Disclaimer: Gossip Girl no me pertenece
Fandom: Gossip Girl
Pareja: Chuck/Blair
Vicio: #29 - Infierno
Spoilers: 1x15
Summary: La diabólica Georgina Sparks, más una Serena Van der Woodsen medio borracha, más una Blair Waldorf totalmente drogada, más Chuck Bass acudiendo al rescate... Preparénse, que nadie sobrevivirá esta noche.
Advertencias: Lenguaje adulto, abuso de drogas, alcohol y por sobre todas las cosas SPOILERS del capítulo 15 “Desperately Seeking Serena”.
Notas: Tomé algunos elementos del capítulo 15, pero en realidad esto es bastante AU
Vicio #29 - Infierno
Georgina Sparks es diabólica.
Y no en el sentido que resulta divertido. Es diabólica porque es manipuladora, cruel, inescrupulosa y tiene un afán de destrucción comparable al de un par de bombas atómicas o un tsunami. Crea problemas adondequiera que vaya, cualquier lugar que pisa se convierte en un campo de batalla, caos es su segundo nombre. Ella afirma que sólo quiere divertirse y tal vez sea cierto, pero la única diversión que parece conocer es la que termina en lágrimas, sobredosis y denuncias policiales.
Más de una vez le han dicho que Georgina Sparks es su doppelgänger, una versión de él mismo en femenino y con grandes ojos azules. Hasta Gossip Girl ha comentado alguna vez en su estúpido blog que el rey y la reina del descontrol deberían haber sido los mejores amigos.
Como muchas de las cosas que dice esa perdedora entrometida en su blog, se trata de una reverenda idiotez, porque Georgina Sparks y Chuck Bass han sido enemigos declarados desde que el mundo es mundo y los chicos del UES empezaron a ir a las fiestas. Algunos comentan sobre un incidente con un frasco de tinta en jardín de infantes, frasco que de algún modo impactó contra la nuca de Georgina cuando ella se burló de él porque ninguno de sus padres iba a las reuniones escolares. Otros recuerdan la vez que en el campamento de cuarto grado ella se las ingenió para dejarlo atrapado en el baño de las chicas sin su ropa, muchos años antes de que la perspectiva pudiese resultar remotamente atractiva. Menos aún conocen algunas de las humillaciones que se han infligido mutuamente a lo largo de los años y las fiestas, y quizás haya una o dos cosas sobre ellos dos que nadie sabrá nunca.
Los motivos son irrelevantes. Georgina es un huracán que arrasa todo a su paso y digan lo que digan, Chuck nunca ha estado interesado en la destrucción por la destrucción misma. Aunque lo disimule con comentarios sarcásticos y ríos de alcohol, Chuck disfruta de cierto orden en su vida (un orden que le lleva la contra al resto del universo, pero orden al fin) y no le gusta demasiado que una fuerza externa lo quiebre. Jamás le perdonará a Blair Waldorf el caos que provocó aquella noche en Victrola (con todas sus noches subsiguientes) para después dejarlo a él recogiendo los pedazos rotos.
Tampoco piensa perdonarle que lo haya usado para después hacerlo a un lado ni que haya despreciado la única oferta sincera que Chuck le hizo a una chica en su vida, pero eso no viene al caso.
Georgina Sparks es diabólica. Puede convertir la vida de todo el mundo en un infierno en un abrir y cerrar de ojos, y a Chuck no le extraña demasiado que su padre lo haya echado del penthouse familiar por culpa de los regalos que Georgina le hizo a Serena, porque de algún modo la chica siempre se las ingenió para joderle la vida sin siquiera intentarlo.
Por eso cuando Serena lo llama y le dice que su noche con Georgina se está torciendo peligrosamente, Chuck no se sorprende demasiado. Quizás debería sorprenderle que lo llame precisamente a él para que la ayude, pero no es la primera vez y Chuck sospecha que no será la última, porque Serena jamás ha aprendido a enfrentarse a Georgina Sparks. ¿Y a quién podría llamar si no? ¿A San Humphrey? ¿A la siempre correcta Blair? La mera idea le hace reír a carcajadas.
Si supiera con lo que se va a encontrar esa noche, probablemente no se reiría en absoluto.
