May 28, 2010 22:36
Aparte del hecho de que estoy en mi casa y no en el Foro Sol, puedo comentar que el semestre se ha terminado extra-oficialmente. Lo que importa es que tal vez se me deshaga el nudo permanente que tuve en el estomago los últimos días.
Tengo que aceptar, que estoy muy triste por no haber ido al Concierto, ni de perdido a las pantallas. Pero de haber estado aunque sea en las pantallas, es muy posible que Marcelo se hubiera ganado un voto. Mis convicciones beatlemanas se niegan a que me deje manipular de esa manera.
Y de algún modo he llegado a la conclusión de que de todas maneras no me merecía verlo. Es una manera de auto castigarme por cualquiera de todas las cosas horribles que siento que he hecho. Tal vez sea bueno a final de cuentas. A lo mejor ya mañana me siento en paz, como que ya habré pagado algo o no se.
Hace un rato me encerré en mi cuarto a llorar, mientras escuchaba la transmisión de Universal Stereo del concierto pasado.
Demonios.
Por mas que intento tomar esto con tranquilidad, se que es una estupidez pero no puedo evitarlo.
Voy a lanzarle pedradas a Sakura.
Para el concierto anterior, pasamos la noche afuera del Palacio de los Deportes, sin dormir hasta las 6 de la mañana que nos jeteamos como 15 minutos en la banqueta pelona. Después me aventó a mi a la taquilla, como si la fueran a morder.
No cambiaria esa experiencia por nada, pero si me cayó mal que me aventara contra la taquilla, sobre todo porque ella es mayor que yo, se supone que la asustada debería ser otra.
El mero día del concierto pasó lo siguiente:
Me correteo por toda su casa para obligarme a ponerme una blusa, pendientes y zapatos con tacón, como si Paul McCartney me fuera a ver en gayola. Para que no fastidiara, deje que me acomodara el cabello y termine con mucho calor, porque estaba muy largo y lo dejó suelto.
Me perdió los únicos aretes que me gustaban en ese entonces.
El concierto empezaba a las 8:30. A las 8:20 estábamos por abordar una combi que nos llevaría hasta el Palacio, por sus calmas y las de su ratita. A pesar de haberme lastimado el pie de siempre poco antes, yo caminaba más rápido que ellos, que iban bien monos, abrazaditos.
Una vez localizados los asientos, lo primero que me pregunta es ¿me acompañas al baño? Pero le pude dejar bien claro que NADA en el universo me movería de mi asiento hasta estar segura de que Paul McCartney había abandonado el escenario.
Y para acabar lo que seria la mejor noche de mi miserable vida, mi papá fue a buscarme a la salida, quien sabe que miedo tenia de ir solo, así que lo acompañó mi mamá, dejando a mis hermanas menores solas en casa. Y me estuvo regañando todo el camino. De hecho, me regañó en cuanto me vio llorando de emoción porque conseguí reunir el dinero del boleto, para lo que tuve que vender dulces en la escuela y hacer tareas ajenas. Sus palabras fueron “Deberías disfrutar otras cosas. Como el estudio”.
Gracias Papá.
musica,
amigos,
casa,
chilango,
educacion,
beatles,
vida,
escuela