Juventud, divino tesoro...

Dec 11, 2006 14:06


A veces me sorprendo a mi misma intentando ser otra persona, pero pocas veces lo consigo...

Tras estos últimos días de excesos y encuentros sociales diversos regresa el maldito lunes de siempre, tan vacío y estúpido como acostumbra. Parece como si fuese una realidad metálica, rellena de hormigón puro, que aplasta todos los momentos de risas y cercanías humanas. Todo queda como una fantasía etílica. Todo parece reducido a ese mundo nocturno y ebrio.

Sin embargo el despertador suena cada mañana las 7, el metro espera atestado de gente y durante más de 8 horas me baño en la luz mortecina de esta oficina. Eso sí es real. Innegable. Inevitable.

De lunes a viernes vendo mi tiempo de vida, mi salud, mis conexiones neuronales por un módico precio que me permita subsistir y financiar mis salidas de fin de semana, para vivir situaciones que sólo son reales en aquel mundo, pero no en éste. Para acabar despertando el lunes con la misma sensación de vacío con la que me desperté la semana anterior. No hay nada cierto, no hay nada, todo lo que he hecho ha sido olvidar el resto de la semana, desconectar, salir de la realidad.

Aunque cada vez me invade más la duda de que exista ningún tipo de realidad.

Las cosas ni siquiera son.

Pero sólo puedo soportar el hastío semanal a base de pequeños sueños crepusculares.

Soy consciente de lo complicado que es salir de este bucle.

De la misma manera que soy consciente que lo que me pasa es que quizás echo mucho de menos el sol, la primavera, el campo, la playa, la gente de día, la luz, el calor, la mañana...

Necesito tener algo auténtico, un refugio que no sea de polvo y ritmos constantes.

Necesito hivernar hasta que llegue mayo.
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