzado. Una sonrisa triste cruzó su rostro.

-¿Lo harías con alguien como yo? -dijo apartando la vista.

-¿Alguien como tú? -no entendía a qué se refería.

-Alguien gordo. No soy atractivo... te... te excitarías -murmuró en un arranque de valentía- conmigo?

-¡Claro que sí! -espetó, quizá demasiado bruscamente. Esta conversación se estaba escapando de sus manos y se estaba poniendo nervioso-. ¿No notaste cómo estaba ayer? ¡Ardía, Dariel, ardía por ti! -exclamó, enfrentándole.

-Sí -respondió, un tanto ambiguamente-. Lo haría contigo si es lo que quieres -murmuró, apartando la mirada, por vergüenza. Gael malinterpretó el último gesto.

-No... no es lo único que quiero de ti. -tomó su mano y la besó, suavizando la expresión.

-¿De verdad? -le importaba la respuesta.

-Quiero todo de ti -tras esa frase, Gael se tuvo que reconocer lo evidente.

Había perdido

El juego había llegado demasiado lejos.

Era hora de convertirlo en realidad.

O terminar con él.
 Continuará...

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