Game over.

Apr 10, 2007 15:07


A veces es positivo asumir.

Asumir que hay olas que no nos pertenecen, que por mucho que nos empeñemos no podremos cabalgar en ellas porque no son nuestras.

Aceptar que no hay nada que buscar más allá de lo que se tiene.

Cuando uno por fin asume empieza a descansar. Y todo se llena de confortable calma melancólica.

Ya no hace falta fingir más que nos esperan grandes hazañas o que todo está lleno de señales. Aceptemos de una vez que es mentira.

Es mentira, los reyes magos no existen como tampoco existe ningún destino afín. La fe es simplemente autoconvencimiento y cuando ya no puedes ni creerte a ti mismo se convierte en estupidez. No hay nada que esperar. De hecho, esperar es lo más necio y la forma más fácil de arañarse por dentro.

Cuando las circunstancias chirrían uno debe aceptarlo. Es así; olvida ya las putas nubes de algodón rosa y las libélulas adorables. Las nubes son cúmulos de agua fría y las libélulas bichos feísimos. Asume.

Asume que no eres necesario, que estás totalmente solo, que no hay mundos mejores que éste, que por mucho que te empeñes en sonreir se trasparenta tu patética expresión de tristeza y decepción.

Y sólo estás decepcionado porque no asumes, no aceptas, no comprendes que no debes esperar nada. Porque no hay nada que esperar.

Descansa de una vez en esa charca confortable que es tu casa de donde nunca debiste salir, asume que habitas en la oscuridad, que perteneces a ella, que ese es tu hogar, que tú eres así y deja de jugar a ser quien no eres, vuelve a tus tinieblas y olvida la playa para siempre.

Sólo cuando asumas tu neurósis obsesiva, tu filia-fobia a la soledad, tu catatonia emocional... cuando entiendas de verdad que nunca fuiste de los niños aventajados y resplandecientes, si no de los raros y enfermizos, que tu condición de nómada no te dejó aprender a estar con los otros y te hizo frágil ante los demás, que habrán mil noches más de boli, libreta y alcohol, que siempre estarás solo, que ese es tu sino y no hay más que esperar, entonces podrás descansar.

Asume y serás libre.

(Jack nunca pudo ser Santa Claus y casi muere en el empeño)
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