No tarda demasiado en llegar al club que le indicó Serena, y a nadie le importa que haya una cola kilométrica porque es un Bass y lo dejan entrar en segundos. El lugar está abarrotado de gente y aún la dorada cabellera de Serena Van der Woodsen es difícil de distinguir en el mar de gente. Por un instante se cuestiona sus motivos para acudir al rescate de su futura hermanastra. Si alguien le preguntase, podría responder que sólo quiere causarle una buena impresión para acostarse con ella y romper el último tabú que queda en su lista, pero la verdad es bastante menos retorcida e interesante. Odia a Georgina Sparks y haría cualquier cosa para joderla, mientras que Serena, contra lo que muchos puedan creer, nunca le ha caído realmente mal. Tal vez disfrute haciéndola sufrir, pero eso no quiere decir que no la haya extrañado un poco cuando se fue al internado (Serena solía crear desastres sumamente divertidos) y sospecha que allí terminará la rubia una vez que Georgina termine con ella, si no la mandan directamente a rehabilitación.
Serena es quien lo encuentra a él, y por su forma de tambalearse Chuck deduce que ya se bajó más de un trago. Sin embargo, se sorprende al no ver la habitual sonrisa bobalicona que suele lucir cuando está borracha y a punto de ponerse a bailar sobre la barra y quizás acostarse con el novio de su mejor amiga. En verdad, Serena parece preocupada. Más bien asustada.
- Oh, Chuck, gracias a Dios que viniste, me estaba volviendo loca.
En circunstancias normales Chuck hubiera tenido un arsenal de comentarios desubicados a su disposición, pero la ansiedad en la voz de Serena y el miedo en sus ojos hace que se disparen las alarmas en su cabeza.
- ¿Dónde se metió Georgina?
- Ni idea, creo que se fue con un tipo - responde Serena, retorciéndose las manos - Pero no me preocupa ella, me preocupa Blair.
Chuck está convencido que escuchó mal, porque no hay modo que Georgina Sparks y Blair Waldorf puedan convivir en un radio de unos cuantos kilómetros sin matarse. Si hay algo que siempre los unió a Chuck y Blair era su desprecio compartido por Georgina. Y el cariño a Nate. Y su amor por los planes maquiavélicos, y la falta de escrúpulos, y Chuck realmente no debería estar pensando en esto.
- ¿Blair? ¿Qué hace Blair acá?
Serena se muerde el labio con aire culpable.
- Es que cuando Georgina me invitó a tomar una copa le pedí a Blair que me acompañara, porque tú sabes cómo es Georgina, no me iba a dejar tomar una sola copa e irme sino que iba a seguir insistiendo, y yo no le iba a poder decir que no y seguro que terminaba tomando y tomando hasta terminar en el suelo, así que le dije a Blair que viniera para que, bueno, me frenara un poco si hacía falta y en su momento me pareció una buena idea pero ahora ya no estoy tan segura.
Serena lo escupe todo sin respirar y una vez que Chuck logra procesarlo pone los ojos en blanco, porque evidentemente Blair no ha hecho un buen trabajo: Serena tal vez aún retenga su conciencia pero está lejos de estar sobria.
- ¿Y dónde se metió Blair ahora?
Serena intenta darse vuelta pero se tropieza y Chuck tiene que sujetarla del brazo para que no caiga encima de un clon de Paris Hilton. La piel de la chica toma una tonalidad verdosa y Chuck jura que si vomita en sus zapatos la va a dejar ahí para que se las arregle sola, pero Serena recupera el equilibrio y el control de su estómago y señala hacia la barra. La mirada de Chuck sigue la dirección indicada y se encuentra a Blair sentada en el regazo de un tipo que aparenta por lo menos treinta y cinco años y cuya mano está subiendo peligrosamente por el muslo de la chica.
Un nudo se forma en su estómago y siente el súbito deseo de romper algo, lo que sea, pero se traga la bilis lo mejor que puede.
- Ah, veo que ella lo está pasando mejor que tú.
Serena recupera la suficiente coordinación motora para darle un codazo en las costillas.
- ¿No lo entiendes, Chuck? Blair está mal, está rara. No sé que le pasa, pero hace diez minutos se quería sacar la blusa delante de todo el mundo porque hacía calor, y antes de eso trató de sacarle el micrófono al disc jockey para ponerse a cantar “Bleeding Love”. Y era la versión remixada y ya sabes cuánto la odia.
Súbitamente Chuck comprende la gravedad de la situación, porque quizás no sea la primera vez que Blair se desviste parcialmente en público, pero es un hecho mundialmente conocido que Blair Waldorf no canta jamás si corre el riesgo que alguien la escuche. Es como pedirle que se ponga una camiseta de fútbol o un sombrero de cowboy: es sencillamente imposible.
