No sé si os interesará o no pero os dejo el capítulo 4 de fic que hace más de un año empecé a publicar. Comentarios necesarios por favor. Nadie excepto
yoli_19 (que sólo ha visto una parte) y yo lo ha leído así que, seguramente habrá partes que no estén muy bien escritas y es necesario que me lo digáis. Para intentar mejorar y eso.
Fandom: Harry Potter
Título: Everytime.Everyday.Everything
Personajes: Lily Evans, James Potter, Sirius Black, Remus Lupin, Peter Pettigrew.
Resumen: "Antes de pensar en intentarlo hay que pensar en superar los impedimentos que uno mismo pone ante las situaciones"
Capítulo 4
Dos días después de haberse conocido, James y Joane entraban por el retrato y buscaban con la mirada el sofá más apartado de la sala común. Hubo cierto momento en el que se besaban tan apasionadamente que muchos se quedaban mirando sorprendidos por tal arrebato. Era obvio que al día siguiente lo sabría todo el castillo puesto que los cotilleos estaban a la orden del día.
Como era de esperar, la noticia llamaba a su puerta a primera hora de la mañana. Se dirigía junto a sus amigas hacia el aula de transformaciones. James Potter salía con Joane Stevens. “Todos lo saben ya” - Le decía Evelyn mientras ella caminaba hacia delante simulando que el hecho no le importaba en absoluto.
- Y dicen que anoche dieron el espectáculo delante de todos - Comentaba Natalie.
- ¡Por el amor de Dios! Dejad ya el tema o vais a hacer que vomite. La vida de semejante personaje no es tan interesante además, todas sus relaciones acaban igual. - Dijo en tono cortante.
- Vale, tranquila, no hace falta ponerse así...
- Por tu culpa me pitan los oídos Evans. Veo que sigues queriéndome tanto como siempre - Observó James mientras le daba un repaso de arriba abajo.
- Si sigues mirándola así la vas a gastar cornamenta.
- Gracias por el apunte Black pero no era en absoluto necesario. - Dijo ella con irritación-.
- Puedes llamarme Sirius, te concedo el privilegio. - Le guiñó un ojo.
- ¿Sabéis qué? A veces pienso que sois tan parecidos que no sé como no os habéis enamorado aún. Sois insoportables.
Antes de que tuvieran tiempo de contestar Lily se dio la vuelta. Su melena rojiza rozó levemente la cara de James dejándolo impregnado de un olor parecido a la vainilla. Al entrar en el aula, se fijó en que sus amigas ya estaban sentadas así que buscó a su amigo Marcus y se colocó junto a él. El chico le caía muy bien. Era inteligente, bastante simpático y a diferencia del resto, no siempre estaba pensando en chicas o quidditch.
- Canuto - Le dio un golpe en el costado a su amigo-. ¿Es él?
- ¡Auch! ¿De qué hablas?
- Ese pelirrojo con el que se ha sentado Lily. ¿Es ese su novio?
- Pues no lo sé, supongo ¿Y a ti que más te da? ¿No decías eso de “que sea feliz”?
- Vete a la mierda. Es un sabelotodo, se llama Marcus Ford y siempre se pone en primera fila para hacer la pelota. Nunca me ha gustado.
- A ti lo que no te gusta es otra cosa...
- ¡Potter y Black! ¿Os apetece pasar otra larga tarde limpiando trofeos? - Ante la negativa de los dos amigos, la profesora McGonagall dio comienzo a la clase.
Esa misma noche, James y la voz de su conciencia (como solía llamar a Lupin) mantenían una conversación:
- Sólo digo que empezar una relación seria con alguien por despecho no es la mejor de las opciones Cornamenta. - Comentaba Remus tranquilamente mientras ojeaba la edición de ese día de “El profeta”.
- ¿Relación seria? ¿Cuándo he tenido yo algo de eso? Ni hablar, no es mi novia. No nos debemos lealtad sentimental ni nada que se le parezca. Sólo pasamos el rato.
- Yo sólo espero que ella sea consciente. Suficientes problemas tengo yo con lo mío para tener que comerme también los suyos porque, sabes tan bien como yo que, tarde o temprano vendrá a contármelos.
- No te preocupes ella piensa igual que yo. Eso lo hace todo mucho más fácil ya sabes, cuando dos personas buscan lo mismo no hay lugar a posibles malentendidos.
- Si tú lo dices...
A un día del catorce de febrero, el gran salón y las salas comunes estaban ya empapelados con corazones y florituras de todo tipo. Esa semana había sido terrible en cuanto a nuevas noticias sobre desapariciones y cadáveres encontrados. La festividad se había ensombrecido. Los alumnos iban y venían constantemente con aire preocupado. Hagrid se encontraba ultimando detalles. Intentaba colocar unos adornos sin mucha suerte. Sus manos eran tan grandes que no era capaz de hacer nada a derechas.
