Palabras (1/2)

Apr 27, 2012 15:15

Título: Palabras (1/2)
Personajes: Jensen Ackles, Misha Collins, Sebastian Roché, Jared Padalecki
Fandom: RPS
Resumen: La llegada de un nuevo compañero al inicio de la sexta temporada de Supernatural, hace que Jensen Ackles se de cuenta de algo importante.

Explicito, no es, a menos que tengas mucha imaginación.

Disclaimer: No se puede ser dueño de ningún ser humano, eso es ilegal y éticamente cuestionable. Si aunque sea conociera de lejos a cualquiera de los involucrados, no estaría perdiendo el tiempo escribiendo lo que sale de mi enferma cabeza. Los nombres son de actores que admiro mucho, y las situaciones están basadas en lo que ellos mismos cuentan en entrevistas y convenciones, aunque muy estiradas por quien esto escribe.
Con cariñosa dedicatoria a Nancy, La Bluemeanie Mayor. ¡Felicidades!


Jensen volvió a echarle un vistazo a las páginas del guión. Ese día comenzaban a grabar el tercer capitulo de la sexta temporada, y hasta el momento ni podía creer que hubieran llegado hasta aquí.

Lo mejor era que Misha regresaba como Castiel. Lo había echado mucho de menos… Jared también, y el resto del equipo, por supuesto.

Conforme se acercaba al set, escucho una familiar carcajada. Precisamente, Padalecki estaba haciendo todo lo posible por matar a Collins de risa. Y todavía faltaba que empezaran a grabar, ahí Jared elegiría el peor momento para hacer una payasada de las suyas, y Misha haría lo posible por aguantarse. Fallaría, como siempre, y el trabajo tendría que detenerse mientras se le pasaba. Nunca se sentía como una perdida de tiempo, era todo un espectáculo. Jensen no se cansaba de ver el brillo en sus ojos azules, las arruguitas que se le formaban, y sus blancos dientes asomándose entre esos labios carnosos. Y su esfuerzo posterior para componerse y adoptar el gesto serio de su personaje era muy entretenido.

Jensen abrazó a Misha a medio ataque de hilaridad, para darle la bienvenida.

- ¡Por favor, sálvame del Alce Asesino! - le dijo Misha a modo de saludo. Jensen tan solo se rió, porque el que encajaran tan bien estando abrazados lo hacía olvidar gran parte de su vocabulario. Y si tenía la ocurrencia de mirarlo directo a los ojos, su cerebro simplemente se haría puré, ya le había pasado… como a todo el mundo. Tanto azul no debía concentrarse en un solo lugar, para seguridad de terceras personas.

A su pesar, Jensen tuvo que separarse de Misha y le dio unas palmaditas cariñosas en el pecho. Miró a su alrededor para no caer en la tentación de los ojos azules.

- ¿Y el nuevo? - peguntó. Otro ángel se iba a incorporar a la historia, y Jensen tenía curiosidad por el actor que lo interpretaría. Todo este tiempo han tenido la suerte de contar con estupendos compañeros, y esperaba que este no fuera la excepción.

- Creo que es él - dijo Jared, mirando hacía un lado del set. Jensen lo imitó, y vio a un hombre de cabello rubio, vestido con saco negro, camiseta de cuello en V y pantalón de mezclilla. Iba saludando a todo el mundo, como si siempre hubiera estado ahí. Y efectivamente, así parecía. Eso ya era prometedor.

El hombre los vio y se acercó, sonriendo y acomodándose el saco, para darle la mejor impresión posible a los protagonistas.

- Mucho gusto en conocerlos - saludó alegremente, y notaron su acento inglés -. Mi nombre es Sebastian Roché, y van a tenerme un rato por aquí.

Jensen y Jared correspondieron el saludo y hubo un par de apretones de mano. Al dirigirse a Misha, Sebastian se congeló por unos segundos, manteniendo un duelo de ojos azules. Después se le iluminó el rostro como a un niño en Navidad, y miró a Collins como si fuera lo más increíble que hubiera visto en su vida. Por fin dijo algo en francés. Quien sabe que fue, pero el tono era de admiración.

Misha pareció sorprendido. Hubiera sido un momento muy incomodo pero afortunadamente sabia como responder.

Lo hizo en ruso.

La cara de sorpresa de Sebastian le hizo tanta gracia que se echó a reír, y contagió a los demás.

De ahí se siguieron. Entre tomas, Sebastian y Misha se la pasaron hablando entre si, sin que uno entendiera al otro. Jensen se lo tomó con humor al principio, y espero que a Jared no le diera por ponerse a hablar en polaco o italiano, porque entonces mejor se iba. De por si ya se estaba sintiendo fuera de lugar, y eso no le había pasado antes.

Al final del día, los “ángeles” ya estaban bien avenidos. Podrían lanzar su propia línea de postales navideñas.

- Jensen - dijo Misha cuando terminaron de grabar -. Seb y yo vamos a tomar un café, ¿quieren venir?