Chuck se dirige a grandes zancadas hacia Blair, quien parece no darse cuenta que el tipo la está manoseando de lo lindo, mientras Serena trata de seguirle el paso sin darse la frente contra el piso. Para cuando llegan hasta la barra el pulso le está latiendo a cien por la ira contenida y tiene las manos cerradas en puños tan apretados que le van a dejar media lunas rojas en las palmas. Sin hacer caso de las risitas tontas que está soltando Blair en ese momento, la toma de un brazo con brusquedad y la baja del regazo del tipo para empujarla hacia Serena, quien a duras penas logra atajarla.
- ¡Ey! - exclama Blair, pero él la ignora porque el tipo acaba de ponerse de pie y le saca dos cabezas a Chuck. Bueno, quizás una y media, pero tiene brazos gruesos como jamones y no parece feliz.
Más le vale piensa Chuck, porque él tampoco se siente feliz en absoluto.
- ¿Quién mierda te crees que eres?
- Yo soy Chuck Bass - responde, con la misma soberbia que si dijera: “Soy el Príncipe Harry”, que en el UES viene a ser más o menos lo mismo - Y ella es...
Si a Chuck le gustara la simetría, podría completar la frase con un “mi hermana pequeña” y después darle un puñetazo en el ojo, pero todos tenemos que ser concientes de nuestras limitaciones y de todos modos, necesitaría un taburete para que su puño pudiera llegar a su ojo.
- Ella es menor de edad - dice en cambio - y su padre es abogado, así que yo no me arriesgaría a una denuncia por estupro.
El tipo se pone pálido y murmurando algo así como “me dijo que tenía veinte, maldita sea” se marcha. Chuck necesita unas cuantas inspiraciones profundas para desacelerar su pulso.
- Eh, Chuck, le estaba hablando a ese chico. Me estaba contando que conoció a Donatella Versace y... ¿qué haces aquí? ¿También te invitó Serena? Porque no creo que haya sido Georgina, creo que le caes aún peor que yo...
Chuck da un respingo: es la primera vez que Blair le dirige la palabra desde esa noche desastrosa en el bar del hotel. Y si necesitaba más pruebas de que algo no está bien es la sonrisa radiante de la chica mientras habla, dando saltitos entusiasmados como el maldito conejo de las pilas. Intercambia una mirada alarmada con Serena, que parece tan estupefacta como él.
- ¿Qué carajo se tomó?
Serena niega con la cabeza, confusa.
- No sé, pero no me pareció que estuviera tomando mucho. Es más, creo que sólo la vi tomar...
- ¿De qué hablan? - la interrumpe Blair - Claro que no tomé mucho, mañana hay colegio. Sólo me tomé ese Cosmo. Chuck, tu camisa es horrible. La de ayer te quedaba mejor.
Ignorando su comentario, él la toma por los hombros y la atrae hacía sí. Blair tiene una sonrisa demasiado alegre en el rostro y los ojos muy abiertos con las pupilas dilatadas. A Chuck se le hace un nudo en el estómago y suelta una maldición.
- Serena, no está borracha. Está drogada.
La rubia abre bien grandes los ojos.
- Pero, ¿cómo...?
- No estoy drogada - contesta Blair, todavía sonriendo de un modo sobrenatural - Ya te dije, sólo me tomé ese Cosmo.
Chuck le dirige una mirada furibunda a Serena, porque Blair ya es un caso perdido.
- Nunca te creí tan estúpida como para ir aceptando bebidas de desconocidos, Serena. ¿Es que no aprendiste nada en todos estos años de alcoholizarte en cada bar y fiesta de la ciudad?
La chica frunce el ceño y pone los brazos en jarras. Sería una postura más impresionante si no se estuviera tambaleando levemente.
- No aceptamos bebidas de nadie, Chuck. ¿De veras me crees tan idiota?
Chuck se salva de responder porque en ese momento Blair levanta la vista, casi como si comprendiera lo que está sucediendo.
- Georgina trajo las bebidas a la mesa. Bah, trajo para ella y para Serena, porque la muy puta siempre me odió, pero como Serena se había ido al baño me tomé su Cosmo - Se vuelve hacia Serena - Te iba a traer otro, te juro.
Chuck se vuelve a mirar a Serena, quien en su estado tarda unos segundos más en llegar a la misma conclusión que él.
- Chuck, ¿no creerás a Georgina capaz...?
