Awesome Mix Track 3 - Spirit in the Sky (3/3)

Aug 11, 2015 14:53

Título: Spirit in the Sky (3/3)
Personajes: Castiel, Dean Winchester, Balthazar, Sam Winchester, Bobby Singer, Ellen Harvelle, Jo Harvelle, Tessa, Michael, Gabriel, Naomi, Anna, Inias, Meg, Fate.
Fandom: Supernatural
Resumen: Un trágico incendio deja huérfanos a los pequeños Dean y Sam Winchester. Castiel Novak, amigo de la familia, se queda a cargo de ellos, aunque no está seguro de poder hacerlo bien. Por suerte, contará con toda su familia para ayudar, y sobre todo, con su mejor amigo, Balthazar.

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- ¿Qué tal te fue con Meg?

- Se portó muy comprensiva.

- No te lo quería decir, pero podrías andar navegando con la banderita de padre soltero, y las mujeres te desvestirían en plena calle.

Sam se llevó las zanahorias a la boca. Masticó pensativo, y decidió que podía pasarlas en lugar de escupirlas.

-  Solo hablamos, fue todo.

- Eres un desastre - dijo Balthazar con afecto -. Pero es un avance, al principio parecía que pedías con los ojos que te sacaran de ese antro de iniquidad.

Dean entró a la cocina en ese momento, y corrió a subirse al regazo de Castiel.

- ¡Cas!

Fue recibido con una rápida palmadita afectuosa. Castiel estaba más pendiente de lo que Sam hacía con la comida. Hasta el momento todo bien, pero en cualquier momento iba a ponerse el tazón como sombrero, o a intentar meterse los palitos de zanahoria por la nariz.

- Baly, quiero cereal.

- Nada más para eso sirvo - Balthazar se llevó, trágico, una mano a la frente -. ¿Y no se le ofrece nada más al joven señor?

Dean se echó a reír. Pero Castiel le dirigió una mirada de reproche.

El niño lo pensó un poco.

- Quiero cereal. Por favor.

- ¡Marchando!

Durante unos minutos, la cocina, a la luz de la mañana, fue un entorno tan idílico como un anuncio de lavatrastes.

- ¿Cómo les fue en su cita? - preguntó Dean, con particular claridad.

Balthazar y Castiel se miraron uno al otro y luego a él.

-  ¿Dónde escuchaste esa palabra? - preguntó Balthazar.

-En la tele, cuando estaba la tía Naomi.

Entonces la niñera se la había pasado viendo dramones en la televisión. Balthazar resopló y apretó los labios. Pero la risa le ganó.

- ¡A saber que más habrá visto este niño! - dijo entre carcajadas.

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- ¡Baly no te vayas! - dijo el niño, aferrándose a las rodillas del adulto.

- Tengo que ir a dormir. Sabes que regresare mañana - ya habían tenido esta conversación antes, pero de un tiempo para acá, Dean ya no se dejaba convencer tan fácilmente de que lo soltara.

- ¡No!

Balthazar buscó apoyo en Castiel. Pero su amigo parecía como si estuviera atestiguando el origen de un trauma. En cualquier momento llamaba a Tessa para pedirle socorro porque la inocente psique del niño estaba recibiendo una impresión tremenda.

- Estamos malcriando a estos niños - masculló Balthazar. En la televisión, el Rayo McQueen era perseguido por un tractor, y Sam y Dean no perdían detalle, a pesar de que lo habían visto mil veces.

- Lo siento.

- No es culpa tuya - Balthazar dio un sorbo a su taza de te -. Créeme, si no quisiera quedarme lo noqueaba y ya.

- Es muy amable de tu parte.

- Lo sé. Soy un santo.

Castiel no lo lamentaba de verdad. Era difícil cuando estaba tan cómodo y a gusto, sentado en el sillón al lado de Balthazar, con los niños en la alfombra, entretenidos con una película.

La perfecta ficción domestica.

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Castiel arropó a los niños, encendió el comunicador, y se retiró a su dormitorio. Balthazar estaba buscando en su closet algo que ponerse para pasar la noche. Cualquier cosa le venía bien, porque ambos tenían una complexión similar.

