Desde hace tiempo ya que lo de hacer recolecciones de festivales no es lo mío, sobretodo cuando los festivales se van acumulando año tras año, tanto que a veces se terminan por convertir en rutina - como en 2017 -, algo que por cierto, también refuerza la organización de los festivales en los últimos tiempos.
Debido al gran aumento de público y recintos inmensos se hace cada vez más difícil el ver y descubrir a muchas bandas más pequeñas, ya que si tienes que andar 15 minutos de escenario a escenario, y los conciertos son de 40 minutos, es imposible ver mitad y mitad, como se hacía antaño. La enormidad de los carteles también trae consigo la frustración de las coincidencias en horario, algo que siempre ha pasado, pero que en los últimos años se está haciendo más y más común, y que al final te deja con una sensación agridulce porque terminas viendo al 50% de las bandas que querías ver, cuando antes a lo mejor, podías cubrir fácilmente el 75/80% de las mismas...
A pesar de todo esto, este año me propuse disfrutar del festival como si fuera el primero, y ver a todos los artistas que pudiese y de todos los estilos posibles. Así que, ahí va un pequeño resumen por días de lo más destacado del Primavera Sound 2018.
Miércoles
La jornada del miércoles siempre sirve de introducción, y quizás sea por eso que termina por ser una de las más entretenidas. Este año Belle & Sebastian cerraban la jornada inaugural gratuita, así que la cita era imprescindible. Pero antes del pop perfecto de los escoceses abrimos boca con la chilena Javiera Mena, artista pop contundente cuya discografía está llena de temazos y que nunca hay que perderse. Otra era, Luz de piedra de luna, Espejo y el trayazo Espada, acompañados de sus divertidas coreografías hicieron que hasta los guiris bailaran de lo lindo.
El plato fuerte eran los escoceses, abonados al festival, nunca faltan a su cita en Barcelona cada vez que tienen un trabajo nuevo en el mercado. En esta ocasión nos volvieron a ofrecer un show en su estilo, de puro pop, recorriendo muchos de sus álbumes - todos en una hora de concierto es imposible -, con los chascarrillos habituales de Stuart Murdoch y la ya clásica invitación a subir al escenario a miembros del público. Siempre hacen lo mismo, pero siempre resultan igual de satisfactorios.
Jueves
El jueves vino marcado por la electrónica y el frikismo. Comenzamos viendo a las leyendas del glam que son Sparks, que fueron uno de los grupos más divertidos de todo el festival. De ahí pasamos a la más esperada, sobretodo por el tiempo que llevaba la organización intentando traerla. La gran Björk nos regaló un espectáculo visual centrado en sus últimos trabajos con algún guiño a Debut y Post, con plataformas giratorias en forma de vegetación, flores enormes que se abrían y cerraban en el escenario e impresionantes proyecciones acompañándolo todo. No veía a Björk en directo desde 2003, y no decepcionó.
Fever Ray, el proyecto en solitario de Karin Drijer de The Knive, nos brindó el show más bizarro de todo el festival, con toda su banda femenina disfrazada como si de un freak show se tratara. Tan raras son las apariciones de la artista sueca, que hasta Björk se acercó a verla después de su set. Y terminamos con CHVRCHES y su electropop de libro, que a pesar de su buena factura se está volviendo algo previsible.
Viernes
El viernes comenzaba como el día más insípido del festival, con un agujero negro en el horario en cuanto a cabezas de cartel se refería. Pero curiosamente terminó siendo el mejor día de todos, precisamente porque nos pudimos centrar en artistas más pequeños y jóvenes, sin pretensiones ni muchas expectativas.
Comenzamos con La Bien Querida, que entre estilismos maravillosos y dulces canciones pop siempre es bienvenida, para después adentrarnos en lo desconocido con la experiencia de LIMINAL: Soundbath, un proyecto liderado por Jónsi de Sigur Ròs, que resultó ser una de las experiencias más únicas y estimulantes que yo haya tenido en un festival. El "baño de sonido" tenía lugar en el garage donde en años anteriores se hacía el Hidden Stage. Entramos y las luces estaban apagadas, y alrededor de la "cabina" habían colocado numerosas mantas y cojines para que la gente se sentara o tumbara. Una vez aposentados comenzó la sesión de electrónica ambiental entre luces tenues y la aparición de bailarinas portando velas, todo ello apuntado con la voz de Jónsi que de vez en cuando te sacaba del trance para llevarte directamente a un universo paralelo. Ultraemocionante.
Costó un poco bajar a la Tierra, pero lo conseguimos con las divertidas canciones de Superorganism, el jovencísimo grupo que está dando tanto que hablar este 2018, con sus coreografías, proyecciones y alma Millennial. Y terminamos con los veteranos - Ride no superaron el concierto del Tomavistas en Madrid sólo un par de semanas antes, pero se quedaron cerca. Charlotte Gainsbourg dio el mejor show para mí de todo el festival. En vaqueros y camiseta blanca a lo James Dean repasó los temas de su último álbum Rest, con una clase y ese chic francés que sólo tiene ella. Hay gente que es cool, y luego está Charlotte Gainsbourg. Y cerramos la noche con el bonito show de Cigarrettes After Sex, un grupo del que, como dijo mi amigo Toni, "me podría hacer fan".
Sábado
El sábado se presentaba con el cartel petado de promesa, pero al final las dichosas coincidencias hicieron que para mi se quedara descafeinado.
Slowdive era uno de los grupos que más ganas tenía de ver, y para ello tuve que sacrificar a Lykke Li, a la que no veía en directo desde los tiempos del Wounded Rhymes, y que siempre es interesante en directo. Por suerte los ingleses nos regalaron un show impoluto y ensoñador. Todo lo que se podía esperar.
Después tuve que elegir entre Grizzly Bear y Lorde, y me quedé con la neozelandesa pensando en que pocas veces iba a tener ocasión de verla en directo, y me quedé con la sensación de que me equivoqué. Por mucho que Lorde sea una artista pop de peso, el arte de Grizzly Bear en directo es superado por pocos. En fin.
Y para rematar Jon Hopkins coincidía con Beach House... Por favor, matadme. Tiramos por los de Baltimore, porque Beach House son Beach House, y volvieron a enamorarnos, pero no pude dejar de pensar en que a las 2am del día anterior podían haber puesto a Jon Hopkins tranquilamente.
Y ahí ya nos despedimos del Primavera Sound hasta 2019. Vimos a varios artistas más - Jane Birkin, Hinds, Arctic Monkeys, etc... y a muchos otros nos quedamos sin por las dichosas coincidencias - Warpaint, Father John Misty, etc... pero en general este PS ha estado a la altura de las expectativas, con su organización prístina y gusto exquisito - aunque a veces se pasen-.