- Mira, Serena, si estoy seguro de una cosa, es que con Georgina las cosas nunca suceden por casualidad. Si había droga en tu Cosmo, la puso ella.
Serena se lleva una mano a la boca, espantada. A estas alturas, a Chuck le sorprende que ella todavía pueda sorprenderse ante la perversidad de Georgina Sparks.
- ¿Georgina me drogó? Qué perra - comenta Blair con una risita - Siempre dije que era una... ¡Oh, ahí esta ese chico del que te conté, S! Ahí vengo.
Chuck la agarra del brazo y la sienta en un taburete.
- Tú no te vas a ninguna parte.
- Oye, que no eres mi novio ni nada - replica Blair, pero su enfurruñamiento se desvanece casi al instante - Oooohhh, me encanta esta canción. Vamos a bailar.
Y en un abrir de ojos está dirigiéndose a la pista, dando saltitos. Chuck suelta un gruñido.
- Quedate aquí - le dice a Serena y va en busca de Blair, que ya está bailando con un chico que tiene un vago aire a Jason Priestley y Chuck tiene que contener las nauseas.
- Permiso - dice y no espera la reacción del otro antes de llevarse a Blair de allí, arrastrándola del brazo.
Encuentran a Serena sentada en el taburete que acaba de abandonar Blair, sus manos aferradas al borde de la barra, sus ojos aún abiertos por el espanto.
- No puedo creer que Georgina me haya hecho una cosa así - dice en tono lastimero - Le dije que era muy importante para mí no seguir metiendo en problemas y ella dijo que me entendía, es más, me dijo que le parecía una inspiración que una chica como yo pudiera reformarse, que le daba esperanzas de poder hacerlo ella también...
Chuck suelta una risa sin una pizca de humor.
- Serena, sólo tú podrías haberte tragado eso. Georgina no tiene ninguna intención de cambiar, es feliz así como es, jodiéndole la vida a todo el mundo.
- Es verdad - acota Blair, pero parece distraída sonriéndole al barman, a quien Chuck quiere partirle la nariz.
Esta va a ser una noche muy larga.
- Tengo que encontrar a Georgina - dice Serena, su tono decidido contradiciendo a su paso vacilante cuando se pone de pie - Quiero que me explique un par de cosas.
- Serena, realmente no creo que...
Pero antes que pueda terminar la frase su cabellera rubia ya está perdiéndose entre el gentío. Soltando un resoplido Chuck la sigue, sujetando a Blair del brazo todo el camino. Podría dejarla sola para que se pusiera en ridículo, pero ni siquiera él es tan cruel y tiene sospechas bastante espeluznantes sobre qué clase de droga Georgina le tiró en la bebida. Puede que todavía esté enojado con Blair, pero le da pánico lo que pueda pasarle si la deja sola.
El trayecto de una punta a la otra de la pista de baile es una odisea. Entre Serena, que se ha vuelto incapaz de caminar en línea recta y tiene que apoyarse en el hombro de Chuck para no caer a cada rato, y Blair, que sigue dando saltitos y gritos de entusiasmo y se muestra aterradoramente efusiva con Serena, Chuck y cualquiera que se les cruce por el camino (y eso quiere decir cualquiera), se vuelve casi imposible dar dos pasos. Chuck nunca creyó que encontrarse en un boliche en compañía de dos chicas hermosas algo intoxicadas pudiera ser semejante pesadilla. A cada rato tiene que detenerse para sujetar a Blair por los dos brazos para evitar que haga alguna locura como desabrocharse la blusa o ponerse a bailar sobre la barra.
- Bah, como si fuera la primera vez que hago un strip-tease en público - dice Blair como si tal cosa, y desafortunadamente Serena aún está lo suficientemente sobria para mirarla con los ojos abiertos como platos.
- Blair, ¿de qué estás hablando?
- Serena, ¿no ves que está delirando? - replica Chuck, empezando a desesperarse. Blair parece sorprendida.
- Pero Chuck, si tú estabas allí, ¿no te acuerdas? Fue la misma noche que...
- ¿Ésa no es Georgina?
Por supuesto que no es Georgina, pero Serena muerde el anzuelo como de costumbre y afortunadamente Blair se distrae con otra cosa y deja de hacer confesiones incriminadoras.
Por el momento, al menos.
