Fandom: Axis Powers Hetalia
Claim: Suiza/Liechtenstein (menciones de Suiza/Bélgica)
Rating: PG
Advertencias: Muy muy muy leve incesto, apenas un besito de nada
Dulce
Suiza se vio obligado a parpadear durante un par de segundos, sólo para cerciorarse de si lo que acababa de suceder era un sueño o no.
Su hermana, su inocente y recatada hermana menor, acababa de besarle ¡BESARLE! Para alguien como él, que aún tenía pendiente la asignatura del contacto físico, aquello había sido un shock bastante grande. Por su parte, Liechtenstein no había cambiado su semblante desde antes de besar a su hermano, seguía sonriendo tímidamente, como si no hubiera roto un plato en su vida.
Por supuesto, Suiza tenía que decir algo. Lo que fuera.
-¿Que ha sido eso? -Trató de no sonar demasiado alterado, y tuvo la impresión que falló miserablemente en el intento.
Liechtenstein lo miró durante unos segundos, sin decir nada, y finalmente se limitó a sonreírle con cariño. Parecía como si ella no estuviera muy afectada por lo que acababa de hacer.
-Quería saber si Bélgica tenía razón.
Suiza parpadeó una vez más- ¿Cómo?
-Bueno, ella me dijo hace un tiempo que sabías a chocolate -La chica le dijo esto mientras reía levemente, tratando de ignorar la pequeña vena que latía en la frente de su hermano- Tenía curiosidad, por eso te besé.
El chico pareció querer decir algo, pero en vez de eso, giró sobre sus talones, rechinando los dientes, y cogiendo una de sus amadas armas cuando puso rumbo a la entrada de su casa. Liechtenstein siguió a su hermano, sin preocuparse demasiado de que Suiza tuviera un arma en sus manos y se dedicara a lanzar improperios contra Bélgica.
-Hermano, ¿Vas a salir? -Un gruñido, que ella tradujo como un "sí" fue la respuesta que recibió- Vale, entonces te espero para cenar.
Dos minutos más tarde, Suiza salía de su casa dando grandes zancadas, empuñando una metralleta, y con dos pequeñas pistolas escondidas bajo su ropa. Su hermana se despedía de él con la mano, desde la entrada. Lo cierto, es que no le preocupaba demasiado que Suiza fuese jurando entre murmullos que iba a llenar a Bélgica de plomo.
Al fin y al cabo, esa mujer siempre conseguía calmar a su irascible hermano, de una forma u otra.