Día de Nada
Le estaba quitando su precioso tiempo de no hacer nada.
Que mujer más pesada.
-Uhm. Dame un…café moka descafeinado con mucha espuma, por favor.
La castaña se pasa la mano derecha por el cabello húmedo y rizado, tratando de esconder un prolongado bostezo girando el rostro hacia otro lado. Debería estar trabajando. Debería estar haciendo aquel informe o lo que fuese que le habían pedido sus jefes. Debería, debería, debería…
Pero no. Hoy se había despertado con ganas de no hacer nada. Y justo eso pensaba hacer. Sentarse toda la soleada mañana en su puesto favorito del café de la esquina y no hacer nada de nada. No importaba si la echaban del trabajo y se quedaba sin que pagar la renta. No importaba si le cortaban los servicios, no importaba. Hoy era su día de no molestarse con el trabajo, de no pensar y solo relajarse.
-Señorita, aquí tiene. -el dependiente estira su humeante moka. Irene lo toma en manos enseguida-. Son tres dólares.
-Claro, claro -la muchacha deja el café con una mano y busca en sus bolsillos rápidamente con la otra, entregándole tres arrugados billetes de un dólar. Sonríe alegremente y se encamina a su lugar favorito, donde no entraba el viento cuando abrían la puerta del local y donde el sol caía de forma reconfortante cuando daban las once.
-Todo está perfecto. Y que Alicia se joda con sus informes. -dice más para ella de forma malévola. Como le gustaría gritárselo a su molesta jefa. Camina tarareando una cancioncita. Perfecto, perfecto, perfec-
Se frena en seco y parpadea.
Ocupada.
Ocupada.
Su mesa está ocupada.
-Sal de ahí, no falté al trabajo con riesgo de que me corran solo para que una doña nadie se robara mi puesto -amenaza sin siquiera mirar a la mujer, agitando su café, distraída.
La aludida alza la cabeza, mirándola de forma fija.
- ¿Disculpa?
-Claro que te disculpo. Ni sabias que era mi puesto -continua agitando su moka con aquel palito más pequeño que un pitillo, no recuerda cual es su nombre, pero supone que es algo como agitador.
-Jah. Estas demente si crees que me iré de aquí solo porque crees que este lugar es tuyo.
Irene por fin alza la cabeza y la mira con ojos poco interesados. Le estaba quitando su precioso tiempo de no hacer nada. Que mujer más pesada.
-En primera, hay muchas razones para saber que estoy demente pero esta no es una de ellas. Segundo, yo no creo que el lugar sea mío. Lo es. Y tercero, ensuciaste con miguitas la mesa donde pondré mi café, ¿podrías limpiarlo antes de que te vayas…?
-Te voy a-
-Vicky. -una voz masculina llama a la otra mujer, a punto de lanzarse como fiera contra Irene-. ¿De nuevo discutiendo? Para un poco, si apenas son las nueve.
-Pero Mike -empieza a protestar, frunciendo el ceño la llama “Vicky”-. Esta loca de aquí pretendo quitarnos el puesto diciendo que es supuestamente suyo.
-Eh. Te digo que necesitas una razón de peso para llamarme loca, si tienes una, ahí si no te refuto nada. Y por última vez, este es mi lugar. No hay ningún supuestamente, ni nada. Que sorda eres -comenta la castaña, negando con la cabeza levemente. Ni siquiera parecía enfadada, solo cansada de estar perdiendo su valioso tiempo de no hacer nada.
-Agh. Ya me harté de ti mocosa del…
- ¿Irene?
Ella gira de inmediato hacia él y al verlo mejor, alza las cejas y su boca forma una pequeña “o”. Que tonta había sido al no fijarse más en el Mike de la rubia. En no fijarse que era su Mike. Bien bien, el que había sido su Mike y ahora era el Mike de la que intentaba robar su puesto de forma desvergonzada.
- ¿Mike?
- ¿Se conocen? -Vicky gira a mirarlo con una ceja levantada.
-Ella…uhm, ella es…
-Soy su ex novia. Wow Mike, sabía que te gustaban las histéricas, pero esto de conseguirte una chica que anda con la regla y seguramente con cólicos diario ya es ridículo.
- ¿¡Qué?! ¡MIKE, DI ALGO!
-P-Pero, ¿Qué quieres que le diga? ….yo…uhm…Irene…
-Yo si sé qué decir. ¿Podrían irse a otra mesa? ¡Pierdo precisados minutos de mi día para no hacer nada!
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Tenía ganas de escribir algo así, yo no digooo nada♥ .