Al cabo de un rato, hasta Serena está dispuesta a admitir que la búsqueda es inútil y Chuck le sugiere que deje el ajuste de cuentas para otro día, que él la ayudará encantado. Serena acepta a regañadientes y van a buscar los abrigos al guardarropas, donde Blair le da un beso a la chica que lo atiende cuando ésta los deja pasar primeros pese a la larga cola (un billete de cien se ocupa de eso), y declara que si no fuera porque ya tiene a S la elegiría como su nueva mejor amiga. Chuck se reiría a carcajadas si no estuviera tan cansado, con un dolor de cabeza a punto de convertirse en migraña gracias al volumen ensordecedor de la música y súbitamente recuerda porque jamás asiste sobrio a esta clase de lugares. La chica del guardarropa no parece demasiado sorprendida por la efusividad de Blair y Chuck supone que trabajando en un lugar así llega un punto que ya lo has visto todo o casi.
En el momento en que se están acercando a la puerta y Chuck ya casi está cantando victoria, Serena se pone verde y tiene que correr al baño. Chuck y Blair se sientan en una especie de chaise lounge mientras esperan, y él se entretiene espantando de mala manera a los chicos que se acercan a hacerle cumplidos a Blair.
- ¿Sabes? Solías ser más divertido - le reprocha ella cuando Chuck amenaza con tomar acciones legales contra un chico que quiere darle su número de teléfono - ¿Es qué estás tratando de proteger mi virtud?
- ¿Qué virtud? - replica él y ella suelta una risita.
- Es verdad, me había olvidado.
Él no, por supuesto. Pero ésa al parecer es la historia de ellos dos: ella sigue adelante como si nada mientras él está condenado a recordar hasta el último detalle.
Súbitamente Blair se pone seria, o tan seria como puede estando drogada hasta las cejas.
- Oye, Chuck - dice en voz baja y él tiene que inclinarse para escucharla - ¿realmente piensas todas esas cosas horribles que me dijiste esa noche? Porque antes creía que sí, pero ahora me estás cuidando y pensé que, no sé, a lo mejor ya no las pensabas más.
Chuck abre la boca para responder, pero cuando ve sus grandes ojos castaños fijos en él, un brillo esperanzado en ellos, la mentira muere en su garganta.
- Nunca pensé realmente esas cosas, Blair. Sólo te dije todo eso porque estaba enojado, no porque lo creyera.
- ¿De verdad? - dice ella, con voz de niña pequeña - Entonces, ¿no crees que soy
repulsiva?
- Blair, no podrías ser repulsiva ni aunque quisieras.
Ella le dedica una sonrisa radiante y a él se le encoge el corazón al pensar que hace falta una droga para que su expresión sea tan abierta y sincera.
- Entonces, un poco te gusto.
- Blair, ¿a quién carajo le importa si...? - empieza a responder Chuck, deseando desviar la conversación, hasta que se da cuenta que Blair no va a recordar una sola palabra en la mañana.
Es ahora o nunca, piensa y decide tirar todas las precauciones por la ventana.
- Claro que me gustas, Blair. Eres la única chica que realmente me gusta, la única que alguna vez me importó en serio.
Los labios de Blair están entreabiertos, sus ojos redondos como platos y Chuck sonríe tristemente al acomodarle un rizo rebelde detrás de la oreja, sus dedos deteniéndose un momento para acariciarle la mejilla.
Eres la única de la que me he enamorado piensa, y no se da cuenta que lo ha dicho en voz alta hasta que Blair suelta una exclamación ahogada y una voz harto familiar se escucha a sus espaldas:
- Oh, pero qué dulce. ¿Quién lo hubiera dicho, el temible Chuck Bass enamorado de la princesita Waldorf?
No me puede estar pasando esto piensa Chuck con desesperación, su garganta seca como papel de lija y un nudo formándose en su estómago, la sangre gélida en sus venas.
Pero sí está sucediendo y al girar la cabeza se encuentra con la sonrisa malévola de Georgina Sparks, quien los observa apoyada en una columna, un destello diabólico en sus ojos azules.
- En serio, Bass, qué conmovedor. Nunca me lo hubiera esperado de ti, y estoy segura que Archibald tampoco. ¿Qué crees que dirá cuando se entere?
- No creo que le importe mucho - observa Blair, increíblemente tranquila - Está saliendo con Michael Moore.
Los dos la miran estupefactos, Georgina porque no entiende de qué habla y Chuck porque la entiende perfectamente.
- ¿Nathaniel está saliendo con la amiga de Brooklyn? ¿Me estás tomando el pelo?
- Nop - dice Blair, casi con indiferencia - Los vi hoy cuando salimos de dar el examen.