- Cassie, antes de que lo digas, ninguno de nosotros va a dormir en el sillón. Aquí hay suficiente espacio para ambos.

Castiel justo estaba por tomar una colcha y una almohada, y se quedó con la boca abierta. Terminó por cerrarla con un chasquido.

- No quiero escuchar nada en contra - advirtió Balthazar, poniéndose la pijama.

- Pero es que…

- Nada.

Balthazar lo metió a la cama a fuerza, y lo arropó como él acababa de hacer con los niños.

- Esto es ridículo.

- Calla. Es hora de que alguien lo haga por ti.

El hombre rubio se acostó a su lado y apagó la lámpara.

- Buenas noches - dijo, y se hizo un ovillo.

- Buenas noches.

Pero Castiel no podía dormir. Y no podía confesar la razón. Se acordó de Meg y la plática que sostuvieron. Lo ayudó a darse cuenta de que, de entre toda la gente que lo ayudaba con los niños, Balthazar era quien más tiempo corrido pasaba con él, y no solo porque trabajaran juntos. Dean lo veía como alguien a quien acudir en busca de consuelo o que podía imponer disciplina.

- Para efectos prácticos están casados - le dijo Meg, partiéndose de la risa.

Y la verdad, la idea de estar casado con Balthazar hizo que el corazón le saltara. Llevaban conviviendo y comportándose como familia con tanta naturalidad que se habían saltado el paso pequeño pero crucial de planteárselo.

Pero eso no iba a ocurrir. Balthazar no podía estar ni remotamente interesado en él. En alguien de su mismo sexo. O en una relación monógama, para el caso. Fate solo fue la más reciente adición a una larga lista. En cualquier momento, aun cuando fuera por mera suerte, podría encontrar a una mujer con quien formar su propia familia. Todavía no ocurría, y Castiel ya se sentía desamparado.

Diablos. Se había enamorado de él, y con todo lo que había pasado, no se dio cuenta hasta que una desconocida se lo dijo. Quería que se quedara, tal como estaban en ese momento, compartiendo la cama, y despertar así todos los días. Que criaran a Sam y Dean juntos, con todo eso de los desayunos en familia, y las películas de dibujos animados.

- Cassie…

- Creí que estabas dormido.

- Piensas muy fuerte, así no hay quien pueda.

Castiel se encogió. Pero Balthazar lo decía por bromear, nadie puede escuchar lo que piensa otro, ¿o si?

Como respuesta a su terror, escuchó la risa del rubio.

- Me gustaría saber lo que piensas. De verdad.

- Es demasiado. Son muchas cosas al mismo tiempo, y no todas me gustan.

Hablaban en murmullos, a pesar de que no había manera de despertar a los niños si lo hacían con volumen normal. Castiel pensó que eso creaba cierta intimidad.

- Nunca entendí - dijo Balthazar, pensativo, mientras se reacomodaba en la cama -. ¿Cómo te hiciste tan amigo de los Winchester?

- Me recomendaron a John para que arreglara mi auto. Cuando lo vio se echó a reír, y me dijo que parecía de proxeneta. Aunque no con esas palabras.

Balthazar se acurrucó más cerca. Castiel no se dio cuenta.

- Había algo en él, que me recordaba mucho a mi hermano Michael. No sabría decir que exactamente. Y Mary… hasta ahora ha sido la única persona que supo decir de inmediato que mi nombre era de un ángel. Creía en ellos. Solía decirle a Dean que los ángeles lo cuidaban.

Suspiró de tristeza. Estuvo cuando nacieron Dean y Sam, se sentía honrado de ser amigo de la familia.

Balthazar le rodeó la cintura con el brazo.

- Lamento que los perdieras - tras un momento, continuó -. Me siento una persona horrible.

- ¿Por qué?

- Porque tenía celos de John - dijo, con tanta naturalidad como cuando hablaban de la marca de cereal favorita de Dean.

- ¿Celos?

