Orden de prioridades. Regalo para Gemuca

Jan 07, 2012 22:02

Ajá. He aquí mi primer fic de Harry Potter después de... ¿milenios? Desde hace más de un año, por lo menos. Me ha costado escribirlo (y encima está a la mitad pero mañana continuo, really), pero aquí está. Es para gemuca que hoy es su cumpleaños y se cruzó por el camino con mis desvaríos mientras veía la 5ª de Harry Potter.

Título: Orden de prioridades 
Pairing: George Weasley/Hermione Granger 
-Rating: +P13 (en este capítulo. A lo mejor cambio el rating del siguiente. Quién sabe, a lo mejor consigo escribir p0rn, pero creo que aún es muy pronto). 
Advertencias: 
Resumen:  Hermione sigue las reglas a rajatabla. Reglas que, para los gemelos, sólo se hicieron para romperse. Desde el primer día, Hermione ha tenido bien claro que lo peor que le puede pasar es que la expulsen de Hogwarts; y, sin embargo, siempre acaba metiéndose en uno u otro lío. Quizás por eso, a pesar de que Fred esté, por primera vez en la historia, en desacuerdo con su hermano, George cree que tiene madera. Madera de... merodeadora, que dirían Canuto y Cornamenta. Quizás sólo haga falta pulirla un poco.  
Notas: No sé cómo va lo de las apariciones, pero yo he puesto que si te agarras a alguien puedes aparecerte con él. Puede que sea así, pero es que no me acuerdo.


Es algo en su mirada. Algo pequeño, adormilado, somnoliento. Está bien escondido, tanto que si él no fuera un maestro, se le pasaría por alto. Está debajo de toda esa capa de entusiasmo y curiosidad, que hacen que eso sólo parezca una tontería. Pero es mucho más que una tontería, es algo básico, algo que enamora a primera vista, algo que él tiene a montones y que a ella sólo le falta pulir. Ese algo.

¾Es como una McGonagall en miniatura.

Fue la primera descripción de Hermione que obtuvo Ron de la boca de su hermano. Y no pudo sino darle la razón. Era una sabelotodo, una metomentodo, una librosotodos y qué sabe Merlín que más pero todo. Era un todo del que a Ron le costaba dejar de hablar y todo lo que Fred consideraba perjudicial en una persona. Todo, todo junto.

¾Y tiene el mismo tono que mamá. ¿Será eso una señal para que sea la nueva señora Weasley? ¾Añade como quien no quiere la cosa y Ron se pone colorado y dice jamás a algo que sólo él entiende y Fred se echa a temblar, pues ya no está a salvo en Hogwarts.

Hermione Granger es todo lo que George Weasley no es, simple y llanamente. Si a Hermione le preocupan las notas, a George no le podrían traer más sin cuidado. Si Hermione levanta la mano en clase, los profesores sonríen (excepto Snape, pero Snape sólo sonríe a las pelirrojas de ojos verdes que hacen preguntas sobre Hogwarts, y no a las que responden) y conceden puntos. Si George levanta la mano en clase, los profesores sienten como si estuvieran pulsando el botón rojo donde pone “fin del mundo”. Si preguntas a Hermione todo lo que no puedes hacer en Hogwarts, ella te lo dirá sin vacilar. Si se lo preguntas a George, éste te dirá cómo sortear ese pequeño inconveniente. Si Hermione ve una escoba, la palabra volar se le atraganta en la garganta. George, en cambio, se escapa, con Fred o solo, a los vestuarios del campo de Quidditch para practicar con todas las escobas que vuelan más rápido que su Barredora 5.