A Chuck le toma unos momentos asimilar esta nueva información. Puede ser que aún no se hable con Nate, pero eso no significa que no le importe y decir que Vanessa y su maldita cámara no le caen bien es como decir que él no es un alumno demasiado aplicado. Lo realmente chocante es lo tranquila que parece Blair al respecto.
- Bueno, podría haber sido peor - comenta como si tal cosa - Podría haber sido Penélope o la pequeña J - Frunce la nariz con disgusto - Al menos Vanessa no es tan mala. ¿Te acuerdas cuando te estafó con esos diez mil dólares que le diste por...?
Afortunadamente, Blair no llegar a regalarle en bandeja aún más municiones a Georgina porque una voz aguda los sobresalta a los tres.
- ¡Georgina! ¿Cómo pudiste hacerme una cosa así?
Serena se ve menos verde y bastante más roja ahora que la invade la furia. Georgina se encoge de hombros.
- ¿Qué quieres que te diga? La nueva S me aburre, y ésa no eres tú. ¿Realmente me vas a hacer creer que eres feliz con tu novio bohemio, tu vida como mujer sobria y con la frígida de Waldorf como mejor amiga?
- ¡Ey! - exclama Blair, indignada - No soy frígida, es más, yo...
Chuck le tapa la boca antes de que pueda seguir soltando información incriminadora. Los ojos de Serena se llenan de lágrimas.
- Sí que soy feliz, Georgina. Soy mucho más feliz de lo que nunca fui cuando nos la pasábamos de bar en bar emborrachándonos, mucho más feliz que cuando terminaba todas las mañanas con resaca sin saber ni dónde estaba. ¿Por qué tienes que arruinarlo todo?
Una expresión indescifrable ensombrece el rostro de Georgina, indescifrable para todos menos Chuck , quien sabe que por más diabólica, manipuladora y destructiva que sea una persona no significa que no pueda tener un corazón roto.
Pero Georgina preferiría morirse antes de dejar que alguien lo vea, porque es más fácil lastimar a aquellos que nos importan antes que demostrar cuánto daño son capaces de producirnos y eso también puede entenderlo Chuck.
- S, no me hagas reír. Tu nueva vida es patética, ¿y cuánto crees que te va a durar? Sabes tan bien como yo que toda esta estupidez de “niña buena” no está en tu naturaleza. Antes de que te des cuenta vas a estar dándole al vodka como en las viejas épocas, y eso de que un solo chico te alcanza no se lo cree ni -
- Cállate, Georgina. ¿Por qué no te vas de una vez y me dejas en paz? - la corta Serena pero hay una nota insegura en su voz, porque hay ciertas cosas de las que uno nunca puede desprenderse del todo por más que quiera y ella lo sabe.
Georgina sonríe, una sonrisa macabra que no augura nada bueno.
- Está bien, me voy. Puedo darme cuenta cuando no soy bienvenida.
¿En serio?, piensa Chuck, incrédulo, pero mantiene la boca cerrada. Georgina levanta las manos en un gesto de rendición.
- No me voy a quedar si no quieres verme, S. Mañana mismo me voy para Suiza y no vas a verme más el pelo, prometo no volver a molestarte.
Serena parece a medias aliviada y a medias culpable, pero Chuck no se lo cree ni por un segundo, y sus sospechas se ven confirmadas cuando antes de irse Georgina le dedica una sonrisa torcida.
- Hasta luego, Bass. Volverte a ver fue muy... interesante. Al menos yo no me voy a olvidar de todo lo que dijiste esta noche. Es más, me atrevería a decir que me quedó vívidamente grabado en la memoria.
Su risa resuena en sus oídos por encima de la música saliendo de los parlantes, y les arroja un beso antes de desaparecer en la multitud. Serena le lanza una mirada confundida y recién entonces se da cuenta Chuck de que todavía le está tapando la boca a Blair.
- Perra - es lo primero que dice Blair cuando la suelta - Nunca me cayó bien.
En la limusina Blair se entretiene cantando un tema de las Spice Girls a pleno pulmón y Chuck recuerda porqué se niega siempre a cantar en público. Serena no le presta atención alguna: está encogida en un rincón, mirando por la ventanilla, y Chuck pretende no ver las lágrimas rodando por sus mejillas porque no tiene ganas de intentar consolarla. Al rato Blair deja de gritar, aunque sigue dando saltitos en el asiento y Serena parece quedarse dormida, porque ni se inmuta cuando un celular empieza a sonar a todo volumen.
