Muestra I

Jan 04, 2006 00:43


Llevo mucho (pero que mucho) tiempo sin postear algo interesante. Que si memes, que si frases... y en estos últimos días en que el aburrimiento me come, me he planteado a seguir una antigua historia de la cual escribí algunas cosas hace bastante tiempo y que abandoné por falta de tiempo. Así que poco a poco iré dejando algunos fragmentos por aquí y así dejar algo más o menos de interés para vosotros...

Éste es, como ya decía, un fragmento sin contexto alguno, useasé, que no está situado ni en tiempo ni espacio dentro de la "novela" (esta palabra me da poderío, ¿eh? x'DD), pero me planteo comenzar desde un principio porque así será mucho menos liante para todos, incluído yo. De todas formas la cuelgo para que se vea un poco la forma que va a tomar, y para tener una pequeña muestra online para leer y releer cuando quiera.

Tengo que decir además que, soy un maldito maniático de las correciones y, con esto me refiero a que cuando escribo una cosa la repaso dos mil veces en busca de fallos, para cambiar expresiones, etc... no importa que haga 3 meses que lo escribí, siempre encuentro algo que podría "estar mejor" y por eso no descarto posibles modificaciones. Así que dicho esto... ¡Feliz año! (con retraso, claro *^^*) and... Hope you enjoy it!



POSADA, Capítulo Indefinido

"... Siempre aquella imagen. Recordaba perfectamente su cara en el momento en que ella sabía que iba a morir y que sabía que él no podía hacer nada para salvarla. Sí, recordaba aquel instante en que ella le había dicho que lo quería antes de exhalar su último suspiro. Y se recordaba a sí mismo acariciando largo rato aquellos mechones castaños que ya habían dejado de brillar para siempre…

- ¿Estás bien? - dijo una voz a su espalda. - Pareces cansado.

Nash se volvió algo incómodo. No había escuchado el sonido de sus pasos al acercarse y eso en otra situación podría haberle costado la vida.

- Y a ti qué te importa, niña. - Apartó la mirada rápidamente de ella. - ¿Qué estás haciendo aquí? Deberías estar durmiendo como todos los demás. Mañana cruzaremos el Valle y ni tan siquiera tu querido caballero de dorada armadura podrá llevarte en brazos como hasta ahora.

- No podía dormir - contestó - y te he dicho mil veces que no me llames niña. Para ti soy alteza - le dirigió una mirada desafiante.

- A mí nadie me dice qué debo o no debo hacer - zanjó, volviéndose hacia ella. La observó de arriba abajo y se dio cuenta de que esa noche no se había quitado la ropa de viaje como hacía siempre. Tenía esa extraña costumbre de querer estar siempre presentable aunque supiera que nadie se iba a fijar en ella. Llevaba un peto de cuero marrón algo desgastado y unos pantalones de cuero también de color negro junto a unas botas que no tenían nada de especial. Era el equipo que habían conseguido esa misma tarde del cadáver del orco con el que se habían cruzado cerca de la carretera principal, y como no era de su talla, le quedaba realmente grande. Aún así, se había dignado a peinarse.

- Oh, es cierto. No recordaba que eras un asesino y que careces de ética - dijo en un intento de parecer sarcástica.

- Asesino... - repitió él amargamente. - Eso es solamente un título de los muchos que me he ganado en éste Reino tuyo. En el mío, algunos me llamarían héroe. - y suspiró. - Realmente, asesino o héroe, ¿qué más da? Los dos realizan el mismo trabajo... - Dirigió la mirada hacia la ventana y luego alzó la vista hasta encontrar lo que estaba buscando. - ¿No crees que hay una luna espléndida esta noche?

- Los héroes son honorables. Todo el mundo lo sabe.

- Dime niña, ¿qué honor puede tener alguien que sabe que se dirige a una guerra para matar?, ¿Gente como él mismo, con esposa e hijos, solamente porque se lo ha ordenado su rey, una persona a la que deben lealtad?, ¿Acaso crees que los enemigos de tu padre no tienen familia? - Inconscientemente comenzó a acariciar su daga.

La princesa no supo qué contestar. Ni tan siquiera se atrevió a decirle por enésima vez que no la llamara niña.  Podría haber dicho que los enemigos de su padre eran todas personas terribles, salvajes... porque era su padre quien era justo y bueno. Pero sabía que no era del todo verdad, como todo ser humano a veces se equivocaba.

- ¿Y qué me dices de esa daga que portas siempre colgada del cinturón? - Preguntó de repente, cambiando de tema. - Me he fijado en que nunca la usas en combate. Prefieres esa rara espada tuya.

Apartó su mirada de la luna para dirigirla a ella de nuevo. Parecía realmente cansado - Deberías irte a dormir - dijo - Mañana no me pararé a esperarte cuando no puedas seguir nuestro ritmo, así que te aconsejo que descanses.

Valeria no quiso insistir. La verdad es que ahora se sentía muy cansada y sabía que el asesino cumpliría su amenaza. Sin decir nada más, dio media vuelta y se fue, no sin antes echarle una última mirada antes de girar la esquina, cuando creía que él ya no le prestaba atención. - Si solamente fuera algo más amable conmigo… - se susurró a sí misma, y se dirigió a su habitación.

La noche era fresca y la luna brillaba como pocas veces lo hacía. Nash dirigió su mirada hacia abajo, a los establos de la posada y vio a Evan y a Jenna paseando entre sonrisas cómplices. Mañana estarán rendidos - pensó - y se preguntó también si los demás estarían durmiendo. El bardo se cansaba con facilidad, así que suponía que llevaba horas durmiendo; el enano y el viejo mago chiflado habían bebido demasiado aguardiente esa noche y habían armado un gran escándalo durante la cena, en el salón de la posada. Al cabo de un rato el primero dormía encima del segundo entre un magistral concierto de ronquidos y silbidos. En cuanto al “perro guardián”... la verdad es que no le interesaba lo más mínimo.

Volvió a acariciar la daga. Le reconfortaba su tacto. Era como si aún quedara algo de su esencia en esa funda de cuero... alzó la vista de nuevo y la luz de luna le bañó la cara mientras se colocaba su negra capucha sobre la cabeza, justo un momento antes de que una silenciosa lágrima resbalara por su mejilla..."
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