Llevo una semana insoportable con The 100 (la serie) y la verdad, no me cabe dentro del pecho lo que shippeo a Bellamy y a Clarke. Así que he decidido que mientras hago todo lo que tengo de tarea -que tengo un porrón y medio y sigue creciendo- escribo drabbles para matar el mono. He decidido agruparlos todos en este título, aunque vaya publicando según vayan saliendo.
Título: Knocking On Heavens Door
Pairing/Personaje/Grupo: Bellamy Blake/Clarke Griffin
Rating: PG-15
Resumen: Ser líder significa tener una responsabilidad, cuidar de los tuyos pase lo que pase. Y pase lo que pase, cueste lo que cueste, es un peso demasiado grande para cargarlo uno solo.
Advertencias: Escenas sueltas, y sin orden cronológico de la primera y la segunda temporada. Mucho más Bellamy POV porque Bellamy lleva comiéndose a Clarke con la mirada temporada y media y yo me muero de amor al verlo. Puede que también haya algún Raven/Octavia/Monty POV porque es demasiado obvio para que no se haya dado cuenta todo el campamento.
Banda Sonora:
Knocking On Heavens Door (Escena final de la 2ª Temporada)
Palabras: 488
-¡Ha cerrado la puerta!
-¿Qué?
-¡Venga! ¡Corre!
Todo lo demás fue ruido. Las ramas de los árboles, las raíces que se levantaban del suelo, las espadas cortando el aire y el sonido seco de las metrallas que no disparaban. Recuerda la voz de Finn tirando de él hacia el bosque y cómo la adrenalina golpeaba cada tramo de sus venas.
Recuerda también el silencio, la ausencia y el vacío que vinieron después. La espera para regresar y descubrir que no quedaba rastro de ninguno de los suyos. Caminar entre cenizas, entre cadáveres y rogar al cielo que ninguno de ellos fueran sus amigos.
Bellamy recuerda muchas de las cosas que vinieron después de la guerra. Cuando su mente no traza estrategias de supervivencia básica, se cuelan momentos que le persiguen como fantasmas. Se aferra como puede a las únicas certezas que posee. Que Octavia está a salvo, viva, al lado de Lincoln. Que Clarke también ha sobrevivido.
A su alrededor, el mundo parece que se derrumba sin pedir permiso. Siente cómo la desesperanza se va adueñando de su pequeña comitiva y cómo cada paso que dan hacia el incierto campamento que cayó del cielo le plantea más y más preguntas. Nota cómo Finn va cayendo en el pesar y la rabia se apodera de él. Lo ve en su gestos y en sus cortes secos: ya no sonríe, ya ni siquiera se detiene a pensar en lo que hace. Actúa movido por un resorte que Bellamy desconoce y que teme descubrir.
Mientras le ve descender por ese camino, se pregunta porqué corrió hacia él, por qué no entró en la nave con Clarke, por qué no hizo caso de ésta cuando le pidió que no atacara. Tanto Bellamy como Clarke sabían que él podría sobrevivir, pero cuando mira a Finn teme que su amigo firmara su condena de muerte aquel día.
Quiere decirle que Clarke está bien, que lo siente muy dentro de sí, que sabe que está luchando por volver con ellos. Que no se preocupe tanto por ella, porque hay otros que necesitan su ayuda más. Que confie en que va a ser capaz de conseguir lo que se proponga, porque es Clarke, y maldita sea, es lo mejor que se le da hacer.
Pero los días avanzan en el calendario y con cada cacería, la mirada de Finn se vacía más y el corazón de Bellamy se refuerza. Porque si no confía en ella, están perdidos. Porque si ella no está, entonces a él le toca actuar con la cabeza y el corazón a la vez. No puede permitirse el lujo de dejarse llevar por malos pensamientos: tiene que mantener la promesa que les convirtió en líderes, tiene que cuidar de los suyos.
Aunque cuando mira a Finn, sabe que está faltando a su voto y sólo puede pensar en el dolor que le causará a Clarke si no salva a su chico.
Palabras: 633
Fue como si estuviera teniendo un deja-vu. Volvían a estar en el campamento frente a Lexa, observando cómo sus propios compañeros torturaban a Gustus. Había sido tan fácil deducir que había sido él, que su segundo al mando había sido capaz de envenenar a la persona a la que amaba con tal de salvarla de sus propias decisiones. Y había sido obvio para él porque no necesitó más que cambiar las tornas y ver cuál podría haber sido su papel.
Aún le ardía el pecho cuando recordaba la caminata de aquella mañana, y degustaba las palabras que le había dirigido Clarke. No quería perderle y se lo había dicho, así, tal cual, como si para él no lo significara todo. Sabía que Clarke había hablado con la cabeza y con el corazón, que lo había dicho porque lo sentía y lo pensaba; y por eso ahora su orden dolía tanto.
Clarke le estaba pidiendo que se infiltrara, que corriera el riesgo de terminar muerto, que podía soportar perderle. Y Bellamy estaba dispuesto a hacerlo. Lo había estado antes, por su gente, por él, porque eso significaba ser un líder. Aunque hubiera dejado su cetro por ella, sólo porque ella le había dicho que le necesitaba a su lado.
Mientras Bellamy asentía, recogía el mapa de las manos de Clarke y evitaba mirar a Octavia, notaba cómo la espada que Lexa le había clavado a Gustus en el pecho le atravesaba de parte a parte. Estaba atado a ese poste de madera, con los pies clavados en el suelo, intentando llegar hasta aquella Clarke que le miraba con ojos de acero.
-Ella lo llamó debilidad, pero sabe que no lo es. Que eso no es ser débil.
Se lo había dicho Raven antes de partir. Se habían despedido antes del amanecer, mientras a su lado Octavia y Lincoln se transmitían toda su confianza, apoyo y amor en un largo beso. Raven les señaló con un movimiento de cabeza y le susurró de nuevo “eso no es ser débil”.
No lo entendió hasta mucho más tarde, mientras su cuerpo era vapuleado, limpiado y tratado como si de un animal se tratase. Cada golpe del agua a presión y de los cepillos que chocaban con su piel provocaban un eco de dolor en su corazón, recordando que había sido Clarke quien lo había condenado a estar allí.
No quería pensar en sus razones, por muy lógicas que le hubieran parecido en un principio. Así que se protegió allí donde nada podía tocarlo. Se refugió en aquella idea que le había mantenido cuerdo tras la gran batalla. En esa gran verdad que cualquiera podía leer en su cara cuando Clarke estaba cerca; y eran sus sentimientos por ella. El hecho de que desde hacía un tiempo, para Bellamy, Clarke se había convertido en su hogar. Igual que para Octavia, Lincoln era el suyo, y el hecho de saberlo les hacía más fuertes.
-Ella lo llamó debilidad, pero eso no es ser débil.
La frase de Raven resonó en su cerebro en ese instante, y comprendió la verdad que se escondía en aquella palabra. No sabía a quién habría escuchado Clarke decir que el amor era ser débil, cuando sólo había que mirar a Octavia para comprobar que era justo lo contrario. Su hermana se había hecho fuerte porque se sabía querida y porque amaba a Lincoln con toda su alma. Y Bellamy, él, había acudido al afecto que tenía por Clarke en busca de las fuerzas necesarias para aguantar.
Aguantaría. Y le demostraría que quererle no significaba que fuera a dejar de ser líder, que fuera a fallar a los suyos, que la convirtiera en una persona débil. Le mostraría que quererle a él, a Bellamy, era lo mejor que le podía haber pasado.