Título: Hooked on a Feeling (5/5)
Personajes: Dean Winchester, Benny Lafitte, Charlie Bradbury, Andrea Kormos, Balthazar, John Winchester.
Fandom: Supernatural
Resumen: AU escolar, donde Dean Winchester estudia periodismo, a pesar de la oposición de su padre, y arrastra un largo problema de insomnio. Cuando comienza un nuevo semestre, conoce a un profesor que puede ayudarle al menos con uno de los dos problemas.
Benny, con mucha dignidad, preparó su vieja grabadora de casete, asintió con aprobación a otras parecidas, y le dedicó una mueca de desprecio a los delgados teléfonos y otros chismes más modernos. Seguro que no resistirían una patada.
Sacó también la libreta, aunque esta conferencia de prensa trataría de puras justificaciones. Se las imaginaba tan perfectamente que ya podría comenzar a redactarlas.
Pegó la espalda a la pared, miró a su alrededor, y encontró algo que le provocó una dulce punzada.
Dean Winchester. Ahí mismo.
Se veía mucho más fornido de lo que recordaba, y había perdido por completo sus rasgos más tiernos. Excepto las abundantes pestañas. Estaba apuesto en extremo, hasta con ese chaleco repelente. Un tanto pálido. De nervios, supuso.
- ¡Dean! - lo llamó. El joven volteó de inmediato. Esos bonitos ojos verdes brillaron al reconocerlo.
Conforme se acercaba, Benny sentía como se le apretaba el nudo de emoción en la garganta. Si el muchacho supiera cuanto pensó en él esos últimos años. Le había pedido una última noche inolvidable, sin saber en la que se estaba metiendo, porque lo perseguía en sueños, y se interponía en su realidad.
Lo recordaba especialmente cuando estaba despierto para ver la hora más oscura de la madrugada, o cuando sentía que había sobrevivido al día nada más porque la Divina Providencia existe. El cuerpo de Dean agitándose contra el suyo, mientras él se esforzaba en ir despacio para estirar todo lo posible esa última noche, más atento al placer del joven que al suyo propio. Explorándolo minucioso, donde el muchacho lo apresuraba, desesperado por más. Se grabó para siempre, en la punta de sus dedos, la suave textura de esa piel, cubierta de canela espolvoreada.
Lo abrazó, subiéndolo a su regazo. La intención era que Dean pudiera marcar el ritmo como quisiera, porque Benny no confiaba en su propio control. Pero el muchacho, rápido y escurridizo como un pez, se le escapó, para dejarse caer entre sus piernas. Ya frente a su miembro, la delicada lengua de Dean dio un primer toque experimental, se relamió, como un gato satisfecho, e inmediatamente después, lo metió de lleno en su boca.
Eso fue lo que pudo con Benny, lo que consiguió marcado para siempre. Los sensuales labios de Dean rodeando su miembro, sus mejillas rojas, y esa adoración en sus ojos, como si no quisiera estar en ningún otro lugar ni hacer otra cosa. Se le quedó mirando fijamente, en trance, flotando, mientras el joven lo chupaba como si buscara dejarlo seco.
Una ola de placer lo revolcó completamente, por sorpresa. Ni la vio venir, de tan absortó que estaba. Salió de nuevo a la superficie, jadeando, y cuando pudo enfocar la vista, se encontró de nuevo con los ojazos de Dean, sus pupilas dilatadas como pequeño charcos de tinta. Tenía la boca y las mejillas salpicadas de semen.
- Eres tan hermoso… - se escuchó murmurar Benny. Con brusquedad, le recorrió la cara con el pulgar, embarrándolo hasta las pestañas -. Perfecto…
Lo terrible de encontrar una sirena, no era morir hecho pedazos en una costa que no aparecía en los mapas, si no sobrevivir y pasar el resto de la vida añorando a la criatura que pudiste tener en brazos. Buscándola por todos lados, y haciendo comparaciones, porque nadie tenía unos ojos verdes como aquellos, ni la piel suave y brillante, como pequeñas escamas nacaradas.