Pero eso es sólo desde fuera. Si miras bien, con un catalejo especial para estos casos, puedes ver mucho más. Cosas que se les escapan a los demás. Ideas que danzan en las pupilas de Hermione y que George recoge como por telepatía. Porque, a ver, estamos hablando de Hermione Granger. De Granger, que se ha colado en la Torre de Astronomía a altas horas de la noche para entregarle un dragón (un dragón, Fred, un dragón) a su hermano Charlie. Que se ha enfrentado a un perro de tres cabezas, a una planta asesina, a un acertijo lleno de venenos. Que se ha convertido en gato y se niega a decir cómo (incluso a sabiendas de que él nunca dirá nada, y de saber que no tiene nada más que ranas de chocolate con lo que sobornarle). Que se ha ido a la Casa de los Gritos y ha desarmado a un profesor (¿Te imaginas, Fred? Mueves un poquito, así, la varita, y, de pronto, ahí está Snape. Tumbado contra la pared, como un gusano a punto de entrar en su burbujeante caldero. Ay, Fred, que nos quitan el puesto de alborotadores). Y que ha sido capaz de enclaustrar a la petarda de Rita Skeeter en un bote diminuto durante un año entero.

Si le preguntas a George, esa chica tiene madera. Sólo hay que pulirla un poco, un poquito.

¾¡Hermione! ¡Qué alegría tenerte aquí! Ven, ven, deja las maletas aquí, ahora la recogerán los chicos. Pasa, pasa. ¾Y cuando George oye a su madre dar la bienvenida a la chica que viene a pasar el resto de las vacaciones de verano a Grimould Place, sabe que ha llegado el momento.

Crack. Se aparece.

¾Buenos días, señorita.

Es Grimmauld Place. El caos. El vertedero de los traidores de sangre. El cuartel de la Orden del Fénix. Depende a quien preguntes. Una fuente importante de información, si los dueños de la respuesta son Hermione y George. La primera semana, Hermione le preguntó todo lo que pudo y lo que no era capaz de articular en palabras a Sirius. Sus miradas, ávidas de datos sobre el mundo mágico, pasaban de un sitio a otro a una velocidad de vértigo. Sirius se reía y le respondía, incluso a pesar de que algunas preguntas destapaban viejas heridas. Pero no podía evitarlo, le recordaba demasiado a alguien. Quizás a un Lily Evans con menos mala leche, menos pelo pelirrojo, y menos verde en los ojos. Quizás. Para entonces, George ya llevaba unos veinte días en Grimmauld Place, pero le daba igual. Entre Fred y él habían salvado de la basura todos los objetos que su madre había catalogado como libres de magia negra pero peligrosos, que en su mente tenía un post-it que los categorizaba como “no apto para las manos de un Weasley” y que sabía que, irremediablemente, irían a parar al piso donde dormían los gemelos.

La primera semana, Hermione vio estallar inodoros, abrazar cojines que se convertían en cactus cuando te despistabas, libros que ardían espontáneamente cuando bostezabas sobre ellos (tenéis que patentarlo. La señora Pince fijo que os lo compra), banquetas que desaparecían cuando te ibas a sentar y varitas que se convertían en animales de goma cuando alguien lanzaba un hechizo con ellas.

La primera semana, Fred y George hicieron una apuesta acerca de Hermione.

¾Vas a conseguir espantarla. Te lo digo yo. Esa chica no está hecha para saltarse las normas, a no ser que tenga una razón noble.

¾Se convertirá, ya lo verás. Las reglas están para romperse, todo el mundo lo sabe. Es cuestión de tiempo que caiga.

La paga de un mes. Los deberes de Pociones. Y un beso. Ya veré yo a quien se lo das.

La primera semana.

La segunda semana y Tonks y Remus y Sirius y una botella de tequila. Remus tratando de poner orden porque aunque estemos de vacaciones y hoy sea tu día de descanso, hay niños delante. Y no hay niños, Remus, son casi adultos. Pero hay que aprender a comportarse, Nymphadora, y estamos en casa de Sirius. Y a mi madre no la importa, Remus, no te preocupes; pero si tienes duda, puedes ir a preguntarle. Y pásame la botella y no te la quedes toda par ti. Pues eso, el caos.