Hasta ahora no había caído en lo natural que era que le hablaran en plural. Preguntándole a él, contaban a su “hermano” y viceversa.

- Estoy un poco cansado, será para otra ocasión - respondió -. Y Jared va a salir a cenar con Gen.

- Oh. Bueno, entonces nos vemos mañana. Que descanses.

Jensen lo vio marcharse, con un suéter ridículo puesto, y escuchó como le hablaba a Sebastian en ruso. Sintió algo profundo, parecido a la molestia, que lo tomó por sorpresa. Sacudió la cabeza, esta bien que hace mucho que no se veían, pero no era obligatorio que se pegara a él. Si el nuevo compañero le simpatizaba, tenía todo el derecho del mundo a conocerlo mejor fuera del trabajo y averiguar si tenían algún idioma en común. Además, tuvo la cortesía de preguntarle si quería acompañarlos, y quien se había negado era él.

Se siguió diciendo eso cuando estaba por irse a dormir. Por fin se decidió a admitir que se sentía un poco sólo. Lo suyo con Daneel no funcionó, y Jared, con quien había compartido casa y trabajo se había casado. Tal vez en el fondo contaba con que Misha llegaría a hacerle compañía un rato. Era divertido, inteligente, y su manera de ver el mundo era fascinante. Y cualquiera podía ver que era muy apuesto, el mismo Jensen no era inmune a sus ojos azules. ¿Cómo podía seguir soltero?

Se imaginó a Sebastian alegrándose de ese hecho.

La molestia regresó y se multiplicó por diez. “Café”, era un eufemismo. ¿Acaso cree que nadie se dio cuenta como se le quedó viendo a Misha? ¿Seguiría hablándole en francés? ¿Pretendía seducirlo así? Casi sale corriendo a buscarlos. Tuvo que recordarse que Misha era un adulto, que podía hacer de su vida lo que se le pegara la gana, y que estaba capacitado para defenderse solo.

Para entonces Sebastian se le había hecho un tipo de lo más arrogante. ¿Quién se creía para llegar tan campante como si fuera su casa y deslumbrar a los desprevenidos con su francés? Debería de aprender a Misha, que no era tan presumido. Hasta ahora no sabía que hablaba ruso.

En ese momento Jensen contempló un abismo y apenas se atrevió a formular la siguiente idea. Misha nunca le había dicho que hablaba ruso. Y con eso reconoció la molestia con su nombre correcto.

Celos.

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- ¿Tú y yo nos vemos así? - preguntó Jared, disfrutando del espectáculo -. Con razón dicen que somos pareja.
Jensen no le respondió. Tenía la vista clavada en el escenario donde Misha y Sebastian daban una conferencia, o eso era lo que pretendían al principio. Solo sabía que había muchas risas, y contacto innecesario. Y demasiados intentos de besos… bueno, uno, pero aun así son demasiados.

“No son celos.”

Seguía repitiéndoselo, para ver si terminaba de convencerse.

El evento era en Roma, y le sirvió a Jensen para enterarse de que Sebastian también hablaba italiano.

A cada momento le daban más ganas de patearlo. Parecía que el único idioma que no dominaba era el ruso, y que Misha no quería tomarse la molestia de aprender otro, así que terminaron inventando el suyo. Ahora Misha se llamaba “Cariño”, Sebastian era “Dulzura”, y quien sabe cuántas cosas se estarían diciendo enfrente de todos sin que nadie se diera cuenta.

Hacerles sombras con las manos en el proyector fue infantil, pero menos peligroso que lo que de verdad tenía en mente.

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Lo que menos le gustaba a Jensen de los viajes (y mucha gente esta de acuerdo con él), eran los cambios de horario. En ese momento, no sabía si era hora de dormir, comer, ir a trabajar o sincerarse. Todos estos meses había luchado contra la idea de que estuviera interesado en Misha. En primera, para ponerlo en términos científicos, porque no bateaba de zurda. Y en segunda, hasta ahora creía que Misha tampoco. Pero al verlo con Sebastian ya no estaba tan seguro. Todo lo que hacían podía pasar por broma, pero Jensen tenia la sospecha de que era mucho mas serio de lo que aparentaban.

Hasta ahora no tenía pruebas, en el set era común el trato y las bromas cariñosas. Jared era un experto en eso, por cierto. Sebastian se la pasaba de encimoso con Misha, pero Jensen se lo explicaba a si mismo con el pretexto de que era extranjero. Casi todo lo que hacía lo explicaba así. Incluso el que hace unas horas tomara del brazo a Misha sin pedirle su opinión, y se lo llevara a rastras anunciándole a todo el mundo que iban a buscar un club en donde pudieran bailar hasta el día siguiente.