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- Señor Lafitte - lo saludó el joven, como su estuvieran de nuevo en el salón de clases.
- Soy Benny. Voy a pensar que te olvidaste de mi nombre.
- Jamás - respondió Dean. Sus mejillas se llenaron de rubor, y por un momento se vio mucho más joven, y tierno como un conejo -. Aunque, tal vez… algunas cosas han cambiado.
- ¿Qué es lo que quieres saber? ¿Si tengo a alguien más? ¿Si te he olvidado? - le falló la voz, ¡maldita sea! No recordaba que le hubiera ocurrido en el trabajo -. La respuesta a las últimas dos preguntas es no. ¿Qué hay de ti? ¿Cómo te va?
- Confiaba… en que volveríamos a encontrarnos - confesó el joven.
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El final de ese semestre cumplió la vieja verdad universal de “cada profesor cree que su materia es única”. Ni Charlie ni Dean hubieran podido asegurar si los últimos días fueron soleados o si llovió a cantaros, porque no tenían tiempo ni energías para asomarse por la ventana. Ni siquiera miraban al cielo mientras corrían de un edificio a otro del campus o antes de entrar a la biblioteca.
La parte positiva fue que Dean quedó curado del insomnio, principalmente por fatiga. También porque no volvió a recibir llamadas de su padre. Las únicas noticias de casa eran proporcionadas por Sam, lo cual era una mejoría.
La ultima clase del señor Lafitte lo hizo sentir triste y aliviado al mismo tiempo. Solo faltaba la evaluación, que les devolvieran sus trabajos, y sería todo. No volvería a verlo hasta el siguiente semestre. Eso sí se inscribía en otra clase con él. Pero siempre tendrían la cafetería.
El profesor llamó a los alumnos uno por uno, siguiendo un orden misterioso y desconocido. Les informaba de sus calificaciones, hacía un par de observaciones, y el alumno en turno tenía permiso para retirarse.
Charlie salió antes que Dean, le guiñó un ojo desde la puerta, y fue en busca de su novia, para aprovechar el tiempo antes de las vacaciones.
Dean fue el último en pasar al escritorio a recibir su evaluación. El corazón le latió con fuerza, de estar tan cerca, y lo más importante, a solas.
- Señor Winchester… - Benny tenía ciertas dificultades para mirarlo a los ojos-. Confirmé la impresión que me dio al principio del semestre. Buen trabajo.
Dean se sintió doblemente halagado. Pudo haberlo besado.
El profesor le devolvió sus trabajos, y recogió su maletín para retirarse.
- Yo… - comenzó Dean, buscando algo que decir, principalmente algo que no fuera sospechoso -. Espero que tenga buenas vacaciones.
El señor Lafitte volteó a mirarlo, sorprendido. Dean se pateó mentalmente.
- Diablos… soy idiota. Lo que quería decir…
- No es necesario. Te entiendo. Es que técnicamente no son vacaciones, porque no voy a regresar para el próximo semestre.
Dean boqueó como mojarra fuera del agua.
- ¿Qué?
Benny le hizo un gesto tranquilizador con las manos.
- Vine para hacer un favor… aunque terminaron haciéndomelo. Pensé que podía retirarme, al menos un tiempo. Pero me he dado cuenta de que aun no es hora.
Dean iba a empezar a enumerar todas las cualidades por las que Benny era un gran profesor, pero descubrió “esa” expresión en su cara, y se dio cuenta de que no tenía caso. No había nada que pudiera oponer contra esa gran añoranza. Como un caballo de batalla oliendo la pólvora y escuchando el llamado de los clarines.
Se le erizó la piel. Más que pedirle que se quedara, quería acompañarlo. No solo porque lo amaba, si no porque quería ver lo mismo que veía en ese momento, y que parecía estar tan lejos.
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Benny carraspeó para controlar su emoción.