Sirius acaba sacando a bailar a su prima y ensayando una reverencia de los viejos tiempos de los Black. Remus sonríe nostálgico por algo que sólo sabe él antes de ser arrollado por Ron y Fred que quieren sacarle su hipo a cojinazos. Ginny se ríe de las caras que pone Tonks cada vez que Sirius la pisa, cada una menos humana que la anterior. Hermione se queda mirando el cuadro, divertida pero triste. Falta alguien. Pobre Harry, ojalá pudiera venir pronto a casa. Se lo pasaría tan bien, sobre todo con Sirius aquí. Pero una mano la saca de sus pensamientos. Una mano que se agita delante de sus ojos y que lleva la misma marca de pelirrojo peligroso que la sonrisa a la que está atada.

¾¿Quieres bailar?

¾No sé, no sé si bailar.

¾Oh, yo te he visto bailar. Y muy bien. Y muy guapa.

Claro, en el Baile de Navidad del curso pasado. No puede creer que hayan pasado sólo unos meses.

¾No, no, si lo que no sé es si sé bailar eso. ¾Y señala con la cabeza las piruetas que hacen Sirius y Tonks en mitad de la cocina.

¾Oh, yo sé que sí. Sólo hay que concentrarse en los pies de los demás y procurar pisarlos. Ven, te enseñaré como se hace. ¾Dice cogiéndola de la mano. ¾Bien, concéntrate... y ahora, levantas el pie y... ¡ay!

¾-Ay, perdona, ¿había que avisar antes? ¾Pregunta traviesa, antes de echarse a reír.

Pero George sólo sonríe, orgulloso. Lo están consiguiendo, y sin una sola gota de tequila.

Aunque aún queda mucho por hacer.

La tercera semana, Hermione tiene morriña. Echa terriblemente de menos la Madriguera. Ginny se ríe, claro, ella lleva allí toda la vida. Pero a Hermione esa casa le encanta. Es casi tan mágica como Hogwarts. Desde el reloj que no marca la hora, los platos que se lavan solos, las gallinas que se colaban en la cocina sin ser invitadas, y los gnomos que salían a ver qué pasaba en cuanto los chicos tenían que desnogmizar el jardín.

¾Nosotros podemos llevarte, si quieres.

Crack. Crack. Y una mirada reprobatoria porque se supone que era una conversación privada, no tenéis ni idea de lo que significa la intimidad.

¾¿Quieres ir o no? ¾Le propone George y ella se lo piensa de nuevo.

¾No creo que a vuestra madre le haga mucha gracia.

¾Ella va a ahí de vez en cuando. Para cuidar de las gallinas y los cerdos. Y papá pasa por casa para ver que todo sigue en orden al salir del trabajo alguna vez.

¾Pero de ahí a que vayáis vosotros... Podría ser peligroso.

¾Tenemos la magia, Hermione ¾le recuerda George con voz paternal, mientras aguanta la mirada de su hermano cuyos ojos tararean un no lo vas a conseguir que está empezando a ser irritante.

¾Pero no estaría bien usar el polvo flu sólo por un capricho.

¾¿Quién ha dicho nada de polvos flu?

¾¿Y cómo voy a apañármelas para ir?

¾¿Apareciéndote?

¾No puedo hacer magia, chico listo.

¾Pero yo sí.

¾¿Me llevarías?

¾¿Vendrías?

Ginny se sorprende al notar lo anhelante que suenan ambas voces. Mira a Fred pero éste no le quita la vista a su hermano. Bastaría con cogerle la mano a Hermione, pero George desliza la mano sobre su cintura y con la otra mueve la varita antes de decirle una palabra que Fred tiene que leer de sus labios.

Pociones.

Espero que te guste, y que mañana o pasado tenga la segunda parte :)

título: Orden de prioridades, género: romance, regalo, tema: apuestas, tema: reglas, fandom: harry potter, género: humor, personaje: hermione granger, personaje: george weasley

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