Nunca Jamás (Donde los adultos no pueden pasar)

Oct 25, 2011 23:05

Esto podría considerarse una gran fumada... o un grito a la infancia... o sea, una gran fumada. Pero me gusta cómo ha quedado. De echo, hay muchas frases sueltas que me han gustado cómo han quedado. Creo que es de los que voy a releer bastante tiempo después para encontrar ánimos cuando ande off. Yo, o cualquiera que crea que ha perdido el niño que todos llevamos dentro. :) 
Dedicado, en especial, a laura_sommeils, que siempre será la niña que llevo dentro; aneko_90, cuya "princesa de Sant Jordi" me ha hecho recordar mis sueños de niña y a @lovely_desires que todavía cree en lo que mi ser adulto parece querer enterrar.


Yo buscaba una palabra, una señal, algo. Y el algo se perdió. Sólo quedamos tú y yo, buscándonos. Tú, pequeña conciencia perdida. Yo, lo que todavía dudo que seré. Tú y yo, tanto tiempo las mismas, tanto tiempo juntas, tantos sueños compartidos, tanto futuro incierto... 
¿Sabes lo mejor? Que no es analogía. Es lógica, bendita y pura lógica. Palabras sin sentido. Recuperar lo mejor de nosotros mismos, dejar atrás lo que nos hace pesados y volar... ¡Volar! ¿Te imaginas? Seríamos etéreos, tú y yo. Locos de pasión en un cielo sin estrellas. 
¿Te crees que hablo de amor? Desengáñate. Hablo de algo peor, mejor, infinitamente más humano y enajenado. Hablo de ti y de mí, de que yo sin ti me pierdo, pequeño lucero que sigue perdiéndose entre altas estanterías en todas las bibliotecas en las que pone un pie. Hablo de ti sin mí, atascada en un giro de las agujas del reloj que se detuvo en un momento que no recuerdo, en una escena de la que no me quiero acordarme. 
¿Qué fue? -Me preguntas. Me encojo de hombros. No tengo ni idea. ¿La vida? ¿El amor que no lo fue? ¿Las personas que tuvimos que decir adiós? ¿Los que se fueron para no volver? ¡Y yo qué sé! Pero cambiamos; oh, sí, tú y yo cambiamos. Dejamos la cháchara inconexa de palabras bonitas, para soltar palabrotas, incongruencias, pellizcos de sentido y cosquillas de ideas, ¡bizcochos y pasteles de letras! Oh, sí, tú y yo cambiamos. Ya no decimos nada con sentido... Nos están convirtiendo. ¡Adultos! ¡Socorro! Yo también gritaría, sí, pequeña, yo también gritaría, porque nos alejan. Me desgañitarían para que no me separaran de ti, pero ya estamos lejos, tan lejos, tanto que ni te veo, que ni recuerdo tu rostro, tu voz, nada. Oh, maldita distancia, sólo me queda la sombra de tu recuerdo, que no es ni sombra ni recuerda. Es... Oh, maldito sea el mundo. Pequeña, nos han separado. Me han llevado a su otro mundo, al de los adultos. 
Ya nunca más saltaremos sobre los charcos, ni esquivaremos bolas de nieve, ni soplaremos dientes de león, ni correremos por las tierras que ya nadie ara. Oh, pequeña, ¿qué nos queda? Dime, ¿qué podremos rescatar? 
Seguiremos buscándonos. Tú, dando vueltas sobre ti misma sin saber qué hacer, seguirás vigilando que nadie te robe tu baúl de cuero y tus cajitas de madera. Seguirás guardando los engranajes con los que se controla el tiempo, las horquillas con las que se pueden forjar las cerraduras de mil corazones, los bombones de licor que ahuyentan fantasmas del pasado, las sopas de letras con las que jugábamos a entender el mundo. La pomada que cierra todas las heridas, los zapatos con los que emprendíamos nuevas aventuras, los frasquitos de arena y agua de mar de cada sitio que nos vio soñar. 
Seguiremos buscándonos. Yo, dando vueltas sobre mí misma sin saber qué hacer, seguiré doblando cada esquina esperando encontrarte, lanzándome al mar de los libros que nadie me indicó, para ver dónde te escondiste; sumergiéndome en la música que repiquetea en mi cabeza, para ver si me ayuda a descifrar el mapa del tesoro donde la x eres tú. 
¡Oh, pequeña! Nos han separado: infancia inocente y soñadora, adolescencia romántica e idealista. Me llevan al mundo de los adultos, como van todos, de un puntapié. 
Pero quiero soñar, quiero seguir siendo lo que probablemente no era pero deseaba ser. Quiero, sí, reencontrarme contigo. Darte la mano, y morder al mundo. Mirarle a los ojos y decirle: sí, ahora sí, luchemos cuerpo a cuerpo. Tu incesante cuentagotas que acaba con los sueños contra mí, contra lo que no tengo y no puedo perder. Todas tus armas de destrucción masiva contra mi pequeño corazón. Dame tiempo, mundo, y me rearmaré. Me encontraré a mí misma (ella y yo siempre fuimos invencibles) y firmaremos tablas. No podrás conmigo, con mientras no pierda de vista esa maleta, no mientras no me olvide de los libros, de la música, de los sueños. 
Oh, pequeña, ¿dónde te has metido? Abandonaré los corazones de hielo y las máscaras de hierro. Y nos lanzaremos a conquistar el mundo. Ya verás, todo será como antes, como siempre, como cuando éramos tú y yo y ninguna de las dos quería abandonar a la otra, ninguna de las dos quería crecer. Aprenderemos a decir adiós sin crecer: fórmula mágica para sortear el mundo de los adultos.

Dime, adulto incauto y ávido de textos con sentido y practicidad, ¿qué has entendido? ¡Nada! ¡Nada! No has de entender nada. Esto está vedado para ti. Es sólo la receta de la piedra filosofal, de la infancia que nunca se va. Es sólo el canto de un niño a la segunda estrella a la derecha, que aún espera, que espera a que recordemos cómo hacíamos para volar.

tema: juventud, tema: infancia

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