Nov 10, 2004 12:49
Había una vez un hombre cuya meta en la vida era "la búsqueda de Dios". Buscó en esta religión, después en aquélla, luego en la otra...,y su Dios no apareció.
Era tan grande su inquietud y su obsesión, que le llevaron a tener un poco olvidados sus deberes profesionales e incluso familiares.
El hombre buscó y recorrió nuevas Escuelas y senderos. Se ayudó con técnicas de relajación y meditación, pero su Dios no apareció.
Un día su mujer, no tan versada ni intelectualizada como él, prudente y parca en palabras, se atrevió a preguntarle:
-¿Qué buscas con tanta fe y no encuentras?.
-Busco a Dios. Contestó el marido.
Entonces la mujer, con voz serena pero firme, le dijo:
- He puesto todo mi ser en tus manos, todo mi amor en tu corazón, y mi cabeza en tu regazo. Me quieres decir, ¿de qué te quejas?
Pasaron unos segundos eternos...Después, los ojos del hombre se humedecieron y brillaron. Seguidamente, con entrecortada voz dijo:
-¡Oh, Dios mío, perdóname, te he buscado en la lejanía del Universo y Tu vivías a mi lado. Quería abrazarte en lo grande, y Tu en lo pequeño me sostenías. Quería profundizar en tus dimensiones astrales, y Tu en las físicas me sonreías...!.
¡Oh Dios...ahora se de tu presencia en cada cosa...,en cada ser...,en la familia, en la naturaleza...y en el Sol...Ahora se que eres el UNO y también el TODO!.