- O de Mary. Era raro. Creí que estabas enamorado de uno de los dos.

- ¿De donde sacaste semejante idea? - preguntó Castiel, incorporándose. Balthazar lo soltó.

- A veces tengo ideas estúpidas, sobre todo tratándose de ti.

Castiel se perdió y se le notó en la cara. Balthazar le hizo una caricia en la mejilla.

- ¿No te has dado cuenta? Supongo que eso es bueno.

- ¿De que? - Castiel no se atrevió a decir nada.

- Tienes que hacer que lo diga, ¿verdad? Eres un gran tonto.

Balthazar, repentinamente incomodo, intentó levantarse de la cama. Castiel lo tomó de la muñeca.

- ¿Qué es lo que tienes que decir?

- No puedo. Tengo miedo.

Castiel lo aferró con más fuerza. Balthazar hizo una mueca.

- Entonces es cierto eso de “cuidado con lo que deseas”. Es un escenario ideal, ambos compartiendo la cama, y tú aferrando mi mano. Pero nada es como lo que imaginaba.

- Balthazar, por favor, dime.

El hombre rubio llevó todo el aire posible a sus pulmones. La oscuridad le ayudó en este caso. Se sintió arropado, sin tener que ver a Castiel a los ojos.

- Probablemente tengo un sitio reservado en el Infierno. Pero estar en tu casa, con los niños, ha sido como si tuviéramos nuestra familia. Tú y yo. A veces conseguía convencerme de que así era, y que no solo estaba jugando a la casita.

- Balthazar, nunca he creído que juegues. Estuviste a mi lado desde el principio. Y ya viste lo mucho que te quieren los niños…

-  ¿Y tú, Castiel? ¿Me quieres?

A Castiel se le secó la garganta.

- No te lo quería preguntar - a diferencia de su actitud ligera habitual, Balthazar comenzó a hablar con nerviosismo -. Porque no quería perder lo poco que he tenido hasta ahora.

Al ver que Castiel no respondía, la voz de Balthazar se tornó de alarma.

- Olvida lo que te pregunté… Yo… solo… No volveré a mencionarlo…

- Creí… que estabas conmigo por amistad… Seguías saliendo…

- Trataba de olvidarme de ti, ¿está bien? Pero no hubo caso.

Castiel estiró la mano, y acarició suavemente el rostro de Balthazar.

- Espera - dijo, y se levantó de la cama para prender las luces de la habitación.

- ¿Qué haces? - le preguntó Balthazar.

- Quiero decírtelo de frente, y que me veas cuando lo haga - Castiel se arrodilló en la cama, y tomó el rostro de Balthazar entre sus manos -. Te amo. Ni siquiera yo me había dado cuenta. Nunca ha sido un juego tenerte aquí. Eres mi mejor amigo, mi apoyo, y nada me gustaría más que el que te quedaras a mi lado para siempre.

El rostro de Balthazar se iluminó de delicia, con el cálido y suave resplandor de una vela.

- Cassie… Mi Castiel.

Su primer beso fue una consecuencia natural. Así como Castiel no cuestionó que Balthazar se quedara con los niños todo el día mientras él iba con el abogado, o que estuviera ahí cuando Sam dio sus primeros pasos, ni que Dean los dibujara juntos. Las siguientes palabras de Balthazar tampoco fueron una sorpresa.

-  Castiel… quiero hacer el amor contigo.

Castiel se ruborizó, y sin poder evitarlo, miró hacía la puerta.

Balthazar se echó a reír.

-  No están ahí. Seguramente van en el séptimo sueño. Pero si te hace sentir mejor, procurare no despertarlos.

Cumplió su promesa. Esparció toques tan suaves que a ratos Castiel no podía evitar reírse por las cosquillas. Lo acaricio de manera firme y lenta, como si tuvieran todo el tiempo del mundo. Cubrió los labios de su amante con los suyos, para amortiguar sus gemidos y jadeos. Aferraron las sabanas con los puños, para no hacer más ruido del necesario.