- Déjalo Hagrid, yo lo haré por ti.
- Con un suave movimiento de varita, los papelillos estuvieron colocados de forma inmediata.
- Yo también puedo echarte una mano si lo deseas Hagrid. No tengo nada mejor que hacer. Se ha suspendido el entrenamiento.
- Vaya, Lily acaba de colocar lo último pero gracias igualmente por el ofrecimiento James. Y bien, decidme chicos ¿Cómo pensáis celebrar un día tan especial? ¿Vais a ir a Hogsmeade? En mi opinión y con los tiempos que corren la visita debería ser suspendida. Es un peligro.
Ambos se miraron, tal vez pensando en que iría a decir el otro.
- Pues yo me quedo en el castillo. El amor se demuestra todos los días del año. No creo que haya que hacer nada fuera de lo normal ese día sólo porque esté establecido de esa forma.
- Yo tampoco voy a ir. Le prometí a Peter hace mucho tiempo que nos quedaríamos jugando a los naipes explosivos.
- Que romántico. Pensé que tu plan amoroso sería sentarte con Black en la orilla del lago al atardecer. O con tu novia... quien sabe. Ya no sé cual de los dos es el número uno en tu lista.
- Eres muy graciosa Evans. Me parto y me troncho contigo. En primer lugar y aunque te sea difícil creerlo, no todos reciben el amor que quisieran ni en San Valentín ni en el resto del año, en segundo lugar, no sólo es el día del amor también es el día del amigo y en tercer lugar, sólo matizar que yo no tengo novia. Tenemos una relación de lo más liberal pero supongo que eso a ti te parecerá una aberración. ¿He de llevarte a la enfermería o tu corazón aún puede aguantar?
- Vamos chicos... no discutáis. - Hagrid les daba palmaditas en la espalda pero James se fue enfadado.
Lily se quedó desconcertada y pensó que debía pedirle disculpas. Si lo hubiera sabido no habría hecho tal comentario, pues sabía lo importante que eran para él sus amigos. Sabía muy poco sobre la vida y andanzas de Peter Pettigrew; siempre a la sombra de los otros tres. Los cuatro tenían un profundo y arraigado sentido de la amistad y eso le gustaba. No podía negar que se querían y se respetaban muchísimo. Si algo afectaba a alguno de ellos, allá iba el resto contra viento y marea.
Al día siguiente las cosas no fueron a mejor. La mañana se presentaba aburrida y tampoco es que el tiempo acompañara. Soplaba un viento helado capaz de tumbar a cualquiera. La visita a Hogsmeade había sido pospuesta unas horas con la esperanza de que el viento amainara en ese periodo de tiempo. El gran salón estaba abarrotado de alumnos. Los elfos domésticos habían preparado un desayuno especial basado en chocolate caliente y pasteles en forma de corazón.
Llevaba un rato observando al resto de estudiantes y no le cabía en la cabeza cómo podían comportarse de esa manera. No era capaz de entender porqué tanto revuelo; todo le parecía demasiado artificial. No son necesarios tantos aspavientos - pensaba - para demostrarle a alguien lo que sientes. Por otra parte, si no fuera tan orgullosa, tal vez no tendría que pasar ese día sola haciendo deberes. Negó rápidamente con la cabeza, como si quisiera que se le esfumaran ese tipo de ideas.
Mientras cavilaba, se fijó que James y Sirius entraban en ese preciso instante y se sentaban frente a Peter y Remus. No había rastro de la tal Joane así que únicamente tendría que rezar para que siguiera sin aparecer y luego, esperar a que los otros tres lo dejaran solo para ir a hablar con él. En ese instante, una chica rubia a la que no había visto en su vida se acercó a Sirius y le tocó el hombro. Él se puso en pie de un salto, la besó en los labios y le dio la mano dispuesto a irse con ella pero antes:
- Feliz día de San Valentín Evans.
- Mmm... igualmente Black. - Se sonrojó puesto que la había pillado mirando.
- Me pregunto si algún día dejarás de ser tan terca. Tanto orgullo no te va a servir de nada y probablemente cuando decidas hacer algo será demasiado tarde. - Dicho esto agarró a la chica de nuevo y se fue con ella.
Parecía que la habían petrificado. Su cerebro trabajaba sin descanso intentando buscar respuestas. Miró a James que a su vez la miraba con cara de póquer. Era completamente imposible que Sirius se hubiera dado cuenta. No sabía como, ese mal nacido había tenido el descaro y la poca vergüenza de entrar en su mente. Le dieron ganas de matar duendes. Recogió sus cosas y salió pitando de allí.
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