Más por acto reflejo que por otra cosa Chuck atiende y se arrepiente al escuchar del otro lado la voz de Humphrey, quien no suena particularmente feliz.
- ¿Chuck? ¿Se puede saber por qué tienes el celular de Serena?
- Se lo olvidó acá - miente de inmediato - Y antes que me preguntes, no, Humphrey, no tengo idea de dónde está ella.
- ¿Por qué iba ir a tu suite a...? Bueno, no importa. Se suponía que salía con Blair, pero ella tampoco responde al celular y no sé porqué te estoy contando esto, porque no es como si te importase.
- Es verdad, no me importa - coincide Chuck, a punto de colgar cuando Blair decide preguntar:
- ¿Es Cabbage Patch?
- ¿Ésa es Blair?
Genial. Simplemente genial.
- No, no es Waldorf, no sé si tu novia te dijo, pero ya no nos dirigimos la palabra. Ahora, si no te importa -
Pero antes que pueda completar la frase, Blair le saca el teléfono de la mano. Chuck intenta arrebatárselo antes de que se produzca un desastre, pero entonces Blair habla con una voz que no se parece en nada a la suya, un acento afrancesado convirtiendo sus palabras en algo casi incomprensible.
- Mira, dulzura, el señor Bass y yo estamos algo ocupados, así que te agradecería que llamases en otro momento. Au revoir.
Chuck la mira con la boca abierta.
- ¿Desde cuándo imitas voces?
Ella sonríe con suficiencia.
- Tengo muchos talentos ocultos, Bass.
- Eso no lo dudo, Waldorf.
Es casi, casi como en los viejos tiempos. Pero en los viejos tiempos la mera proximidad de Blair Waldorf no hacía que el pulso se le disparase ni que se le erizara la piel, y ella lo está mirando con los ojos brillantes y sus labios rojos entreabiertos.
Chuck sabe que es imperdonable. Sabe que no tiene excusas, sabe que se arrepentirá porque pese a la opinión popular, él aún conserva un dejo de conciencia y de instinto de la autopreservación. Aún así, aún así la tentación es demasiado fuerte, el instinto demasiado intenso y antes de darse tiempo a pensar se está inclinando para besarla. Ella no se aparta - por supuesto que no - sino que le responde con la misma intensidad, y en un instante ella está sentada en su regazo, sus dedos delgados enredándose en sus cabellos, sus piernas esbeltas rodeando su cintura. Hay algo de desesperación y frenesí en la forma que Chuck la besa hasta quedarse sin aire, tratando de absorber su aliento, su perfume, sus manos explorando la piel bajo su blusa, piel que quema cuando él la toca, y él no puede detenerse aunque sepa que está mal, que ella ni siquiera lo recordará por la mañana, que Serena está durmiendo en la otra punta de la limusina y que todo esto es una locura que sólo puede terminar con cuchillas clavándose en su pecho cuando ella lo haga a un lado otra vez.
Pero su mente es una nebulosa cuando ella arquea la espalda, presionando su pecho contra el suyo, sus caderas creando una fricción enloquecedora, un ronroneo familiar e irresistible escapando de sus labios cuando él cubre de besos su garganta. La desea, con una furia y una intensidad que nunca ha sentido antes, y lo que le ha dicho esa noche en el bar jamás ha sido menos cierto que en este momento porque la necesita, la necesita más que el aire que respira porque sería capaz renunciar al oxígeno con tal de seguirla besando hasta que los dos se queden sin aire ni neuronas.
Cuando Blair empieza a luchar con el broche de su cinturón, sin embargo, una sinapsis se enciende en su cerebro y recupera el suficiente sentido común para apartar a Blair de sí. Ella deja escapar un gemido quedo cuando sus labios se separan y Chuck traga saliva. Es el peor de los infiernos, tener al alcance de la mano lo que ha deseado durante tanto tiempo, sabiendo que se le ofrece voluntariamente (aunque en realidad sepa, en el fondo, que no es así), sabiendo que puede actuar sin preocuparse por las consecuencias. Y sin embargo, aunque Chuck Bass no sea un caballero, aunque no sea una buena persona no quiere decir que es un monstruo.
Puede ver el reproche en los ojos castaños de Blair cuando la baja de su regazo y la acomoda de nuevo en el asiento, pero no puede permitirse caer de nuevo en la tentación, no bajo estas circunstancias, no cuando sabe que no será capaz de frenar.