Castiel se dejó llevar poco a poco, correspondiéndole con pasión apenas contenida, hasta que por fin, construyeron una sutil burbuja para los dos, y dejaron fuera al resto del mundo.

Bastaba solo un chasquido del comunicador para romperla, pero por suerte, eso no ocurrió.

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Tenía que ser la boda del año por fuerza. Incluso del siglo. No importaba lo pequeño de la capilla, ni que no saliera en todos los medios. Era la boda del siglo y punto.

Tampoco había cientos de miles de invitados, solo un puñado de amigos cercanos. La pequeña Jo, con un adorable vestido rosa, ligeramente manchado de tierra, recorrió el pasillo esparciendo pétalos de flores. Tras ella, entró Ellen del brazo de Castiel. En el altar, la esperaba Bobby, reventando de orgullo y felicidad. Dean llevó los anillos en el correspondiente cojín, y al cumplir su cometido, regresó corriendo a sentarse junto a Balthazar, quien cargaba en brazos a Sam, y le explicaba todo lo concerniente a la ceremonia.

La recepción fue en el Roadhouse, cerrado y decorado para la ocasión.

-  Se ven muy felices - comentó Balthazar. Bobby y Ellen bailaban una canción lenta, muy apropiada para abrazarse y moverse despacio. Dean y Jo corrían por todo el lugar, llenos de pastel y bocadillos. Sam hacía todo lo posible para alcanzar a su hermano, pero sin poder seguirle el paso.

-  ¿Quieres bailar? - preguntó Balthazar.

Castiel miró a todos lados, pero principalmente a Sam.

- No le va a pasar nada - Balthazar le guiñó un ojo, y lo tomó de la mano. Se acomodaron uno en brazos del otro con facilidad.  Castiel sabía que su amigo de toda la vida era buen bailarín, nunca pensó que le tocaría ser su pareja.

Sinatra sonaba en las bocinas. Perfecto.

- Aunque lo estés pensando, esto podría estar mucho mejor.

Castiel sonrió y se acomodó más contra el cuerpo de Balthazar. El baile se interrumpió cuando Sam aferró una pierna del hombre rubio.

- ¿Qué pasa, amigo? - le preguntó.

-  ¡Papá! - dijo Sam, y extendió los brazos en la señal internacional de “soy pequeño, adorable, y exijo que se me tome en brazos.”

Balthazar lo cargó de inmediato, y lo acomodó entre ambos, dejándolo en un sándwich cálido y muy bien vestido.

-  Creo que ahora si es perfecto - dijo Castiel.

- Todavía no.

Sam se metió el pulgar a la boca y escuchó la conversación con curiosidad.

Balthazar tomó la mano de Castiel.

-  Hace falta que tengas un anillo en este dedo.

Castiel se quedó sin palabras, un buen rato, inmóvil.

-  Cassie… ¿estás bien?

- ¿Me propones que nos casemos?

-  Te propongo una ceremonia sencilla, dejar a los niños unos días con los Singer, e ir a un lugar sorpresa para el que ya compré los boletos.

- ¿Cómo estabas seguro de que diría que sí?

- No puedo concebir una versión de la realidad en la que digas que no.

Castiel se movió, dio unos pasos de baile, y protagonizó una de esas escena donde un miembro de la pareja hace que el otro se recargue completamente hacía atrás en sus brazos. Esta vez, con la dificultad añadida de cuidar que Sam no se les cayera.

-  No esperaba que se te ocurriera hacer eso - dijo Balthazar, en cuanto recuperó la vertical.

-  Yo también puedo tener gestos románticos por sorpresa.

- Esperare el siguiente con ansiedad.

En ese momento, Dean los sorprendió chocando contra sus piernas, y exigiendo que lo tomaran en brazos como a Sam.

Castiel abrazó al niño con fuerza. Cerró los ojos, y pensó en John y Mary. En que nunca tendría como agradecerles el haberle dado un regalo como Dean y Sam. Lo único que le quedaba era cuidar de los niños con su vida, y el día de mañana, contarles todo sobre sus padres, para que no los olvidaran, ni dudaran jamás de lo mucho que los amaron.

FIN

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