Jensen se dio por vencido. No podía dormir, así que mejor salió a dar una vuelta al jardín del hotel. A las 3 de la mañana hora de Roma podría parecer algo loco, pero nadie estaría ahí para verlo. A menos, claro, de que alguien más tuviera los horarios cambiados, y confiara en que no hubiera testigos a esa hora.

El jardín estaba rodeado de una barda de piedra blanca, tenía setos salpicados con racimos de flores, bancas de hierro, y pequeños faroles alumbraban aquí y allá. Jensen avanzó en silencio, procurando no romper la tranquilidad de la madrugada. En esa atmosfera, los sonidos se magnificaban y una suave risa llegó hasta el como un reguero de vidrios rotos.

Se detuvo. Había alguien tras un seto. Escuchó crujido de hierba y ropa, y rezó en silencio a quien pudiera escucharlo que esto no le estuviera pasando. Pero para esas alturas era inevitable. Se dejó caer en la banca más cercana, porque las piernas le fallaron cuando escuchó una voz muy conocida diciendo algo que no entendió.

El farol más cercano no alcanzaba a alumbrar directamente la banca, y Jensen aguardó en la oscuridad. No tenia idea de donde venían las voces exactamente. Al principio creyó que estaban a unos pasos de distancia, hasta que sintió un suspiro prácticamente en el oído. Pero la voz de Sebastian, pronunciando dulcemente el francés, se escuchaba como en otra galaxia.

¿Si retrocedía chocaría con ellos? ¿Qué pasaría si se echaba a correr?

Un murmullo le provocó escalofríos. ¿Cómo había pasado todo este tiempo sin saber que Misha hablaba ruso? Solo de escucharlo hacía pensar en amplias extensiones tapizadas de blanco, grandes palacios adornados con ámbar, y noches interminables en que la nieve no deja de caer.

Los sonidos continuaron. Cada suspiro dolía, cada crujido de ropa sonaba como un hachazo, y se escuchó hasta el beso más leve. Misha comenzó a entonar algo que sonaba como a “Mas, mas”, y Jensen no supo si de verdad le había entendido, o su mente estaba haciendo un esfuerzo por traducir. De repente, hubo una pausa.

El gemido de dolor de Misha hizo pedazos el silencio. A este lo siguieron unas palabras de consuelo, que Jensen escuchó con avidez, con la esperanza de aprendérselas e investigar su significado. Quería odiarlo. En serio que quería odiar a Sebastian, mandarlo de una patada lo más lejos posible y tomar su lugar. Pero los gemidos y pequeños sollozos de Misha lo fascinaban y quien los provocaba no podía ser tan malo.

- S-sebastian… - la voz de Misha era casi como la que utilizaba para su personaje. Recordó la primera vez que se vieron. En el estudio, trabajando. Lo extraña que se le había hecho la personalidad del otro, y como quedó atrapado en sus ojos azules sin darse cuenta. Los pequeños detalles que se aprendió con el tiempo. Como se pasaba constantemente la lengua por sus besables labios, y la muletilla que siempre usaba para dirigirse al público. Las largas escenas en las que “Dean” y “Castiel” se miraban a los ojos, que podía grabar todo el día sin cansarse.

- Amor mío…

¿Cómo podía Sebastian decir algo semejante con tanta naturalidad? La respuesta de Misha fue el gemido más tierno que jamás podría escucharse. Y eso era algo que no necesitaba de diccionarios para entender. A ese siguieron unos pequeños gritos, rápidamente amortiguados. Jensen sabía, sin necesidad de verlo, como Sebastian había tapado la boca del otro con la suya, para estar lo mas cerca posible durante el éxtasis, amortiguar el ruido y no arriesgarse a que alguien viniera a robarles el momento. Pero no fue suficiente, porque Jensen podía escucharlos. Le fue imposible no hacerlo.

Y todo terminó. Ambos, al mismo tiempo. Con esos deliciosos gemidos amortiguados, y el crujido de hierba bajo ellos.
Durante los siguientes minutos, el único sonido en el mundo fue la respiración agitada y áspera de ambos. Poco a poco se fue calmando. Por fin, Jensen los escuchó ponerse de pie y acomodarse la ropa. Se encogió en la banca y esperó. Ya era bastante malo como para además convertirlo en el rey de los momentos incómodos. Sus pasos no le dieron la ubicación precisa, pero supo que se dirigían a la entrada del hotel. Y algo le hizo pensar que Sebastian rodeaba la cintura de Misha con el brazo, no tenia como saberlo, pero la idea no lo dejó.

Tras unos minutos de, ahora si, completo silencio, se animo a moverse. Se supone que las madrugadas son frías, pero el calor lo ahogaba. Quería regresar a refugiarse en su habitación y prender todas las luces. Quería poner música a todo volumen. Quería darse un baño. Porque sin importar lo doloroso que fue confirmar que Misha estaba fuera de su alcance, sus jadeos y gemidos lo habían excitado, y eso lo hacia sentir sucio, porque alguien mas los provocó y no sabían que los había escuchado.

Quería… oh, como quería.

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