Título: Broken memories. Capítulo 6: Truly, madly, deeply.
Autor:
cleuchi.
Rating: PG-13.
Pareja: Boone/Shannon.
Resumen: Querría no recordar, pero lo hace, el momento en que vio a Bryan salir de su casa cargando con una maleta, el momento en que comprendió que su penitencia no había hecho más que empezar. La desolación y de nuevo el desamparo, y el saber que se merecía todo lo malo que pudiese pasarle, la golpearon como quien abate a un pájaro de un certero tiro.
Advertencias: puede contener spoilers.
Shannon recuerda la noche que pasaron juntos en Sydney y lo horriblemente rastrera que se sintió a la mañana siguiente.
Admitámoslo, el plan le había parecido perfecto hasta que dejó de serlo. Lo de estafar a su hermanastro diciéndole que su novio le pegaba sonaba tan maravillosamente bien en los labios de Bryan que Shannon no tardó mucho en mostrarse totalmente de acuerdo.
No había contado con que Boone se presentara en su casa para recogerla. Tampoco había contado con la repentina aparición de Bryan ni con la patente sorpresa de su hermanastro, emoción que pronto se tornó decepción, una decepción tan honda que dolía físicamente.
Recuerda cómo Boone se abalanzó sobre Bryan y cómo éste lo tumbó de un certero puñetazo dos segundos más tarde. También recuerda la expresión de horror que fue componiendo, mueca por mueca, arruga por arruga, mientras observaba a su novio apalizar a la única persona que la había querido por lo que era y no por lo que aparentaba ser.
Querría no recordar, pero lo hace, el momento en que vio a Bryan salir de su casa cargando con una maleta, el momento en que comprendió que su penitencia no había hecho más que empezar. La desolación y de nuevo el desamparo, y el saber que se merecía todo lo malo que pudiese pasarle, la golpearon como quien abate a un pájaro de un certero tiro.
Demostrando que los humanos somos los únicos seres que tropezamos una y otra vez con la misma piedra, regresó a Boone. Perdida, ahogó sus penas en unos cuantos vasos de ginebra para después dirigir sus erráticos pasos hacia el hotel en el que sabía que se alojaba su hermanastro. No fue difícil convencer al recepcionista de que el señor Boone Carlyle, de la 481, la había invitado a tomar algo en su habitación, y mucho menos a éste para que le permitiera pasar.
Ésa fue la primera y última ocasión, antes del accidente, en que Shannon no actuó guiada por el qué dirán o por las apariencias. La primera y última ocasión en que se dejó llevar.
- Estás loca. -oyó que le decía Boone. Como si no lo supiera.- Y borracha también.
Estaba loca, sí, y borracha también, pero no lo suficiente como para no saber que aquello no era un concurso de obviedades.
- Cállate.
Aun ahora, más de mes y medio después, Shannon tiene la impresión de que Boone habría continuado despotricando hasta el final de los tiempos si ella no le hubiera impedido seguir emitiendo sonidos, literalmente hablando.
Recuerda al principio la oposición de él y luego, en veloz transición, su completa aceptación. La forma en que la besó, como Shannon nunca había sido besada, desesperada, profundamente. Su propia torpeza, como la de una adolescente inexperta, cuando él le sacó la camiseta por la cabeza, luciendo esa sonrisa que rompía todo corazón en cien metros a la redonda excepto el suyo.
Y tampoco estaba muy segura de esa última afirmación.