No comprendo por qué sigo pensando en aquella bastarda si no me hacía el más mínimo caso, pero ¿a qué venían las miradas de los primeros días? Seguro que anda por ahí revolcándose con el indeseable de su novio, si es que parece que la esté viendo. Mientras me seco el sudor de la frente con el brazo y me convenzo de que no merece la pena dar vida a sentimientos previamente asesinados, intento decidirme por una película que haga las delicias de este narrador tan sumamente apagado, ¿Bergman? ¿Truffaut? ¿Godard? Una cerveza y a dejarme llevar en el más oscuro de los retiros. Juro que iré a París a tomar un café... oh sí.