La imágen Nocilla

Nov 28, 2007 15:27


Sucumbiendo a la moda, postmodernamente, he terminado por comprarme Nocilla Dream. No pensaba hacerlo, aunque sí pensaba leerlo. En parte porque para poder hablar de algo tiene que conocerse; en parte por que me di cuenta de que, a pesar de vanagloriarse en un montón de ideas estéticas en las que no estoy a favor, el grupo Nocilla -o After-Pop- están haciendo algo para modernizar la narrativa española... que ya toca. Esto último me parece muy respetable, salirse un poco del costumbrismo español, aunque sea venderse a la puta yankie. Sin embargo, ya sólo con la cita prólogo se me han revuelto las tripas.

«-¿Has vuelto a leer algun libro de Raymon Carver?

-¿Leer? No, no lo, no (se pone a reír inesperadamente). Veo muchos DVD’s.»

No podemos evitarlo, estamos en la era de la imagen. En la que las miles de imágenes bombardeadas valen más que la palabra. En la que la gente se contenta con los noticiarios de la televisión en vez del periódico. En la que no se visita un blog si no se ha transformado en un fotolog. En la que tu apariencia habla más de ti mismo que tu cerebro. En la que todo el mundo tiene su cámara de fotos, su móvil con video, su televisión, pero no todos tienen un diccionario. Es como si hubiéramos retrocedido hasta el gótico artístico, sí. En la que la gente, como ahora, se comunicaba principalmente con imágenes abstraídas, simbólicas y política, social y ideológicamente manipulantes de masas.

Pero (y repito: PERO, para darle énfasis) que no podamos evitarlo ¿significa que hasta el resquicio de personas dedicadas a producir letras, llamados escritores, tiene que venderse a la imagen? Lo he meditado mucho, y estoy francamente confundida de un año para acà. La Literatura siempre ha intentado representar adecuadamente la época en que ha ido viviendo. Si estamos en la época de la imagen, no habría mejor manera de representar la sociedad que a base de imágenes. Pero para ello ya está el cine que lo hace muy bien. Y una cosa es que las artes beban unas de otras, pero otra bien distinta es que terminen siendo casi lo mismo.

El lenguaje se ha simplificado tantísimo que ya no existen los conectores, todo es una concatenación eterna sin ideas de sucesión. No me he considerado nunca clasista, pero tampoco me ha gustado nunca que me den gato por liebre. Y si los literatos niegan la importancia de sus lecturas para desarrollar una escritura y la fuerza de la imagen para crear, perdonen pero por mi que se dediquen a hacer películas. Probablemente lo harán mucho mejor que no escribiendo novelas. Gracias a “cualquier eterno” (si existe) la segunda cita de apertura restituye las cosas en su lugar y hacen que mis tripas vuelvan a asentarse.

«Escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiéramos.»

Parece que a Fernández Mallo no se le pasa por alto este tipo de reflexiones. Así que todavía, a regañadientes, tiene un voto de confianza por mi parte para que esta novela boom sea algo más que una pequeña explosión de fashoneo, cools, y demás palabras norteamericanas que nosotros hemos adaptado por globalización cineasta.
 

estilo, literatura

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