- No así, Blair - le dice antes de que ella pueda hablar en un susurro desesperado, roto - No puedo tenerte así.
- Pero yo quiero -
- No, Blair, no quieres y ni siquiera lo recordarás por la mañana pero yo sí, y no puedo. No así.
Antes que ella pueda detenerlo él se aparta y se sienta en la otra punta de la limusina frente a Serena, cuyo sueño es tan pesado que Chuck se asustaría de no ser por los leves ronquidos que llenan el denso silencio.
Blair frunce los labios y mira en dirección contraria, sus brazos cruzados sobre el pecho, y Chuck trata de no fijar los ojos en su blusa arrugada, en sus mejillas enrojecidas o su piel perlada de sudor porque la tentación sería demasiado terrible.
Con la sangre bombeándole en las venas a toda potencia, Chuck siente que se asfixia y abre la ventanilla, esperando que el aire fresco baje la temperatura de su cuerpo y su mente afiebradas. Cuando el aire gélido inunda el interior de la limusina Serena, a quien ni un tsunami habría sido capaz de despertarla, abre los ojos, desenfocados y con una expresión confundida en ellos.
Blair se anima de golpe y la sacude para contarle entre risas la llamada de Humphrey y Serena apenas ha podido registrar una sola palabra cuando su amiga ya está parloteando sobre un tal Cedric que necesita ropa nueva urgente (Chuck decide que la ignorancia, en ocasiones, es una bendición). Puede ver por el rabillo del ojo que Serena está buscando su mirada, tal vez para pedirle que le explique de nuevo lo de Humphrey, pero Chuck no quiere arriesgarse a mirar en su dirección. Serena no estará completamente sobria, pero él siente que tiene los pensamientos escritos en su frente y no necesita un nuevo ojo morado por abusarse de otra chica indefensa. Ya tuvo suficiente con el que le dio su novio en su momento, muchas gracias.
Dorota lo mira como si estuviera convencida que Chuck fue quien envenenó a su adorada señorita Blair, y ni todas las explicaciones de Serena parecen hacerla cambiar de opinión. Chuck sospecha que será declarado persona non grata en el penthouse de las Waldorf, pero tampoco es ninguna novedad.
Serena no hace más que disculparse interminablemente, pero Blair no entiende aún cuál es el problema y Chuck está demasiado cansado para escucharla.
- Serena, guárdate las disculpas para cuando Blair recupere la conciencia y quiera arrancarte el cuero cabelludo. En cuanto a mí... ya se me ocurrirá algo.
La chica se muerde el labio mientras Dorota examina a Blair, su ceño fruncido y una mirada torva en sus ojos. Chuck desea salir de allí antes de que la ama de llaves se convierta en Nikita y lo fusile, pero Serena lo detiene.
- Chuck, ¿realmente crees... crees que Georgina fue sincera? ¿Me dejará en paz así, sin más?
Él suelta un suspiro y se decide por la franqueza.
- No, Serena. Georgina no será feliz hasta arruinarle la vida a todo el mundo que se le cruce y lamentablemente para ti, eso te incluye.
No ve sorpresa en sus ojos, pero después de todo Serena también conoce demasiado a Georgina como para asombrarse.
- ¿Qué voy a hacer?
Hay una nota de súplica en su voz y normalmente a Chuck no le importaría, pero Georgina Sparks lo saca de quicio y esta noche ha sido el colmo.
- Mira, ahora te vas a dormir y tratas de recuperar algunas neuronas. Mañana... ya veremos, ¿de acuerdo? Ah, y vas a tener que inventarle alguna mentira creíble a tu novio, si sigues insistiendo en no contarle la verdad.
Ella asiente con la cabeza, con expresión desolada, y él se da vuelta para irse, sin deseos de despedirse de Blair.
- Oye, Chuck... gracias.
Él se encoge de hombros.
- Ya me cobraré el favor, hermanita.
Las predicciones de Chuck resultan tristemente certeras y cuando Georgina lanza un misil contra Serena a través del blog de Gossip Girl, un mensaje de texto llega a su celular.
Tú eres el próximo.
Chuck no se sorprende demasiado. Georgina Sparks es diabólica y no parará hasta convertir sus vidas en un infierno.
Él toma su celular y escribe a su vez un mensaje.
Si yo caigo, tú caes conmigo.
Porque dos pueden jugar a este juego y de todos modos Chuck Bass ha perdido la oportunidad de ir al cielo hace mucho tiempo.
Tabla