- Tenemos que ponernos al tanto. Pero primero, el trabajo. ¿De cuál medio vienes? ¿Dónde está tu grabadora?
El muchacho casi se ahorcó tratando de enseñarle su identificación a toda prisa, sus nervios regresaron de golpe, y ahora más que pálido se veía amarillo. Buscó entre los infinitos bolsillos de su chaleco hasta dar con la grabadora.
- Es de segunda mano - explicó.
Era un buen muestrario de cicatrices de batalla, incluso tenía un remiendo con cinta de aislar. He aquí un veterano.
- Muy bien. Es buena y todavía aguantará, no te preocupes.
Dean lo miró con los ojos muy abiertos, tenía aspecto indefenso. Benny sintió ganas de besarle las pecas una por una.
- ¿Es la primera conferencia de prensa a la que te mandan?
El muchacho asintió con un movimiento nervioso. Se le pudo haber desprendido la cabeza.
- Es lo primero de todo.
- También me lo hicieron. Te avientan al mar para ver si flotas o te hundes.
Dean se veía como que en ese momento cambiaría su chaleco por uno salvavidas. O mejor, que llegara un helicóptero de rescate con escalera de cuerda.
- Va a ser un desastre - eso era todo, acababa de admitir su miedo en voz alta.
- ¿Sabes que pensaba al verte en clase? - le dijo Benny, recordando a una criatura mitológica, con la piel cubierta de gotitas de sudor -: Este chico puede nadar como un pez.
Quienes estaban cerca, voltearon al escuchar la risa de Dean, y al ver que no era nada importante, volvieron a lo suyo.
- ¿Es en serio?
- Entre otras cosas.
El excelentísimo secretario, o la autoridad que fuera, porque en ese momento a Benny no le importaba mucho, tomó su lugar para dar inicio a la conferencia. Benny y Dean encendieron sus grabadoras y las pusieron en el montón con las demás.
Dean se pegó, de manera inconsciente, a su antiguo profesor, y miró al conferencista como si en cualquier momento fuera a saltarse la mesa para morderlo.
- Él es quien debe tenerte miedo - le dijo Benny, dándole una palmada en el hombro -. Tú traes la grabadora.
El joven le agradeció en silencio.
Se escuchó el chasquido de los flashes. Benny se dio cuenta entonces de que la conferencia ya había empezado, y no tenía idea de lo que se trataba. Avergonzado, le indicó a Dean que pusiera atención.
En efecto, se trataba de decir la mayor cantidad de estupideces posible. Al menos, no los hicieron perder demasiado tiempo. Lo único importante del día fue el momento en que al fin pudieron escapar de sus respectivas redacciones. Benny pudo tomar a Dean de la cintura sin preocuparse de que alguien pudiera verlos, porque era tan tarde que solo estaban abiertos los antros en que los periodistas encontraban que comer, y comprobó que su boca sabía tan bien como lo recordaba. ¿Aun podría levantarlo en brazos? Con un poquito de esfuerzo extra, tal vez.
- Ahora tengo un lugar con espacio - susurró Benny cuando se separaron -. Puedes traer tus cosas cuando quieras. Hoy mismo estaría perfecto.
- ¿Qué? Un momento… ¿es en serio?
- Dean, han pasado años y miles de cosas. Creí que no volvería a verte - le acarició la cara con el pulgar, trazando la misma ruta que había recorrido miles de veces en su imaginación -. Ahora que he vuelto a encontrar a mi sirena, no te voy a dejar escapar.
- ¿Tu qué? ¡Explícame eso!
Benny lo atrajo para besarlo de nuevo, y le robó todo el oxígeno, hasta que Dean quedó aturdido y mareado.
- ¿Qué querías saber? - preguntó Benny.
- Mhmm...
- Así soy de bueno. Y puedo ser mejor.
- Eso sí lo recuerdo. - jadeó Dean -. Nunca se me va a olvidar.
FIN